El dorado de sus cabellos rubios había desaparecido casi por completo por la sangre que goteaba de ellos. El hermoso rostro de Derek estaba empapado por la sangre del hombre que estaba tirado a sus pies con el cráneo aplastado mientras que él estaba sentado en una silla intentando limpiarse sus manos ensangrentadas con un pulcro pañuelo blanco, pero había tanta que era casi imposible hacerlo. De su rostro no se borraba la mueca de asco que tenía mientras veía la cara casi irreconocible del hombre moreno que había matado con sus propias manos, pero lo que le revolvía el estomago no era el cadáver, sino que haber manchado su carísimo traje con una persona que él consideraba inferior.
–Que asco. –Escupió Derek mientras que la sangre deslizaba por su rostro formando pequeñas gotas en la barbilla que terminaban cayendo al suelo. –Con lo fácil que hubiera sido utilizar una pistola, pero insistes en matar con tus propias manos. Entonces no puede quejarse jefe. –Bromeó Reich después de haber escuchado a Derek gruñir. –Ahora has perdido otro traje porque dudo mucho que puedan sacar toda la sangre que hay en él. –Afirmó caminando de un lado a otro mientras vigilaba a unas diez mujeres que estaban de pie en un rincón, vestidas con ropa interior. Las mujeres temblaban, estaban en pánico por la masacre que habían presenciado unos minutos antes e intentaban controlar hasta su respiración para no molestar al demonio que estaba sentado en aquella silla delante de ellas, porque en sus ojos podían ver que su sed de sangre no había sido saciada. Derek y Reich, junto con otros tres hombres de su confianza, habían entrado en un edificio abandonado que había en un barrio marginal de la ciudad que era utilizado como punto de droga, donde se vendía y consumía el crack las veinticuatro horas del día. Derek había matado a la mayoría de los traficantes, dejando con vida apenas a las mujeres que trabajaban para ellos repartiendo la mercancía…aunque no estaba del todo seguro de si iba a dejarlas con vida o matarlas también… al fin y al cabo, para Derek ellas también eran insignificantes. Derek se dio cuenta, por el rabillo de ojo, que una de las mujeres miraba con nerviosismo un armario grande que estaba detrás de él. Entonces giró un poco la cabeza para verlo y la mujer bajó la vista al suelo intentando disimular. Mientras los hombres de Derek, bajo las ordenes de Reich, preparaban toda la escena del crimen para cuando llegará la policía, él caminó hasta el armario sin apartar la vista de la mujer que se ponía cada vez más nerviosa según él se iba acercando. Derek sonrió con malicia sabiendo que allí había algo oculto y cuando abrió la puerta del armario encontró un chico de unos veinte años, escondido en el interior del mueble. Era rubio con unos enormes ojos azules y estaba cagado de miedo. –Sal de ahí. –Demandó con un tono bajo y el chico salió del armario casi arrastrándose por el suelo con pánico cuando vio los cadáveres de quince hombres que habían sido acribillados y casi vomitó al ver los sesos del líder de la pandilla esparcidos por el suelo. –¡¡Por favor señor, no me haga daño,no me mate!! –Suplicó el chico viendo el rostro de Derek bañado en sangre, pero no había ninguna emoción en su semblante lo que le causaba más terror. – ¡¡Prometo no contar nada!! ¡¡Déjeme vivir se lo suplico!! –¿Trabajabas para esta gente? –Preguntó Derek acortando la distancia y el chico hasta pudo sentir el olor de la sangre en él. –¿Traicionabas a los tuyos juntándote con esta escoria? –¿Los…los…los míos? –Preguntó el chico aturdido, pero al fijarse en la esvástica que había tatuada en el pecho de Derek, las cabezas rapadas que iban con él y todos los hombres de color que estaban muertos entendió de inmediato a lo que se refería. –Bueno…yo …yo necesitaba el dinero señor…ya sabe me costaba encontrar un trabajo. Derek acortó un poco más la distancia con el chico mientras que Reich lo observaba atentamente volviendo a recargar sus pistolas, que para él eran como sus esposas. –¿Me tienes miedo? –Preguntó Derek y el chico asintió nervioso. –Si fueras un buen patriota no me tendrías miedo, sino que