Capítulo 3: ¡Queremos una ofrenda!

Dos meses después Derek estaba arrodillado delante de la tumba de su hermano pequeño. Otto era lo único que le había quedado después de la muerte de sus padres, lo que le había mantenido aferrado a la época en que era feliz al lado de su familia, pero hasta eso le habían arrebatado.

—Cuándo éramos niños siempre hacíamos pactos de sangre, ¿lo recuerdas? —Murmuró Derek pasando la yema de los dedos por el nombre de su hermano en la lápida. —Mamá nos regañaba cada vez que lo hacíamos, pero tú siempre decías que jamás dejarías de hacerlo porque nuestra sangre era lo más valioso que teníamos, lo que nos hace superiores a los demás. En ella está nuestra fuerza y por la sangre que corre en mis venas hoy te prometo que la mujer que te ha quitado la vida llorará lágrimas de sangre. Haré sufrir a los Hoffman por todo lo que nos han quitado, por la muerte de nuestros padres, por el suicidio de la tía Nicole, por la forma como murió nuestro abuelo. Todos ellos sufrirán hermano. — Se hizo un corte en la mano con la navaja que había sido de Otto y cerró el puño con fuerza derramando gotas de sangre sobre la lápida de su hermano. —Hoy empezará el Holocausto de los Hoffman.

Derek giró la cabeza cuando escucho unos pasos detrás de él y antes de que el hombre dijera una palabra ya sabía quién era.

—Todos han recibido el aviso señor. En unas horas el Consejo estará reunido en la mansión. — Avisó Reich y Derek asintió.

Después Derek besó la palma de su mano manchada de sangre y la pasó por la lápida de su hermano, dejando un rastro rojo en ella. Caminó hasta su automóvil y antes de entrar Reich le volvió a hablar.

—También debe saber que ya están empezando los preparativos para la boda señor.

—Esa m****a no será una boda Reich, sino que un funeral… el funeral de Ava Hoffman. —Escupió y después se subió a su automóvil.

Derek tuvo que manejar durante dos horas hasta llegar a la Mansión que tenía alejada de la ciudad, donde también reunía su ejército, sus consejeros, secretarios y reclutadores. Estaba orgulloso de la jerarquía que había organizado para su Organización.

Se dirigió directamente a su despacho donde un uniforme negro con insignias nazis estaba esperando por él. Se vistió y después caminó hasta la enorme estantería de libros que había en el centro de la habitación. Levantó una Cruz que parecía ser apenas un adorno y la estantería empezó a moverse dando acceso a un pasadizo secreto.

Mientras bajaba las escaleras en forma de caracol que estaban alumbras con luces rojas, Derek podía escuchar el murmullo que había en la sala del Consejo. Puso la mano en la puerta, respiró profundamente haciendo acopio de paciencia escuchando lo que decían adentro.

—¡Es repugnante! — Exclamó Federica Olsen la única mujer que forma parte del Consejo del KKK. — No es posible que nuestro líder se una en santo matrimonio con una mujer inferior a nosotros.

—¡¡UNA MALDITV MESTIZV!! —Gritó otro indignado.

—¡Peor que eso, la hija del traidor Scott Hoffman, eso es indignante! —Escupió el más viejo de los consejeros mirando a Edgar que para él era el responsable de hacer que Derek entrará en juicio. —Tienes que hacer algo Edgar, Derek ha perdido por completo la cabeza y con eso demuestra que no está apto para liderarnos.

—El juicio lo he perdido hace mucho tiempo Cliff, así que ten mucho cuidado con tus palabras si no quieres descubrir de lo que un loco es capaz de hacer cuando pierde la poca paciencia que le queda. —Habló Derek con firmeza entrando en la sala y todos se tensaron cuando lo vieron. —Ahora dejar de chillar como bebés y sentaros.

En el centro de la sala había una larga echa de madera maciza. La mesa estaba encabezada por Derek y a su lado estaba su consejero y el mejor de sus reclutadores, su tío Edgar. Toda la sala estaba decorada con imágenes que enaltecían el orgullo blanco, algunos símbolos del nazismo y detrás de la silla de Derek la bandera confederada de Estados Unidos.

