La alarma y el bullicio en la prisión despertó a David. Muy cansado y con un sueño terrible, caminaba junto a sus compañeros para darse ese pequeño e incómodo baño, veía su cuerpo y extrañaba estar metido en sus máquinas de ejercicios, y ¡Cómo no!, dentro de una mujer, una lástima que para él, los gemidos de su novia que escuchó por mucho tiempo, para él en ese momento no eran real, ya no creía que fueran de placer y de amor.
Después de bañarse y tomar lo que se suponía era su desayuno, se puso a meditar, sopesaba las ventajas que tenía en casarse con esa bella mujer, no solo salir de ahí, también buscar a sus padres y anunciarles que renunciaría a ese apellido que lo llevaba al peligro siempre. En un momento confuso pensó que tal vez terminaba enamorado y con una familia feliz, y de manera repentina decidió por fin usar el teléfono. De mala gana, el oficial lo llevó al lugar donde estaba el aparato, no podían negarse, ya que era la primera vez, en todo ese tiempo, que usaba ese beneficio. Todos deseaban verlo ahí sin ver el sol. No pasó mucho tiempo cuando Ester vio entrar la llamada, y muy segura de quién se trataba contesto: —¿Aceptas el trato? —Tomó la llamada con una pregunta directa, sacándole una sonrisa a David. sonrió apartando un poco el teléfono para tomar aire. —¿¡Estoy bien, gracias señorita Gavidia, dormí como un bebé!? ¿y usted? —Le respondió sarcástico. Ester sonrió, cosa que no hacía muy a menudo, pero las bromas de David, lograban que lo hiciera. empezaba a molestarle que siempre decía algo que la sacaba de su objetivo. —Me alegra saber que durmió bien, aunque no fue mi caso, ya que pasé la noche en vela, con usted en mi cabeza. —Le comentó en tono burlón y se podía decir que coqueto. aumentando el flujo de sangre en David—. Es difícil su caso, aún así, estoy segura de que saldrá de ahí. —Aseguró Ester. David estaba nervioso, su corazón latía fuerte, alejó el teléfono un poco para respirar profundo y seguir hablando, ya que las palabras de Ester, lo hacían sentir extraño, no por sentir algo, sino porque sus palabras lo intimidaban. —Está muy segura que aceptaré su trato. —Le habló sarcástico, obteniendo un silencio de parte de Ester. David sonrió y siguió hablando—. Acepto su trato. —Afirmó, sacando una sonrisa de triunfo en Ester. —Lo sabía, tenemos audiencia la semana que viene, hablaremos en unos días para que sepa lo que tiene que decir. —Habló Ester con rapidez e hizo una breve pausa—. ¡Oh! casi lo olvido, saqué las ratas de nuestra empresa. —David no pudo decir nada, justo en ese instante el oficial le tranco la llamada, había pasado más de un minuto. Caminó al patio, sin dejar de pensar en lo último que le dijo Ester y en lo fascinante que sería salir de ese lugar; no estaba seguro de que la abogada logrará sacarlo, pero no perdía las esperanzas, recordó sus palabras: «¡Nuestra empresa!», estaba sorprendido de su confianza y seguridad. Mientras tanto, en ese mismo momento Ester sonreía. Ya tenía la aprobación completa de David, ahora solo le quedaba dar todo de sí para obtener la libertad de ese hombre. —David Caruso, eres un reto que cumpliré y pienso aprovechar. —Susurró Ester para ella misma. —¿Hablando sola? —Interrumpió su colega. —Pensando en como probar que mi cliente es inocente. —Declaró algo cansada. —Ese caso es peligroso y muy difícil. —Afirmó su colega y asistente algo preocupado. —Lo sé. —Confirmó ella, haciendo suspirar a su colega. —Ya que no te haré cambiar de opinión. —El hombre se acercó para hablarle bajito. —Escuché que el juez está involucrado en ese caso, no sé de qué manera, pero lo quieren ahí metido. La mirada de Ester era de sorpresa y curiosidad, si eso era así, sería difícil sacarlo de ahí, aunque para ella, nada era imposible y eso algo muy bueno aprendió de su novio. —Gracias Carlos, puedes irte, no hables de esto con nadie. —Le señaló ella, Carlos asintió y se marchó, dejando a la mujer