Juls
Mi huida no resultó tan fructífera como esperaba y culpo totalmente a Sam de ello, pues cuando intenté salir de detrás de la mesa ella simplemente se puso enfrente de mí, mientras me miraba con sus ojos grandes y pestañosos muy, pero muy abiertos.
—Oh Dios, ¡¡te está mirando, Juls!! Ese delicioso hombre te está mirando. —Sobra decir que Samantha gritó como si no hubiera mañana, por lo que no tengo duda de que el arrogante de Malcom la escuchó.
Y como soy una masoquista de primera giro mi rostro para comprobar que mis pensamientos son ciertos y así es. Ya está a solo un par de pasos de distancia de mi y la sonrisa se ha ensanchado en sus labios, pasando de la arrogancia a la diversión pura. Cuando volvemos a coincidir las miradas mis ganas de huir solamente incrementan.
Sinceramente no puedo culpar a Samantha, Malcom Fairchild es ese tipo de hombres que con solo un vistazo logra captar tu atención y eso es mucho, muchísimo para que incluso yo lo diga. Él es un tío bueno y lo sabe; su sola presencia pone a temblar tus piernas, mientras te da esa mirada ceñuda y todo en su porte denota poder.
En otras palabras, es todo aquello que me han prohibido a lo largo de mi vida: seductor, arrogante, millonario, con pinta de mujeriego y si a eso le sumamos los tatuajes, entonces podemos decir que es todo un chico malo. Totalmente lo opuesto a Samuel… pero no quiero pensar en él.
Antes de darme cuenta lo tengo enfrente de mi. Toma uno de los ejemplares de la mesa, le da un breve vistazo y se lo mete debajo del brazo.
—Bueno, pero si la niña buena hoy parece toda una niña grande.
¡Ah, es que lo odio! parece tener un poder especial para hacer que mi humor cambie en menos de un segundo. No entiendo por qué he sido denominada “la niña buena” desde el primer día y tampoco sé qué es lo que me molesta de ese mote.
No debería hacerme enojar, pues sé que soy una chica buena en general, pero hay algo en la manera en que él lo dice, como si fuera una burla, que consigue sacarme de mis casillas y esa es la razón por la que dejé salir mi diarrea verbal hace ya tantos meses, pero para mi suerte él no parece recordarlo.
Puedo sentir la chispa de rabia encendiéndose en mi interior, pero no pienso darle el gusto de verme enojada, llevo mis ojos a los suyos, lista para disparar mi propio veneno, pero mi mirada me traiciona cuando decide quedarse fija en los rasgos del hombre enfrente mio. Los meses que duró interno parecen haberle servido solo para ponerlo más atractivo.
Dios perdoname, pero tu dijiste que mentir era pecado y yo no puedo hacerte enojar negando lo obvio: Malcom es jodidamente sexy. Sin embargo, es sólo ahí cuando caigo en cuenta de lo realmente importante de esta situación: él lo ha conseguido. Esta afuera, limpio.
Una sonrisa se va formando en mi rostro. Una muy grande, de esas que Margi dice que dan un poco de miedo.
—Es bueno verte, Malcom. —Digo, dejando de lado mi miedo, rabia y demás tonterías. No quiero ser demasiado invasiva y que él piense que Margi se ha ido de boca suelta, por lo que me voy por terreno seguro.
Esos ojos azules y brillantes me observan con fijeza, mientras que su ceño se frunce y veo como sus expresiones se endurecen, pero al instante vuelven a relajarse y la sonrisa, la arrogante que me hace querer golpearlo, se estira en sus labios.
—Vaya, vaya, ¿la niña buena ha estado pensando en mí?
Bueno, hasta aquí llegó mi momento de educación. Él siempre va a ser un idiota. Pongo mis ojos en blanco y decido ignorar su comentario.
—Son 20 libras por el libro. — Tiendo hacia él los separadores y accesorios de obsequio que vienen con el libro, todo sin dejar de sonreír.
Veo como Malcom aprieta un poco sus labios conteniendo la risa y eso solo me cabrea más. Las ganas de partirle algo en la cabeza son casi tan grandes como la de verlo con poca ropa, pero como mi religión no me permite hacer ninguna de las dos, me obligo a respirar y solo elevar una ceja en su dirección.