respeto y admiración. Porque seré el salvador de nuestro país, él que limpiará las calles para que nuestros niños blancos tengan un mejor futuro. –Afirmó y el chico lo miró con incomprensión. –No entiendo lo que quiere decir señor…yo no sé quien es usted. –Murmuró nervioso y Derek apretó los puños con rabia por sus palabras. –¡¡¡SOY UN DIOS!!! –Rugió Derek en la cara del chico que casi cayó al suelo atemorizado y las mujeres del rincón se sobresaltaron asustadas. –Soy algo superior a ti, que no pasas de un put* traidor –escupió Derek y después respiró profundamente intentando mantener la calma. – pero seré benevolente y permitiré que sigas respirando. –Señaló la salida y el chico la miró con ansiedad. –Márchate. –¡¡Gracias señor, muchas gracias!! –Contestó el chico emocionado inclinando la cabeza con un gesto de respeto mientras caminaba rápidamente hacia la salida. Entonces Derek contó hasta tres y sacó la pistola que llevaba en la espalda, sin mirar la apunto a la espalda del chico y disparó matándolo antes de que pudiese llegar a la puerta. Acto seguido Reich caminó hasta el joven muerto viendo como se formaba una poza de sangre alrededor pensando que había perdido la vida prematuramente, por sus malas decisiones y fue cuando Derek se dio la vuelta para verlo. –Pensaba que ibas a dejarlo vivir. –Murmuró Reich mirándolo con curiosidad. –Es un traidor que se ha unido a estas escorias humanas para ensuciar nuestras calles, merecía morir. –Respondió Derek con un tono tan bajo que hasta daba miedo. –Además, un dios no sabe lo que es la piedad, si lo supiera no sería uno. Derek le dio la espalda y se dirigió hasta las escaleras para abandonar el edificio mientras que Reich lo seguía como si fuese su sombra. –Es tu noche de nupcias, podrías estar follando…–Opinó y Derek lo miró de reojo con el semblante serio, entonces Reich se explicó. –Con Vera, por supuesto… pero aquí estás, matando a estos seres inferiores. –¿Quién te ha dicho que no voy a follar esta noche? –Espetó Derek abriendo la puerta de su Ferrari. –Solo necesitaba un buen estímulo para disfrutar de la noche más feliz de mi vida. – Afirmó y Reich sonrió con picardía. –¿Qué hacemos con los cuerpos? –Preguntó Reich y Derek lo miró antes de subirse a su alto. – Los hemos colocado como has ordenado, ¿ahora qué? –Esperar a que llegué la policía. Algunos de ellos son de los nuestros y estoy seguro de que ya estarán en camino. –Contestó Derek pasando el cañón de la pistola por su frente con cansancio. –Se han matado entre ellos por el territorio, eso es lo que ha pasado. Cuanto a las mujeres, que deporten a todas las que puedan. Derek se marchó del lugar dejando a Reich a cargo de todo. No había mentido, aquella noche necesitaba un estímulo para poder disfrutar de la noche después de haber dado el primer paso para lograr su venganza y para él no había nada mejor que la adrenalina que sentía cuando mataba, pero el olor de la sangre de aquellas personas le empezaban a molestar. Así que solo quería un buen baño y follar, pero cuando atravesó el umbral de la puerta de su mansión la cara de Vera, que estaba esperando por él, indicaba que había hecho alguna travesura. –¿Está viva? –Preguntó Derek refiriéndose a Ava agarrando el vaso con whisky que Vera había preparado para recibirlo. –Por supuesto que está viva, sé perfectamente que no era el momento para matarla. – Respondió Vera y Derek la agarró del cuello mientras que ella lo miraba con lujuria. –Solo le di una buena bienvenida. –¿Qué hiciste a la mestiza? –Preguntó Derek mirándola de arriba abajo con deseo y Vera se apartó de él cogiéndolo de la mano para llevarlo hasta el sótano. Cuando llegaron a la puerta del lugar donde estaba Ava encerrada, Derek miró a su amante con interrogación. –¿Las has encerrado ahí adentro? –Preguntó sin detonar ninguna emoción en su voz. –Sí, la muy zorra es claustrofóbica, así que pensé que estaría más cómoda ahí abajo. –Sonrió con sorna burlándose la situación de la chica. –¿Cómo te has enterado de que Ava es claustrofóbica? –Preguntó Derek sorprendido, porque aquello era algo que no sabía y nada le molestaba más que no