Regresar a sus actividades diarias fue el único camino que Ava encontró para intentar olvidar el incendio, aunque no quería olvidar todos los detalles. Algunas cosas habían quedado muy grabadas en su memoria, Derek se había ganado un lugar en sus recuerdos favoritos.
–Todavía me cuesta entender como te habías quedado dormida en almacén Ava. –Rezongó su madre dando vueltas por su despacho en la Fundación.
–Tenía que llevar más cajas con ropa para enviar a Madagascar, pero cuando me di cuenta ya era muy tarde mamá…ya sabes como soy. A veces me olvido de las cosas. –Respondió cruzándose de brazos en la silla.
–¡¿A veces?! –Preguntó su madre mirándola con reproche y Ava giró los ojos.
–Muchas veces, así que por eso decidí ir después de terminar mi trabajo para estar segura de que no me olvidaría de nada más. Entonces me entró sueño y no me pareció una mala idea pasar la noche allí, así estaría por la mañana cuando llegara el camión para recoger todas las donaciones. –Se explicó Ava y su madre se sentó en una silla delante de ella envolviendo sus manos con las suyas.
–No sabría que hacer si te hubiera perdido Ava. –Contestó Alice sintiendo una terrible angustia en su corazón.
–Estoy bien mamá, estamos juntas no me ha pasado nada.
–Gracias a Derek Anderson no te ha pasado nada. –Agregó Alice recordando todo lo que su familia había vivido con los Anderson y no podía estar más agradecida con Derek que a pesar de todos los rumores que corrían sobre él, había demostrado que era un hombre bueno y justo, porque también se había encargado de buscar a los causantes del incendio y ya estaban detenidos los tres adolescentes que supuestamente solo querían hacer una broma.
Ava sonrió pensando en Derek, en como se había quedado a su lado hasta que ella cayó rendida en un sueño profundo. Era una imagen que Ava jamás olvidaría y que había despertado en su interior diversos sentimientos encontrados.
–Jamás olvidaré lo que hizo por mí, la forma como se ha arriesgado para salvarme de las llamas. –Murmuró sonriendo y Alice la miró con curiosidad viendo el brillo en sus ojos.
–También es un hombre muy atractivo, ¿verdad? –Indagó Alice y su hija se sonrojó tapándose la cara, volvía a sentirse como la adolescente que admiraba a Derek Anderson de lejos, porque era mucho más mayor que ella.
–Mamá por favor, solo es agradecimiento. –Respondió Ava poniéndose de pie acercándose a la ventana. –No se me pasaría por la cabeza tener algún en interés en Derek después de todo lo que ha pasado con su hermano.
–Tiene gracia que lo digas. Enamorarse de la persona responsable de la muerte de tu hermano…eso me recuerda algo. –Pensó Alice en voz alta y Ava se giró para verla.
–Solo estoy agradecida con Derek mamá y nada más. Además, no creo que vuelva a verlo, por lo menos no tan de cerca. –Aseguró Ava deseando creer en sus propias palabras, pero aquella humedad en sus bragas solamente por mencionar a Derek, era una evidencia de que había algo más.
Agradecimiento, curiosidad o deseo…no importaba lo que era o como Ava había decidido llamarlo, Derek estaba determinado a sacar el máximo provecho de ese algo más, de ese sentimiento que ella no se atrevía sacar a la luz.
Derek Anderson no era de los hombres que regalan flores, recitan poemas o llevan una chica al cine. Era de esos hombres fríos que ocultan sus sentimientos y solo demuestran quienes realmente son cuando están en la cama con alguna mujer, si están en cuatro con el culo bien arriba mucho mejor, porque ahí sí es un león dispuesto a sacar todos los demonios que llevaba dentro. Un animal que solo busca mezclar el placer con el dolor.
Todo lo que era romanticismo le parecía una estupidez y pensaba que no hacía falta tanta cursilería para follarse a una mujer…pero allí estaba, con su mejor sonrisa delante de la Fundación United Brothers…la maldit* fundación de los Hoffman con una estúpida rosa en la mano esperando a Ava, porque no quería meterla en su cama, pero quería enamorarla…necesitaba ganarse un lugar en su corazón…no, un lugar porque eso era muy poco. Derek tenía que adueñarse de su hermoso corazoncito sensible para después aplastarlo con sus propias manos.