Al final extiende el dinero y me recibe el resto de cosas. Solo cuando creo que va a dar media vuelta e irse es que vuelvo a respirar con tranquilidad, pero todo se va a la conchinchina cuando gira su rostro hacia mi.
—Creo que esta no es la manera de saludar a tu viejo amigo que hace meses no ves, niña buena. —La manera tan confiada en que lo dice y su pose indignada casi hace que me lo crea.
Mi cara debe ser todo un poema en estos momentos ¿Amigos? desde cuando somos algo como eso.
—No sabía que éramos amigos, Malcom— Digo tratando de mantener la compostura y viendo cómo las mujeres de la fila lo miran con ojos de corazón en la cara. Eso por alguna razón me molesta.
—Auch—Dice, llevando una mano a su pecho— Has herido mis sentimientos, ¿qué tal un beso para compensarlo, niña buena?— Mi boca bien podría caer al suelo. Este hombre es, es .... ¡UN IDIOTA! Cómo se le ocurre que voy a besarlo— En la mejilla, a forma de saludo— Aclara él y yo cierro mi boca de inmediato. Ya estaba lista para pelear.
Siento mis mejillas encendidas y mi corazón latiendo muy fuerte. Él lo hizo a propósito. Estoy totalmente segura de eso. Estoy a punto de declinar de darle cualquier tipo de beso, cuando la pequeña revoltosa a mi lado se me adelanta.
—Ella puede hacer eso, ¿verdad, Juls?— Mi cabeza gira como un trompo hacia la traidora a mi lado. Ella me sonríe con suficiencia mientras que mira con ojos soñadores al principito de la pacotilla.
Cuando vuelvo a girar mi rostro hacia él, encuentro su cara muy cerca de la mía y me quedo paralizada viendo como sus labios se acercan a mi rostro. Entonces todo pasa frente a mis ojos como si fuera en cámara lenta. Sus labios carnosos y suaves se posan muy cerca de la comisura de mis labios y dejan una leve presión que no sé si puede llamarse beso, antes de separarse.
—Eso está mucho mejor, niña buena. Yo también me alegro de verte. Sería un tonto si no lo hiciera.
Y sin más vuelve a mirar hacia a adelante y se va dejándome totalmente confundida, mientras que soy zarandeada por una Samantha hormonalmente inestable. Pero no le presto atención, porque mi mente se ha quedado estancada con las palabras del castaño ¿Qué significa eso?
—¡Te estaba coqueteando, July! Oh por Dios, ese delicioso hombre acaba de venir hasta aquí a coquetearte.
Como puedo consigo librarme del ataque de Sam sobre mi brazo y llevo mis ojos hacia ella que parece extasiada con toda la situación. Debo admitir que las últimas palabras del principito consiguieron que algo se moviera en mi panza, pero luego recuerdo lo capullo que suele ser y me inclino por creer que se trata de indigestión.
—Él solo es un imbécil millonario que se divierte burlándose de mí, Sam. No estaba coqueteando realmente.
O al menos eso es lo que creo. Porque, ¿Qué razón tendría para hacerlo? claramente estoy lejos de ser el tipo de mujer con la que un hombre como él se involucraría y eso sin contar que él es todo aquello que yo tengo prohibido en esta vida.
—Esas son tonterías—Me dice Samantha, poniendo los ojos en blanco—Él estaba coqueteando, te miraba como si quisiera devorarte, amiga. ¡Tu tienes que atacar!
Algo en las palabras de Sam me hace estremecer. No estoy segura si fue la idea de Malcom queriendo devorarme o de mi atacando, pero lo que si sé es que esto no está bien. No debo, ni puedo, empezar a crear escenarios en mi mente que nunca van a ocurrir, porque lo cierto es que así yo quisiera “atacar” como dice Sam, las cosas no resultarian, porque yo no soy igual a Margi, mi familia no es la suya y tener a alguien como Malcom en mi vida solo podría traerme problemas.
—Trata de no leer tantas novelas románticas, Sam. Ya se te están metiendo ideas locas en la cabeza— Veo a la chica lista para refutar, por lo que decido adelantarme—Voy a preguntarle a la organizadora si todo está listo para la firma. Nos vemos luego.
