La alarma de seguridad de la mansión se activó de repente bien adentrada la noche. Gilbert fue sorprendido por ese inusual hecho mientras estaba en su cama, sin hacer nada y sin humor, como había estado haciendo desde hace unas semanas atrás. Pero su curiosidad pudo más que su pereza y decidió salir afuera.
Al asomarse por la puerta, se encontró con varias empleadas domésticas corriendo con premura en dirección a las escaleras, por poco se tropieza con una cuando abrió la puerta de pronto. Quedó pasmado ante el hecho y se aproximó hacia las escaleras, hacia donde estaban las empleadas desaforadas.
Cuando llegó al borde de las escaleras vio algo que dejó muchas más preguntas que respuestas; todos los empleados de la mansión estaban intentando salir por la puerta principal de forma apresurada, algunos de ellos esperaban en la sala porque hubiese espacio para sa
Aquello que Mina le había dicho resultó ser mucho más desconcertante de lo que pensaba. Boquiabierto la observaba cuando ella terminó su relato, teniendo la esperanza de que a ella se le hubiese ocurrido jugarle una broma en un momento tan tenso. Pero ella no lo negó, permaneció con una mirada inerte sobre él por todo ese tiempo. Y aunque también llegó a tocar la posibilidad de que lo estuviese engañando de forma tan descarada, de inmediato cambio esa idea, puesto que al menos hubiese intentado formular una mentira mucho más creíble.- Eso si no lo esperaba. – Dijo aún atónito-- Por eso tengo que irme. – Ella se acercó a él y lo tomó de los hombros, con una mirada de preocupación en los ojos. – Gilbert, tienes que ayudarme a salir de acá. Virginia debe haber rodeado toda la mansión.Él no tení
Gilbert arrastró la camilla hasta el estacionamiento subterráneo de los cuarteles, con llaves en mano, la compuerta trasera de una de las camionetas de cacería e introdujo la camilla hasta dentro del compartimiento. Luego ingresó al puesto del copiloto y antes de arrancar el vehículo, desconectó la pantalla del tablero. Durante el viaje hasta el centro de la ciudad, estaba inmerso en sus pensamientos; no quería hablarle a Mina por temor de que la pudiesen observar desde afuera por casualidad. Pero había otra razón por la cual no quería hacerlo, y era porque todavía dudaba si estaba haciendo lo correcto al ayudarla, sin embargo, por alguna razón se sentía extremadamente motivado a hacerlo. Mina, por su lado, reposaba en la camilla intentando parecer lo más inmóvil posible, esperando por las indicaciones de Gilbert. Sabía que se estaban alejando de la mansión puesto que sentía el movimiento del vehículo, pero no podía ver nada en realidad. Además, también se estaba pre
Habían estacionado en una acera que colindaba con varios hoteles de bajo coste. Mina siguió a Gilbert, quien entraba en uno de los establecimientos hasta llegar a una recepción. La mujer de mediana edad detrás del mostrador sonrío de inmediato al ver detenidamente el rostro del joven. Pero antes de que pudiese decir algo, Gilbert la abordó apoyándose del mueble.- Hey, una habitación, por favor. – Dijo con premura.- Cuanto tiempo sin verte, Gilbert. – Indicó la mujer con amabilidad, revisando la computadora que tenía al frente. - ¿La misma de siempre?- Ehm, no. – Expresó él, sonrojado e incómodo. - Solo una persona.Su voz había temblado de tal forma que Mina no pudo contenerse en dirigirle una mirada y sonrisa burlonas. Lo cual hizo que él se volteara hacia ella, fingiendo no saber por qué tenía esa expresi&oac
Estacionada en una zona transitada de la ciudad, estaba una de las usuales camionetas blindadas y de color negro de la organización. Lo diferente de esta ocasión es que estaba rondando las calles de día, y en la cabina trasera había todo un apartado de vigilancia lo suficientemente sofisticado como para rastrear a cualquier persona de LondresEn el interior se encontraba Virginia junto a su asistente y un agente uniformado, mientras otros dos estaban en los asientos delanteros sin mucho que hacer. Williams realizaba de forma exhaustiva una serie de configuraciones en uno de los computadores portátiles que tenía al frente, mientras las pantallas colgadas en las paredes de la camioneta emitían imágenes de diferentes partes de la ciudad.Virginia observaba el progreso de sus asistente al momento en que recibió una llamada, por lo que contestó su teléfono de inmediato.- ¿Todav