sola. Ester fue por un café antes de meterse a su computador y hackear información del juez Olivares, quien estaba a cargo de ese caso tan importante, nuevamente se veían las caras. —Esto será muy entretenido. —se dijo Ester. Se puso manos a la obra, con un recuerdo en su mente. —Agradezco todo lo que me enseñaste, amor. —Susurró con mucho sentimiento. Recuerdo. —Cariño, ¿Por qué tengo que estar contigo aquí? —Se quejó Ester. —Te puede servir de algo, aprender esto mi amor. —Junior la sentó en su regazo y le enseñó como hackear cualquier información que quisiera, de quién lo quisiera, explicándole que no era algo que se usará para dañar, si no, para usarlo a favor en una ocasión sumamente importante. Fin del recuerdo. Las horas pasaban, convirtiéndose en tres días, donde David perdía las esperanzas de salir, Ester Gavidia no aparecía por ningún lado y eso empezaba a preocuparme. Mientras ella, solo buscaba con qué chantajear a Olivares, que la ayudaran a sacarlo de ahí, ordenando sus cuentas de redes sociales, encuentros con diferentes socios que indican ser un hombre de negocios legales; Satisfactoriamente, David Caruso, sin duda era un hombre muy trabajador e inocente para ella, no había prueba que lo incriminen y aun así, sus abogados no hicieron nada. Después de tres días duros, Ester decidió descansar lo suficiente para enfrentarse en el juzgado, donde tendría que jugar sus cartas muy bien, si quería lograr sacar a su futuro socio y también esposo. No solo se jugaba su reputación, también muchas cosas que le ayudarían a avanzar en la tan anhelada venganza. En sus manos profundo sueño, llegaban recuerdos hermosos en la cual dio inicio su hermoso romance, uno que puso disfrutar y duro lo que tenía que durar. Aunque no fue lo suficiente para ella. Sueño. —Soy algo mayor para ti, tienes miles de oportunidades, solo debe ser un enamoramiento. —Afirmó el hombre mayor. —No me importa, me gustas tú, todo de ti, incluyendo tu edad. —Declaró la chica sin titubear. —¿No te has preguntado por qué, un hombre de mi edad aún no tiene familia? —La puso a dudar o eso buscaba él. —A muchas mujeres no les gusta hombre aburrido, metidos en una oficina, en un computador, con barbas descuidadas. —Mencionó sin pensarlo. —Pero, a mí sí, me gusta verte trabajar, me imagino hacerte travesuras para llamar tu atención, quitarte el estrés y dejarte trabajar luego. —Hablo de manera firme y coqueta a la vez, acercándose para besar sus labios. —Ester... —No quiero que me pidas matrimonio, solo no te niegues a algo que queremos los dos. —Otro beso hizo que ya la poca fuerza de voluntad de junior, se fuera al carajo, besándola para poseerla justo ahí, en su oficina, Ester había logrado lo que quería, entregarse a su jefe. Imágenes de ellos presentándose frente a sus padres, riendo y hablando de un futuro, pasaban frente a Ester, era tan real. Fin del sueño. —¡Junior! —Susurró con un nudo en la garganta, dando paso a un llanto, su cuerpo sudaba y su corazón dolía, había perdido el amor de su vida, no le importaba si le llevaba 12 años, solo quería formar una familia con él, darle seguridad, amor, sabía lo difícil que era manejar un bufete y ella siempre estuvo ahí, como empleada, amiga y amante, pero de algo si estaba segura; Condenaría a quien asesinó a sus padres y su novio, no estaba segura de sanar ese dolor, tampoco si podía obtener su venganza, pero lo intentaría sin importar morir en el intento. Su llanto seguía mientras abrazaba sus piernas, era ahí, donde se sentía vulnerable, un momento donde necesitaba el apoyo y consuelo de alguien. Un momento muy difícil, un dolor muy fuerte y que únicamente alguien valiente como ella, lo sabia llevar. Aún siendo tan difícil ver a quienes acabaron con todo en un segundo, sin sentimiento alguno o un motivo grande.