Y así, como una cobarde, decido retirarme del campo de juego para regresar a la banca de donde parece que nunca voy a salir. En verdad me gustaría tener la camiseta de titular al menos por una vez… Y creo que no me importaría jugar el partido con cierto principito de ojos azules.
MalcomDoy un sorbo a mi copa mientras que mis ojos empiezan a moverse por todo el lugar solo para terminar nuevamente en la pequeña figura que está metida en ese seductor vestido negro. Joder, ella no está mostrando demasiada piel, no lleva un vestido revelador o seductor, es un vestido negro sencillo que tiene un cruce sobre sus claviculas y termina anclado a su cuello. Ajustado a su figura y que termina al ras de la rodilla, pero aún así consigue que mis ojos no se despeguen de ella y mi mente se recree inventando escenarios para nada aptos en menores de edad.No voy a negar que me molesta no poder dejar de seguirla con la mirada como un idiota, tal como estoy haciendo en este momento.La primera vez que vi a la niña buena yo no estaba en mi mejor momento. La basura la traía hasta el cuello. Había pasado una de las peores noches de mi vida, porque estuve hasta arriba en pastillas y demás porquerías y aparte me había atrevido a enfrentarme a mi hermano con el que llevaba más de un a
Malcom No pensé que ella fuera a aceptar. De hecho no pensé en absoluto cuando le propuse hacer esto, pero joder, cuando la vi ahí afuera pareciendo tan tragicamente hermosa mientras parecía querer fundirse con las estrellas, yo simplemente no pude evitarlo. No quise hacerlo. Así que me acerqué y ella me dejó sorprendido con su respuesta, con su honestidad cruda y el dolor que pude percibir en ella. Y aquí estamos, tomando prestado el auto de Jayden, mientras que nos vamos del evento organizado por su mejor amiga. Me encargo de sacar rápidamente el auto de la entrada para evitar que ella pueda echarse para atrás. La miro de reojo y veo como observa el auto con esos ojos grandes de muñeca muy abiertos al tiempo que muerde su labio inferior con nerviosismo. Esa simple acción consigue despertar cosas en mí, pero me obligo a alejar ese tipo de pensamientos de mi mente. —¿A dónde vamos?—la voz baja y curiosa de Juls me hace verla. Está viendo con el ceño fruncido el camino. —Dijiste que
Juls Estoy en una discoteca. Estoy en una discoteca con Malcom. Santo Dios, no se que parte de esta frase es más irreal, si el hecho de que yo me encuentre en un sitio como este, o que Malcom sea mi acompañante. Desde que tengo uso de razón mis padres, mis abuelos y el pastor de mi congregación se han encargado de decirme que estos lugares son los encargados de hacer que mi alma vaya al infierno. Durante toda mi adolescencia me prohibieron, no sólo visitarlos, si no también juntarme con personas que lo hicieran, pues si lo hacían es que ya estaban contaminados. Debo admitir que fui una fiel creyente de todo esto por mucho tiempo, pero al entrar a la universidad, aún en contra de los deseos de mis padres, pues para ellos el que yo quisiera estudiar era una pérdida de tiempo y dinero. Ellos no lo hicieron. De hecho nadie, además de mi, en mi familia lo ha hecho. Somos muy humildes y por eso ellos nunca vieron el estudio como una prioridad, pero yo sí. Yo quería otro tipo de vida. Quer
Juls La mano de Malcom está sosteniendo la mía con firmeza mientras caminamos delante de nuestros puestos. Al estar en una zona privilegiada no tenemos que pelear por espacio como el resto de las personas en la pista de baile, aquí arriba el ambiente parece un poco más íntimo. Siento su mano libre ponerse en mi espalda y poco a poco acercar mi cuerpo hacia el suyo, estoy tensa, no voy a negarlo y sé que él debe de sentirlo pero no es algo que pueda evitar, solo he estado así de cerca de un solo hombre en toda mi vida, por lo que la situación me pone nerviosa. Sin embargo no quiero apartarlo, toda mi vida he estado jugando este partido que llamamos vida desde la banca de espectadora o como mucho de suplente, haciendo lo que se me dice, viviendo como se dice y por esta vez quiero sentirme la titular, quiero llevar el balón por mi misma. Y si al final esto termina siendo un desastroso autogol, entonces al menos lo habré intentado. Así que me acerco, dejo que mi pecho se pegue al suyo y
