Sin podérselo creer David abandonó el juzgado esa mañana en compañía de Ester. Salieron del juzgado y fueron directamente a la mansión de David, en su mente solo se imaginaba poder tomar un largo baño, comer todo lo rico que existiera, dormir en su gigantesca cama y saciar la sed de su cuerpo, solo eso pensaba, su cabeza era un torbellino de ideas confusas, y como no, fueron muy largos los días que estuvo en ese lugar, siendo tratado como un mafioso pobre, sin comida buena, sin mujeres y sin privilegios.
—¿Estás feliz? —preguntó Ester, al verlo mirar por la ventana del auto con una sonrisa. —Mucho, siete meses sin ver todo esto, sin escuchar tanto ruido, se siente bien y todo gracias a ti y mi sacrificio. —Hablo burlón. —Ja, ja, ja, relájate, solo tendrás unos días de libertad y trabajo legal. —Sentenció Ester. —Eres cruel, salgo en libertad por ser un hombre legal y ahora me quieres meter en eso. —Le dijo David, justo llegando a su hogar, bajó del auto donde fue recibido por alguien, para nada agradable. —Amor, sabía que saldrías, no sabes lo mal que la pasé. —La voz de la "Novia" de David, se escuchó, Ester levantó una ceja, sí que no tenía vergüenza esa mujer. —¿Qué haces aquí, María? —Reclamo David—, ¿acaso no tenía vergüenza? —Cariño, creo que esta es tu única oportunidad de saciar tu abstinencia. —Sugirió Ester hablándole en el oído, sacó unos preservativos de su maletín y se los dio. —Vengo por la mañana, cuídate. —Ester besó su mejilla y salió. David no le prestó atención a María, subió a su habitación, se dio un relajante baño de casi una hora, bajo y comió todo lo que le provocaba, solo cosas ligeras o podría terminar en un hospital, al subir nuevamente, ahí seguía María, David la escaneo y se acercó a ella para susurrarle algo al oído que puso a temblar a la chica. —Espero no te quejes, por qué seré un demonio sin escrúpulos. —Sentenció David, Dando inicio a darle la vuelta y empezar a quitar su ropa, sus manos hicieron el trabajo que pudo haber hecho su boca, pero no le daría ese privilegio, ya no lo merecía, su engaño y traición, sólo merecían eso, tomarla para saciar esas ganas de liberarse por varias veces, hasta quedar sin deseos de más o ella no le daba eso que él quería. Sin una prenda en su cuerpo, se levantó, acercándose a su caja fuerte, donde estaba todo su dinero y un arma, tomó dos pacas y se la tiró a María. —Vete ya, y no vuelvas a buscarme, o mi esposa te sacará los ojos. —Amenazó David. —¿Tu esposa? Pero yo soy tu novia, desde cuando tienes esposa, si estabas en la cárcel. —Cuestionó indignada. —No me vengas con estupideces, sé bien que eres amante de mi "Amigo". —Hizo una seña de comillas con sus dedos. —Ya vete, no te quiero ver más, no busques que mi esposa te mate. —Le advirtió David muy serio, María se vistió, soltando palabras de insultos muy feas, que a David no le hacían nada. La noche fue la mejor para David, había dormido más de 10 horas, estaba relajado y con mucha energía para trabajar, por lo que a la mañana siguiente estaba totalmente decidido a ver cómo estaban sus negocios. Al pasar por cada pasillo, era recibido por sus empleados que estaban felices. Ester ya lo esperaba en su oficina, de la cual había sacado a la fuerza a su amigo. Unos segundos y entró David, se quedó con la mano en la manilla de la puerta, escaneo a la mujer frente a él, con las piernas cruzadas, se apreciaba ver ese muslo tan tonificado, Ester sonrió y se levantó, dando una vuelta para que David la viera mejor. —Sí, soy muy narcisista, me gusta llamar la atención, ver en los demás, como gritan con su mirada que soy bella. —Habló Ester sacando una sonrisa en David, cerró