Enseguida Ignacio emprendió marcha y al cabo de una hora llegaron al lujoso salón. Del brazo de él ingresaron al lugar. Las luces de las lámparas aún no bajaban su intensidad por completo, por lo que Laura pudo apreciar cómo estaba decorado el sitio.
En una esquina se mostraba la reluciente barra con los licores para esa noche, en medio del salón se hallaba el escenario y frente a este la pista de baile, a su alrededor estaban apostadas las mesas que lucían finos manteles en color dorado.
Varios chicos se quedaron impresionados con la belleza de la joven que acompañaba al apuesto Ignacio Grimaldi.
Los labios de Johanna Blake dibujaron una gran O arrugó la nariz y recorrió con sus azules ojos de pies a cabeza a la hermosa chica que acompañaba a Ignacio.
—¿Esa es la huérfana? —inquirió mirando a Nico.
El joven también estaba esa noche ahí para tocar con sus amigos de la banda, quedó anonadado al ver a Laura.
—Sí es ella —murmuró.
—Se supone que la ibas a convencer de no acompañar a Ignacio —reclamó—, esa infeliz debe darse cuenta de que él no es hombre para ella. —Gruñó bebiendo una copa con champaña.
—A mí no me vengas con tus reclamos —espetó Nico iracundo—. Que por lo visto Ignacio no te hace caso —soltó y giró para acercarse más a donde estaba Laura.
En ese instante el organizador del evento tomó el micrófono y mencionó que el número musical estaba por comenzar.
Ignacio de la mano de Laura la condujo hacia la mesa.
—Discúlpame debo subir al escenario, te pido no te muevas de aquí —solicitó él, y besó la mejilla de la chica.
—No conozco a nadie en este lugar, así que no me pienso mover tranquilo —manifestó ella con esa característica dulzura.
Las luces bajaron la intensidad y él se perdió entre la gente. Laura permanecía en la mesa cuando percibió que se le acercaba una joven alta, de muy buena figura de cabello claro, y ojos azules muy elegante.
—¿Se puede saber qué haces con mi novio? —inquirió la rubia, refiriéndose de esa manera a Ignacio, quien en ese momento estaba ya en el escenario con el micrófono en la mano.
La inocente muchacha no sabía que contestar; según ella su acompañante no tenía novia, en el momento que iba a pronunciar palabra Nacho por el micrófono interrumpió.
—Hola a todos, esta canción que vamos a tocar mis amigos y yo, va dedicada para una persona muy especial, quien hizo el honor de acompañarme esta noche; para ti Laura.
La jovencita sintió como su corazón se aceleraba de emoción. Se sostuvo de la silla para no desmayarse de la impresión, su salud no era muy buena y cuando recibía ese tipo de emociones, sentía que de un momento a otro iba a desfallecer.
Entre tanto Johanna le dedicó una mirada llena de ira, giró y se alejó de la chica.
«Si yo fuera tu by Servando y Florentino» empezó a sonar en las voces de Ignacio y de Fernando.
El joven agente dio inicio a la primera estrofa de la canción:
—Sé que un día no basta para conocernos. Que falta tiempo para comprendernos. Que no es un beso apasionado. Lo que dicta a un amor eterno...
La segunda parte la entonó Ignacio, quien con la mirada le dedicaba la canción a Laurita.
—Sé que es muy temprano para lo que digo. Más de mi parte yo estoy convencido. Que eres mi vida y la daría toda entera para estar contigo...
Fernando e Ignacio cantaron juntos la siguiente estrofa:
—Sé que poco a poco te iré conquistando. Que beso a beso te iré enamorando. Hasta que ya no puedas más mi amor de tanto amor...
Al momento que los muchachos seguían entonando la melodía, en una gran pantalla se reflejó un anuncio.
«Laura... ¿Quieres ser mi novia?»
La muchacha se llevó las manos a la boca, no podía dar crédito a lo que sus hermosos ojos veían, su corazón latía desbocado, las piernas le temblaban, no sabía qué hacer.