Cuando la chica salió del centro ya era tarde de la noche, todavía le costaba volver a la vida normal después del incendio y se había negado a regresar al almacén con su madre aquella misma mañana, era muy duro para ella volver a revivir aquellos momentos de angustia, pero cuando salió a la calle lo vio a él.
Ava pensó que solo había estado a punto de morir dos veces, en su vida, y de formas muy diferentes, pero ambas la habían llevado a él... a Derek.
Derek estaba sentado en el capó de su Ferrari negro vestido con un traje que lo hacía apetecible para cualquier mujer, con una hermosa sonrisa en su rostro. Obviamente una sonrisa falsa, porque llevaba años de su vida sin saber lo que significaba la palabra felicidad.
—Hola. —Murmuró Ava con ansiedad acercándose a él. —No esperaba volver a verte después del hospital. –Afirmó con nerviosismo y él miró con curiosidad sin decir nada. –Cuando desperté al día siguiente ya no estabas. Mi tío Aaron estaba conmigo y tú te habías ido.
—Te prometí que velaría tú sueño nena y puedes estar segura de que no me marche del hospital hasta estar seguro de que estarías bien y a salvo. —Afirmó Derek con la voz grave y Ava se sonrojó.
—No sé cómo agradecer lo que hiciste por mí Derek, te debo la vida. —Contestó Ava jugando con sus dedos con ansiedad y Derek deslizó la Rosa por sus manos para calmarla.
–No me debes nada Ava, por ti sería capaz de volver a enfrentarme a esas llamas o a hasta algo peor. Después de lo que ha pasado no puedo evitar sentir esas ganas de protegerte, de tenerte a salvo. –Habló Derek con la voz ronca acercándose a ella y le entregó la rosa.
—¿Es para mí? —Preguntó y él asintió.
–Sí, espero que te gusten las rosas o por lo menos el color rojo. –Contestó Derek acariciando su mano cuando le entregó la rosa y ella sonrió. –¿Qué tiene gracia?
–Pues que no pensaba que fueras de los hombres que regalan flores, no es la imagen que tenía del temido Derek Anderson. –Explicó y él esbozó una media sonrisa.
–Cuanto más te acerques a mí, más verás que no hay nada que temer. –Afirmó Derek y ella lo miró a los ojos. –Sobre la rosa, no es que no me guste regalar flores, es solo que no lo hago con cualquiera y para mí una mujer como tú se merece todos los detalles hermosos y más.
—Gracias Derek, es un bonito detalle de tu parte. –Respondió Ava sintiendo mariposas en su estomago y se sonrojó pensando que ya no tenía quince años para sentir todo aquello, pero Derek había sido capaz de remover todo dentro de ella y quería sentir más. –Tengo muchas cosas que agradecerte y no sé por dónde empezar.
—Prefiero que me des las gracias aceptando cenar conmigo esta noche. —Respondió Derek acercándose a ella y Ava casi tropezó cuando él cuerpo musculoso de aquel hombre enorme se acercó a escasos centímetros del suyo.
—¿Quieres que vaya a cenar contigo? — Preguntó con un tono de incredulidad y asintió. —¿Yo?
—Sí Ava, tú… ¿Hay algún problema? —Preguntó con descuido y la chica miró hacia los lados todavía preguntándose si no se trataba de una broma.
—¿Una Hoffman y un Anderson cenando juntos? –Lo interrogó con la mirada y lo vio encogerse de hombros llevándose las manos a los bolsillos. –Derek las personas no dejarían de mirarnos. Todos saben lo que ha pasado aquella noche con tu hermano, sería algo… algo. —Ava no sabía cómo llamar aquello.
—¿Prohibido? —Indagó Derek y ella asintió mirándolo a los ojos. —Eres una Hoffman, si no recuerdo mal naciste de algo prohibido Ava y debes saber que lo que ha pasado entre mi hermano y tú no me impide de ver la gran mujer que eres. Otto no estaba bien y esas ideologías que tenía en la cabeza lo impedían de ver las cosas con claridad, pero yo sí las veo nena y para mí no eres una enemiga. —Derek la agarró de la mano con suavidad sintiendo como se estremecía y preguntó. —¿No quieres que seamos amigos?
—¿Tú quieres que seamos amigos? —Replicó Ava y vio en los labios de Derek una sonrisa que casi la puso de rodillas delante de él.
—Considero que ser apenas un amigo en la vida de una mujer como tú debe ser una tortura, casi una muerte lenta, pero estoy dispuesto a empezar por ahí. —Afirmó y después se apartó de ella abriendo la puerta del copiloto. —¿Cenamos?
