19 de diciembre de 2020
Juls
Quiero empezar diciendo que hay una explicación lógica de por qué me encuentro encogida y escondida detrás de una columna, en el evento de lanzamiento del libro de Margot, como si un asesino en serie estuviera viniendo por mi. Todo se reduce a dos palabras, quince simples letras y todo un infierno lleno de tentación: Malcom Fairchild. Un imbécil, arrogante, millonario y despampanante hombre que se divierte haciendo mi vida imposible, diciéndome “niña buena” cada dos segundos y a quien hace meses le aseguré, en un ataque de rabia, que yo podía ser toda una chica mala, lo cual es totalmente falso.
Para resumir la tragedia, lo grité en público y terminé por decirle que él se dejaba llevar por las apariencias y juzgaba a las personas con base a eso, que si yo lo quería podía ser toda una chica mala, pero que él no era digno de presenciarlo, él por supuesto me dijo que esperaría con ansias ver mi lado malo. Lo que se resume a que ahora que ha vuelto estoy en problemas.
Hoy todo parecía ir genial, Margot consiguió hacer realidad su sueño y yo no puedo estar más feliz por ella. Sin embargo, todo da un giro inesperado en el momento en que lo veo a él atravesar las puertas del salón. De inmediato mi instinto de preservación me hizo huir de la escena.
Para ponerlos en contexto, Malcom es el hermano de crianza de Jayden, el novio de Margot. Ambos hacen parte de una familia con línea directa a la realeza, pues el tío de Malcom, que es quien lo crió y que además es el padrastro de Jayden, lleva consigo el título de duque. Tal vez piensen que eso lo hace algo mágico y encantador, sin embargo, mi primer encuentro con el principito de ojos azules no fue para nada mágico. Fue totalmente desagradable, lo único que conseguí fue que me bautizara con el mote de niña buena como si él pudiera saber cómo soy yo.
No voy a negar que al verlo mis neuronas explotaron, porque bueno, no todos los días se ve semejante estampa de hombre. Malcom es alto, muy alto. Debe estar llegando al metro noventa y cinco y yo…Bueno yo no alcanzo el metro sesenta y dos. Y eso mezclado con su cabello con ondas castaño oscuro, ese par de joyas zafiro que lleva por ojos y la tinta en sus brazos que asomaba debajo de su camisa, lo hacen bastante, tal vez demasiado, atractivo. Parece todo un chico malo. Justo lo que no quiero ni debo tener en mi vida.
El caso es que luego de gritarlo no volví a verlo porque fue internado en una clínica de rehabilitación por una adicción a drogas de la que no tenía la más mínima idea, de eso ya han pasado diez meses sin que lo viera … hasta hoy. Esa es la razón por la que ahora parezco una cucaracha evitando ser pisoteada mientras me escondo del principito, pero sé que mi tiempo de escape ha llegado a su fin cuando estoy soltando un grito aterrador que atrae más de una mirada, al sentir como una mano se posa en mi hombro.
—¿Qué demonios estás haciendo ahí escondida?—Margi llega a mi lado junto a Jayden y ambos me están viendo entre divertidos y preocupados. Yo intento por todos los medios recomponerme para no caerme de cul@ y evitar llamar aún más la atención.
—No estoy escondida. —Digo de inmediato enderezando el cuerpo y veo a mi amiga pelirroja alzar una ceja en mi dirección.
—Ya, y yo no soy fans de los orgasm@s de mi sexy hombre de canela— Mi nariz se arruga al escucharla y Jayden suelta una carcajada al ver mi reacción. Margot por otro lado no parece ni un poco avergonzada —En serio, Juls. ¿Qué estás haciendo aquí sola? No tendrá esto que ver con la llegada de cierto hombre de ojos azules, ¿cierto?
De inmediato tengo a Jayden viendome con más curiosidad y atención que nunca y en mi interior me debato si debo o no golpear a mi amiga en su día. Margot es como un perro hambriento cuando de sacar información se trata, por lo que no descansó hasta que le conté todo respecto al principito. Sin embargo, de ahí a aceptar que estoy escondida debido a él hay un abismo muy grande.