Johanna la observaba con profundo odio y Nico sentía su sangre arder de los celos y envidia; sin embargo, para Laura e Ignacio el mundo se detuvo. El joven Grimaldi había utilizado ese recurso para que ella no siguiera negándose a su propuesta.
Ignacio terminó la canción y de inmediato bajó del escenario, caminó en dirección a Laura quien sentía que de un momento a otro se iba a desmayar de la emoción. El joven Grimaldi también notaba como su corazón se iba acelerando mientras se acercaba a ella a espera de su respuesta.
Los invitados observaban a la pareja. Él se paró frente a Laura y la tomó de la mano, e hizo que la chica se pusiera de pie, entonces Fernando habló por el micrófono.
—¿Cuál es tu respuesta Laura? —La joven no sabía qué responder—. Que le diga que si ¿verdad? —alentó Fernando al público.
—Si —gritaron los compañeros de Ignacio, y Laura lo único que hizo fue lanzarse a los brazos de él.
El joven Grimaldi la estrechó, y le acarició el cabello.
—¿Eso significa que quieres ser mi novia? —preguntó al oído de la chica, ya que ella tenía su rostro escondido en el cuello de él.
—Sí, si deseo serlo —respondió ella, ya no podía seguirse negando a lo que sentía.
—¡Declaró que si! —exclamó Ignacio.
Los invitados aplaudieron por la felicidad de la nueva pareja.
—Entonces la siguiente canción es para los novios y así iniciamos el baile —expresó Fernando. «Amo by Axel» se escuchó en la voz del agente García.
Laura temblaba en los brazos de su chico, él la cogió de la cintura, tomó de las manos a la joven e hizo que las colocara alrededor de su cuello, entonces se pusieron a bailar al ritmo de la música, fue de este modo que los amigos del joven Grimaldi empezaron a gritar:
—¡BESO! ¡BESO!
Laurita enrojeció, sin embargo, ese instante lo había esperado por años.
—Tranquila Laura si no quieres, no pasa nada. —Sonrió él.
—Me da vergüenza que nos vean tus amigos —expresó la jovencita con nerviosismo.
—No tengas miedo Laura —recomendó él, y acarició la mejilla de su novia entonces él acercó sus labios a los de ella.
La joven percibió su estómago encogerse y sus piernas temblar al momento que Ignacio la besó, ella era torpe en ese sentido, sin embargo, siguió el ritmo de los labios de él, y ambos sintieron como su corazón sonaba tan fuerte que acompañaba a la melodía que Fer cantaba.
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En otra parte del salón Johanna bebía una copa de licor y con la mirada aniquilaba a Laura, al contemplar el momento en que Ignacio la besó, la joven resopló molesta.
—¿Qué te pasa Johanna, por qué estas de mal genio? —preguntó Kate a su prima.
—¿En qué planeta vives? —cuestionó resoplando—. Mi Ignacio le acaba de dedicar una canción a esa huérfana inmunda —vociferó la joven molesta.
En ese momento Kate pudo divisar el escenario. Sus labios se abrieron y su mirada se clavó en el vocalista de la banda, quedó impresionada al darse cuenta de que su guardaespaldas cantaba en un grupo musical y lo hacía de manera excepcional.
Él era una verdadera caja de sorpresas, serio, enigmático, de pocas palabras, a veces era un caballero y en otras un patán, pero desde el día que la ayudó con lo de los golpes, ambos habían cambiado de actitud con el otro. A pesar de que casi no se dirigían la palabra, ya no peleaban como cuando se conocieron.
— ¡Kate! ¿Me escuchas? —Sacudió Johanna a su prima.
—Ese que está cantando es mi guardaespaldas —advirtió Katherine asombrada.
—¿Fernando es tu escolta? —preguntó arqueando una ceja Johanna.
—Sí, lo es —manifestó la otra chica sin dejar de observar al agente García. — ¿Lo conoces? —indagó Katherine.
—Claro él es amigo de Ignacio, tengo entendido que lo son desde niños, ellos son los vocalistas de la banda.
Kate se quedó pensativa.
—¿Me escuchas? —indagó Joha.
—Sí, si te oigo solo que cada día ese guardaespaldas me sorprende— murmuró Kate. — ¡Vamos Johana!