—Debes entendernos Derek, lo que vas a hacer va en contra de todo por lo que luchamos y no pienso aceptar como líder a un hombre que se acuesta con una mestiza asquerosa. —Escupió Federica y Derek golpeó la mesa con rabia.

—Primeramente, recuerda Federica que solo estás en este Consejo por mí, porque jamás se ha dado voz y voto a una mujer en esta mesa, pero has demostrado ser una mujer entregada en nuestra lucha y por eso… solo por eso he decidido darte un lugar aquí. —Contestó Derek con autoridad y Federica se sentó en su asiento sin volver a decir nada más.

—¿Qué diremos a los demás cuando pregunten porque su líder está casado con una mujer de color?

—Explicarás que el fin justifica los medios, que yo me estoy sacrificando por la Organización para destruir el mal que intenta destruir nuestra Patria, que estoy luchando para acabar con la escoria Hoffman. Eso es lo que dirán a nuestros reclutadores y ellos deberán encargarse de transmitir esa información a los soldados y a los simpatizantes de la causa. Todos deben entender que esto es por el bien común. —Afirmó y los miembros del Consejo asintieron sin decir nada.

No es porque estuvieran de acuerdo con la decisión de su líder, sino que ninguno en aquella mesa se atrevería a enfrentarse a la furia de Derek Anderson, llevarle la contraria era prácticamente un intento de suicidio.

—Primero te casarás con ella, ¿y después qué? —Preguntó Edgar mirando fijamente a su sobrino y Derek lo miró de reojo.

—Una vez que sea parte de esa familia todo será más fácil, podré convencer a la perra Johnson de dar a mi tío Dennis su apoyo para ser Gobernador.

—Con Dennis como gobernador ganaremos territorio y más poder. —Entendió uno de ellos y Derek asintió.

—Johnson no quiere presentarse a las elecciones, pero su apellido sigue siendo muy fuerte en la política de este país, bloqueando nuestros candidatos. —Explicó Derek. — Una vez que lleguemos al Congreso empezaremos a debilitar la base que Johnson a construido. Nuestra Organización estuvo años escondida desde la muerte de mi padre y eso ha servido para dar a esa perra más poder de lo que ya tenía. Eso sin contar el dinero del traidor de Hoffman. Acabaré con ellos como menos se lo imaginan y haré que su hija pague por la muerte de mi hermano.

—Desde que te elegimos nuestro líder he confiado en tu criterio y esta vez no será diferente. Te apoyaré en todo lo que decidas. —Contestó uno de sus reclutadores inclinando la cabeza con respeto y a Derek no le sorprendió sus palabras porque sabía que David era extremadamente fiel a él.

—¡Queremos una ofrenda! —Exclamó Vera Braun, la amante de Derek que estaba sentada en un rincón observando la reunión desde la oscuridad. – Creo que una ofrenda es todo lo que necesitamos para saber que todo esto valdrá la pena, porque sabes que ese matrimonio dividirá nuestra Organización.

Nadie se atrevió a comentar la intrusión de la chica en una conversación tan importante porque todos sabían lo importante que era para Derek y que tenía su total protección.

—Estoy con Vera, queremos un sacrificio que servirá para demostrar a todos que nuestro líder está realmente entregado a la causa. —Demandó Cliff y Derek frunció el ceño sintiendo como Vera se acercaba a él por detrás masajeando sus hombros.

—Cariño queremos ver a ese fruto de la vergüenza y de la traición quemándose en una de nuestras cruces. —Murmuró Vera en su oído sonriendo con malicia.

—¿Qué nos dices Derek? –Espetó Edgar mirándolo con atención. – ¿Quemarás a Ava Hoffman en una cruz cuando logres tus objetivos? —Preguntó fijándose en la expresión de su sobrino y le extrañó verlo dudar por primera vez, pero Derek quería venganza y no había mejor manera de hacerlo que con uno de los símbolos del KKK.

