Capítulo 2:Agradecimiento, curiosidad o deseo...

Regresar a sus actividades diarias fue el único camino que Ava encontró para intentar olvidar el incendio, aunque no quería olvidar todos los detalles. Algunas cosas habían quedado muy grabadas en su memoria, Derek se había ganado un lugar en sus recuerdos favoritos.

–Todavía me cuesta entender como te habías quedado dormida en almacén Ava. –Rezongó su madre dando vueltas por su despacho en la Fundación.

–Tenía que llevar más cajas con ropa para enviar a Madagascar, pero cuando me di cuenta ya era muy tarde mamá…ya sabes como soy. A veces me olvido de las cosas. –Respondió cruzándose de brazos en la silla.

–¡¿A veces?! –Preguntó su madre mirándola con reproche y Ava giró los ojos.

–Muchas veces, así que por eso decidí ir después de terminar mi trabajo para estar segura de que no me olvidaría de nada más. Entonces me entró sueño y no me pareció una mala idea pasar la noche allí, así estaría por la mañana cuando llegara el camión para recoger todas las donaciones. –Se explicó Ava y su madre se sentó en una silla delante de ella envolviendo sus manos con las suyas.

–No sabría que hacer si te hubiera perdido Ava. –Contestó Alice sintiendo una terrible angustia en su corazón.

–Estoy bien mamá, estamos juntas no me ha pasado nada.

–Gracias a Derek Anderson no te ha pasado nada. –Agregó Alice recordando todo lo que su familia había vivido con los Anderson y no podía estar más agradecida con Derek que a pesar de todos los rumores que corrían sobre él, había demostrado que era un hombre bueno y justo, porque también se había encargado de buscar a los causantes del incendio y ya estaban detenidos los tres adolescentes que supuestamente solo querían hacer una broma.

Ava sonrió pensando en Derek, en como se había quedado a su lado hasta que ella cayó rendida en un sueño profundo. Era una imagen que Ava jamás olvidaría y que había despertado en su interior diversos sentimientos encontrados.

–Jamás olvidaré lo que hizo por mí, la forma como se ha arriesgado para salvarme de las llamas. –Murmuró sonriendo y Alice la miró con curiosidad viendo el brillo en sus ojos.

–También es un hombre muy atractivo, ¿verdad? –Indagó Alice y su hija se sonrojó tapándose la cara, volvía a sentirse como la adolescente que admiraba a Derek Anderson de lejos, porque era mucho más mayor que ella.

–Mamá por favor, solo es agradecimiento. –Respondió Ava poniéndose de pie acercándose a la ventana. –No se me pasaría por la cabeza tener algún en interés en Derek después de todo lo que ha pasado con su hermano.

–Tiene gracia que lo digas. Enamorarse de la persona responsable de la muerte de tu hermano…eso me recuerda algo. –Pensó Alice en voz alta y Ava se giró para verla.

–Solo estoy agradecida con Derek mamá y nada más. Además, no creo que vuelva a verlo, por lo menos no tan de cerca. –Aseguró Ava deseando creer en sus propias palabras, pero aquella humedad en sus bragas solamente por mencionar a Derek, era una evidencia de que había algo más.

Agradecimiento, curiosidad o deseo…no importaba lo que era o como Ava había decidido llamarlo, Derek estaba determinado a sacar el máximo provecho de ese algo más, de ese sentimiento que ella no se atrevía sacar a la luz.

Derek Anderson no era de los hombres que regalan flores, recitan poemas o llevan una chica al cine. Era de esos hombres fríos que ocultan sus sentimientos y solo demuestran quienes realmente son cuando están en la cama con alguna mujer, si están en cuatro con el culo bien arriba mucho mejor, porque ahí sí es un león dispuesto a sacar todos los demonios que llevaba dentro. Un animal que solo busca mezclar el placer con el dolor.

Todo lo que era romanticismo le parecía una estupidez y pensaba que no hacía falta tanta cursilería para follarse a una mujer…pero allí estaba, con su mejor sonrisa delante de la Fundación United Brothers…la maldit* fundación de los Hoffman con una estúpida rosa en la mano esperando a Ava, porque no quería meterla en su cama, pero quería enamorarla…necesitaba ganarse un lugar en su corazón…no, un lugar porque eso era muy poco. Derek tenía que adueñarse de su hermoso corazoncito sensible para después aplastarlo con sus propias manos.

Cuando la chica salió del centro ya era tarde de la noche, todavía le costaba volver a la vida normal después del incendio y se había negado a regresar al almacén con su madre aquella misma mañana, era muy duro para ella volver a revivir aquellos momentos de angustia, pero cuando salió a la calle lo vio a él.

Ava pensó que solo había estado a punto de morir dos veces, en su vida, y de formas muy diferentes, pero ambas la habían llevado a él... a Derek.

