Derek manejaba a toda velocidad y no tardó en darse cuenta de que su esposa no tenía apenas el talento de la audacia, sino que también era una buena conductora, ya que claramente había volado en la carretera con su Ferrari porque no quedaba ni rastro de ella en la carretera. Entonces llamó a Reich que sí podía saber dónde se había metido su esposa. –¡¿Señor?! –Contestó Reich a la llamada. –¡Reich mira el rastreador de mi Ferrari y dime ahora mismo donde está esa loca! –¡Sí señor! –Respondió Reich rápidamente. –Se está dirigiendo al centro de la ciudad señor. –¡¡Maldit* mestiza, ¿qué estará pensando en hacer?! –Gruñó con rabia porque de su esposa desobediente ya esperaba lo peor. –Seguramente volverle loco, jefe. –Bromeó Reich y Derek resopló con fastidio. –¡¡No estoy para bromas Reich, estoy cansado de esa mujer tan rebelde!! –Escupió Derek molesto. –¡¡Está estropeando todos mis planes con ese carácter que tiene!! –¡Pues jefe ahora mismo esa rebelde está en un club en el centro
Derek tenía la cara metida en el ordenador buscando en su trabajo la forma de escapar de los recuerdos de su noche de desenfreno con Ava, con la única mujer que había logrado volverle loco. Pensar en cualquier cosa que no fuera su esposa era la única salida que encontraba Derek para no buscarla y poseerla otra vez y trabajar era lo que mejor se le daba. Él había conseguido terminar el proyecto del nuevo centro de ayuda para la fundación de los Hoffman en Nueva York y después de lograr captar la atención de su querida suegra con aquella idea, también había logrado convencerla de apoyar a su tío Dennis en su campaña electoral. Derek estaba muy cerca de tener la total confianza de Alice y una vez que logrará ese objetivo solo quedaría dar el segundo paso en su plan de destruir a los Hoffman, pero después de haber probado el cuerpo de su esposa, de sentir aquellas curvas perfectas en sus manos, escucharla gemir mientras la penetraba y lo peor, sentir con ella una conexión que jamás habí
Derek observaba la ciudad por el ventanal de su oficina cuando escuchó la puerta abrirse y la voz de Vera ofreciendo amablemente una taza de café a su tío Edgar que había acabado de llegar, entonces giró un poco la cabeza para ver a Reich que estaba en una esquina con los brazos cruzados por si Derek llegaba a necesitarlo.–¡¿Cómo está mi querido sobrino?! –Preguntó Edgar entusiasmado y los labios de Derek se curvaron en una siniestra sonrisa, pero solo se limitó en darse la vuelta para mirarlo y encender el televisor. En las noticias enseñaban las imágenes de una cruz en llamas siendo apagada por dos agentes de la policía de Atlanta y hablaban sobre el Klan, acusándolos directamente del incendio que había provocado la muerte de varios inocentes.–Por lo visto no acompañas las noticias tío, pero hoy te daré una muy importante. Sé que fuiste tú quién dio la orden para que quemasen la parroquia. –Declaró y vio la reacción de sorpresa en el rostro de su tío, algo que él ya esperaba. –Te
–Me impresiona ver como tu presencia en este hospital ha servido para iluminar un poco la vida de estas personas. –Declaró Garret, el médico que era muy amigo de Ava y que no se resistía demostrar siempre que tenía oportunidad la enorme admiración que sentía por ella. – Eres una mujer maravillosa Ava, tu esposo no se imagina la suerte que tiene. –No exageres Garret, yo solo intento ayudar lo máximo que puedo, infelizmente me duele mucho lo que ha pasado. Llevaba poco tiempo ayudándolos, pero ya me había encariñado con ellos. –Contestó Ava con las mejillas sonrojadas. –Estas personas han sufrido demasiado y han perdido mucho, mi familia y yo buscaremos la manera de compensarlos, de darles una mejor vida. –Aseguró y lo vio sonreír mirándola. –Además, creo que también tuve suerte con Derek, ha estado muy pendiente de venir al hospital para informarse de todo y me ha dado la impresión de que le ha dado una atención especial a la hija de Joanna. –Tu esposo fue quién rescató a las gemelas
