Zane estaba molesto por las palabras de Ophelia, mientras mantenía la mirada fija en la grieta del muro donde el vaso de cristal había estallado hacía apenas unos minutos. El eco del golpe aún resonaba en su cabeza, pero no solo por la violencia del acto. Lo que realmente lo perturbaba era la conversación con Ophelia. Su insinuación de que su interés por Alison se debía a un parecido con aquella mujer de su pasado a quien no le gustaba mencionar lo había dejado inquieto, sacando a la superficie recuerdos que prefería enterrar. Ahora, la oficina estaba en un silencio incómodo.Mientras la respiración de Zane comenzaba a regularse luego de un par de minutos, la puerta se abrió de golpe y Travis entró con su típica expresión despreocupada, aunque sus ojos rápidamente se centraron en los fragmentos de cristal esparcidos por el suelo.—¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó, arqueando una ceja mientras cerraba la puerta tras él.Zane no respondió de inmediato. Su mirada se deslizó del cristal a
Alison entró en la oficina, nerviosa, con una expresión más tensa de lo habitual. Zane la observó desde su asiento, notando inmediatamente cómo su mirada se desvió rápidamente hacia los restos del vaso roto que ya había recogido. Había algo en sus gestos, en su postura, que denotaba incomodidad. Algo más allá del simple hecho de estar frente a él.—Zane, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó, su voz ligeramente titubeante.Él asintió, indicándole que tomara asiento frente a su escritorio. Alison se sentó, pero no parecía estar cómoda, sus manos jugueteaban con los pliegues de su falda, algo que solo hacía cuando estaba realmente nerviosa.—Vi a tu amiga… Ophelia —mencionó, haciendo una pausa, como si no supiera bien cómo abordar el tema.Zane no reaccionó inmediatamente, y Alison percibió su silencio como una confirmación de que el tema no era algo que él quisiera discutir. Sin embargo, el silencio entre ellos se alargó lo suficiente para incomodarla, y sintió la necesidad de rom
Zane salió de la oficina primero, con esa seguridad innata que siempre lo caracterizaba. Alison lo siguió, aun sintiendo el calor de sus labios en los suyos, y una mezcla de emociones que la mantenían en un estado de nerviosismo latente. La había besado de una manera que la dejó sin aliento, y aunque intentaba enfocarse en algo más, no podía sacudirse la sensación de que las cosas habían cambiado entre ellos.Cuando llegaron al pasillo, ella, sin pensarlo demasiado, se dirigió hacia el ascensor que usaban todos los empleados del edificio. Lo había hecho tantas veces antes, que lo hizo por inercia y justo cuando estuvo a punto de presionar el botón de llamada, sintió la mano firme de Zane rodear su cintura y, con un movimiento suave pero seguro, la guio en otra dirección.—¿Qué haces? —preguntó Alison, con la voz baja, sorprendida por el cambio de dirección.Zane no respondió. En lugar de eso, la dirigió hacia el ascensor privado, uno que ella sabía que existía, pero que nunca había usa
El ascensor había quedado en un silencio absoluto, roto solo por el eco de su respiración acelerada. Zane, con una mirada oscura y decidida, levantó a Alison con facilidad, sus manos firmes rodearon su cintura, y si sutileza, pegó la espalda de Alison contra la pared del ascensor. Alison observó el leve temblor de los espejos, mientras sus manos se aferraban a loso hombros de Zane y sus piernas se envolvían en su cintura.El contacto entre ellos era abrumador. Sus labios se encontraron de nuevo con urgencia, mientras las manos de Zane comenzaban a recorrer todo su cuerpo. El beso fue profundo, intenso, como si Zane quisiera devorar cada pensamiento que Alison pudiera tener, cada resistencia que pudiera ofrecer. No había palabras, solo el maldito deseo que sentían ambos por el otro y que cada vez se hacía más grande. El calor entre ellos crecía con cada segundo, y la manera en que Zane la besaba, con hambre y determinación, hacía que cada pensamiento coherente se esfumara de su mente.U
