El francés respondió rápidamente, bastante más de lo que Chiara esperaba. Se levantó del taburete en el que estaba sentada, se miró al espejo y pasó los dedos por su cabello para acomodarse el peinado, luego simplemente tomó el bolso y salió en dirección al ascensor.Cuando llegó al portal, Adrien ya la esperaba en un gran y elegante BMW plateado descapotable, se quitó las gafas de sol y, en un movimiento de mano, la invitó a entrar.— ¿Coche nuevo?— Preguntó ella mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.— Es de Edward — explicó orgulloso, porque el abogado había dejado de ocultar su relación, en realidad tenía muchas cosas que contarle a su amiga, aun así, no había encontrado el momento por todo lo que a ella le había ocurrido. Pero Chiara, a pesar de tener muchas cosas en que preocuparse y en las que pensar, era lo suficientemente observadora como para no pasar por alto ese reloj engarzado en diamantes que su amigo tenía en la muñeca.— ¿Y el reloj es un simple regalo o signi
— Bueno, lo primero es confirmar la noticia y luego hacerme padrino del bastardito—. Bromeó para relajar el ambiente ganándose un golpe en el brazo a modo de protesta y un suave puchero de su amiga.— ¡No le llames así a mi hijo, idiota!Él pasó el brazo alrededor de la cintura de la chica, tal y como harían una pareja de enamorados, y caminó con ella hasta el ascensor que los subió a la segunda planta, donde esperaron pacientemente a que la llamaran.Chiara jamás habría pensado que orinar le costaría tanto mientras estaba en el baño de aquella clínica sosteniendo el botecito de plástico donde le habían dicho debía echar la muestra para hacerle el test de embarazo y Adrien jamás habría creído que diez minutos de espera pudieran ser tan largos. Es extraño lo rápido que pasa el tiempo cuando uno lo está pasando bien y lo despacio que puede llegar a pasar cuando se está impaciente por algo, parece que la respuesta nunca llega y qué el reloj no avanza.Tras conseguir llenar la muestra, Da
Sin duda interrumpir el embarazo sería una solución a sus problemas, resultaría difícil ocultar aquello a Gregory aunque siempre podía decir que su hijo era sietemesino. Pero no podía arrancar de sí misma lo que aquel hombre había dejado, lo que la naturaleza misma les había dado. Porque aunque corto, el amor que le había tenido y todavía sentía por Enrico creó un ser que crecía dentro de ella, era su pequeña mariposa.— No, todo está bien, planeo seguir con el embarazo.Entonces la ginecóloga sonrió contenta, imprimió unos cuantos ultrasonidos y salió de detrás de la cortina.— Vístete, y sal a buscar el informe. También te prepararé unas recetas de hierro y vitaminas prenatales.Adrien no podía negar que los ojos se le habían humedecido al escuchar aquel sonido que le recordaba más al retumbar de los cascos de un caballo a galope que a un corazón, pero por lo visto eso era normal en los fetos.— ¿Puedo?— preguntó al ver como la doctora dejaba varias fotos impresas en blanco y negro
—¿Entonces, señorita Massimo tiene alguna novedad para nosotros?Geraldine Massimo se estremeció ante la forma que Le Roi pronunció su apellido, y por la facilidad que se inclinó hacia ella sujetándola de la barbilla, no era un toque molesto, todo lo contrario, la curadora de la galería de Nueva York se sintió estremecerse por completo ante la cercanía y toque de ese hombre, sin embargo, dar a conocer ese gusto culposo equivaldría a exponer su cuello y ofrecerse como sacrificio ante La reine, la pareja de Le Roi, quien no perdía detalle de nada, de lo que ocurría entre su pareja y ella.—¿No contestará, señorita Massimo? ¿Tiene alguna noticia útil sobre esa persona?Ella volvió a tragar duro, ante la urgencia de encontrar su voz y acabar de una vez con la reunión.—Lo único que sé sobre esa persona en concreto es que adelantó la fecha de su matrimonio— respondió sin ninguna pizca de duda en los ojos, era necesario hacerlo así, ellos no debían saber que tenía sus propios planes en cuan
