Habían estacionado en una acera que colindaba con varios hoteles de bajo coste. Mina siguió a Gilbert, quien entraba en uno de los establecimientos hasta llegar a una recepción. La mujer de mediana edad detrás del mostrador sonrío de inmediato al ver detenidamente el rostro del joven. Pero antes de que pudiese decir algo, Gilbert la abordó apoyándose del mueble.
- Hey, una habitación, por favor. – Dijo con premura.
- Cuanto tiempo sin verte, Gilbert. – Indicó la mujer con amabilidad, revisando la computadora que tenía al frente. - ¿La misma de siempre?
- Ehm, no. – Expresó él, sonrojado e incómodo. - Solo una persona.
Su voz había temblado de tal forma que Mina no pudo contenerse en dirigirle una mirada y sonrisa burlonas. Lo cual hizo que él se volteara hacia ella, fingiendo no saber por qué tenía esa expresi&oac
Estacionada en una zona transitada de la ciudad, estaba una de las usuales camionetas blindadas y de color negro de la organización. Lo diferente de esta ocasión es que estaba rondando las calles de día, y en la cabina trasera había todo un apartado de vigilancia lo suficientemente sofisticado como para rastrear a cualquier persona de LondresEn el interior se encontraba Virginia junto a su asistente y un agente uniformado, mientras otros dos estaban en los asientos delanteros sin mucho que hacer. Williams realizaba de forma exhaustiva una serie de configuraciones en uno de los computadores portátiles que tenía al frente, mientras las pantallas colgadas en las paredes de la camioneta emitían imágenes de diferentes partes de la ciudad.Virginia observaba el progreso de sus asistente al momento en que recibió una llamada, por lo que contestó su teléfono de inmediato.- ¿Todav
Londres.Era tarde en la noche, las luces se reflejaban en el pavimento húmedo, resultado de una de las lluvias veraniegas del año. Hace mucho que ya había terminado la jornada de la mayoría de las personas, por lo que el rugir de los pocos autos circulantes es el sonido que predominaba. Sin embargo, en Brixton, el ambiente nocturno estaba en su auge; los jóvenes citadinos llenaban las calles y se conglomeraban en frente de los locales de entretenimiento.En una discoteca popular de la zona emanaba el eco ahogado de la música en su interior. Afuera, algunos rezagados esperaban en fila porque sus invitaciones fueran aceptadas, o que el saca-bullas de turno se dejase sobornar. Adentro, el club se encontraba tan abarrotado que pronto sería necesario llamar a los bomberos. Entre los asistentes en la pista rozando sus cuerpos al ritmo de sonidos estruendosos y sensuales, frenéticos por el alcohol y las drogas, se
A través de los pasillos del hospital van Helsing, una mujer joven, rubia y con el cabello trenzado hasta la espalda se dejaba notar por todos a su alrededor. Lucía un uniforme militar de gala conformado por una chaqueta hasta la falda a la rodilla, totalmente blancas, que hacían destacar sus condecoraciones en el pecho. Elegante, imponía su paso ante el personal y visitantes como reina en su palacio. Con el sonido de sus tacones bajos y la mirada de un verdugo en sus ojos azules, intimidaba a cualquier empleado que se cruzara en su camino. Tenía un destino preciso, Virginia van Helsing se dirigía a la habitación usualmente asignada para Gilbert Harker. No era la primera vez que iba a esa habitación y ella misma desearía que fuera la última, pero tampoco lo sería. Sin detenerse llamar a la puerta, la abrió para encontrarse con una el muchacho en la camilla hablándole a una joven enfermera sonrojada y sonriente. Virginia acentuó su mirada punzante, lo que le dio la señal a la