—Pff, por supuesto que no. Solo estaba preparándome para ir a vender los libros, le dije a tu mamá que yo me encargaría.
Veo en su mirada que no me cree nada de lo que digo, pero para mi suerte la organizadora del evento llega hasta nosotros diciendo que necesita llevarse a la anfitriona.
—Ve tranquila Margi. Yo ya voy a ponerme en mi lugar.
—Muy bien, pero luego tú y yo vamos a hablar.
La veo alejarse con la organizadora y me quedo con un curioso Jayden que no deja de verme hasta el punto de hacerme sentir incómoda.
—¿Qué ocurre?— Termino por preguntar, porque creo que me va a desgastar de tanto mirar.
Él me da esa sonrisa come m****a que según mi amiga le genera orgasm@s visuales. Jayden aunque no es hermano de sangre de Malcom, no le perdió en nada la coquetería y prepotencia.
—Parece que seremos cuñados, July— Me dice y casi me ahogo con mi propia saliva al escucharlo— Si te interesa, mi hermano está justo ahí— lo veo señalar al otro lado de la tarima y aún odiandome sigo su mirada para ver a Malcom viendo en nuestra dirección, mientras tiene el ceño fruncido— Y él, querida Juls, no te ha dejado de mirar.
Jayden me da una última mirada y con aún con la sonrisa en la boca se aleja hacia donde Margot está. Yo aprovecho y acelero el paso para alejarme de mi tentación de ojos azules y llegar al stand donde están los ejemplares de mi amiga a la venta y en el camino me topo con Samantha, la hermana adolecente de Margi, y decido llevarla conmigo para que me ayude y así no aburrirme y de paso tener una vía de escape si llega a aparecer el innombrable.
—Ey, pequeña revoltosa, ¿por qué no me ayudas con la venta de los libros?
Samantha me mira ofendida, mientras lleva una de sus manos hasta su pecho. Parece que alguien quiere quitarme mi puesto en el teatro.
—No soy pequeña, y mucho menos revoltosa.
No puedo evitar reír y bueno tiene algo de razón, Sam a pesar de estar en sus dieciocho años es incluso un poco más alta que yo, pero ¡Todo el mundo es más alto que yo! La abrazo por los hombros y la convenzo de acompañarme, así de paso no estoy sola si llego a ver al innombrable.
Cuando llegamos, ya hay una fila de al menos treinta personas esperando para llevar su ejemplar y eso parece activar a la chica a mi lado porque de inmediato acelera el paso llevándome con ella hasta que estamos codo a codo entregando los libros que posteriormente Margi firmará.
Estoy tan concentrada en sacar más libros de las cajas, pues los que teníamos exhibidos se han acabado más rápido de lo que pensábamos, que cuando siento como Sam me codea con insistencia me toma por sorpresa.
—Oh por Dios, Juls, ¡He visto al padre de mis hijos!
Eso hace que levante la cabeza con curiosidad para ver quien es el que ha conseguido alborotar las hormonas de la adolecente a mi lado, sin embargo, al levantar la mirada me encuentro viendo de frente al causante de mi tortura. Un par de ojos azules, tan intensos y brillantes como la primera vez que los vi. Malcom Fairchild se encuentra caminando hacia mí.
Lo último que supe de él fue que había sido internado en la clínica de rehabilitación. Margi no me contó mucho al respecto y yo tampoco quise meterme y ponerla en una situación incómoda con Jayden, pero, por lo que me dijo, el castaño no lo estaba pasando bien. Pero ahora, mientras lo veo más de cerca, debo decir que se ve incluso mejor que la primera vez.
Trae un traje azul noche de tres piezas con una camisa blanca que le queda como un guante. El cabello lo lleva hacia atrás , pero eso no evita que un pequeño rulo rebelde esté colgando casi en su frente. Esa media sonrisa arrogante esta fija en sus labios y sus ojos… Oh madre santa, sus ojos, esas hermosas joyas azules están fijas en mí, mientras que me mira con diversión y eleva una ceja oscura en mi dirección.
Oh Winston, tenemos un problema, hay que huir, definitivamente tengo que huir.