—¡Ja, Sabía que no podrías! Tendré que olvidar esa posibilidad de salir de aquí Se dijo David, a sí mismo, ya habían pasado cuatro días y la bella mujer que robó sus pensamientos, no aparecía, desesperanzado pensaba que su destino estaba en ese infierno; respiro profundo y antes de soltar el aire, se escuchó el sonido de la celda abrirse. Su mirada se poso en el hombre serio y demacrado, mentía si no le dio una alegría verlo y sus palabras terminaron de hacer latir su corazón fuerte. —Tiene visita, vamos rápido. —Anunció el oficial, David sonrió, no podía ser nadie más que su bella castaña ojos azules, con las cadenas puestas caminó hacía la sala de visitas. Justo antes de llegar, pudo verla enfundada en un vestido pegado a su cuerpo de color azul, combinación perfecta con sus ojos, cabello recogido en una cola de caballo, en sus pies, se apreciaban unos hermosos tacones de color negro. —¡Dios! —Susurró asombrado con tanta belleza. Caminó lento hasta llegar frente a ella y se sent
Sin podérselo creer David abandonó el juzgado esa mañana en compañía de Ester. Salieron del juzgado y fueron directamente a la mansión de David, en su mente solo se imaginaba poder tomar un largo baño, comer todo lo rico que existiera, dormir en su gigantesca cama y saciar la sed de su cuerpo, solo eso pensaba, su cabeza era un torbellino de ideas confusas, y como no, fueron muy largos los días que estuvo en ese lugar, siendo tratado como un mafioso pobre, sin comida buena, sin mujeres y sin privilegios. —¿Estás feliz? —preguntó Ester, al verlo mirar por la ventana del auto con una sonrisa. —Mucho, siete meses sin ver todo esto, sin escuchar tanto ruido, se siente bien y todo gracias a ti y mi sacrificio. —Hablo burlón. —Ja, ja, ja, relájate, solo tendrás unos días de libertad y trabajo legal. —Sentenció Ester. —Eres cruel, salgo en libertad por ser un hombre legal y ahora me quieres meter en eso. —Le dijo David, justo llegando a su hogar, bajó del auto donde fue recibido por a
Recuerdo —¡No, junior amor, no, no me dejes! —suplicaba Ester. —Da.vid... Caru.so —Gemía entre sus dientes, éster no escuchaba cegada por el dolor. —Da.vid.. ca.ruso —Volvió a repetir Junior antes de morir. Fin del recuerdo —Quedé inmóvil, loca, traumada, Cuatro horas donde no sabía de mí; cuando salí de ese trance, corrí desesperadamente, unos brazos me detuvieron, era la hermana de Junior, me abrazó hasta ver que estaba bien. —Ester se detuvo, tomando un sorbo de vino. —Puedes parar si no te sientes bien, hablando eso. —Expresó David, con sus ojos aguados sintiendo su dolor. —No, debo hacerlo, necesito sacar este dolor que me carcome el alma —Aseguro ella para continuar hablando—. Hicimos el funeral juntos, la madre y hermana de Junior no tuvieron problemas, Dos días después, leyeron el testamento de Junior y para mi sorpresa, me dejó el 20% de sus bienes y el bufete que tenía aquí, era algo sorpresivo para mí, teníamos más de cinco años de relación, pero no estábamos casados;
La vida de Junior era algo aburrida y llena de trabajo, estaba rodeado de la compañía, de su computador, sus casos importantes y nada de compañía sentimental, rechazaba muy seguido a todos los aprendices que deseaban trabajar con él y aprender. Lo que Leal no sabía, era la capacidad de Ester Gavidia, calculadora, paciente y firme en sus objetivos. No se sacaba de su cabeza a ese hombre de 40 años, cuando ella solo tenía 22, busco las maneras de acercarse y no pudo, hasta que decidió pensar en grande; El hombre solía asistir como testigo a casos importantes dirigidos por recién graduados, Ester eligió defender a un matón, acusado de asesinar a su madre, justo una semana después de haber salido de la cárcel por otro asesinato. Para su suerte, la chica conocía a esa familia y ese hombre amaba a su madre por sobre todas las cosas, era imposible que la matara; Pasó días en vela, buscando las pruebas necesarias para comprobar su inocencia. Todos veían imposibles ganar ese caso, hasta el