tener la información completa, entonces Vera ahogó una risita. –Una pequeña información que me ha dado tu primita. –Habló Vera con la voz sexy pasando la mano por el pecho de Derek y él la agarró con brusquedad. –¡Qué sea la última vez que utilizas una información que no es de mi conocimiento sin informarme antes! –Demandó Derek molesto y después miró la puerta con curiosidad. –Si es claustrofóbica, ¿por qué está tan callada? Debería estar chillando como un cerdo en el matadero. –Seguramente se habrá desmayado por el pánico. –Contestó Vera encogiéndose de hombros y miró a Derek intrigada, porque por un segundo le pareció haber visto algo de preocupación en su mirada. –¿Vas a sacarla de ahí? –No, tengo cosas más importantes que hacer…como darme un baño, por ejemplo. –Escupió Derek con indiferencia dándole la espalda y Vera salió corriendo detrás de él. Metidos en la bañera Vera no dejaba de mirarlo mientras lo bañaba, le molestaba verlo tan callado aquella noche. Derek siempre había sido un hombre muy serio, pero tal vez por la posibilidad de que hubiera otra mujer en su vida, Vera quería sentirse más cercana a él, quería toda su atención para ella, pero aún cuando intentaba hablarle Derek parecía estar en otro mundo, viajando en sus recuerdos. –¿Cariño quieres que haga algo especial para esta noche? –Preguntó Vera y Derek la miró por el rabillo de ojo, después se fijó en la enorme cristalera que había delante de la bañera. –No sé de que noche hablas, porque está casi amaneciendo. –Habló Derek con indiferencia y Vera se mordió el labio inferior con ansiedad. –Bueno me refería a que había pensado en… –Da igual lo que hayas pensado, no me importa Vera. –La interrumpió Derek saliendo de la bañera dejándola dentro sola. –Voy a resolver un asunto y cuando regrese quiero encontrarte a cuatro patas en la cama, esperando por mí con las piernas abiertas. –Demandó envolviendo una toalla alrededor de su cintura y salió de la habitación. Derek bajó al sótano pensando en la excusa que le iba a dar a Ava para explicarle porque la habían dejado encerrada, pero cuando abrió la puerta la encontró abajo tirada al pie de la escalera. Cualquier persona en su lugar hubiera bajado corriendo para socorrerla, pero Derek solo ladeó la cabeza mirándola con curiosidad. Después intentó encender la luz del sótano para bajar, pero se dio cuenta de que no había y supo que aquello también debía ser obra de su amante. Cuando bajó las escaleras, apenas con la luz que alumbraba el pasillo de arriba, Derek se agachó un poco y levantó a Ava en sus brazos para cargarla. El hombre se fijó mientras la llevaba hasta la habitación que en la frente de Ava había una herida, donde se veía la sangre casi seca manchando su rostro. Derek la acomodó en la cama, dándose cuenta de que debía haberse caído por las escaleras ya que habían algunas heridas en su cuerpo, pero más en las rodillas y en la cabeza. Se le pasó por la cabeza dejarla sola en aquel estado, pero sabía que no podía hacerlo, así que decidió entrar al baño donde agarró una toalla para humedecerla con agua y después se sentó al lado de Ava para limpiar sus heridas. Para Derek tener que tocarla era una tortura. Él la odiaba con todas sus fuerzas, pero no podía negar que era una mujer extremadamente hermosa y que había una parte de su cuerpo que no se resistía a esa belleza y eso lo hacía odiarse a sí mismo. Después Derek se levantó de la cama para sentarse en un sillón que estaba delante y allí se quedó durante un buen tiempo observando a su esposa inconsciente, sintiendo unas ganas insoportables de matarla y follársela al mismo tiempo. Cuando los primeros rayos de luz entraron por la ventana, Derek caminó el armario de dónde sacó la navaja que era de su hermano que estaba allí escondida. Después la empuñó acercándose a la cama y deslizó la punta por la pierna de Ava haciéndole daño dibujando una fina línea en su piel que no tardó en empezar a sangra. Ella se retorció un poco, pero no despertó. Derek supo que era un acto involuntario de su cuerpo, porque ella no despertaría tan pronto después de aquella caída. –Te prometo que vas a morir