la puerta y la saludo con un beso en la mejilla, un gesto que no fue coqueto, y morboso, solo de amabilidad. —Eso me intimida, hace que me vea como un cachorro, como un siervo siendo atacado. —Se quejó David con drama. —Solo bromeé, sé bien que tú no eres ese tipo de hombre morboso, aunque sí te gusta apreciar la bella figura de una mujer. —Afirmó Ester, haciendo sonreír a David. —Gracias, ya me estoy acostumbrando a tus halagos. —Se sinceró él. —Que bien, ahora dejando a un lado los halagos, puedes llamar a tu nueva asistente, ella te dará un breve resumen de todo lo sucedido y lo recuperado. —David puso una expresión de confusión. —Cambie de personal, Tu amigo hizo de las suyas, pero logré quitarle bastante. —Habló con orgullo—. Nos vemos luego, cariño. —Le lanzó un beso al aire y salió dejando a David negando con su cabeza. David revisó todo junto a su nueva asistente y vaya que si le quería robar su patrimonio, pasó el día entero poniéndose al día, saltándose el almuerzo. Mientras que en la mansión, Ester preparaba su nueva habitación y los papeles de su matrimonio con David Caruso, esa mujer, cada vez más, llenaba de sorpresas a ese caballero. Aunque le prometió una semana, eso no significaba que no estaría cerca de él, viendo cada detalle para su plan. David llegaba sumamente agotado, con su maletín en mano y la otra en su corbata, tratando de aflojar un poco el nudo, adelantando el trabajo, su sorpresa fue grande o aunque no tanto, de ella se podía esperar cualquier cosa. —Llegas muy cansado, ve, toma un baño y te espero aquí. —Le dijo Ester en tono comprensivo. —Claro, ya regreso. —respondió él, dirigiéndose a la habitación para darse un merecido baño y salir a comer junto a su compañera. Ester tomaba una copa de vino y David se estaba terminando de poner su suéter, Ester sintió su presencia y se dio la vuelta, lo escaneo en segundos y sonrió. —¿Cenamos? —David sonrió y le hizo una seña con sus manos de que siguiera ella primero; le ayudó con la silla y tomó asiento él. —Veo que te tomas muy en serio tus planes. —Le dijo David, antes de meter un bocado a su boca, Ester terminó de tragar lo que tenía en su boca y sonrió. —Sí, puede ser que te hostigue hasta obtener lo que quiero, la paciencia y la espera, no es lo mío. —Aseguró ella. —Bien, te entiendo, pero hay algo que quiero saber —replicó él. —Pregunta, veré si puedo responder. —Declaró ella. —¿Me contarás cómo llegaste a mí? —preguntó curioso. —Mataron a mis padres y a mi novio. —Decidió hablar después de un par de minutos en silencio. —Lo siento mucho. —Habló David muy sincero. —¿Sabes quién es Junior Leal? —preguntó Ester. —Claro, el abogado que nunca respondió a mi petición, era el único que podía ayudarme y no le dio la gana. —Respondió David en tono rencoroso. —Está muerto. —Soltó Éster, viéndolo a los ojos con la mirada llena de molestia. —¿¡Que!? —Susurró David muy sorprendido. Estar metido en ese lugar no le permitió ver las noticias y saber la muerte de ese prestigioso abogado.Recuerdo —¡No, junior amor, no, no me dejes! —suplicaba Ester. —Da.vid... Caru.so —Gemía entre sus dientes, éster no escuchaba cegada por el dolor. —Da.vid.. ca.ruso —Volvió a repetir Junior antes de morir. Fin del recuerdo —Quedé inmóvil, loca, traumada, Cuatro horas donde no sabía de mí; cuando salí de ese trance, corrí desesperadamente, unos brazos me detuvieron, era la hermana de Junior, me abrazó hasta ver que estaba bien. —Ester se detuvo, tomando un sorbo de vino. —Puedes parar si no te sientes bien, hablando eso. —Expresó David, con sus ojos aguados sintiendo su dolor. —No, debo hacerlo, necesito sacar este dolor que me carcome el alma —Aseguro ella para continuar hablando—. Hicimos el funeral juntos, la madre y hermana de Junior no tuvieron problemas, Dos días después, leyeron el testamento de Junior y para mi sorpresa, me dejó el 20% de sus bienes y el bufete que tenía aquí, era algo sorpresivo para mí, teníamos más de cinco años de relación, pero no estábamos casados;