—Yo mismo la ataré y la quemaré en una de nuestras cruces cuando llegue el momento. —Afirmó poniéndose de pie y todos los demás hicieron lo mismo.

Todos los miembros del Consejo extendieron el brazo hacia adelante, de manera recta, con la palma de la mano hacia abajo y Derek exclamó.

—¡POR EL PODER BLANCO!

—¡POR EL PODER BLANCO! —Repitieron los demás imitando a su líder, después inclinaron la cabeza y Derek se retiró de la sala.

Cuando Derek entró otra vez al despacho, con Vera siguiéndolo de cerca, se quitó la chaqueta de su uniforme y la tiró al sillón con fastidio.

—¿Pasaremos la noche aquí? —Preguntó Vera acercándose a él contoneando sus caderas y Derek aflojó el nudo de su corbata.

—No sé lo que harás tú, pero yo tengo que regresar a Griffin. —Contestó con cansancio y ella frunció el ceño.

—¡¿No me digas que irás a verla esta noche también?! —Espetó molesta y Derek la miró con impaciencia.

—Es mi prometida y por el momento tengo que actuar como un hombre enamorado. —Contestó Derek quitándose la camisa para volver a cambiarse de ropa y Vera pasó las manos por sus pectorales.

—¿La has besado? —Preguntó mirándolo a los ojos.

—Con todo el asco que te puedes imaginar, pero no he tenido otra opción. Demasiado he logrado que se case conmigo sin habernos acostado. No es un niñita virgen sabes. —Respondió molesto.

—¡Prométeme que jamás te acostarás con esa mujer!—Exigió y Derek la agarró de la muñeca con brusquedad.

—¡¿Cómo te atreves si quiera pensar en algo tan repulsivo?! —Vociferó furioso y ella se encogió asustada.

—Será tu esposa y querrá que cumplas con tus obligaciones maritales. —Se explicó Vera soltándose de su agarre y él se apartó de ella dándose la vuelta.

—Prefiero pegarme un tiro antes que tocar a esa mujer, que eso te quedé muy claro. —Escupió y Vera asintió sentándose en su silla mirándolo con recelo.

Vera sabía que Derek jamás se atrevería acostarse con una mujer de otra raza y mucho menos con la asesina de su hermano, pero ella había decidido que se mantendría muy cerca para evitar que Ava intentará meterse en la cama de su hombre.

Horas más tarde Derek saltó la valla de la Mansión de los Hoffman, como ya era de costumbre desde que Ava y él habían iniciado su relación. Ella le había citado allí de madrugada y él estaba preocupado con aquella necesidad de verlo apenas unas horas antes de su boda.

Cuando llegó a un árbol donde había arriba una hermosa casita de niños antigua, Ava estaba justo al lado cerca del lago mojando la punta de sus pies en el agua.

—No me digas que tienes dudas a unas pocas horas de aceptarme como tu esposo en el altar. —Indagó Derek y Ava se sobresaltó girándose.

—No hay nada que me impida de subir al altar contigo mañana Derek Anderson. —Contestó sonriendo con dulzura y Derek pudo notar la determinación en su voz.

Ava caminó hasta él mirándolo a los ojos y puso la mano en su pecho con delicadeza, y Derek no pudo evitar estremecerse. Él se repetía constantemente que aquello sucedía porque no soportaba su toque y su cuerpo repelía cualquier contacto con aquella mujer. Entonces ella se puso de puntillas y dejó un suave beso en sus labios.

Fue un beso rápido, pero para Derek duró una eternidad, solo quería empujarla lejos de él, pero estaba obligado a soportarla. Cuando ella se apartó él tragó en seco y preguntó.

—¿Entonces porqué motivo me has llamado aquí?

—Porque necesito saber que estás seguro de lo que vamos a hacer mañana Derek. —Contestó y él la miró confundido. —Son muchas cosas que me hacen sentir miedo. Lo que pasó con Otto…

—¡No lo menciones! —Escupió con rabia y se dio una bofetada mental cuando ella lo miró asustada, porque sabía que debía controlar su ira al lado de Ava, por lo menos hasta después de la boda. Entonces se acercó a ella deslizando las manos por sus brazos con suavidad. —Lo siento, no quería asustarte. Es solo que no quiero que vuelvas a mencionar lo que ha pasado Ava, todo ha quedado atrás.

