Esto fue todo por hoy, nos leemos mañana
El cuerpo de Alison tembló cuando Zane la soltó del cinturón y le dio la vuelta, dejándola en sus cuatro extremidades sobre la cama. Sus pezones erectos se frotaron contra las sábanas, mientras el abogado tiraba de sus caderas.Zane se inclinó sobre Alison, su respiración pesada se escuchó en su oído mientras acariciaba su espalda desnuda con dedos firmes pero suaves. El cinturón que sostenía en su mano derecha rozó su cuello, y Alison tragó saliva al comprender sus intenciones. Ella respiraba rápido, los latidos de su corazón resonando en sus oídos mientras se acomodaba sobre sus manos y rodillas, entregándose por completo al momento, al poder que él ejercía sobre ella.—¿Quieres que lo haga? —preguntó Zane, con su voz baja y grave, con una intensidad que hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Alison.Ella asintió, su respiración entrecortada, una mezcla de anticipación y deseo. Sentía que todo su cuerpo vibraba con una necesidad que no podía controlar, una conexión sal
Alison despertó lentamente, su cuerpo estaba completamente dolorido por la intensidad de la noche anterior. Cada músculo parecía arder y sus piernas difícilmente podían moverse. Al principio, su mente estaba nublada, confundida entre el cansancio y la sensación de satisfacción que aún permanecía en su piel. Pero algo la trajo de vuelta a la realidad: el sonido del agua corriendo en la ducha.Zane se estaba duchando.Alison parpadeó varias veces mientras se acostumbraba a la luz tenue que entraba por las ventanas. Podía oír el suave murmullo del agua cayendo, y por un momento pensó en volver a cerrar los ojos y disfrutar de la sensación de descanso. Sin embargo, la inquietud se apoderó de ella. Desde que conoció a Zane, había sentido esa tensión constante, no era solo la atracción que tenía él, era también esa sensación de que había algo que él ocultaba, algo que ella quería descubrir. Y ahora, en medio de todo ese placer, el misterio de su identidad, de quién era realmente, se aferraba
Alison salió del pent-house de Zane, sintiendo todavía los rastros de la noche anterior en cada músculo de su cuerpo. Su cuello, tenía la marca del cinturón en todo su alrededor, pero esta no era tan notoria como las que tenía en sus muslos, y su cintura. Tampoco era tan grande como la palma de su mano marcada en sus nalgas. Por fortuna, la tela de su ropa las ocultaba perfectamente.Mientras caminaba junto a él hacia el auto estacionado. Zane, se mostraba serio. Como si no hubiera rastro de lo que hicieron, pero, Alison sabía que no era así. Había visto el brillo en sus ojos, la forma en que la había mirado mientras dormían, y aunque él no lo admitiera abiertamente, algo había cambiado entre ellos.Zane abrió la puerta del auto para ella, una cortesía que no pasó desapercibida. Alison entró, sintiendo el cuero suave del asiento bajo sus dedos, mientras Zane rodeaba el auto y se acomodaba en el asiento del conductor. Antes de encender el motor, la miró de reojo, mostrando un leve deste
Alison se sentó en su escritorio, intentando concentrarse en su trabajo, aunque la presencia de Ophelia rondaba en su mente. Había algo en la forma en que aquella mujer la había mirado, algo frío y calculador que le dejó una sensación de incomodidad. La rubia parecía estar esperando algo, o más bien a alguien, y Alison sabía que ese "alguien" era Zane.El sonido de tacones acercándose la sacó de sus pensamientos, y cuando alzó la vista, allí estaba Ophelia, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. Alison la miró con una mezcla de sorpresa y cautela. No había intercambiado palabras con él y ahora Ophelia se acercaba con una intención clara, aunque envuelta en una sutil capa de cordialidad.—Así que tú eres Alison —dijo Ophelia, con ese tono que parecía amistoso, pero que en el fondo ocultaba algo más.Alison intentó sonreír, aunque su incomodidad era palpable.—Sí, soy yo. Y tú eres... Ophelia, ¿verdad? —respondió, intentando mantener la compostura.Ophelia asintió lentamente, pero