La vida de Junior era algo aburrida y llena de trabajo, estaba rodeado de la compañía, de su computador, sus casos importantes y nada de compañía sentimental, rechazaba muy seguido a todos los aprendices que deseaban trabajar con él y aprender. Lo que Leal no sabía, era la capacidad de Ester Gavidia, calculadora, paciente y firme en sus objetivos. No se sacaba de su cabeza a ese hombre de 40 años, cuando ella solo tenía 22, busco las maneras de acercarse y no pudo, hasta que decidió pensar en grande; El hombre solía asistir como testigo a casos importantes dirigidos por recién graduados, Ester eligió defender a un matón, acusado de asesinar a su madre, justo una semana después de haber salido de la cárcel por otro asesinato. Para su suerte, la chica conocía a esa familia y ese hombre amaba a su madre por sobre todas las cosas, era imposible que la matara; Pasó días en vela, buscando las pruebas necesarias para comprobar su inocencia. Todos veían imposibles ganar ese caso, hasta el
Ester pasó la noche en llanto, recordando ese duro golpe que aún dolía como nunca; no tenía con quién celebrar sus próximas batallas ganadas, no entendía por qué la vida le arrebataba todo en un instante, cuando se suponía, ya tenía un futuro planeado. Todo lo que ella estaba sufriendo, hizo que David removiera sentimientos dolorosos en su alma, no era solo el no querer seguir la vida de su padre por cobardía, lo de él, era ese miedo a perder todo y llenarse de ira como lo hizo su padre, metiéndose en ese mundo donde no pudo salir más. Años atrás —¡Vicente! —Gritó una mujer desesperada a su esposo. —¿Qué pasa Clara, por qué gritas así? —Reclamo el hombre. —Mi niña, mi niña la secuestraron, quieren a tu padre —habló la mujer con lágrimas en los ojos y temblando. —¡Eso no puede ser! —el hombre exclamó desesperado, buscando su teléfono para llamar a su padre, pero sus llamadas se iban a buzón, David era menor que su hermana, ella cumplió sus 17 y él solo tenía 15, los días pasaban
Dos días después Un nuevo amanecer para dos personas que seguían en un dilema, no era fácil decidir arriesgar sus vidas en busca de su venganza. Ambos salieron de sus camas, dirigiéndose a sus respectivos baños, mientras el agua goteaba por el cuerpo de David y su mente navegaba en cada desventaja que tenía en ese mundo de Mafia. Ester disfrutaba del agua, mojando su cuerpo en su cómoda Tina, sus ojos cerrados buscando una respuesta a todas sus preguntas, una solución a todos sus miedos. Eran dos días, donde ninguno sabía aún qué decisión tomar. Salieron y de una se arreglaron, bajaron al comedor y cada uno tomó su desayuno para luego dirigirse a sus respectivos lugares de trabajo. Ester debía pensar que hacer, o seguía su vida como una abogada normal, o se vengaba usando lo que mejor sabía hacer más la información que le había dejado su amado. Ese hombre que seguía en su Corazón en su mente y le daba ese impulso a seguir con su venganza. —Veamos qué me dejaste aquí, cariñ