— ¿A dónde?
—A verlos cantar de más cerca, así puedes ver a tu Ignacio — sugirió Katherine claro que su verdadera intención era llamar la atención de Fernando.
— ¿Qué no acabas de contemplar el mensaje pidiéndole a la huérfana esa ser su novia? —indago Johanna llena de celos, mientras Kate no dejaba de admirar a Fernando.
—¡Katherine Blake te gusta tu guardaespaldas! —exclamó la joven rubia llevándose la mano a la boca—. ¡No me lo niegues!
—Estás loca, no tengo malos gustos, estoy buscando a James quedó en venir eso es todo.
Kate caminaba al escenario y cada vez que se acercaba podía admirar como esa noche su guardaespaldas había abandonado su traje negro y llevaba unos vaqueros azules que le quedaban de maravilla y que hacían juego con su camisa blanca. Suspiró bajito.
—Pues la verdad yo no lo veo feo, Kate, es muy atractivo, aquí en la universidad muchas suspiran por él, pero no le hace caso a nadie, es muy serio.
— ¿Entonces no tiene novia o es casado? —investigó Kate.
—¡Oh te interesa! ¡Lo sabía! — exclamo Johanna burlándose de su prima.
—Qué no, solo es curiosidad— afirmó Kate, algo nerviosa. No quería que su prima se diera cuenta de que en realidad sí le interesaba Fernando, él tenía una especie de imán para ella, a pesar de que a veces era muy frío y seco, aquel día que la ayudó y la llevó a curarse de los golpes, hizo que en Kate él despertara sentimientos desconocidos para ella hasta ese entonces.
En el escenario Fernando con sus amigos continuaba con el show, él no se había percatado de la presencia de Katherine hasta que ella con discreción se acercó lo más que pudo al escenario. Fue entonces que el joven agente percibió su presencia. Ladeó la cabeza en señal de molestia, la ignoró o más bien quiso disimular, tomó el micrófono, ante los gritos de las muchachas que suspiraban por él.Fernando causaba ese efecto en las mujeres: con un físico impresionante debido a las duras sesiones de entrenamiento, alto con casi un metro noventa de estatura, moreno de ojos y cabello tan negros como la noche, de mirada profunda y labios sensuales, tenía muchas admiradoras; pero él no tenía tiempo para romances.—¿Algún tema en especial? —preguntó al público.
«¿En dónde está Smith, cuando se lo necesita? Debería sacar de aquí a la señorita Katherine» dijo en su mente Fernando molesto. El instinto de protección, lo hizo acercarse más a la mesa, sobre todo cuando se dio cuenta de que Kate, iba a caer él corrió a ayudarla, la joven cayó en sus brazos.—¡Eres mi héroe García! —pronunció esas palabras con verdadera admiración hacia su escolta, mientras él la sostenía en sus brazos.Era evidente que estaba pasada en tragos. Fernando buscó a Smith, por todo lado; pero su compañero no aparecía.—¿Está bien señorita? —preguntó el agente.—Sí, se siente muy agradable estar en tus brazos García. —Suspiró Kate inh
«A love so beatiful by Michael Bolton» sonaba en el salón, mientras Ignacio se reflejaba en la mirada de Laura y bailaban con lentitud. Las manos del chico sostenían con firmeza la cintura de ella, y era inevitable para la muchacha no sentir el revoloteo de las mariposas en su estómago. Habían bailado casi toda la noche; y a pesar del cansancio que Laura sentía, la dicha que su corazón percibía aminoraba los calambres de sus piernas. — ¿Estás bien, cariño? —preguntó Ignacio al notar en el semblante de su chica el cansancio. Laura negó con la cabeza. —Me gustaría descansar un poco, y tomar aire —solicitó algo fatigada. Ignacio la cogió de la mano y salieron afuera del salón, entonces se recargaron en el balcón y una ráfaga de viento erizó la piel de la chica, tiritó de frío y