Después de aquel momento cargado de pasión en el ascensor, el mundo exterior parecía recobrar su forma lentamente mientras Zane y Alison se separaban con dificultad. La respiración de ambos aún sonaba entrecortada, los dos comenzaron a vestirse con prisa, ajustando sus ropas desordenadas. Alison, con el rostro encendido por el calor del momento, se inclinó para bajar el suéter que Zane había levantado con tanto deseo. Sus manos temblaban ligeramente al alisar su falda, intentando recuperar algo de compostura. Aunque sus piernas aún temblaban.Zane, con la camisa ligeramente desabrochada y la chaqueta arrugada, la miraba con una mezcla de posesión y satisfacción que la hacía estremecer. Alison evitó su mirada mientras se peinaba rápidamente con los dedos, sintiendo aún los rastros de su toque en su piel.—¿Lista? —preguntó él, con su tono profundo, pero relajado.Ella asintió en silencio, sus labios aún estaban hinchados, Alison peinó su cabello con los dedos y asintió, estaba lista.Za
Pasó una semana desde que Alison se convirtió en la novia de Zane, aunque de momento, nadie que trabajara en la firma estaba enterado. Zane lo prefería así, había muchas cosas que tenía que hablar con Alison antes de anunciar formalmente que ella, ahora era su novia. Era lunes por la tarde, Zane y Travis estaban sentados en un elegante restaurante en el centro de la ciudad, terminando una reunión de negocios. La comida había sido agradable, pero las conversaciones intensas sobre contratos, inversiones y estrategias comerciales habían dominado la mayor parte del tiempo. Los hombres que habían ido a verlos ya se habían marchado, y ahora solo quedaban ellos dos, rodeados por la sutil elegancia del lugar y el murmullo bajo de otros comensales. Zane se reclinó en su silla, mientras con su mano jugueteaba con el vaso de whisky frente a él. Había sido una semana larga y complicada, sobre todo con los constantes pensamientos sobre Alison. No era típico de él dejar que una relación personal s
Travis estacionó su auto frente a un edificio que no destacaba por su elegancia. Las paredes desgastadas y la entrada mal iluminada contrastaban con el lujo al que estaba acostumbrado, pero eso no le molestaba. De hecho, era parte de la razón por la que le gustaba ese lugar. Ahí nadie lo reconocía. Ahí, no era Travis Johnson. EN ese lugar, era John.Apagó el motor y permaneció unos segundos en el auto, con sus manos firmemente apoyadas en el volante. El ambiente a su alrededor era tranquilo, solo roto por el sonido de los autos que pasaban de vez en cuando. Travis levantó la vista hacia el edificio, y una sonrisa curva se dibujó en sus labios al ver una figura que salía por la puerta principal.Era la chica con la que salía, Jessica.Su cabello rubio y corto brillaba bajo las luces del exterior, y la manera despreocupada con la que se movía siempre lograba desarmarlo. Su belleza era innegable, y cada vez que la veía, sentía esa chispa oscura que lo consumía. Pero lo más intrigante de t
Alison se despertó con la nariz congestionada y una presión molesta en la cabeza. Apenas abrió los ojos, sintió la incomodidad de su resfriado agravarse. Estornudó y bufó, maldiciendo en voz baja mientras miraba el reloj. Las siete de la mañana. Un día normal de trabajo no parecía lo más apropiado con su estado actual. Decidió trabajar desde casa.Se arrastró fuera de la cama, envuelta en su manta, y se acercó a su teléfono para enviar un mensaje rápido a Travis:"Hola, Travis. Estoy algo mal hoy. Voy a trabajar desde casa. Te mantendré al tanto." Decía su mensaje.Sabía que Travis era comprensivo, pero también un perfeccionista. No podía dejar nada sin resolver. Estaba segura de que entendería, pero, aun así, el trabajo era prioridad, aunque sus síntomas no se lo permitieran.Después de enviar el mensaje, pensó en Zane. Había pasado poco más de una semana desde que se hicieron novios y aunque había estado ocupada con el trabajo, le extrañaba que no hubiera respondido a su último mensa