Londres.Era tarde en la noche, las luces se reflejaban en el pavimento húmedo, resultado de una de las lluvias veraniegas del año. Hace mucho que ya había terminado la jornada de la mayoría de las personas, por lo que el rugir de los pocos autos circulantes es el sonido que predominaba. Sin embargo, en Brixton, el ambiente nocturno estaba en su auge; los jóvenes citadinos llenaban las calles y se conglomeraban en frente de los locales de entretenimiento.En una discoteca popular de la zona emanaba el eco ahogado de la música en su interior. Afuera, algunos rezagados esperaban en fila porque sus invitaciones fueran aceptadas, o que el saca-bullas de turno se dejase sobornar. Adentro, el club se encontraba tan abarrotado que pronto sería necesario llamar a los bomberos. Entre los asistentes en la pista rozando sus cuerpos al ritmo de sonidos estruendosos y sensuales, frenéticos por el alcohol y las drogas, se
A través de los pasillos del hospital van Helsing, una mujer joven, rubia y con el cabello trenzado hasta la espalda se dejaba notar por todos a su alrededor. Lucía un uniforme militar de gala conformado por una chaqueta hasta la falda a la rodilla, totalmente blancas, que hacían destacar sus condecoraciones en el pecho. Elegante, imponía su paso ante el personal y visitantes como reina en su palacio. Con el sonido de sus tacones bajos y la mirada de un verdugo en sus ojos azules, intimidaba a cualquier empleado que se cruzara en su camino. Tenía un destino preciso, Virginia van Helsing se dirigía a la habitación usualmente asignada para Gilbert Harker. No era la primera vez que iba a esa habitación y ella misma desearía que fuera la última, pero tampoco lo sería. Sin detenerse llamar a la puerta, la abrió para encontrarse con una el muchacho en la camilla hablándole a una joven enfermera sonrojada y sonriente. Virginia acentuó su mirada punzante, lo que le dio la señal a la
La mansión de la familia van Helsing quedaba retirada del Londres citadito. La majestuosa y magnánima estructura con aires de Versalles y toques modernos se alzaba sobre los amplios jardines dentro de un gran terreno enrejado. Los alrededores de la casa estaban cubiertos por pinos y abetos. Desde la entrada avanzaba un vía para transitar, la cual se dividía en dos caminos alrededor de una redoma. En medio de esta, resaltaba una fuente de agua con una H en mosaicos incrustados en el fondo, asimismo que la puerta principal a la mansión tenía esta letra tallada en madera.Al entrar en la vivienda, el piso de mármol blanco resplandecía con un brillo dorado gracias a la intensidad de las luces reflejadas por las ventanas. A ambos lados se extendían pasillos anchos adornados con esculturas sobre pedestales de mármol y cuadros renacentistas. Justo en el medio, se imponía una escalera imperial doble y curva
Caía una leve llovizna, justo como la noche anterior. Todos los agentes del equipo 1 esperaban dentro de la camioneta en movimiento a llegar a su destino y terminar su trabajo. Gilbert en el asiento del copiloto estaba ansioso, hacía ya tiempo que no participaba en una caza y sería apenas la segunda vez que lideraba una. Exactamente hace un año que había sido su última caza, exactamente un año de la partida de Virginia a Holanda.Siempre había querido saber de ella mientras estuvo ausente, pero nunca tuvo las agallas de responder sus mensajes. Ellos habían sido criados juntos pero de diferentes maneras. Virginia siempre fue llevada a prestigiosas academias e internados. En cambio, Gilbert no llevó mucho tiempo terminar la secundaria y la preparatoria, tal vez un par de años, para ser educado en casa y volverse problemático, por así decirlo ¿Qué peor que un sabelotodo que c