Capitulo XXV

La puerta de su oficina está ligeramente abierta, el corazón me late fuerte, todo podría salir mal. Si me equivoco con él, estamos perdidos.

—Señorita Muñiz —saluda el hombre poniéndose de pie.

Viste un traje de tres piezas en azul oscuro, su cabello gris prolijamente peinado, tiene un rostro solemne. Se nota que es un hombre mayor, pero todo en él llama al respeto.

—Señor fiscal, gracias por recibirme, Valeria Muñiz —saludo apretando la mano que me ofrece.

—Ferreyra o Damián. Menos sílabas —bromea con una sonrisa—Débora, mi secretaria dice que tiene información sensible sobre un caso.

—De hecho, es un caso completo —advierto cerrando la puerta detrás de mí, le ofrezco la carpeta que contiene toda la investigación.

—La escucho —incita con la información

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