Dulce manada
Dulce manada
Por: Iriani Balandrano
Prólogo.

Jeremiah.

-Por supuesto que estoy hablando en serio.

Era la primera vez en meses que me permitía tomar más de un pequeño trago.

La situación con las manadas aledañas había sido tensa en el mejor de los casos y hostil en el peor. No podía darme el lujo de relajarme cómodamente sobre mi trasero mientras los osos, las panteras, los tigres y los pumas estaban atentos a cualquier debilidad para poder venir y tomar las tierras de mi manada.

¿Por qué estaban tan ansiosos por mi tierra? Porque teníamos ríos cristalinos, cuevas profundas, tierra rica para el cultivo, maderas preciosas… en fin. Teníamos entre nuestras patas un verdadero paraíso y eso lo sabían todos los weres a la redonda.

-Solo toma a una compañera y resuelve el asunto. – Dijo mi Beta Oscar haciendo un gesto divertido con su mano. - No es tan difícil.

-Ya te lo dije, no tomaré a cualquiera. Quiero encontrar a mi pareja. – Dije al Oscar de la izquierda que no dejaba de moverse… o quizá solo fuera mi mala visión después de veintiún botellas de wisky puro.

Una pérdida de dinero ya que por la mañana mi metabolismo de hombre lobo me dejaría como nuevo.

- Ya has buscado en todas las manadas de lobos de todos los Continentes y no está. ¿Qué te hace pensar que aparecerá en la siguiente semana para resolver una parte de nuestros problemas?

Mi Beta tenía un excelente punto. Había dedicado mi juventud a buscar a mi pareja en todas las manadas conocidas y lo seguí haciendo cada dos o tres años durante décadas. Tenía solo un par de semanas más o menos antes de que mi manada se rebelara, me abandonara o cambiara de territorio.

¿Por qué solo ese tiempo? Porque se acercaba el día de mi cumpleaños.

Eso era lo que pasaba cuando un Alfa no tenía herederos después de los primeros cincuenta años de su vida. La manada tenía instinto de supervivencia, así que no se quedarían al lado de un Alfa que no pudiera traer sangre nueva y un nuevo heredero al puesto. Era parte de nuestra cultura.

Ya habían comenzado los disturbios y la incomodidad entre mis filas; esto no haría más que empeorar así que con todo esto pasando creí apropiado emborracharme hoy y pensar en qué demonios hacer mañana.

-Sé que tal vez mi compañera no aparezca en las siguientes horas. – Dije lentamente mientras me levantaba y zigzagueaba hacia la mesa por otra botella. – Pero no puedo simplemente obligarme a querer a otra loba que no sea mi mate.

-¿Quién dijo algo acerca de “querer”?- Preguntó resoplando Oscar. – Yo estoy diciendo que solo tomes a cualquiera de las hembras que te han ofrecido los Alfas de los territorios colindantes. Así tenemos otra manada aliada y un heredero a todo lo que hemos estado preservando en estos años.

Las manadas de weres colindantes habían estado tratando de meter en mi cama a sus hijas, hermanas, primas… y a cualquier hembra en edad reproductiva de sus manadas con el único fin de que nuestro “heredero” estuviera al mando de ambas manadas.

Por supuesto, como hombre lobo, mi especie prefería no mezclar los genes weres, pero otras manadas no eran tan quisquillosas con el asunto. Específicamente, las otras manadas no eran quisquillosas con mi especie porque mi territorio era el más grande de todo el continente.

-Aun así, no quiero atar a nadie a mí cuando ambos sabemos que nunca la amaré. - Dije convencido. - Además, ¿Qué pasará cuando encuentre a mi mate?

-Pues nada, dejas a la chica provisional y listo. – Dijo encogiéndose de hombros.

Yo gruñí en su dirección.

-¿Te crees un experto en el tema solo porque tu mate se encontraba a dos pasos de distancia?

Oscar había tenido la bendición de saber desde pequeño que su vecina de enfrente era su pareja destinada. Habían estado juntos desde la adolescencia. Lo envidiaba.

-No eran dos pasos, eran diecisiete. – Dijo mi Beta en tono dulce mirando al techo con una sonrisa tonta. – Pero no estamos hablando de mi amada Valentina. Estamos hablando de conseguir a cualquier chica para llenar el puesto, evitar una rebelión en la manada y una guerra por el territorio con los otros weres.

Yo gruñí frustrado y cerré mis ojos mientras vaciaba la botella por mi garganta.

