«¿Quién es ella? ¿Y qué diablos hacía subiendo una escalera de servicios?»— ¿Enrico? — la voz de Melanie lo sacó de sus divagaciones sobre la identidad y procedencia de la extraña, pero bella joven de la azotea, a la cual curiosamente se atrevió a nombrar "mariposa azul".— ¿Sí, qué pasa?— ¿Me preguntas eso a mí? ¿Qué es lo que te pasa a ti?— ¿A mí? No me pasa nada.— ¿Qué no te pasa nada? Dime, ¿Es normal para ti dejar…? — la mujer se aclaró la garganta antes de proseguir — ¿Dejarme a mí, tu prometida, tirada con todos esos invitados?Pese a que la complejidad de alguno de sus negocios amenazaba con robarle la paz a menudo, Enrico se consideraba un hombre paciente; sin embargo, Melanie, la futura señora Dumas, estaba logrando alterarlo.Tal vez, por su naturaleza pacifista, es que odiaba alterarse y mostrar esa parte de su personalidad con personas cercanas a él. Sobre todo si esa persona era su futura esposa, sin embargo, Melanie, no se lo ponía fácil con sus incesantes reclamos
¿Cuánto iban a tardar las cajas de vino que su padre prometió mandar desde Italia?Estaba malhumorada, al final se dejó la botella que le había costado tanto conseguir en aquella azotea. Sin duda, esa era la única razón para que siguiera pensando en lo sucedido, ni el recuerdo de aquel hombre, ni la forma en como la sostuvo contra su cuerpo mientras le daba el mejor beso de su vida, tenían nada que ver.— Podría ser tu padre…Le dijo a su propio reflejo en el espejo de la entrada poco antes de abrir la puerta para salir en busca de una nueva botella de vino con la que, está vez sí, ahogar en alcohol el recuerdo de un hombre que parecía haber decidido arraigar en su mente, maldito condenado ¿Por qué seguía pensando en él y no podía quitárselo de la cabeza por mucho que lo intentara? — Sí que eres rápida — Adrien reía al otro lado de la puerta que Chiara acababa de abrir encontrándolo a punto de llamar al timbre. —¿Me has olido o solo interrumpo tu salida?El chico ni siquiera esperó a
Gregory jamás había visto a su padre sonreír, era como ver delante de él a alguien completamente distinto, y desconocido para él. — Padre, creí que… Enrico lo vio titubear dejando la frase inconclusa. — ¿Qué estaría molesto? — Sí, creí que estarías molesto conmigo. —¿Por qué lo estaría? — Porque habíamos peleado, además no vine a tiempo para tu fiesta de compromiso con la señorita Salvatore. Enrico camino hasta su hijo colocando las manos sobre sus hombros. Agradeciéndole de esa manera por no haber asistido a la dichosa fiesta, porque de haber estado él no se hubiera escabullido de la manera en que lo hizo. — Pero ya estás aquí y eso significa que has pensado en seguir mis indicaciones con respecto a la joven Marchetti. — Sí. Acepto comprometerme con ella, he hablado con su padre y pronto nos conoceremos. — ¿Has venido hasta aquí solo para decirme eso? — No, he venido aquí a conocerla. — ¿Ella está aquí? — Si, según su padre, vino de vacaciones por un tiempo. — Supongo q
Ya era muy tarde cuando Adrien decidió marcharse y, a pesar de lo emocionante de la historia de como su no novio lo había hecho, esconderse en el baño de un restaurante para que no los vieran salir juntos, de allí un cliente muy importante del bufete, ella no había podido dejar de pensar en aquel hombre ni un solo instante.Se había imaginado cada escena que su amigo relataba, el sexo rápido en el baño por no poder aguantarse las ganas, la adrenalina recorriéndole el cuerpo cuando aquel hombre le pidiera que fuera discreta para que no los encontrarán, como cuando le cubrió la boca con la mano en el momento que esa mujer fue a buscarlo. ¿Y si era su novia? ¿O tal vez su esposa? Si, ese hombre tenía edad suficiente como para tener esposa, novia y amante. Y el aspecto como para tener unas cuantas más esperando su turno. Ella ni siquiera debería estar pensando en él, ni mucho menos viéndose de ese modo en las escenas que vivió Adrien.Se llevó dos dedos a los labios acariciándoselos con