Derek estaba sentado en el capó de su Ferrari negro vestido con un traje que lo hacía apetecible para cualquier mujer, con una hermosa sonrisa en su rostro. Obviamente una sonrisa falsa, porque llevaba años de su vida sin saber lo que significaba la palabra felicidad.

—Hola. —Murmuró Ava con ansiedad acercándose a él. —No esperaba volver a verte después del hospital. –Afirmó con nerviosismo y él miró con curiosidad sin decir nada. –Cuando desperté al día siguiente ya no estabas. Mi tío Aaron estaba conmigo y tú te habías ido.

—Te prometí que velaría tú sueño nena y puedes estar segura de que no me marche del hospital hasta estar seguro de que estarías bien y a salvo. —Afirmó Derek con la voz grave y Ava se sonrojó.

—No sé cómo agradecer lo que hiciste por mí Derek, te debo la vida. —Contestó Ava jugando con sus dedos con ansiedad y Derek deslizó la Rosa por sus manos para calmarla.

–No me debes nada Ava, por ti sería capaz de volver a enfrentarme a esas llamas o a hasta algo peor. Después de lo que ha pasado no puedo evitar sentir esas ganas de protegerte, de tenerte a salvo. –Habló Derek con la voz ronca acercándose a ella y le entregó la rosa.

—¿Es para mí? —Preguntó y él asintió.

–Sí, espero que te gusten las rosas o por lo menos el color rojo. –Contestó Derek acariciando su mano cuando le entregó la rosa y ella sonrió. –¿Qué tiene gracia?

–Pues que no pensaba que fueras de los hombres que regalan flores, no es la imagen que tenía del temido Derek Anderson. –Explicó y él esbozó una media sonrisa.

–Cuanto más te acerques a mí, más verás que no hay nada que temer. –Afirmó Derek y ella lo miró a los ojos. –Sobre la rosa, no es que no me guste regalar flores, es solo que no lo hago con cualquiera y para mí una mujer como tú se merece todos los detalles hermosos y más.

—Gracias Derek, es un bonito detalle de tu parte. –Respondió Ava sintiendo mariposas en su estomago y se sonrojó pensando que ya no tenía quince años para sentir todo aquello, pero Derek había sido capaz de remover todo dentro de ella y quería sentir más. –Tengo muchas cosas que agradecerte y no sé por dónde empezar.

—Prefiero que me des las gracias aceptando cenar conmigo esta noche. —Respondió Derek acercándose a ella y Ava casi tropezó cuando él cuerpo musculoso de aquel hombre enorme se acercó a escasos centímetros del suyo.

—¿Quieres que vaya a cenar contigo? — Preguntó con un tono de incredulidad y asintió. —¿Yo?

—Sí Ava, tú… ¿Hay algún problema? —Preguntó con descuido y la chica miró hacia los lados todavía preguntándose si no se trataba de una broma.

—¿Una Hoffman y un Anderson cenando juntos? –Lo interrogó con la mirada y lo vio encogerse de hombros llevándose las manos a los bolsillos. –Derek las personas no dejarían de mirarnos. Todos saben lo que ha pasado aquella noche con tu hermano, sería algo… algo. —Ava no sabía cómo llamar aquello.

—¿Prohibido? —Indagó Derek y ella asintió mirándolo a los ojos. —Eres una Hoffman, si no recuerdo mal naciste de algo prohibido Ava y debes saber que lo que ha pasado entre mi hermano y tú no me impide de ver la gran mujer que eres. Otto no estaba bien y esas ideologías que tenía en la cabeza lo impedían de ver las cosas con claridad, pero yo sí las veo nena y para mí no eres una enemiga. —Derek la agarró de la mano con suavidad sintiendo como se estremecía y preguntó. —¿No quieres que seamos amigos?

—¿Tú quieres que seamos amigos? —Replicó Ava y vio en los labios de Derek una sonrisa que casi la puso de rodillas delante de él.

—Considero que ser apenas un amigo en la vida de una mujer como tú debe ser una tortura, casi una muerte lenta, pero estoy dispuesto a empezar por ahí. —Afirmó y después se apartó de ella abriendo la puerta del copiloto. —¿Cenamos?

Ava giró la cabeza volviendo a mirar la entrada de la Fundación y se mordió el labio inferior con expectación. Aquello parecía una locura, pero era lo que más llamaba su atención, le provocaba curiosidad aquel hombre y aunque todo en él parecía gritar PELIGRO, ella quería ceder a la tentación de acercarse un poco más a Derek, de conocerlo. Entonces se subió a su auto con el corazón en la mano y su sexo palpitando con desesperación…porque en el fondo ella tampoco quería ser solamente su amiga y unos meses después se convertiría en algo mucho más importante en la vida de Derek Anderson. 

 

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