Juls Mi huida no resultó tan fructífera como esperaba y culpo totalmente a Sam de ello, pues cuando intenté salir de detrás de la mesa ella simplemente se puso enfrente de mí, mientras me miraba con sus ojos grandes y pestañosos muy, pero muy abiertos. —Oh Dios, ¡¡te está mirando, Juls!! Ese delicioso hombre te está mirando. —Sobra decir que Samantha gritó como si no hubiera mañana, por lo que no tengo duda de que el arrogante de Malcom la escuchó. Y como soy una masoquista de primera giro mi rostro para comprobar que mis pensamientos son ciertos y así es. Ya está a solo un par de pasos de distancia de mi y la sonrisa se ha ensanchado en sus labios, pasando de la arrogancia a la diversión pura. Cuando volvemos a coincidir las miradas mis ganas de huir solamente incrementan. Sinceramente no puedo culpar a Samantha, Malcom Fairchild es ese tipo de hombres que con solo un vistazo logra captar tu atención y eso es mucho, muchísimo para que incluso yo lo diga. Él es un tío bueno y lo
MalcomDoy un sorbo a mi copa mientras que mis ojos empiezan a moverse por todo el lugar solo para terminar nuevamente en la pequeña figura que está metida en ese seductor vestido negro. Joder, ella no está mostrando demasiada piel, no lleva un vestido revelador o seductor, es un vestido negro sencillo que tiene un cruce sobre sus claviculas y termina anclado a su cuello. Ajustado a su figura y que termina al ras de la rodilla, pero aún así consigue que mis ojos no se despeguen de ella y mi mente se recree inventando escenarios para nada aptos en menores de edad.No voy a negar que me molesta no poder dejar de seguirla con la mirada como un idiota, tal como estoy haciendo en este momento.La primera vez que vi a la niña buena yo no estaba en mi mejor momento. La basura la traía hasta el cuello. Había pasado una de las peores noches de mi vida, porque estuve hasta arriba en pastillas y demás porquerías y aparte me había atrevido a enfrentarme a mi hermano con el que llevaba más de un a
Malcom No pensé que ella fuera a aceptar. De hecho no pensé en absoluto cuando le propuse hacer esto, pero joder, cuando la vi ahí afuera pareciendo tan tragicamente hermosa mientras parecía querer fundirse con las estrellas, yo simplemente no pude evitarlo. No quise hacerlo. Así que me acerqué y ella me dejó sorprendido con su respuesta, con su honestidad cruda y el dolor que pude percibir en ella. Y aquí estamos, tomando prestado el auto de Jayden, mientras que nos vamos del evento organizado por su mejor amiga. Me encargo de sacar rápidamente el auto de la entrada para evitar que ella pueda echarse para atrás. La miro de reojo y veo como observa el auto con esos ojos grandes de muñeca muy abiertos al tiempo que muerde su labio inferior con nerviosismo. Esa simple acción consigue despertar cosas en mí, pero me obligo a alejar ese tipo de pensamientos de mi mente. —¿A dónde vamos?—la voz baja y curiosa de Juls me hace verla. Está viendo con el ceño fruncido el camino. —Dijiste que
Juls Estoy en una discoteca. Estoy en una discoteca con Malcom. Santo Dios, no se que parte de esta frase es más irreal, si el hecho de que yo me encuentre en un sitio como este, o que Malcom sea mi acompañante. Desde que tengo uso de razón mis padres, mis abuelos y el pastor de mi congregación se han encargado de decirme que estos lugares son los encargados de hacer que mi alma vaya al infierno. Durante toda mi adolescencia me prohibieron, no sólo visitarlos, si no también juntarme con personas que lo hicieran, pues si lo hacían es que ya estaban contaminados. Debo admitir que fui una fiel creyente de todo esto por mucho tiempo, pero al entrar a la universidad, aún en contra de los deseos de mis padres, pues para ellos el que yo quisiera estudiar era una pérdida de tiempo y dinero. Ellos no lo hicieron. De hecho nadie, además de mi, en mi familia lo ha hecho. Somos muy humildes y por eso ellos nunca vieron el estudio como una prioridad, pero yo sí. Yo quería otro tipo de vida. Quer
