Capítulo 4.

Desperté de golpe con un grito atorado en la garganta.

Miré a todos lados y me di cuenta de que me encontraba sentada en la vieja mecedora delante de mi casa. ¿Había soñado todo esto? ¿En qué momento me quedé dormida?

Me tranquilicé sabiendo que nada del ataque de los animales del zoológico habían pasado realmente. No estaría respirando si todo eso hubiera sido real. Una lástima, señor delicioso imaginario besaba de maravilla.

Miré la hora en mi celular y me di cuenta de que ya eran pasadas las dos de la tarde. Fruncí el ceño y miré hacia la calle desierta.

-Joder, ahí van cincuenta dólares. - Murmuré levantándome.

¿Qué le diría a la abuela?

Abrí la puerta de la casa y me metí con un suspiro derrotado; el aire olía a comida recien hecha y me encogí un poco por dentro.

Mi abuela se encontraba sentada en la mesa de la cocina mirando el periódico y me miró con una sonrisa cuando entré.

-¿Ya ha llegado?

-Uh... la verdad es que...

Miró mis ojos con una mirada esperanzada y no tuve el corazón de decirle la verdad.

-La verdad es que me envió un mensaje para decirme que no podría venir. - Dije girándome para no ver la desilusión que le causaría. - Será para la próxima vez.

-Ya veo. - Dijo y después hubo un breve silencio en la habitación. - De acuerdo, ¿Por qué no llamas a Megan y la invitas a comer? No podemos desperdiciar todo esto. - Dijo con voz tranquila.

-Claro.

Salí de ahí rápidamente y fui hacia mi habitación. Me senté en mi cama y sentí un leve dolor en las rodillas. Miré hacia la zona y me sorprendí al encontrar un poco de tierra y algo que parecía ser un moretón comenzar a formarse.

Me encogí de hombros. Quizá ayer por la noche me hice algo en las rodillas; ciertamente, yo tenía fama de dormir en posiciones extrañas y despertar sobre el suelo o en mi cama pero con moretones en lugares extraños.

Sin darle mayor importancia, saqué mi celular y le llamé a Megan.

-Hey Stella, ¿Qué tal tu cita? ¿Pediste uno guapo? - Preguntó de buen humor.

Bueno, alguien ya había tomado su taza de café matutina.

-No sé si lo pedí guapo o no. - Susurré mirando hacia la puerta. - El tipo nunca llegó.

-¿Pagaste por adelantado?

-¿Podía pagar después de mi cita? - Pregunté confundida.

Ella comenzó a reír del otro lado de la línea y comencé a sentirme un poco tonta. ¿Cómo m****a iba yo a saber eso? No es como si rentara hombres todos los días, por el amor de dios.

-Basta ya. - Dije queriendo que me tragara la tierra. - Para de reír. ¿Estás ocupada?

-No en este momento. ¿Por qué?

-Porque mi abuela hizo un montón de comida para mi novio falso.

-Ya estoy en camino. - Dijo colgando después de otra carcajada.

Ella no vivía lejos, así que estaría en los próximos quince minutos aquí. Arrojé mi teléfono al otro lado de la cama y me recosté por unos momentos sobre la cama; me tapé con un brazo los ojos y traté de recordar mi agradable sueño.

Casi podía sentir mis labios hormiguear ante el recuerdo de ese beso. Bueno, besos.

Bajé de mi habitación en cuanto escuché el timbre de la puerta.

-Hey. - Dije abriendo la puerta y fui recibida por un ramo de rosas en mi cara. Yo le arqueé una ceja a Megan que me miraba con una sonrisa enorme.

-Mira lo que me he encontrado en tu puerta. Incluso habia una nota.

Mi abuela vino corriendo desde la cocina y me arrebató el pedazo de papel antes de que tuviera la oportunidad de leerlo.

-Lamento no poder quedarme a comer, ¿Podría verte en otra ocasión? - Dijo al abuela con una sonrisa. - Bueno, al menos tiene modales.

Le arrebató a Megan las flores y se fue feliz a la cocina.

-Las pondré en agua. Pasa Megan, se enfriará. - Dijo a su espalda.

-Si abuela. - Dijo mi amiga cerrando la puerta.

-Me has salvado. Te pagaré en cuanto llegue mi cheque. - Le murmuré. - Dime que no fueron muy caras.

Me miró como si me hubiera salido una tercer cabeza.

-¿De qué hablas? En serio encontré las flores afuera. Iba a preguntarte si tu novio por cobrar te mandó un mensaje o algo de que no iba a llegar

Yo parpadeé. Quizá si lo hizo.

-No lo sé, no he revisado mi celular. - Dije despacio. - Como sea, entonces no desperdicié cincuenta dólares.

-Ese es el espíritu. - Dijo dándome un golpe suave en el hombro. - Vamos antes de que tu abuela venga por nosotras de las orejas.

Lastimosamente mi abuela quiso hablar sobre mi supuesto novio durante toda la comida.

-¿Ya has visto al novio de mi Stella? - Preguntó la abuela a Megan.

-Si. Es un guapo granjero. - Dijo improvisando. - Es amable, atento y tiene una gran polla en sus pantalones. - DIjo enumerando sus "cualidades".

Para este punto yo intentaba expulsar de mi garganta ese trozo de pollo que acaba de masticar.

-Bien, eso es importante en un hombre. - Dijo la abuela con aprobación.

¿Por qué ambas me ignoraban mientras yo agonizaba en el suelo?

-Es lo que siempre le digo a nuestra Stella, en lo primero que debe fijarse no es en el color de sus ojos, sino en el tamaño de su...

-¡Megan! - Dije escandalizada por fin expulsando el pollo y tomando una bocanada de aire mientras ella reía.

-Oh, ¡Vamos! No estamos en secundaria, podemos hablar honestamente sobre lo que buscas en un hombre.

-Yo jamás dije eso. - Dije mirando a la abuela.

-Pues deberías, cariño. - Dijo la abuela con un gesto desdeñoso de su mano. - Tu abuelo tenía una muy grande po...

-¡No es necesario que hablemos de esto en la mesa! - Dije evitando un trauma de por vida. - ¿Por qué no mejor hablamos de cuántos anuncios has puesto en el periódico?

-Pagué para que lo anunciaran por un mes... oh, si. - Dijo entendiendo lo que quería decir. - Llamaré mañana temprano para que lo quiten. ¿Crees que tu novio se molestará? - Preguntó preocupada.

-No, abuela. - Dije tranquilizándola. - Ni siquiera creo que lea nuestro periódico local, pero me siento incómoda al recibir tanta atención de hombres solteros cuando yo... uh... no estoy disponible.

-Entiendo.

Megan miraba divertida todo esto. Yo le hice un gesto obsceno por debajo de la mesa que la hizo reír.

La comida transcurrió sin contratiempos y sin volver a hablar de partes masculinas de ficticios o reales parejas de las presentes.

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