Ava levantó la cabeza mirándolo con curiosidad y preguntó un poco insegura.

—También dijiste que te daba igual el hecho de que no pueda tener hijos. —Murmuró con tristeza y él bajó la mirada al suelo apretando los labios porque estaba a punto de soltar una carcajada.

Por supuesto que no le importaba, porque no pensaba tocarla como mujer y mucho menos mezclar su sangre con la suya.

—Quiero estar contigo Ava, lo de tener hijos no es lo más importante para mí. —Contestó acariciando su rostro y ella sonrió con tristeza.

—Después de lo que ha pasado con Dori, no quiero arriesgarme Derek, por eso necesito que entiendas que no tendremos hijos nuestros, pero podemos adoptar. —Habló con un tono bajo y él forzó una sonrisa para ella.

—Lo que tu quieras nena, por ti estoy dispuesto a todo, como si decides adoptar diez niños. —Afirmó y Ava volvió a besarlo.

Ese beso fue más atrevido y por más que Derek intentase controlar las reacciones de su cuerpo era inevitable. Sentir aquella pequeña lengua dentro de su boca, sus pezones endurecidos rozando su pecho y sus delicadas manos acariciando sus músculos. Era suficiente para despertar su erección, aunque él no entendía cómo aquella mujer lograba despertar su deseo cuando él la despreciaba y hasta sentía asco tenerla cerca.

Ava empezó a pasar sus manos por el cuerpo de Derek y cuando sintió su erección rozando en su vientre la humedad empezó a bajar por sus muslos. Ella lo deseaba demasiado, se sentía como una virgen otra vez, necesitando sentir un hombre entre sus piernas… aquel hombre.

Ava llevaba mucho tiempo sin estar con un hombre y aquellos límites impuestos por Derek la estaban volviendo loca.

—Ava… —Murmuró Derek contra su boca intentando detener lo que estaba pasando entre ellos.

—Hazme el amor Derek, ya no aguanto esperar más. Te necesito, quiero sentirte dentro de mí. —Susurró con la voz entrecortada y la respiración acelerada. —Fóllame Derek.

Aquel pedido le hirvió la sangre a Derek, hasta el punto de sentir como su erección de empezaba a pulsar contra su bragueta deseando reclamar el cuerpo febril de su prometida. Entonces Derek se apartó bruscamente de ella.

Ava se quedó aturdida mirándolo y hasta se sintió avergonzada por haberle rogado de aquella manera tan desesperada y bajó la mirada desconcertada. Lo que había hecho era humillante.

Cuando Derek se dio cuenta de cómo estaba la envolvió otra vez en sus brazos, controlando su respiración que estaba acelerada por la excitación que ella había provocado en él.

—No entiendo porque no quieres estar conmigo ahora. Llevamos dos meses de relación y te niegas a tocarme. —Murmuró Ava avergonzada intentando apartarse de él, pero Derek la abrazó con más fuerza y levantó su rostro para mirarlo.

—No quiero que seas una más en mi cama Ava. —Mintió Derek para justificarse. —Me prometí a mí mismo que él día que encontrase a la mujer con la que compartiría mi vida no la trataría como a las demás.

—Pero yo quiero ser tuya Derek, quiero sentirme tu mujer. —Contestó Ava con la voz rota y él la beso suavemente, después se apartó un poco.

—A partir de mañana serás mi mujer y haré contigo cosas inimaginables Ava Hoffman. Conmigo vivirás momentos únicos, cosas que jamás has vivido con ningún otro hombre. —Afirmó con seguridad y Ava se mordió los labios con expectación.

A Ava no se le pasaba por la cabeza que aquella era una clara amenaza y que ninguna de las “cosas inimaginables” que Derek quería hacerle estaban relacionadas con el placer… por lo menos no con el suyo. 

 

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