—Papá la veo muy mal. —Se angustió Reagan apartando un mechón del rostro de Ava que jadeaba por el dolor. —Ava necesito saber qué es lo que tienes para que pueda ayudarte. —Suplicó Derek y la chica negó con la cabeza. —¿Te hicieron daño? —No… no Derek… —¿Entonces qué tienes? —Insistió y cuando la vio hacer una mueca perdió la paciencia. — ¡Reagan llama al doctor! —¡No, no hace falta! —Contestó Ava abrazando su vientre. —¿Cómo no va a hacer falta Ava? Mira cómo estás… mal puedes hablar. —Contestó Derek exasperado y se dio cuenta de que Ava tenía las mejillas sonrojadas. —Ava dime por favor, ¿qué te está pasando? Derek habló con un tono tan dulce que hasta su hija, que ya estaba acostumbrada a ese lado más cariñoso de él, se sorprendió. —No puedo hacer nada si no me dices lo qué te está pasando. —Murmuró acariciando el rostro de Ava y ella se sentó en la cama. —Mi período, normalmente tengo muchas molestias en estos días y como no tengo medicación los cólicos son casi insoportab
Entrar en el departamento de Toby no fue precisamente fácil, pero Sasha logro hacerlo y en lo primero que se fijó fue en lo desordenado que estaba, como si alguien hubiera estado buscando algo debajo de los muebles y hasta dentro de los armarios de la cocina. Sasha también se dio cuenta del estado en el que se encontraba la puerta de la entrada, estaba claro que la anciana no había mentido. El marco tenía marcas, alguien la había tirado abajo para después volver a colocarla en el mismo lugar. –¿Por qué la policía se tomaría tantas molestias en intentar ocultar lo que ha pasado aquí y por órdenes de quién lo hicieron? –Se preguntó Sasha pensativo.Él no necesitaba rebuscar entre las pertenencias de Toby para encontrar nada. Sasha lo conocía bastante bien y tenía conocimiento de donde su amigo guardaba todo lo que recopilaba para sus investigaciones, lo que debía ser realmente importante.Así que Sasha se dirigió directo a la habitación y lo primero que hizo fue fijarse en el enorme a
—Estoy seguro de que me están siguiendo Reich. —Afirmó Derek apretando el puño cerca de sus labios. —Víktor Torosyan empieza a desconfiar de mí, ya podía sentirlo, pero viendo como sus hombres me siguen estoy más que seguro. Lo peor es que le pregunté porque lo hacía y me dijo que es por mi seguridad. —Tranquilo jefe, tenemos todo bien preparado para que puedas regresar a la mansión sin que nos sigan hasta allí. —Intentó calmarlo su hombre de confianza. —Tendremos que seguir haciendo algunos cambios de auto durante el trayecto, pero es la mejor manera para despistar. —Lo sé, pero conozco a Torosyan. —Aseguró Derek con vehemencia. —Ese cabrón cuando huele algo no para hasta encontrar la verdad y sé que no me dará paz. —Dennis ya está cerca de ser Gobernador, y podrás hacer lo que quieras jefe. Solo es cuestión de tiempo —Recordó Reich. —Es un proceso lento Reich, tengo dinero para comprar a todos los putos políticos que hagan falta, pero eso no se hace de la noche a la mañana. —Dec
—¿Amarte? —Exclamó Derek aturdido con la afirmación de su esposa. —¿Crees que te amo? —Si no es amor, ¿entonces cómo explicas todo lo que sientes por mí? —Lo interrogó Ava sintiendo como él se levantaba de la cama abruptamente para alejarse de ella. —Claro que es amor Derek. No lo puedes seguir negando. —¡Deseo, atracción… curiosidad, morbo! —Vociferó—Pero no lo llames amor, no confundas venir aquí a echarte un polvo con que estar enamorado, porque no lo estoy. —¡Sí lo estás! —Replicó Ava. —Estás completamente enamorado de mí, cada parte de tu cuerpo lo sabe, pero tu cabeza no sabe cómo aceptarlo. —¡Porqué es inaceptable! —Rugió caminado de un lado a otro por la habitación—¡Jamás me permitiría a amar la hija de los asesinos de mis padres, la asesina de mi hermano! —Estás enfermo Derek, no eres una persona normal así que no te cuestiones como si lo fueras. —Contestó Ava reuniendo las fuerzas que le quedaban para enfrentarlo. — Me odias, pero también me amas. Por eso te arriesgas a
