Ya era muy tarde cuando Adrien decidió marcharse y, a pesar de lo emocionante de la historia de como su no novio lo había hecho, esconderse en el baño de un restaurante para que no los vieran salir juntos, de allí un cliente muy importante del bufete, ella no había podido dejar de pensar en aquel hombre ni un solo instante.Se había imaginado cada escena que su amigo relataba, el sexo rápido en el baño por no poder aguantarse las ganas, la adrenalina recorriéndole el cuerpo cuando aquel hombre le pidiera que fuera discreta para que no los encontrarán, como cuando le cubrió la boca con la mano en el momento que esa mujer fue a buscarlo. ¿Y si era su novia? ¿O tal vez su esposa? Si, ese hombre tenía edad suficiente como para tener esposa, novia y amante. Y el aspecto como para tener unas cuantas más esperando su turno. Ella ni siquiera debería estar pensando en él, ni mucho menos viéndose de ese modo en las escenas que vivió Adrien.Se llevó dos dedos a los labios acariciándoselos con
La zona VIP de una de las discotecas más famosas de nueva York fue reservada por entero para Gregory Dumas y sus amigos, el alcohol corría como el agua, junto a alguna que otra sustancia no tan legal abarrotando las mesas altas de los rincones, donde cada cierto tiempo Gregory se acercaba a reponer energía y así poder aguantar el ritmo que, sin duda, llevaría toda la noche.Era más que obvio el que Gregory disfrutaría del tiempo que le quedaba de soltero, justo cuatro años era lo que le había dicho su futuro suegro que tendrá que esperar, a su prometida era una chica lista, que al igual que él, tenía pocas ganas de comprometerse, eso le quedaba más que claro cuando le había pedido ese plazo a su progenitor para aceptar el matrimonio. Lo único que deseaba y esperaba de manera enfermiza era que, al menos la hija del socio de su padre, hubiera heredado parte de la belleza de la señora Marchetti, quién a sus cuarenta años seguía siendo la mujer más hermosa que hubiera visto en su vida.De
Al joven heredero Dumas le encantaba la entrega que su amante le demostraba en ese momento, sobre todo al ver como se retorcía para buscarlo en cada nuevo embiste, le excitaba la forma en la que se arqueaba su espalda, alzando su hermoso trasero y pidiendo más, escucharla gemir a causa del placer que él le daba, el olor y el sabor de su piel que no dudaba en morder, besar y saborear. Por lo que no dudó en inclinarse más sobre ella y morderle el cuello y el hombro mientras sus caderas no paraban de reclamar todo de ella.— Te castigaré por ir sin bragas, sin mi permiso, sabes que no puedes hacerlo, me perteneces …El hombre aminoró el ritmo de sus movimientos solo para desabrochar y quitarse la camisa rápidamente, luego se llevó las manos al pantalón para sacar el cinturón de las presillas de sus pantalones.— Las manos sobre la cabeza. — le exigió por alguna extraña razón, jamás dejaba que sus amantes lo tocaran, él debía tener el control absoluto de
— ¿No es este tu futuro hijo?Melanie tomó con recelo el iPad ofrecido por unas de las amigas de su madre.— ¿No crees que Enrico es demasiado permisivo con el chico? No lo sé Melanie, yo, que tú me apresuraba a tener pronto un hijo y hacer que Enrico deje de lado a este, sería una manera de evitar que toda la fortuna de tu marido cayera en sus manos y de protegerte.Melanie no dijo nada a la vieja cacatúa chismosa, solo se levantó de la mesa donde se encontraba con ella y otro par de amigas de su madre conversando. Ni siquiera se disculpó, no había necesidad, las muy malditas hablarían de ella, así ella se disculpara por levantarse tan abruptamente de la mesa e irse.La rabia, la carcomía, se sentía humillada de alguna manera y todo era culpa del hijo de Enrico. Pero eso acabaría, ella le exigiría a su futuro marido que controlara a su hijo, o mejor aún, haría que lo repudiara. Si era la mejor decisión que podía tomar, no solo por su bien, sino t