Zane estaba molesto por las palabras de Ophelia, mientras mantenía la mirada fija en la grieta del muro donde el vaso de cristal había estallado hacía apenas unos minutos. El eco del golpe aún resonaba en su cabeza, pero no solo por la violencia del acto. Lo que realmente lo perturbaba era la conversación con Ophelia. Su insinuación de que su interés por Alison se debía a un parecido con aquella mujer de su pasado a quien no le gustaba mencionar lo había dejado inquieto, sacando a la superficie recuerdos que prefería enterrar. Ahora, la oficina estaba en un silencio incómodo.Mientras la respiración de Zane comenzaba a regularse luego de un par de minutos, la puerta se abrió de golpe y Travis entró con su típica expresión despreocupada, aunque sus ojos rápidamente se centraron en los fragmentos de cristal esparcidos por el suelo.—¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó, arqueando una ceja mientras cerraba la puerta tras él.Zane no respondió de inmediato. Su mirada se deslizó del cristal a
Alison entró en la oficina, nerviosa, con una expresión más tensa de lo habitual. Zane la observó desde su asiento, notando inmediatamente cómo su mirada se desvió rápidamente hacia los restos del vaso roto que ya había recogido. Había algo en sus gestos, en su postura, que denotaba incomodidad. Algo más allá del simple hecho de estar frente a él.—Zane, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó, su voz ligeramente titubeante.Él asintió, indicándole que tomara asiento frente a su escritorio. Alison se sentó, pero no parecía estar cómoda, sus manos jugueteaban con los pliegues de su falda, algo que solo hacía cuando estaba realmente nerviosa.—Vi a tu amiga… Ophelia —mencionó, haciendo una pausa, como si no supiera bien cómo abordar el tema.Zane no reaccionó inmediatamente, y Alison percibió su silencio como una confirmación de que el tema no era algo que él quisiera discutir. Sin embargo, el silencio entre ellos se alargó lo suficiente para incomodarla, y sintió la necesidad de rom
Zane salió de la oficina primero, con esa seguridad innata que siempre lo caracterizaba. Alison lo siguió, aun sintiendo el calor de sus labios en los suyos, y una mezcla de emociones que la mantenían en un estado de nerviosismo latente. La había besado de una manera que la dejó sin aliento, y aunque intentaba enfocarse en algo más, no podía sacudirse la sensación de que las cosas habían cambiado entre ellos.Cuando llegaron al pasillo, ella, sin pensarlo demasiado, se dirigió hacia el ascensor que usaban todos los empleados del edificio. Lo había hecho tantas veces antes, que lo hizo por inercia y justo cuando estuvo a punto de presionar el botón de llamada, sintió la mano firme de Zane rodear su cintura y, con un movimiento suave pero seguro, la guio en otra dirección.—¿Qué haces? —preguntó Alison, con la voz baja, sorprendida por el cambio de dirección.Zane no respondió. En lugar de eso, la dirigió hacia el ascensor privado, uno que ella sabía que existía, pero que nunca había usa
El ascensor había quedado en un silencio absoluto, roto solo por el eco de su respiración acelerada. Zane, con una mirada oscura y decidida, levantó a Alison con facilidad, sus manos firmes rodearon su cintura, y si sutileza, pegó la espalda de Alison contra la pared del ascensor. Alison observó el leve temblor de los espejos, mientras sus manos se aferraban a loso hombros de Zane y sus piernas se envolvían en su cintura.El contacto entre ellos era abrumador. Sus labios se encontraron de nuevo con urgencia, mientras las manos de Zane comenzaban a recorrer todo su cuerpo. El beso fue profundo, intenso, como si Zane quisiera devorar cada pensamiento que Alison pudiera tener, cada resistencia que pudiera ofrecer. No había palabras, solo el maldito deseo que sentían ambos por el otro y que cada vez se hacía más grande. El calor entre ellos crecía con cada segundo, y la manera en que Zane la besaba, con hambre y determinación, hacía que cada pensamiento coherente se esfumara de su mente.U