Ava giró la cabeza volviendo a mirar la entrada de la Fundación y se mordió el labio inferior con expectación. Aquello parecía una locura, pero era lo que más llamaba su atención, le provocaba curiosidad aquel hombre y aunque todo en él parecía gritar PELIGRO, ella quería ceder a la tentación de acercarse un poco más a Derek, de conocerlo. Entonces se subió a su auto con el corazón en la mano y su sexo palpitando con desesperación…porque en el fondo ella tampoco quería ser solamente su amiga y unos meses después se convertiría en algo mucho más importante en la vida de Derek Anderson.
Dos meses después Derek estaba arrodillado delante de la tumba de su hermano pequeño. Otto era lo único que le había quedado después de la muerte de sus padres, lo que le había mantenido aferrado a la época en que era feliz al lado de su familia, pero hasta eso le habían arrebatado.—Cuándo éramos niños siempre hacíamos pactos de sangre, ¿lo recuerdas? —Murmuró Derek pasando la yema de los dedos por el nombre de su hermano en la lápida. —Mamá nos regañaba cada vez que lo hacíamos, pero tú siempre decías que jamás dejarías de hacerlo porque nuestra sangre era lo más valioso que teníamos, lo que nos hace superiores a los demás. En ella está nuestra fuerza y por la sangre que corre en mis venas hoy te prometo que la mujer que te ha quitado la vida llorará lágrimas de sangre. Haré sufrir a los Hoffman por todo lo que nos han quitado, por la muerte de nuestros padres, por el suicidio de la tía Nicole, por la forma como murió nuestro abuelo. Todos ellos sufrirán hermano. — Se hizo un corte
Sangre…la sangre marcaba el empiece de aquel oscuro día en el que se celebraría la boda entre una inocente y su verdugo, y como no podía ser diferente empezó con el peor de los presagios provocando el odio de la mayor enemiga que Ava Hoffman llegaría a conocer en su vida.Los labios de Vera Braun temblaban, su mano agarraba con fuerza el borde del camisón empapado en la sangre que ella podía sentir como bajaba por sus muslos y también veía las gotas cayendo sobre el pequeño charco de color rojo que se forma en suelo del baño entre sus piernas. Otro bebé, el cuarto que perdía desde que había empezado su relación con Derek, otro que su cuerpo no había sido capaz llevar.Junto con las lágrimas que mojaban su rostro iba la ira que se mezclaba con la sangre que había en pulcro suelo blanco.Vera había estado segura de que aquel bebé si llegaría a nacer, que finalmente le daría un hijo a Derek y le devolvería la familia que le habían arrebatado, pero no fue así y pensaba que aquel aborto en
El hermoso camisón de seda diseñado especialmente para ella, un conjunto de lencería con cristales incrustados y sus adoradas medias clásicas. Ava estaba perfecta y ansiosa, preparada para tener su primera noche de amor con su marido. Ella recordó el día en el que había perdido la virginidad y se dio cuenta de que no había sido tan importante para ella como aquella noche y que tampoco había estado tan nerviosa como en aquel momento mientras esperaba por Derek en la habitación. —Ava Anderson. —Se dijo a sí misma mirando su reflejo en el espejo emocionada. —Te has casado con tu amor platónico de la juventud Ava y vas a pasar la primera noche en su cama… no, su cama no. ¡Nuestra cama! –Suspiró enamorada. — De repente llega una notificación en su teléfono móvil. Ava abre el mensaje que le había enviado uno de sus mejores amigos y excompañero de la Universidad, Tobias Brown que era uno de los mejores periodistas de investigación de su generación. Como buen amigo no se había resistido a
El dorado de sus cabellos rubios había desaparecido casi por completo por la sangre que goteaba de ellos. El hermoso rostro de Derek estaba empapado por la sangre del hombre que estaba tirado a sus pies con el cráneo aplastado mientras que él estaba sentado en una silla intentando limpiarse sus manos ensangrentadas con un pulcro pañuelo blanco, pero había tanta que era casi imposible hacerlo. De su rostro no se borraba la mueca de asco que tenía mientras veía la cara casi irreconocible del hombre moreno que había matado con sus propias manos, pero lo que le revolvía el estomago no era el cadáver, sino que haber manchado su carísimo traje con una persona que él consideraba inferior. –Que asco. –Escupió Derek mientras que la sangre deslizaba por su rostro formando pequeñas gotas en la barbilla que terminaban cayendo al suelo. –Con lo fácil que hubiera sido utilizar una pistola, pero insistes en matar con tus propias manos. Entonces no puede quejarse jefe. –Bromeó Reich después de habe