Ester pasó la noche en llanto, recordando ese duro golpe que aún dolía como nunca; no tenía con quién celebrar sus próximas batallas ganadas, no entendía por qué la vida le arrebataba todo en un instante, cuando se suponía, ya tenía un futuro planeado. Todo lo que ella estaba sufriendo, hizo que David removiera sentimientos dolorosos en su alma, no era solo el no querer seguir la vida de su padre por cobardía, lo de él, era ese miedo a perder todo y llenarse de ira como lo hizo su padre, metiéndose en ese mundo donde no pudo salir más. Años atrás —¡Vicente! —Gritó una mujer desesperada a su esposo. —¿Qué pasa Clara, por qué gritas así? —Reclamo el hombre. —Mi niña, mi niña la secuestraron, quieren a tu padre —habló la mujer con lágrimas en los ojos y temblando. —¡Eso no puede ser! —el hombre exclamó desesperado, buscando su teléfono para llamar a su padre, pero sus llamadas se iban a buzón, David era menor que su hermana, ella cumplió sus 17 y él solo tenía 15, los días pasaban
Dos días después Un nuevo amanecer para dos personas que seguían en un dilema, no era fácil decidir arriesgar sus vidas en busca de su venganza. Ambos salieron de sus camas, dirigiéndose a sus respectivos baños, mientras el agua goteaba por el cuerpo de David y su mente navegaba en cada desventaja que tenía en ese mundo de Mafia. Ester disfrutaba del agua, mojando su cuerpo en su cómoda Tina, sus ojos cerrados buscando una respuesta a todas sus preguntas, una solución a todos sus miedos. Eran dos días, donde ninguno sabía aún qué decisión tomar. Salieron y de una se arreglaron, bajaron al comedor y cada uno tomó su desayuno para luego dirigirse a sus respectivos lugares de trabajo. Ester debía pensar que hacer, o seguía su vida como una abogada normal, o se vengaba usando lo que mejor sabía hacer más la información que le había dejado su amado. Ese hombre que seguía en su Corazón en su mente y le daba ese impulso a seguir con su venganza. —Veamos qué me dejaste aquí, cariñ
Después de un rato largo, abrazados, demostrando lo mucho que se extrañaban, David, se separó al recordar a su madre.—¿Dónde está mamá?— Pregunto de inmediato David, muy asustado, pensando lo peor.—Está bien, en un lugar seguro— respondió el hombre viendo a Ester.—Ester Gavidia, no sé cómo pagarte lo que hiciste por mi hijo.— Ester se sorprendió y David más, el hombre, la abrazo.—¿De dónde la conoces, papá?— Interrogó David.—Quien no conoce a esta señorita, sus casos resueltos han llegado a Rusia y Estados Unidos.— Eso hizo sentir a Ester muy contenta.—Lo sé, padre, mi prometida es un encanto de mujer.— Hablo David con mucho orgullo.—¿Tu prometida?— Pregunto Vicente sorprendido.—No es así, como lo dice, señor Caruso.— Ester le explicó al hombre todo lo que había pasado y lo que su novio le había dejado en ese computador, era increíble como junior sabía tanto; cuando vio la foto, decidió explicarles todo.—Les contaré la historia detrás de todo ese dolor— hablo soltando un susp
Dos meses después. El tiempo pasaba rápido y muchos cambios empezaban a suceder, no solo en lo planteado en sus primeros encuentros; también se podía sentir como el corazón empezaba a sanar heridas, pero la mente se empeñaba en mantener esos recuerdos presentes en cada momento, la lealtad del corazón de Ester, era fuerte, no dándose cuenta de que eso la lastimaba cada día que pasaba. El no querer olvidar a ese gran hombre que tuvo en su vida, el recuerdo de sus padres en cada momento que celebraban ellos juntos. Las heridas las lastimaba ella con cada pensamiento que tenía, cada sueño que llegaba a su mente. La alarma de su celular sonó, sacándola de ese sufrimiento interno, lo tomo para apagarla y se levantó, frotando sus ojos y deseando seguir durmiendo, aun así, el saber que no podría hacerlo, decidió arreglarse y salir, recordando que tenía un invitado, al llegar a la sala, vio una nota de Vicente, el hombre se había ido ya. Decidió preparar un desayuno y su café, bajo y decid