-No es tan difícil conseguir a una hembra dispuesta…

-No. – Dije arrojando la botella en cualquier dirección. Ambos ignoramos el estruendo que causó la cosa al romperse y el desastre en el que se convirtió en el piso. – El problema no es encontrar una hembra dispuesta, el problema es que ninguna se apartaría de buen grado de mi lado cuando encuentre a mi compañera.

Nos quedamos callados un par de minutos. Él sabía que yo tenía razón. Después de todo, la posición de Luna de mi manada era el sueño húmedo de cualquier hembra oportunista.

La repentina palmada en el aire me hizo saltar un poco y abrir mis ojos. ¿En qué momento los había cerrado?

-¡Ya sé! Tengo una excelente idea. - Dijo y se levantó /Tambaleó en dirección al bote de basura de mi oficina. Yo lo observé intrigado cuando comenzó a rebuscar dentro. - ¡Ajá! ¡Lo tengo!

Me extendió el periódico local de un pueblo cercano.

-Mira en la página de anuncios. – Dijo dando pequeños y borrachos brinquitos por el lugar. - ¡Es perfecto!

Leí con desconfianza entre anuncios de productos y mecánicos hasta que encontré lo que supuse era el brillante plan de mi beta.

“Chica hermosa, soltera y codiciada está en busca de un hombre soltero que quiera tener una amplia descendencia. No importa la raza, sus creencias o el tamaño de su billetera siempre y cuando esté de acuerdo en comenzar la producción de bebés de inmediato.  Si estás interesado, comunícate al 923 – 343 -445 y agenda una cita con la señora Jenrick para que puedas conocer a la hermosa mujer que será la madre de tus hijos. “

Mis cejas se elevaron y aparté el periódico para ver la cara sonriente de mi beta.

-¿Tu idea es que me comunique con una HUMANA para que se haga pasar por mi pareja oficial?

-¡Si! Piénsalo, ella quiere tener hijos y tú necesitas tener hijos. ¿Qué importa si es tan fea como un troll? Tampoco tiene que saber sobre nuestra naturaleza lobuna o el supuesto puesto que ella ocuparía en la manada. Cuando encuentres a tu pareja, le puedes decir simplemente que no funciona la “relación” y pelear una cosa llamada “custodia” de los niños. A los humanos se les permite tener un montón de parejas y no sufren por ello. – Dijo con un gesto despectivo de la mano cuando comencé a gruñir en su dirección. - Conocemos un par de abogados muy buenos y…

-Esa es la idea más…

Dejé de gruñir y analicé, realmente analicé todo lo que acababa de decir mi beta. En realidad… no era un mal plan.

-… brillante del mundo. – Dije con una sonrisa. – Dame tu celular.

Mi beta lo arrojó en mi dirección y siguió con sus brincos borrachos por mi despacho.

Yo levanté ambas manos y por fortuna atrapé uno de los cinco que había lanzado, luego esperé pacientemente a que me contestaran.

-¿Quién es y por qué me llama tan tarde por la noche? – Dijo una voz gruñona al otro lado de la línea.

-Buenas noches, ¿Es usted la señora Jenrick?

-Lo soy.

-Bien, hablo por el anuncio y acepto. – Dije con una enorme sonrisa. - ¿A qué dirección debo ir y comenzar a fabricar bebés?

-Alto ahí. Antes de darte cualquier cita con mi nieta, necesito que me respondas un par de preguntas. – Dijo sin cambiar su tono malhumorado y sin darme tiempo a responder. - ¿A qué te dedicas?

-Soy dueño de una empresa maderera. – Dije con cuidado. Ciertamente, ese era nuestro negocio con los humanos.

-Bien. ¿Cuántos hijos quieres tener?

-Todos los que mi compañera me pueda dar. – Dije sinceramente.

-¿Eres del pueblo?

Suponía que se refería al pueblo del periódico.

-No. Vivo cerca.

-Me agrada; por último ¿Tiene usted una familia numerosa?

Por supuesto que mi manada era numerosa. La más jodidamente numerosa del continente.

-Si. Un montón de… gente.

-Perfecto. Mañana puede venir a la siguiente dirección.

Tomé rápidamente un papel y escribí la dirección antes de que la humana me colgara el teléfono. Busqué la dirección en internet y sonreí al ver que solo estaba a veinte minutos de distancia.

-Parece que mañana tengo una cita. – Dije con una sonrisa.

-Felicidades. – Dijo mi beta dándome otra botella. – Para mañana a esta hora ya habrás hecho a tu primer heredero, te lo aseguro. ¿Otra ronda?

Por supuesto que si.

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