—¿Entonces, señorita Massimo tiene alguna novedad para nosotros?Geraldine Massimo se estremeció ante la forma que Le Roi pronunció su apellido, y por la facilidad que se inclinó hacia ella sujetándola de la barbilla, no era un toque molesto, todo lo contrario, la curadora de la galería de Nueva York se sintió estremecerse por completo ante la cercanía y toque de ese hombre, sin embargo, dar a conocer ese gusto culposo equivaldría a exponer su cuello y ofrecerse como sacrificio ante La reine, la pareja de Le Roi, quien no perdía detalle de nada, de lo que ocurría entre su pareja y ella.—¿No contestará, señorita Massimo? ¿Tiene alguna noticia útil sobre esa persona?Ella volvió a tragar duro, ante la urgencia de encontrar su voz y acabar de una vez con la reunión.—Lo único que sé sobre esa persona en concreto es que adelantó la fecha de su matrimonio— respondió sin ninguna pizca de duda en los ojos, era necesario hacerlo así, ellos no debían saber que tenía sus propios planes en cuan
Pero esa mujer, en particular, era una mujer prohibida, una mujer que no le pertenecía y aunque una vez le perteneció, por un breve periodo de tiempo, ya no volvería a pertenecerle jamás y todo por su culpa, por sus ansias de poder y una promesa hecha muchos años atrás.El nombre de esa mujer, o mejor dicho joven, era Chiara Danielle Marchetti, la prometida de su hijo, pero por mucho que Enrico se recordará eso, no podía sacarla de su mente, sobre todo desde la noche anterior tras haber vuelto a estar a solas con ella, a penas una pequeña charla y ya estaba completamente desestabilizado.Tras esa plática entre ellos, quedaron claras dos cosas. La primera era que él jamás podría verla como la esposa de su hijo, por mucho que deseara verla de esa manera, la segunda era que la joven Marchetti escondía algo, no solo a él, también a su futuro esposo.Eso era lo que lo tenía tan ansioso e inquieto, descubrir el secreto que la joven Marchetti les escondía a ambos y, sobre todo, por qué.Buen
No había de otra más que esperar, exactamente 45 minutos lo que se tardaron ambos jóvenes en salir del consultorio que se les asignó, para ese entonces Richard se encontraba en el área de espera, los observo pasar, tras ver que estaban por alcanzar la salida, se levantó para salir tras ellos llegando justo cuando ambos conversaban.La novela no era un caso de infidelidad, al menos no entre los dos jóvenes, pero sí entre la mujer, Enrico y su hijo, ahora entendía el porqué el italiano le pidió que investigara de manera rápida ese asunto. Lo que tenía entre sus manos era un gran escándalo que podría destruir a la familia Dumas, si no también a la familia de la joven quien ya sabía quién era, fue fácil saberlo metiendo la foto que le había proporcionado su cliente en la red.La joven no era nada más y nada menos que la heredera de las cavas de vino del imperio Marchetti, por un momento había dejado atrás su novela de infidelidad al saber la identidad de la joven y la estrecha relación en
Era algo que ella averiguaría de inmediato, así que se encaminó con decisión hasta donde se encontraba la joven pareja.Chiara no creyó que le afectara tanto cruzarse con la prometida de Enrico colgada de su brazo, pero no solo le afectó, le asqueó verlos juntos, pero tenía muy claro que debía acostumbrarse a ello, aunque cada vez que coincidían entendía menos que era lo que le gustaba de aquella mujer.—¿Ves a mis padres? —preguntó Danielle a Gregory mientras caminaba tomada de su brazo por la galería en busca de algún rostro conocido, sabía que sus amigos y algunos compañeros de clase, al igual que uno que otro profesor, estarían aquella noche en la galería de arte.— No pero... Mira por allí está, Adrien — aseguró Gregory haciendo que Chiara mirara hacia donde se encontraba su amigo francés, haciendo que perdiera de vista lo que había al frente de ellos, incluido a la elegante mujer que se caminaba elegantemente hasta donde estaban, solo se dio cuenta de la presencia de la mujer ha