Cuando la italiana entraba en la clase de historia del arte, no podía más que escuchar la voz del profesor y perderse en sus explicaciones. De algún modo entendía por qué a su amiga le gustaba aquel hombre, aunque hasta ese día había estado debatiéndose las mil y una razones por las que no debería fijarse en él, empezando por su diferencia de edad de al menos veinte años y terminando por lo inadecuado de fijarse en un profesor, pero en ese instante le era completamente imposible creerse cada cosa que le había estado diciendo. Porque ella misma se sentía idiotamente atraída por un hombre que, mínimo, podría ser su padre, anclada en el recuerdo del beso de una noche, y un regalo en forma de mariposa.¿Cómo podía ahora criticar la forma en que Arlene buscaba al profesor Brennan con la mirada y este evitaba corresponderle, pero a veces le era completamente imposible ignorarla? ¿Que si se había dado cuenta? Cuando ese hombre la veía, a veces incluso dejaba de hablar por unos segundos, a ve
Danielle pensó que aún era pronto y distraerse no le venía mal, todavía no había comido y tenía una larga tarde y noche para seguir ahogándose en el recuerdo de aquel hombre que la salvó de una fatal caída.— ¿Qué te parece si almorzamos hoy? Uno no sabe qué puede pasar el día de mañana.—Se llevó una mano al cabello peinándose ligeramente con los dedos mientras observaba al chico para no perderse su expresión.— Yo invito, es lo mínimo que puedo hacer por el favor que me hiciste.—Levantó levemente la bolsa con la botella y luego extendió la mano para estrecharla de forma amigable. -- Soy Danielle un gusto.Si realmente era encantadora pensó Gregory quien fingió meditar un poco las palabras de la joven frente a él, lo suficiente pero tampoco tanto como para darle la impresión de que no aceptaría, tras ese breve tiempo amplió su sonrisa llevando su mano diestra hacia enfrente.—No puedo negarme ante un alegato tan contundente, puede invitarme a almorzar—Era una manera de conocer a su f
La dependienta que los recibió no pudo disimular el desagrado al examinar de arriba a abajo, sin duda estaba pensando que ella se veía demasiado corriente para estar allí, Danielle se aguantó la risa al notar como la mujer observa con cierto, rechazó las manchas de pintura que tenía en la camiseta y luego la de pintura azul que manchaba el muslo derecho, que quedaba a la vista con sus pantalones cortos. Pero la expresión de la dependienta cambió cuando vio a su acompañante, al cual no tardó en saludar.— Bien venido señor Du...— Durán... — contestó rápidamente el chico interrumpiendo a la mujer, la cual no tardó en girarse hacía ella y, ahora sí, atenderla con una actitud muy distinta a la del principio, sin duda Gregory gastaba mucho dinero allí.— Puedo ayudarla señorita.— ¿Así que no tienes una novia, sino varias, verdad?—se burló Danielle y luego se dirigió a la dependienta. -- Tranquila, sé perfectamente lo que quiero.—Aseguró caminando en dirección a los vestidos de cóctel sin
Al ver el restaurante Gregory, se dio cuenta de que era el mismo restaurante que él frecuentaba asiduamente cada que estaba en Estados Unidos.— No creo que haya problemas. Probemos y si no hay lugar podremos encontrar otro lugar.Llevó su mano izquierda hasta donde se encontraba posada la mano de la joven en su brazo derecho dándole una pequeña palmadita.Por supuesto que encontrarán una mesa, lo que no sabía era cómo evitar que el maitre no mencionara su apellido, tendría que hacer uso de gesto en espera que este se diera cuenta de que no podría llamarlo por su nombre.Él abrió la puerta a Danielle una vez llegaron dejándola pasar, aprovechando eso busco con la mirada al maitre y le movió la cabeza y las manos en señal que no actuará como si lo conociera el hombre le sonrió a ambos tratando de entender qué le pasaba a uno de sus clientes más distinguidos.Mientras tanto le sonrió a la joven una vez volteo a verlo y adelantarse a hablar, dejando que ella pidiera una mesa; el maitre s