Ava Hoffman, también te prometo que será una muerte lenta y dolorosa, mucho más dolorosa que la de mi hermano y la de mi madre. –Susurró Derek deslizando la yema de su dedo pulgar por los labios de Ava. –Espero que hayas disfrutado de la noche que has pasado en la oscuridad, porque será la primera de muchas.Ava abrió los ojos por unos segundos, pero al sentir la claridad de los rayos de sol que entraban por la ventana volvió a cerrarlos, después volvió a abrirlos parpadeando para adaptarse a la luz preguntándose donde estaba, cuando los recuerdos de la noche anterior volvieron a su memoria de golpe y se levantó de la cama sobresaltada. Pero sus movimientos fueron demasiado bruscos y sintió un dolor intenso por todo su cuerpo haciendo una mueca.Ella recordaba absolutamente todo, el encuentro con Eva, como la había llevado al sótano, cuando la empujó…todo, Ava recordaba todo. Entonces la angustia y el pánico de estar encerrada empezaron a dominarla otra vez mientras miraba alrededor dándose cuenta de que estaba en la habitación sin saber cómo había llegado allí.A pesar de las molestias que sentía, del intenso dolor, Ava salió de la habitación para buscar ayuda, la ayuda de su marido que la había dejado sola con una loca como Vera Braun.–¡¡Derek!! –Gritó Ava caminando por el pasillo inte
–erek…Derek…¡¡DEREK!! –Llamó Vera viendo como Derek tenía la mirada perdida en algún punto fijo de la pared del restaurante donde estaban cenando con sus socios más importantes. –¿Qué? –Preguntó Derek saliendo de su ensimismamiento mientras sacaba su teléfono móvil para ver por milésima vez en aquel día si había recibido algún mensaje de su esposa. –Derek, el señor Carter cree que deberías priorizar el mercado automovilístico antes que la industria del alcohol. –Contestó Vera dándose cuenta de que Derek tenía la cabeza en otra parte y eso empezaba a molestarla. –¿Por qué haría tal cosa Carter? –Preguntó Derek y el hombre puso los codos sobre la mesa apoyando la barbilla sobre sus manos para mirarlo. –Sé que los automóviles son apenas una inversión para ti, Derek, y que has logrado poner la marca de tu whisky como una de las mejores. –Respondió el hombre. –Más que eso John, Derek ha logrado convertirla en la marca de mezcla de whisky más ampliamente distribuida del mundo. –Agregó
El corazón de Ava casi saltó por la boca cuando Derek empezó a propinarle varios golpes a Miles hasta tirarlo al suelo. Ella sabía que Miles estaba bien entrenado y que sabía pelear, pero no tuvo ni una sola oportunidad contra Derek que era infinitamente más rápido.–¡¡Suéltalo Derek o lo vas a matar!! –Gritó Ava sin saber que hacer en aquella situación porque sabía que interponerse entre ellos sería como un intento de suicidio. En aquel instante Derek era un animal que no podía dejar de atacar a su rival con fiereza. –¡¡DEREK PARA!!Ava veía como el rostro de Miles empezaba a teñirse de rojo mientras que Derek le daba diversos puñetazos seguidos, uno más fuerte que el otro. Entonces ella se dio cuenta de que debería actuar o Derek terminaría matándolo. Así que miró alrededor buscando algo que pudiera servir para detener aquella bestia en la se había convertido su marido.–¡¡¡¡REPITE AHORA LO QUE DECÍAS SOBRE MI MUJER MALDIT* ESCORIA!!!! –Rugió Derek en cólera.–¡¡Déjalo en paz!! –Dem
Ava tenía los labios hinchados por aquellos besos con sabor a agresividad y posesividad. Derek la estaba dejando sin aliento, no le daba ni un poco de espacio para dejarla respirar, él solo quería besarla más y más. Ella recordaba sus primeros besos y también sabía que cada vez que Derek la había besado se había controlado, pero aquella noche ella descubrió lo que realmente había detrás de tanto autocontrol. Derek la puso boca abajo subiendo su vestido hasta cintura paseando las manos por su cuerpo, apretando sus senos y delineando la curva de su trasero. Para Ava era una sensación extraña, estaban al aire libre donde cualquiera podría estar viéndolos mientras que un segundo diluvio parecía acercarse con aquella lluvia que los empapaba y el césped debajo de ellos causaba una sensación incomoda, pero a la vez placentera en su cuerpo. Una de las manos de Derek, que estaba perdido en deseo detrás de ella, la volvió agarrar del cuello echando su cabeza hacia él y Ava lo escuchó gruñir