La zona VIP de una de las discotecas más famosas de nueva York fue reservada por entero para Gregory Dumas y sus amigos, el alcohol corría como el agua, junto a alguna que otra sustancia no tan legal abarrotando las mesas altas de los rincones, donde cada cierto tiempo Gregory se acercaba a reponer energía y así poder aguantar el ritmo que, sin duda, llevaría toda la noche.Era más que obvio el que Gregory disfrutaría del tiempo que le quedaba de soltero, justo cuatro años era lo que le había dicho su futuro suegro que tendrá que esperar, a su prometida era una chica lista, que al igual que él, tenía pocas ganas de comprometerse, eso le quedaba más que claro cuando le había pedido ese plazo a su progenitor para aceptar el matrimonio. Lo único que deseaba y esperaba de manera enfermiza era que, al menos la hija del socio de su padre, hubiera heredado parte de la belleza de la señora Marchetti, quién a sus cuarenta años seguía siendo la mujer más hermosa que hubiera visto en su vida.De
Al joven heredero Dumas le encantaba la entrega que su amante le demostraba en ese momento, sobre todo al ver como se retorcía para buscarlo en cada nuevo embiste, le excitaba la forma en la que se arqueaba su espalda, alzando su hermoso trasero y pidiendo más, escucharla gemir a causa del placer que él le daba, el olor y el sabor de su piel que no dudaba en morder, besar y saborear. Por lo que no dudó en inclinarse más sobre ella y morderle el cuello y el hombro mientras sus caderas no paraban de reclamar todo de ella.— Te castigaré por ir sin bragas, sin mi permiso, sabes que no puedes hacerlo, me perteneces …El hombre aminoró el ritmo de sus movimientos solo para desabrochar y quitarse la camisa rápidamente, luego se llevó las manos al pantalón para sacar el cinturón de las presillas de sus pantalones.— Las manos sobre la cabeza. — le exigió por alguna extraña razón, jamás dejaba que sus amantes lo tocaran, él debía tener el control absoluto de
— ¿No es este tu futuro hijo?Melanie tomó con recelo el iPad ofrecido por unas de las amigas de su madre.— ¿No crees que Enrico es demasiado permisivo con el chico? No lo sé Melanie, yo, que tú me apresuraba a tener pronto un hijo y hacer que Enrico deje de lado a este, sería una manera de evitar que toda la fortuna de tu marido cayera en sus manos y de protegerte.Melanie no dijo nada a la vieja cacatúa chismosa, solo se levantó de la mesa donde se encontraba con ella y otro par de amigas de su madre conversando. Ni siquiera se disculpó, no había necesidad, las muy malditas hablarían de ella, así ella se disculpara por levantarse tan abruptamente de la mesa e irse.La rabia, la carcomía, se sentía humillada de alguna manera y todo era culpa del hijo de Enrico. Pero eso acabaría, ella le exigiría a su futuro marido que controlara a su hijo, o mejor aún, haría que lo repudiara. Si era la mejor decisión que podía tomar, no solo por su bien, sino t
Cuando la italiana entraba en la clase de historia del arte, no podía más que escuchar la voz del profesor y perderse en sus explicaciones. De algún modo entendía por qué a su amiga le gustaba aquel hombre, aunque hasta ese día había estado debatiéndose las mil y una razones por las que no debería fijarse en él, empezando por su diferencia de edad de al menos veinte años y terminando por lo inadecuado de fijarse en un profesor, pero en ese instante le era completamente imposible creerse cada cosa que le había estado diciendo. Porque ella misma se sentía idiotamente atraída por un hombre que, mínimo, podría ser su padre, anclada en el recuerdo del beso de una noche, y un regalo en forma de mariposa.¿Cómo podía ahora criticar la forma en que Arlene buscaba al profesor Brennan con la mirada y este evitaba corresponderle, pero a veces le era completamente imposible ignorarla? ¿Que si se había dado cuenta? Cuando ese hombre la veía, a veces incluso dejaba de hablar por unos segundos, a ve