Juls La mano de Malcom está sosteniendo la mía con firmeza mientras caminamos delante de nuestros puestos. Al estar en una zona privilegiada no tenemos que pelear por espacio como el resto de las personas en la pista de baile, aquí arriba el ambiente parece un poco más íntimo. Siento su mano libre ponerse en mi espalda y poco a poco acercar mi cuerpo hacia el suyo, estoy tensa, no voy a negarlo y sé que él debe de sentirlo pero no es algo que pueda evitar, solo he estado así de cerca de un solo hombre en toda mi vida, por lo que la situación me pone nerviosa. Sin embargo no quiero apartarlo, toda mi vida he estado jugando este partido que llamamos vida desde la banca de espectadora o como mucho de suplente, haciendo lo que se me dice, viviendo como se dice y por esta vez quiero sentirme la titular, quiero llevar el balón por mi misma. Y si al final esto termina siendo un desastroso autogol, entonces al menos lo habré intentado. Así que me acerco, dejo que mi pecho se pegue al suyo y
Malcom Ella es muy diferente a como pensé que era. Aunque hay varias cosas que no han cambiado desde la primera impresión. Por ejemplo, la sensación de sentirme sucio delante de alguien que , a pesar de sus momentos de locura, solo transmite inocencia. Nunca había conocido a una persona ya adulta que siguiera viéndose y siendo inocente, y yo con mi vida de m****a no parezco ser digno de juntarme con alguien así. Sin embargo, al ser la mejor amiga de Margot, quien disfruta y vive su vida al máximo, pensé que Juls sería similar, no esperaba que fuera igual de fiera que la pelirroja, pues se nota en su rostro de niña buena que es mucho más reservada, pero tampoco me esperaba esto. La verdad es que haber escuchado ese “mi religión no me lo permite” me dejó estático. Por Dios, que estamos en el siglo XXI, se supone que las personas llevan su fe sin atenerse a costumbres arcaicas, o al menos eso pensaba. Mis ojos van hacia la niña buena y es inevitable no deleitarme. Toda ella parece una m
MalcomElla vuelve a estremecerse en mis brazos, pero al mismo tiempo sus caderas empiezan a moverse con menos timidez al ritmo de la música, su cuerpo se va aflojando y al minuto siguiente está bailando contra mi. Dejándose llevar, tal cuál como le dije que hiciera y es algo increíble de ver. JODER, sus caderas balanceandose, el roce de su cuerpo contra el mio, toda ella está creando un problema en la parte baja de mi cuerpo.Sin resistirlo más aprieto mi agarre en su cintura y le doy vuelta para quedar frente a frente. Su rostro está sonrojado, sus ojos brillantes y aunque la tomé por sorpresa, rápidamente se recompone y lentamente retoma el ritmo sin apartar la mirada de la mía. Mis manos se mueven de su cintura a su espalda y me pego mas a ella, ambos moviéndonos contra el cuerpo del otro. Sus manos que se movían libremente a sus lados pasan tímidamente a mi pecho y mi mano se aprieta contra la parte baja de su espalda, no queriendo tener ni un mínimo de espacio entre nosotros y e
Juls 21 de diciembre de 2020 Odio mi carrera Bueno, no. Eso es mentira, yo amo mi profesión, pero odio mi trabajo y en especial a mis compañeros y sobre todo a mi jefe. Ellos no hacen sino subestimar mis capacidades al ser mujer. Insinuando que debería mejor estar en un programa de chisme y farándula en lugar de uno deportivo ¿Puede haber algo más machista que eso? — Hey, linda. ¿Qué tal si nos traes un poco más de café?— Ronald, el imbécil número uno en la lista de imbéciles, me habla mientras levanta su mugre pocillo. Escucho las risas del resto de compañeros de cabina y mi sangre se empieza a calentar. Es la segunda vez en lo que va de la mañana que me pide lo mismo y amado Dios, aunque ningún trabajo es deshonra el mío aquí no es el de servir tazas— Lo siento Ronald, pero el programa está por comenzar y quiero repasar mis apuntes. Normalmente habría mordido mi lengua e ido a buscar el tonto café, pero por alguna razón me siento más valiente. Cosa, que debo admitir, ha estado p