Pero esa mujer, en particular, era una mujer prohibida, una mujer que no le pertenecía y aunque una vez le perteneció, por un breve periodo de tiempo, ya no volvería a pertenecerle jamás y todo por su culpa, por sus ansias de poder y una promesa hecha muchos años atrás.El nombre de esa mujer, o mejor dicho joven, era Chiara Danielle Marchetti, la prometida de su hijo, pero por mucho que Enrico se recordará eso, no podía sacarla de su mente, sobre todo desde la noche anterior tras haber vuelto a estar a solas con ella, a penas una pequeña charla y ya estaba completamente desestabilizado.Tras esa plática entre ellos, quedaron claras dos cosas. La primera era que él jamás podría verla como la esposa de su hijo, por mucho que deseara verla de esa manera, la segunda era que la joven Marchetti escondía algo, no solo a él, también a su futuro esposo.Eso era lo que lo tenía tan ansioso e inquieto, descubrir el secreto que la joven Marchetti les escondía a ambos y, sobre todo, por qué.Buen
No había de otra más que esperar, exactamente 45 minutos lo que se tardaron ambos jóvenes en salir del consultorio que se les asignó, para ese entonces Richard se encontraba en el área de espera, los observo pasar, tras ver que estaban por alcanzar la salida, se levantó para salir tras ellos llegando justo cuando ambos conversaban.La novela no era un caso de infidelidad, al menos no entre los dos jóvenes, pero sí entre la mujer, Enrico y su hijo, ahora entendía el porqué el italiano le pidió que investigara de manera rápida ese asunto. Lo que tenía entre sus manos era un gran escándalo que podría destruir a la familia Dumas, si no también a la familia de la joven quien ya sabía quién era, fue fácil saberlo metiendo la foto que le había proporcionado su cliente en la red.La joven no era nada más y nada menos que la heredera de las cavas de vino del imperio Marchetti, por un momento había dejado atrás su novela de infidelidad al saber la identidad de la joven y la estrecha relación en
Era algo que ella averiguaría de inmediato, así que se encaminó con decisión hasta donde se encontraba la joven pareja.Chiara no creyó que le afectara tanto cruzarse con la prometida de Enrico colgada de su brazo, pero no solo le afectó, le asqueó verlos juntos, pero tenía muy claro que debía acostumbrarse a ello, aunque cada vez que coincidían entendía menos que era lo que le gustaba de aquella mujer.—¿Ves a mis padres? —preguntó Danielle a Gregory mientras caminaba tomada de su brazo por la galería en busca de algún rostro conocido, sabía que sus amigos y algunos compañeros de clase, al igual que uno que otro profesor, estarían aquella noche en la galería de arte.— No pero... Mira por allí está, Adrien — aseguró Gregory haciendo que Chiara mirara hacia donde se encontraba su amigo francés, haciendo que perdiera de vista lo que había al frente de ellos, incluido a la elegante mujer que se caminaba elegantemente hasta donde estaban, solo se dio cuenta de la presencia de la mujer ha
Gregory podía notar a Chiara extraña, era como si su mente no estuviera ahí con él, eso solo hacía que él empezará a sentir celos y a preguntarse si se debía a su padre, más no dijo más no dijo nada, todo lo contrario, sonrió levemente a Chiara a quien atrapó su mano con la suya mientras caminaban hacia donde se encontraba su amiga y un hombre conversando, llegando justo cuando explicaba uno de los cuadros. — Este cuadro lo pintó uno de mis primeros alumnos.— explicó Brennan quien mantenía una distancia prudencial con Arlene, debía de mantener las apariencias, escondidos entre los invitados, estaban muchos de los antiguos alumnos de Brennan, sin contar colegas profesores de su departamento, así que era necesario o mejor dicho imperativo ocultar la relación que había entre la señorita Arlene y él, por lo que agradeció la aparición de la señorita Rossi y la de su acompañante junto a ellos.— Arlene, profesor Brennan, le presentó a ...— iba a decir prometido y aunque sabía que Gregory l