A una cuadra de Queens Blvd esa misma noche el agente García aparcó su auto frente a un conjunto de edificios. Inhaló profundo al instante que apagó el motor, se sentía bastante nervioso, desde que empezó a vivir solo, nunca había llevado a una mujer ahí, él era demasiado reservado en su vida privada. —Ya llegamos señorita —musitó, bajó del auto y le abrió la puerta a Kate, le extendió su mano para ayudarla a salir. Ella le brindó sus dedos temblorosos y cuando se puso de pie se miraron a los ojos, tampoco era fácil para aquella joven hablar con un desconocido sobre sus secretos; porque eso era Fernando para ella. La chica observó la fachada de aquellos edificios, nunca había estado en un condado como ese, miró las escaleras de emergencia de cada uno de los pisos, y luego sus piernas temblaron cuando subieron tres escalones para llegar a la entrada principal. —Siga —dijo él y el guardia abrió el portón
Laura empezó a bostezar y su novio le acarició el cabello.—Descansa, yo no me moveré de aquí —aseveró el jovencito besando la frente de su chica.La joven lo miró con ternura y su corazón se agitó.—¿Crees que tenga algo grave? —cuestionó y mordió sus labios.Ignacio percibió como un escalofrío le recorrió la columna, su cuerpo por completo se estremeció ante aquella pregunta.—No pienses en esas cosas —respondió aclarándose la garganta—. Lo que te puedo asegurar es que no importa el diagnóstico, yo no te voy a abandonar, siempre voy a estar a tu lado para cuidarte —confesó.El rostro de la chica se llenó de lágrimas al escucharlo,
Fernando arrugó el ceño, y la observó con seriedad. —No diga eso —expresó—, no es bueno guardar tanto resentimiento y dolor en el alma —recomendó. —¿Para qué? —inquirió Kate y se puso de pie. —¿Cambia en algo las cosas? —indagó observando a Fernando—, no de nada sirve andar quejándose por la vida, la soledad me ayudó para aprender a ser fuerte —expresó la chica. Fernando no intentó hacerla cambiar de opinión, no podía, cuando él también guardaba secretos. —¿Cómo murió su madre? Kate inclinó su cabeza, y luego tomó asiento en uno de los sillones. —Una noche mi papá llegó como un energúmeno, empezó a lanzar cosas, escuché gritos —relató mientras se aclaraba la garganta—, abrí despacio la puerta de mi habitación, y... observé como en el pasillo, golpeaba a mi madre sin piedad —declaró sollozando, se llevó las manos al pecho in
Fernando sintió estremecerse, inhaló profundo, tampoco le gustaba hablar sobre las cosas que le hacían daño; pero tenía que confesarse con Kate, tal como ella lo hizo. Se puso de pie tomó en sus manos el retrato de su familia. —Yo no confío en las mujeres —habló y su mirada oscureció—. Cuando yo tenía ocho años mi madre nos abandonó por irse con su amante. —El semblante de Fernando denotaba una profunda tristeza—. Nosotros teníamos un rancho en México; sin embargo, las cosas por allá estaban difíciles y mi padre decidió venderlo. Según él acá íbamos a tener mejores oportunidades; no obstante, no fue así. Cruzamos la frontera de ilegales, mi papá a veces tenía trabajo otras no, se ganaba la vida en lo que podía. —Encogió sus hombros y resopló afligido, recordar toda su infancia no era fácil. Escuchar a Kate le hizo darse cuenta de lo afortunado que era, quizás a él le hicieron falta muchas cosas materiales cuando era niño; sin embar
Al día siguiente, cuando los primeros rayos de sol alumbraban la gran ciudad, Ariadna llegó al hospital donde Laura pasó la noche debido a su desmayo.La señora Grimaldi caminó por los elegantes pasillos hasta llegar al consultorio de su mejor amiga y casi hermana Ana Cristina. Necesitaba saber los resultados de los exámenes que le realizaron a su niña, porque para ella todos los chiquillos y jóvenes del orfanato eran como sus hijos.La doctora estaba sin pacientes, entonces la asistente hizo pasar a la señora Grimaldi.—Hola Ana Cristina... Eres una amiga muy ingrata —regañó Ary acusándola con el dedo.—Buenos días.Ana se levantó de la silla, saludó a Ary con un fuerte abrazo.—Ariadna discúlpame por no ha