La mansión de la familia van Helsing quedaba retirada del Londres citadito. La majestuosa y magnánima estructura con aires de Versalles y toques modernos se alzaba sobre los amplios jardines dentro de un gran terreno enrejado. Los alrededores de la casa estaban cubiertos por pinos y abetos. Desde la entrada avanzaba un vía para transitar, la cual se dividía en dos caminos alrededor de una redoma. En medio de esta, resaltaba una fuente de agua con una H en mosaicos incrustados en el fondo, asimismo que la puerta principal a la mansión tenía esta letra tallada en madera.Al entrar en la vivienda, el piso de mármol blanco resplandecía con un brillo dorado gracias a la intensidad de las luces reflejadas por las ventanas. A ambos lados se extendían pasillos anchos adornados con esculturas sobre pedestales de mármol y cuadros renacentistas. Justo en el medio, se imponía una escalera imperial doble y curva
Caía una leve llovizna, justo como la noche anterior. Todos los agentes del equipo 1 esperaban dentro de la camioneta en movimiento a llegar a su destino y terminar su trabajo. Gilbert en el asiento del copiloto estaba ansioso, hacía ya tiempo que no participaba en una caza y sería apenas la segunda vez que lideraba una. Exactamente hace un año que había sido su última caza, exactamente un año de la partida de Virginia a Holanda.Siempre había querido saber de ella mientras estuvo ausente, pero nunca tuvo las agallas de responder sus mensajes. Ellos habían sido criados juntos pero de diferentes maneras. Virginia siempre fue llevada a prestigiosas academias e internados. En cambio, Gilbert no llevó mucho tiempo terminar la secundaria y la preparatoria, tal vez un par de años, para ser educado en casa y volverse problemático, por así decirlo ¿Qué peor que un sabelotodo que c
Una ráfaga de recuerdos borrosos circulaba en la mente de Charlotte, que había sido disparada y capturada horas antes. Las imágenes no eran claras; sonidos de casquillos de caballos circulando, gritos de hombres y mujeres, un niño llorando, y un hombre de traje blanco, tan resplandeciente que apenas podía ver su silueta. Luego los recuerdos se hicieron más familiares, su llegada a Londres, la persecución anterior que había sufrido, y ahora el impacto de la bala entrando por su frente y saliendo detrás de su cráneo.El recuerdo del sonido aturdidor hizo que se despertara de golpe. Su reacción primordial fue mover los brazos y piernas, pero era en vano, estaba atada con esposas de plata a los brazos y patas de una silla de hierro. Sabía que eran de plata pues sus muñecas y tobillos ardían en carne viva. En medio de todo, se dio cuenta que estaba en una oficina señorial, con
- No lo puedo creer. – Dijo Gilbert aún atónito e indignado de la escena que acababa de presenciar en la cacería. No podía creer que Virginia había irrumpido en su misión cuando él la creía controlada.Él y Virginia se encontraban sentados en el pequeño recibo bajo las escaleras de la mansión, esperando por la respuesta y órdenes de Arthur. Ambos se habían cambiado a su ropa de civiles, al menos él, ella tenía su atuendo de entrenamiento. Luego de su llegada y de haber entregado a la chica, habían sido notificados por su padre que esperaran allí.- Ya supéralo, es costumbre enviar un señuelo y luego ejecutar el verdadero ataque. – Señaló ella con indiferencia y sin poder comprender el enojo de su hermano.- No entiendes, Arthur me dio órdenes específicas de traerla sin un rasguño. &nda
Gilbert se había quedado dormido mientras esperaba junto a Virginia las instrucciones de su padre. Poco sabía que ella se había marchado hace unos minutos sin intenciones de despertarlo. Eran aproximadamente las 5 AM, ya hacía bastante tiempo que la cacería había concluido; los cazadores de turno ya debían tener un rato dormidos, mientras que los demás equipos se levantaban para su entrenamiento diario. A él le correspondía presentar el informe de lo acontecido, pero había recibido la orden de permanecer allí hasta que Arthur dijese lo contrario. De no ser así, ya se encontraría en su cama con un par de horas de sueño.Arthur se aproximó hacia el sillón del recibo, se inclinó a un lado de su hijo y colocó gentilmente la mano que no estaba apoyada en el bastón en su hombro. Esto hizo que Gilbert abriera los ojos con molestia ante la luz ar