Gregory podía notar a Chiara extraña, era como si su mente no estuviera ahí con él, eso solo hacía que él empezará a sentir celos y a preguntarse si se debía a su padre, más no dijo más no dijo nada, todo lo contrario, sonrió levemente a Chiara a quien atrapó su mano con la suya mientras caminaban hacia donde se encontraba su amiga y un hombre conversando, llegando justo cuando explicaba uno de los cuadros. — Este cuadro lo pintó uno de mis primeros alumnos.— explicó Brennan quien mantenía una distancia prudencial con Arlene, debía de mantener las apariencias, escondidos entre los invitados, estaban muchos de los antiguos alumnos de Brennan, sin contar colegas profesores de su departamento, así que era necesario o mejor dicho imperativo ocultar la relación que había entre la señorita Arlene y él, por lo que agradeció la aparición de la señorita Rossi y la de su acompañante junto a ellos.— Arlene, profesor Brennan, le presentó a ...— iba a decir prometido y aunque sabía que Gregory l
No existía sonido más relajante para Enrico Dumas que el que producía un piano, mientras sus dedos largos y delicados se deslizaban suavemente por cada una de las teclas, encontrando la melodía perfecta que calmara su alma, dios sabía cuánto la necesitaba en esos momentos.— Mi padre está en el salón — Gregory, el único hijo de Enrico, irrumpió sin previo aviso esa mañana en la mansión. El joven cumpliría próximamente los veinticuatro años. Justo en ese instante estaba en la universidad estudiando administración de empresas, finanzas y todo aquello que le hiciese digno sucesor de Enrico Dumas y así convertirse en el futuro dueño de todo aquello que una vez le perteneció; era un hijo obediente, jamás se había rebelado a los designios su padre, hasta ahora.— Si, pero su padre está…— Matilde, la vieja Nana del joven, trató de frenarlo, era sabido que cuando el señor Dumas se encerraba en el salón a tocar su piano nadie debía de molestarlo.Enrico deslizaba rápidamente los dedos sobre la
Todo era igual en ese tipo de reuniones, gente sonriendo, levantando sus copas, fingiendo que no buscaban la manera de llevar a la ruina a la persona que estaba enfrente de ellos.— ¿Enrico aquí estás? — Melanie Salvatore apareció vestida de manera despampanante, con un vestido de cóctel negro que se ceñía a su cuerpo a la perfección, haciendo que sus curvas fueran aún más prominentes a la vista. Sin embargo, pese a la belleza de su futura prometida, no sentía nada por ella, ni siquiera deseo, lo que contrastaba con la mirada lujuriosa de la mayoría de hombres que en ese momento se encontraban en la habitación. Enrico la encontraba demasiado superficial, aunque claro, no esperaría más de alguien criada para ser una esposa trofeo.— Mi padre quiere hablar contigo.— Entonces vayamos, no lo hagamos esperar.La trivial charla, los chistes sobre política y las pequeñas pullas por ver quién tenía más grande la cartera, seguidos de la invitación a fumar puros junto al imprescindible Whisky
Era Danielle Rossi, pero, aun así, no dejaba de llevar la tierra en la sangre, ni el gusto por los más exquisitos vinos de su familia, en el alma y el corazón, así que para la joven italiana, renunciar a esa copa durante una buena comida, o mientras se relajaba tomando un baño, era algo que no estaba dispuesta a aceptar, y era la única muestra de la verdadera liquidez económica de la que disponía y podía delatarla, porque en los demás gastos era bastante discreta, por suerte, no se rodeaba de gente que supiera identificar el precio de las botellas de vino que adquiría y eso le ayudaba a seguir manteniendo el anonimato. Lejos de casa tenía todo lo que quería, y nadie la observaba o se preocupaba por quién era.Danielle sonreía cada vez que descubría restos de pintura en su rostro o en sus manos que no había logrado sacar del todo después de su última clase o simplemente haber pintado alguna obra abstracta de pie frente a su caballete, estaba segura de que su madre se escandalizaría por