Capítulo 5: Sola.

El hermoso camisón de seda diseñado especialmente para ella, un conjunto de lencería con cristales incrustados y sus adoradas medias clásicas. Ava estaba perfecta y ansiosa, preparada para tener su primera noche de amor con su marido. 

Ella recordó el día en el que había perdido la virginidad y se dio cuenta de que no había sido tan importante para ella como aquella noche y que tampoco había estado tan nerviosa como en aquel momento mientras esperaba por Derek en la habitación. 

—Ava Anderson. —Se dijo a sí misma mirando su reflejo en el espejo emocionada. —Te has casado con tu amor platónico de la juventud Ava y vas a pasar la primera noche en su cama… no, su cama no. ¡Nuestra cama! –Suspiró enamorada. — De repente llega una notificación en su teléfono móvil. 

Ava abre el mensaje que le había enviado uno de sus mejores amigos y excompañero de la Universidad, Tobias Brown que era uno de los mejores periodistas de investigación de su generación. Como buen amigo no se había resistido a enviarle un mensaje haciendo bromas. El mensaje decía. 

“—¿Preparada para follarte al hijo perdido de Satanás bombón?”

Ava giró los ojos leyendo mensaje porque sabía que Tobias se refería a los rumores que habían sobre Derek y los motivos por los cuales le habían expulsado del Ejército. Ella decidió ignorar el mensaje y centrarse apenas en esperar a su esposo sintiendo como las mariposas se revolucionaban en su estómago. 

No era la noche de nupcias que ella se había imaginado, ya que Ava había soñado con pasar la noche en un lugar diferente, exótico y romántico, pero sabía que Derek era un hombre muy reservado. No le gustaba salir de su zona de confort y ella estaba dispuesta a respetar sus decisiones. Lo que realmente importaba para ella es que estaba allí, esperando por él para pasar la mejor noche de su vida. 

Entonces Ava se entretuvo mirando la decoración que la rodeaba, los detalles oscuros que habían en la habitación. Las sábanas negras y los colores fríos del lugar. Todo era como Derek, oscuro y misterioso. Entonces ella sonrió pensando en cómo debía ser su marido en la cama, era una curiosidad que no podía apartar de su cabeza desde la primera vez que lo había visto. Estaba loca por probarlo, sentirlo dentro de ella y descubrir cómo se sentiría ser la mujer de Derek. 

Después de casi una hora esperando, el silencio de la noche empezó a molestarla, así que Ava decidió salir a buscar a su amado esposo que al parecer se había olvidado de ella. 

En el despacho de la mansión, Vera miraba las pantallas donde tenía la visión de cada rincón de la casa. Algo que había mandado instalar Derek para vigilar a Ava después de casarse con ella. 

—¿Quién te ha dado esa información sobre la zorra mestiza? —Espetó Vera apartando la vista de las pantallas para mirar a Heidy, la prima de Derek que siempre la hacía compañía y la apoyaba en todas sus decisiones sin importar si eran malas o buenas. 

—Recuerda que su hermano mellizo y yo fuimos novios. —Contestó Heydi sentándose sobre la mesa observando las pantallas con curiosidad. —Una vez Sasha me contó que cuando ellos tenían siete años, durante una fiesta familiar Ava entró a escondidas en la bodega de vinos que había en el sótano de la mansión de los Hoffman. La muy imbécil terminó encerrada en la bodega completamente a oscuras y pasó la mayor parte de la noche en ese lugar sola. Sus padres se volvieron locos pensando que había desaparecido y mientras la buscaban nadie escucho sus gritos en el sótano. Cuando la encontraron estaba afónica y aterrorizada, después de eso nunca más volvió a meterse en lugares oscuros y mucho menos cerrados. 

—¡¿Así que la muy zorra es claustrofóbica?! —Habló Vera con un tono malicioso sentándose en la silla que había delante de los monitores mientras agarraba su copa de vino. —Eso es muy interesante y algo que podemos utilizar a nuestro favor para hacerle la vida imposible. 

—¿Qué le harás esta noche? —Preguntó Heidy mirándola con expectación y Vera se fijó en las cámaras del pasillo donde pudo ver a Ava saliendo de la habitación de Derek. 

—Nada muy exagerado. Te confieso que me gustaría matarla esta misma noche, pero tenemos objetivos más importantes que alcanzar antes de destruir a esa mestiza. —Respondió Vera mirando la imagen de Ava con desagrado. —Solo le daremos una pequeña bienvenida y con esa información que me acabas de dar ya sé cómo hacerlo.

Tanta oscuridad en aquella mansión a Ava la estaba poniendo de los nervios, pero Derek le había dejado bastante claro que era como sentía cómodo y ella no quería entrar en un debate por una estupidez como aquella en su noche de bodas, así que caminó por toda la casa buscando el despacho sin encender ni una sola luz y llamó por Olga un par de veces, pero el ama de llaves no aparecía por ningún lado. 

En el salón Ava se asustó al encontrarse con una persona que estaba sentada en el sillón con una copa de vino en la mano tarareando una canción, para ser más exacto, el himno nacional.

–¡¡Dios mío!! –Exclamó Ava llevándose una mano en el pecho por el susto.

La mujer rubia que tenia los ojos verdes como dos esmeraldas y los labios pintados de rojo salió de la oscuridad caminando hasta ella con parsimonia.

