Epílogo.

Un oso. (Día de la unión del Alfa)

Stella había llegado unos minutos antes al lugar y me puso a custodiar el pastel para que, y cito, "dure más de cinco minutos en las golosas manos de tu manada".

Era un honor y un privilegio ya que sabía que Stella pagaba los favores con cualquier delicia horneada que pidiéramos.

Había sido así desde que la conocí y decidí seguirla para protegerla de cualquier peligro. Esas manos nunca deberían de ser lastimadas por nada del mundo; era una lástima que fuera humana, así que ponía extra cuidado en mi trabajo.

Mi Alfa estaba bien con ello, por lo que todo estaba bien aunque viviera actualmente en la manada de los lobos.

Creo, sin temor a equivocarme, que nunca habíamos tenido tanta apertura con otras manadas como ahora. Estaba seguro de que todo era una increíble cadena que comenzaba con la humana pastelera.

¿Quién hubiera pensado hace cincuenta años de que lobos, osos y were gatos entrarían y saldrían de otros territorios a voluntad?

Incluso
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