Derek entró en aquel departamento como un huracán, dispuesto a arrasar con todo lo que se encontrará por su camino.–¡¡¿Te estás follando a mi mujer maldit* hijo de puta?!! –Rugió apuntando la pistola a la cabeza del doctor mientras que lo agarraba de la camisa.–¡¡No Derek, no!!¡¡No es mi amante, por favor suéltalo!! –Gritó Ava desesperada recordando lo que había pasado con Miles y que esa vez podría suceder una verdadera desgracia porque su esposo estaba armado. –¡¡¡Derek te lo suplico no le hagas nada por favor!!!–¡¡No dispares Derek, Ava y yo somos apenas amigo!!! –Declaró Garret atemorizado mirando el cañón de la pistola. —¡¡Derek es verdad lo que dice no tenemos nada!! —¡¡Eres su amante!! —Gritó Derek y su voz resonó por todo el departamento que tenía Ava en el centro de la ciudad. —¡¡No Derek, por amor de Dios déjalo en paz!!¡¡Garret no es mi amante!! —Rogó Ava tirando de su chaqueta, pero Derek la empujó volviendo a empujarla para apartarla de él. En ese momento de desespe
Tobías miró la entrada de aquella pequeña comisaría en el centro de Griffin deseando encontrar las respuestas que necesitaba, después de que su investigación sobre Edward Anderson, el último líder conocido del Klan, le aportó cierta información que no termina de entender. Entonces respiró profundamente y después entró.–¿El sheriff Quentin Hudson? –Preguntó a una chica que estaba en la recepción, y que lo miró como si fuera un dios griego, pero ella no tuvo la necesidad de contestar porque la voz de alguien llamó la atención del periodista.–¿Tobías Brown? –Habló una voz grave detrás de él y al darse la vuelta se encontró con un hombre de su misma edad, bastante fuerte y vestido de policía con un sombrero, así que no tardó en darse cuenta de que se trataba del sheriff de la ciudad.–Así es, hablé con usted por teléfono. –Respondió estrechando la mano del sheriff y el hombre le indicó que pasara a su oficina. El sheriff cerró la puerta y miró el periodista con curiosidad.–Me habías c
Toby estaba sentado en una silla al lado de un pequeño escritorio viendo como el sheriff dormía desnudo, intentando recuperar fuerzas después de la noche de pasión que habían tenido. –Para no ser gay me ha dado bastante guerra esta noche. –Susurró Tobías para sí mismo sonriendo con satisfacción, después volteó la cabeza para ver los archivos de toda la investigación contra Edgar Anderson. Toby se fijó que algunas fotos habían sido tomadas en la entrada de la mansión donde Derek había vivido con sus padres, lo que demostraban que allí realizaban las reuniones del Klan, y estaba seguro de eso después de haber leído algunas notas del que había sido el sheriff en aquella época. Al parecer el hombre había estado buscando la forma de entrar en la Mansión Anderson. El periodista necesitaba respuestas. Entre aquellos archivos había demasiada información que para él no tenían ningún sentido y solo había una persona que podría contestar a sus preguntas. Entonces empezó a vestirse y mientras
Un suicidio, la muerte de Tobías había quedado en un suicidio que nadie quería investigar, aunque los Hoffman sí estaban dispuestos a hacerlo. Mientras velaban su cuerpo se podía notar la indignación, la tristeza y el vacío que Toby había dejado en la vida de sus familiares, amigo y amantes…entre ellos el sheriff Quentin Hudson que no se podía creer el final que había tenido el periodista.Cuando Derek entró en la iglesia acompañado de Reich, la voz que cantaba para todos los presentes erizó su piel porque la reconocía muy bien y se estremeció cuando vio la mujer que la cantaba en el altar, vestida de blanco al lado del ataúd.Ava estaba hermosa, pero su semblante era tan triste que Derek sintió algo extraño dentro de él que estaba incómodo con ver la tristeza de su esposa. Cuando Alice lo vio llegar, le hizo una señal para que se sentara a su lado y Derek caminó hasta su suegra sin apartar la vista de Ava que también seguía muy atenta todos los pasos de su esposo. Ava cantaba sintie