Ava abrió los ojos por unos segundos, pero al sentir la claridad de los rayos de sol que entraban por la ventana volvió a cerrarlos, después volvió a abrirlos parpadeando para adaptarse a la luz preguntándose donde estaba, cuando los recuerdos de la noche anterior volvieron a su memoria de golpe y se levantó de la cama sobresaltada. Pero sus movimientos fueron demasiado bruscos y sintió un dolor intenso por todo su cuerpo haciendo una mueca.Ella recordaba absolutamente todo, el encuentro con Eva, como la había llevado al sótano, cuando la empujó…todo, Ava recordaba todo. Entonces la angustia y el pánico de estar encerrada empezaron a dominarla otra vez mientras miraba alrededor dándose cuenta de que estaba en la habitación sin saber cómo había llegado allí.A pesar de las molestias que sentía, del intenso dolor, Ava salió de la habitación para buscar ayuda, la ayuda de su marido que la había dejado sola con una loca como Vera Braun.–¡¡Derek!! –Gritó Ava caminando por el pasillo inte
–erek…Derek…¡¡DEREK!! –Llamó Vera viendo como Derek tenía la mirada perdida en algún punto fijo de la pared del restaurante donde estaban cenando con sus socios más importantes. –¿Qué? –Preguntó Derek saliendo de su ensimismamiento mientras sacaba su teléfono móvil para ver por milésima vez en aquel día si había recibido algún mensaje de su esposa. –Derek, el señor Carter cree que deberías priorizar el mercado automovilístico antes que la industria del alcohol. –Contestó Vera dándose cuenta de que Derek tenía la cabeza en otra parte y eso empezaba a molestarla. –¿Por qué haría tal cosa Carter? –Preguntó Derek y el hombre puso los codos sobre la mesa apoyando la barbilla sobre sus manos para mirarlo. –Sé que los automóviles son apenas una inversión para ti, Derek, y que has logrado poner la marca de tu whisky como una de las mejores. –Respondió el hombre. –Más que eso John, Derek ha logrado convertirla en la marca de mezcla de whisky más ampliamente distribuida del mundo. –Agregó
El corazón de Ava casi saltó por la boca cuando Derek empezó a propinarle varios golpes a Miles hasta tirarlo al suelo. Ella sabía que Miles estaba bien entrenado y que sabía pelear, pero no tuvo ni una sola oportunidad contra Derek que era infinitamente más rápido.–¡¡Suéltalo Derek o lo vas a matar!! –Gritó Ava sin saber que hacer en aquella situación porque sabía que interponerse entre ellos sería como un intento de suicidio. En aquel instante Derek era un animal que no podía dejar de atacar a su rival con fiereza. –¡¡DEREK PARA!!Ava veía como el rostro de Miles empezaba a teñirse de rojo mientras que Derek le daba diversos puñetazos seguidos, uno más fuerte que el otro. Entonces ella se dio cuenta de que debería actuar o Derek terminaría matándolo. Así que miró alrededor buscando algo que pudiera servir para detener aquella bestia en la se había convertido su marido.–¡¡¡¡REPITE AHORA LO QUE DECÍAS SOBRE MI MUJER MALDIT* ESCORIA!!!! –Rugió Derek en cólera.–¡¡Déjalo en paz!! –Dem
Ava tenía los labios hinchados por aquellos besos con sabor a agresividad y posesividad. Derek la estaba dejando sin aliento, no le daba ni un poco de espacio para dejarla respirar, él solo quería besarla más y más. Ella recordaba sus primeros besos y también sabía que cada vez que Derek la había besado se había controlado, pero aquella noche ella descubrió lo que realmente había detrás de tanto autocontrol. Derek la puso boca abajo subiendo su vestido hasta cintura paseando las manos por su cuerpo, apretando sus senos y delineando la curva de su trasero. Para Ava era una sensación extraña, estaban al aire libre donde cualquiera podría estar viéndolos mientras que un segundo diluvio parecía acercarse con aquella lluvia que los empapaba y el césped debajo de ellos causaba una sensación incomoda, pero a la vez placentera en su cuerpo. Una de las manos de Derek, que estaba perdido en deseo detrás de ella, la volvió agarrar del cuello echando su cabeza hacia él y Ava lo escuchó gruñir