Ava estaba sentada debajo de la ducha mirando sus manos, sus brazos, piernas…todo su cuerpo lleno de hematomas que eran la prueba de que aquella terrible noche no había sido una pesadilla y junto con el agua se iba mezclando la sangre que todavía estaba pegada en su piel, y sabía que no era solo la suya. Era repulsivo ver su sangre mezclada con la de Otto Anderson, el hombre que había intentado matarla horas antes. Ella se llevó las manos a la cabeza y empezó a llorar, porque jamás en su vida había temido tanto por su vida y tampoco había tenido que luchar para seguir respirando. Ella solo quería olvidar todo lo que había vivido en aquel callejón, pero un par de horas más tarde, cuando estaba en su cama, escondida debajo de las mantas y de su colcha como una niña, alguien entró a la habitación, sentándose a su lado en la cama y supo de inmediato quien era.–Mírame a los ojos Ava. –Pidió Scott Hoffman viendo como su hija se agarraba a la colcha que su abuela había hecho para ella cuan
Unos años después.Derek estaba sentado en el sillón que había en su oficina. Debía estar revisando los libros de contabilidad que había dejado su secretaria sobre el escritorio, pero sólo podía pensar en su venganza… en su maldit* venganza, esa que nunca llegaba.Desde la muerte de su hermano era lo único en lo que podía centrar su atención. El tiempo pasaba y nada de lo que hacía contra sus enemigos daban resultados y lo peor es que frecuentemente tenía que ver la cara de la asesina de su hermano, ya que el almacén de la Fundación dirigida por los Hoffman estaba a escasos metros de su destilería, eso solo servía para aumentar su ira y su sed de sangre. La familia Hoffman iba creciendo cada vez más, uno de sus mellizos se había casado recientemente y todos se regocijaban en felicidad mientras que él estaba cada vez más solo, más muerto en vida, así era como se sentía. Solamente su organización le daba fuerzas para continuar. Para Derek hubiera sido muy fácil mandar matar a todos, v
Regresar a sus actividades diarias fue el único camino que Ava encontró para intentar olvidar el incendio, aunque no quería olvidar todos los detalles. Algunas cosas habían quedado muy grabadas en su memoria, Derek se había ganado un lugar en sus recuerdos favoritos.–Todavía me cuesta entender como te habías quedado dormida en almacén Ava. –Rezongó su madre dando vueltas por su despacho en la Fundación.–Tenía que llevar más cajas con ropa para enviar a Madagascar, pero cuando me di cuenta ya era muy tarde mamá…ya sabes como soy. A veces me olvido de las cosas. –Respondió cruzándose de brazos en la silla.–¡¿A veces?! –Preguntó su madre mirándola con reproche y Ava giró los ojos.–Muchas veces, así que por eso decidí ir después de terminar mi trabajo para estar segura de que no me olvidaría de nada más. Entonces me entró sueño y no me pareció una mala idea pasar la noche allí, así estaría por la mañana cuando llegara el camión para recoger todas las donaciones. –Se explicó Ava y su m
Dos meses después Derek estaba arrodillado delante de la tumba de su hermano pequeño. Otto era lo único que le había quedado después de la muerte de sus padres, lo que le había mantenido aferrado a la época en que era feliz al lado de su familia, pero hasta eso le habían arrebatado.—Cuándo éramos niños siempre hacíamos pactos de sangre, ¿lo recuerdas? —Murmuró Derek pasando la yema de los dedos por el nombre de su hermano en la lápida. —Mamá nos regañaba cada vez que lo hacíamos, pero tú siempre decías que jamás dejarías de hacerlo porque nuestra sangre era lo más valioso que teníamos, lo que nos hace superiores a los demás. En ella está nuestra fuerza y por la sangre que corre en mis venas hoy te prometo que la mujer que te ha quitado la vida llorará lágrimas de sangre. Haré sufrir a los Hoffman por todo lo que nos han quitado, por la muerte de nuestros padres, por el suicidio de la tía Nicole, por la forma como murió nuestro abuelo. Todos ellos sufrirán hermano. — Se hizo un corte