Malcom Ella es muy diferente a como pensé que era. Aunque hay varias cosas que no han cambiado desde la primera impresión. Por ejemplo, la sensación de sentirme sucio delante de alguien que , a pesar de sus momentos de locura, solo transmite inocencia. Nunca había conocido a una persona ya adulta que siguiera viéndose y siendo inocente, y yo con mi vida de m****a no parezco ser digno de juntarme con alguien así. Sin embargo, al ser la mejor amiga de Margot, quien disfruta y vive su vida al máximo, pensé que Juls sería similar, no esperaba que fuera igual de fiera que la pelirroja, pues se nota en su rostro de niña buena que es mucho más reservada, pero tampoco me esperaba esto. La verdad es que haber escuchado ese “mi religión no me lo permite” me dejó estático. Por Dios, que estamos en el siglo XXI, se supone que las personas llevan su fe sin atenerse a costumbres arcaicas, o al menos eso pensaba. Mis ojos van hacia la niña buena y es inevitable no deleitarme. Toda ella parece una m
MalcomElla vuelve a estremecerse en mis brazos, pero al mismo tiempo sus caderas empiezan a moverse con menos timidez al ritmo de la música, su cuerpo se va aflojando y al minuto siguiente está bailando contra mi. Dejándose llevar, tal cuál como le dije que hiciera y es algo increíble de ver. JODER, sus caderas balanceandose, el roce de su cuerpo contra el mio, toda ella está creando un problema en la parte baja de mi cuerpo.Sin resistirlo más aprieto mi agarre en su cintura y le doy vuelta para quedar frente a frente. Su rostro está sonrojado, sus ojos brillantes y aunque la tomé por sorpresa, rápidamente se recompone y lentamente retoma el ritmo sin apartar la mirada de la mía. Mis manos se mueven de su cintura a su espalda y me pego mas a ella, ambos moviéndonos contra el cuerpo del otro. Sus manos que se movían libremente a sus lados pasan tímidamente a mi pecho y mi mano se aprieta contra la parte baja de su espalda, no queriendo tener ni un mínimo de espacio entre nosotros y e
Juls 21 de diciembre de 2020 Odio mi carrera Bueno, no. Eso es mentira, yo amo mi profesión, pero odio mi trabajo y en especial a mis compañeros y sobre todo a mi jefe. Ellos no hacen sino subestimar mis capacidades al ser mujer. Insinuando que debería mejor estar en un programa de chisme y farándula en lugar de uno deportivo ¿Puede haber algo más machista que eso? — Hey, linda. ¿Qué tal si nos traes un poco más de café?— Ronald, el imbécil número uno en la lista de imbéciles, me habla mientras levanta su mugre pocillo. Escucho las risas del resto de compañeros de cabina y mi sangre se empieza a calentar. Es la segunda vez en lo que va de la mañana que me pide lo mismo y amado Dios, aunque ningún trabajo es deshonra el mío aquí no es el de servir tazas— Lo siento Ronald, pero el programa está por comenzar y quiero repasar mis apuntes. Normalmente habría mordido mi lengua e ido a buscar el tonto café, pero por alguna razón me siento más valiente. Cosa, que debo admitir, ha estado p
Juls22 de diciembre del 2020Estoy leyendo una de mis adoradas revistas deportivas mientras espero a Margi en nuestro restaurante de siempre. Una Coca Cola bien fría, con mucho hielo, se encuentra en mi mano mientras me deleito con las noticias del último partido de tenis del campeonato mundial. Al parecer Nadal es el favorito hasta ahora y no es de extrañarse, el español ha hecho un trabajo impecable, aunque hay varios que veo muy bien parados también. Meto la nariz aún más en la revista mientras trato de absorber toda la información posible, y es justo por eso que no siento cuando Margi llega hasta que ella golpea con fuerza la mesa haciendome soltar un grito y casi tirar al suelo mi amada Coca Cola.—¡Te pillé!—Su grito consigue que más de un comensal se voltee en nuestra dirección. Y aunque yo la estoy viendo con el ceño fruncido, ella tiene una sonrisa enorme en el rostro; por la manera perversa en que me mira divertida, sé que viene alguna locura—Juls, ¿estás viendo una revista