–¿Eres la secretaria de Derek? –Murmuró Ava reconociendo a la mujer y Vera hizo un gesto positivo con la cabeza esbozando una sonrisa diabólica en su rostro. 

–Sí querida, pero veo que no recuerdas mi nombre. –Contestó Vera ladeando la cabeza para mirarla de arriba abajo y le dio rabia ver como se había vestido para intentar seducir a su hombre. 

–Lo siento, es que soy muy mala para los nombres y como solo nos hemos visto un par de veces no he podido memorizar el tuyo. –Contestó Ava apenada. 

–No te preocupes querida, es muy normal que no recuerdes algo que seguramente no sea importante para una mujer como tú. Soy Vera Braun. –Espetó la amante de Derek forzando una sonrisa y Ava se sintió incomoda con su tono de voz tan soberbio.

–No de verdad que no, es que soy muy olvidadiza…

–No te preocupes Ava…bueno, discúlpame por tutearte es que no tengo formalidades con Derek y espero que contigo pueda tener el mismo trato –Habló dejando la copa sobre una mesita al lado del sillón mirando a Ava de arriba abajo.

A Ava le desconcertó la forma como aquella mujer se refirió a su marido con tanta familiaridad, como si fuera algo más que su jefe , pero apartó el mal pensamiento que seguramente sería un fruto de sus celos.

–Claro que sí, espero que podamos tener una buena relación Vera. –Ava estiró la mano para saludarla y Vera sonrió, pero no le estrechó la mano. Le causaba repulsión la idea de tocarla.

–¿Estarás buscando a Derek? –Preguntó Vera intentando ser lo más amable posible y Ava asintió desconcertada con la actitud de la mujer y escondió la mano.

–Sí, Vera. –Contestó todavía muy incómoda. –Con tanta oscuridad se me hace casi imposible saber donde está el despacho, ¿podrías llevarme con Derek?

–Claro que sí querida, pero Derek no está en el despacho. –Respondió Vera mirándola con desprecio mientras que Ava miraba los cuadros que había en la pared con curiosidad, pero al escuchar la respuesta de Vera, la chica la miró con incomprensión.

–Ah, ¿no? 

–No querida, pero puedo llevarte con él.Estoy segura que estará deseando abandonar el trabajo para disfrutar de esta noche tan especial contigo. –Afirmó llamándola con la mano para que la siguiera. 

Vera iba caminando delante de Ava elegantemente con pasos firmes mientras que la chica estaba incómoda de estar prácticamente en lencería delante de una desconocida cuando se había preparado de aquella manera para su marido, que había decidido cambiar su noche de nupcias por trabajo, algo que la tenía bastante molesta.

Vera abrió una puerta en la planta inferior de la casa y Ava la miró con curiosidad acercándose para ver lo que había dentro.

–Está todo a oscuras Vera, no creo que Derek esté ahí adentro. – Murmuró Ava intentando retrocediendo, pero Vera fue muy rápida y antes de que Ava pudiera reaccionar la empujó. 

Ava cayó por las escaleras que daban al sótano y Vera cerró la puerta rápidamente. Cuando lo hizo vio que Heidy estaba detrás y preguntó. 

—¿Has preparado el sótano para que sea lo más cómodo posible para la mestiza? 

—¡Por supuesto que sí, y te aseguro que pasará una noche maravillosa ahí abajo! —Afirmó Heidy enseñando la bombilla que había quitado del sótano dejando a Avanzar encerrada en aquella terrible oscuridad. 

Ava terminó tirada en el suelo y cuando se dio cuenta de que no podía ver nada su corazón casi saltó del pecho mientras sentía algo caliente y espeso mojando su rostro. Seguramente debía ser sangre por la caída. 

La desesperación empezó apoderarse de su ser, nada en el mundo le aterraba más que estar en una situación como aquella. No podía ver absolutamente nada y cuando el miedo empezó a dominarla Ava se levantó del suelo estirando las manos para ver si podía tocar la algo. 

Ella podía sentir como sus labios temblaban, los latidos de su corazón y contaba de diez en diez para mantenerse calmada, pero lo cierto es que estaba casi entrando en pánico.

Mientras intentaba dar pasos cortos buscando una salida se topó con el pie de la escalera, ya que por suerte no había caído muy lejos de ella.

Ava subió los escalones despacio estirando las manos tropezándose algunas veces por la oscuridad, mientras seguía contando porque sentía que estaba a punto de quedarse sin aire por el pánico.  

Cuando llegó a lo alto de las escaleras tocó la puerta y deslizó sus manos que no dejaban de temblar por ella buscando el picaporte. Al sentirlo Ava intentó abrir la puerta con desesperación, pero estaba posiblemente cerrada con llave. Entonces empezó a gritar lo más alto que podía. 

—¡¡SOCOOOORRO!! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE POR FAVOR!! —Ava gritaba llorando mientras golpeaba la puerta con fuerza. —¡¡¡DEREK AYÚDAME!!!¡¡DEREK!!¡¡QUÉ ALGUIEN ME SAQUE DE AQUÍ!! 

Ava estaba desesperada y ya no podía controlar aquella presión en su pecho y sabias que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico. Entonces la desesperación la llevó a embestir contra la puerta buscando la manera de salir, de escapar de aquella pesadilla y en una de esas embestidas Ava volvió a caerse por las escaleras rodando, pero esa vez terminó desmayada en el suelo frío del sótano. Sola y sin nadie que la ayudará.  

 

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