Dormir es algo sencillo, cierras lo ojos y esperas hasta que tu cuerpo se relaje, pero para Derek era como atravesar el portal del infierno. Cada vez que Derek caía en los brazos de Morfeo, este parecía llevarlo directo a algún recuerdo traumático de su pasado. La muerte de sus padres o el día que fue seleccionado en la cárcel militar para recibir un entrenamiento “especial”. Las torturas eran algo que él no era capaz de olvidar. Supuestamente la intención de sus superiores era hacerlo más resistente, más fuerte …hasta más cruel e insensible, pero para llegar a eso en ciertas ocasiones tuvo que acercarse a la muerte, Lo torturaron emocional y físicamente repetidamente. Algunas veces era tan insoportable que Derek hasta deseó morirse, pero esa paz…ese alivio, la libertad tardó mucho en llegar y en sus sueños volvía a revivirlo noche tras noche. Sus sueños eran tan reales que hasta tenía la sensación de volver a sentir el dolor y la angustia de ser torturado.Derek despertó sobresaltad
La tensión en la mansión de Derek era palpable y lo que a Ava ponía más nerviosa era el hecho de estar siendo totalmente ignorada por los demás y ver como la secretaria de su esposo había tomado el mando de todo en su ausencia.Desde que el tío de Derek había llegado en la mansión acompañado de Hannah Olsen, su hermana y madre de Heidy, todo había ido a peor. Todos se habían encerrado en el despacho para discutir la situación de Derek y a ella la habían dejado fuera tratándola con desprecio, ignorando completamente su existencia.Ava tenía el corazón en la mano por su esposo y se sentía terriblemente culpable por aquella situación. Ella sujetaba su teléfono móvil pensando en si debería o no llamar a su madre, porque estaba segura de que la jueza Alice Johnson podría sacar a Derek del calabozo, pero entonces su familia se enteraría de que su matrimonio no iba de maravilla y ella no quería darles esa preocupación, sobre todo después de haber recibido tantas ad
Derek estaba acostado boca arriba en la cama de una celda especial a donde lo habían llevado por ser una persona importante, aunque él hubiese preferido que lo dejasen encerrado con los demás para descargar toda su ira contra alguien. Mientras miraba el techo Derek intentaba reprimir los recuerdos de su pasado, aquellas memorias que él quería apartadas de su cabeza. No soportaba estar encerrado porque lo único que podía hacer era pensar o escuchar como sus demonios se apoderaban de su ser.Derek intentó hacer ejercicios, hasta había llegado a perder la cuenta de cuantas flexiones había hecho y aun así sentía que no habían sido suficientes para dejarlo lo exhausto, así que dormir tampoco era una opción en aquel momento y lo peor es que cuanto más su cabeza daba vueltas, más pensaba en Ava. Su esposa se había convertido en su tormento personal y todos los sentimientos que ella provocaba en él eran algo que no era capaz de reprimir. —AYAK. –Murmuró una voz tan bajo que Derek casi no la
Derek estaba acostado boca arriba en la cama de una celda especial a donde lo habían llevado por ser una persona importante, aunque él hubiese preferido que lo dejasen encerrado con los demás para descargar toda su ira contra alguien. Mientras miraba el techo Derek intentaba reprimir los recuerdos de su pasado, aquellas memorias que él quería apartadas de su cabeza. No soportaba estar encerrado porque lo único que podía hacer era pensar o escuchar como sus demonios se apoderaban de su ser.Derek intentó hacer ejercicios, hasta había llegado a perder la cuenta de cuantas flexiones había hecho y aun así sentía que no habían sido suficientes para dejarlo lo exhausto, así que dormir tampoco era una opción en aquel momento y lo peor es que cuanto más su cabeza daba vueltas, más pensaba en Ava. Su esposa se había convertido en su tormento personal y todos los sentimientos que ella provocaba en él eran algo que no era capaz de reprimir. —AYAK. –Murmuró una voz tan bajo que Derek casi no la