Después de un rato largo, abrazados, demostrando lo mucho que se extrañaban, David, se separó al recordar a su madre.—¿Dónde está mamá?— Pregunto de inmediato David, muy asustado, pensando lo peor.—Está bien, en un lugar seguro— respondió el hombre viendo a Ester.—Ester Gavidia, no sé cómo pagarte lo que hiciste por mi hijo.— Ester se sorprendió y David más, el hombre, la abrazo.—¿De dónde la conoces, papá?— Interrogó David.—Quien no conoce a esta señorita, sus casos resueltos han llegado a Rusia y Estados Unidos.— Eso hizo sentir a Ester muy contenta.—Lo sé, padre, mi prometida es un encanto de mujer.— Hablo David con mucho orgullo.—¿Tu prometida?— Pregunto Vicente sorprendido.—No es así, como lo dice, señor Caruso.— Ester le explicó al hombre todo lo que había pasado y lo que su novio le había dejado en ese computador, era increíble como junior sabía tanto; cuando vio la foto, decidió explicarles todo.—Les contaré la historia detrás de todo ese dolor— hablo soltando un susp
Dos meses después. El tiempo pasaba rápido y muchos cambios empezaban a suceder, no solo en lo planteado en sus primeros encuentros; también se podía sentir como el corazón empezaba a sanar heridas, pero la mente se empeñaba en mantener esos recuerdos presentes en cada momento, la lealtad del corazón de Ester, era fuerte, no dándose cuenta de que eso la lastimaba cada día que pasaba. El no querer olvidar a ese gran hombre que tuvo en su vida, el recuerdo de sus padres en cada momento que celebraban ellos juntos. Las heridas las lastimaba ella con cada pensamiento que tenía, cada sueño que llegaba a su mente. La alarma de su celular sonó, sacándola de ese sufrimiento interno, lo tomo para apagarla y se levantó, frotando sus ojos y deseando seguir durmiendo, aun así, el saber que no podría hacerlo, decidió arreglarse y salir, recordando que tenía un invitado, al llegar a la sala, vio una nota de Vicente, el hombre se había ido ya. Decidió preparar un desayuno y su café, bajo y decid
Al día siguiente, ambos se cargaban una resaca, no fue mucho el tiempo que la pasaron de tragos, fue más de tanto pensar hasta casi amanecer, muchas cosas pasaban por sus cabezas. Un beso que apenas despertaba el deseo y la atracción entre ambos. Recuerdos del pasado que eran muy difíciles para Ester. Dejar todo a un lado y ser feliz, no era tan fácil. Para Ester era dejar la muerte de sus padres y de Junior, al olvido. No era eso lo que ella quería, deseaba tanto esa venganza y poder sentir paz en su alma. Tal vez el amor en esos momentos empezaba a tener una entrada en su corazón. Para David, también era difícil olvidar la venganza, cuando la vida de sus padres estaba en juego. La Mafia Carusso era una joya preciosa para Heriberto y no descansaría hasta obtenerla. Ya todo estaba preparado para la noticia más sorprendente; aunque dar una entrevista no era necesaria, cuando unas fotos hablaban más que mil palabras; Ester observaba las fotos y no podía creer lo enamorados que se
Una semana después Las piezas empezaban a moverse, eventos y más eventos, besos y caricias en cualquier lugar; Satisfactorio y cruel a la vez para David, quien terminaba con una erección en cada ocasión especial, deseaba más del cuerpo de Ester, que de la venganza que planearon, sin duda alguna. Sus sentimientos crecían un escalón cada día que pasaba y sin él saberlo o imaginarlo, el sentimiento era mutuo. Porque aunque Ester quisiera evitar lo que sentía, su corazón y su cuerpo no podían ocultarlo. Más que cada acción de David la llenaban de una manera inexplicable, devolviéndole esa ganas de sentir lo que en un momento pensó que moriría para ella. Sentirlo cerca la llenaba de seguridad y una compañía agradable. Sentados ambos en el largo y cómodo sofá de la mansión, detalla cada pequeña parte del cuerpo de Ester, su cabello, sus ojos que tenían tanto poder en él, esos labios carnosos que lo tenían loco, su cuello, sus pechos, su piel bronceada. Le gustaba verla tan concentrada