Capitulo XXXIII

—Estuve tan preocupada, no te imaginas. —advierto mientras nos alejamos del almacén.

—No pasó nada. Nadie se fijó especialmente en mí. —me cuenta mientras revisa su teléfono.

—Menos mal, en un momento se acercó un guardia, tuve que inventar algo, se lo creyó por suerte.

—¿Estás segura?

—Fui muy convincente, eres un pésimo esposo —digo entre risas —¿qué encontraste?

—Unos documentos que parecen estar encriptados, habrá que estudiarlos con cuidado. También saqué unas fotos. No te van a gustar. —asegura con un gesto de disgusto.

—¿De qué se trata?

—Uno de los conteiner estaba vacío, pero el segundo…

—Por favor Falcón, puedo soportarlo ¿qué?

—Había cuatro jovencitas en él

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