Caía una leve llovizna, justo como la noche anterior. Todos los agentes del equipo 1 esperaban dentro de la camioneta en movimiento a llegar a su destino y terminar su trabajo. Gilbert en el asiento del copiloto estaba ansioso, hacía ya tiempo que no participaba en una caza y sería apenas la segunda vez que lideraba una. Exactamente hace un año que había sido su última caza, exactamente un año de la partida de Virginia a Holanda.
Siempre había querido saber de ella mientras estuvo ausente, pero nunca tuvo las agallas de responder sus mensajes. Ellos habían sido criados juntos pero de diferentes maneras. Virginia siempre fue llevada a prestigiosas academias e internados. En cambio, Gilbert no llevó mucho tiempo terminar la secundaria y la preparatoria, tal vez un par de años, para ser educado en casa y volverse problemático, por así decirlo ¿Qué peor que un sabelotodo que causa problemas?
Ambos discutían constantemente, lo único que tenían en común, además de la apariencia, era la misma madre y un hermano. Ya iban 3 años que Virginia pertenecía a los equipos de cacería cuando pensó que era necesario entrenar a Gilbert, para sorpresa de todos, el aceptó y en poco tiempo se volvió compañero de su media hermana. Pensaba que volverse de confianza para ella sería su boleto a su propia vida, y el paso siguiente para ser tomado en serio por su familia.
Pero entonces ella se fue y el volvió a convertirse en un problema hasta ahora. Ahora Virginia estaba de vuelta desde hacía ya un tiempo, la misión era importante y Arthur le había hecho una propuesta que no podría rechazar. Ella lo estaría observando, Gilbert lo sabía; si llegaba a intervenir, él habría fracasado y podía despedirse de su posibilidad de salir de vivir su vida por su cuenta, sin supervisión.
El conductor detuvo la camioneta, Gilbert sacó el dispositivo GPS y chequeo su ubicación marcada como el destino, habían llegado al lugar correcto. Una zona aparentemente residencial, pero que estaba baldía por el momento, y más adelante se encontraba la entrada de una estación subterránea abandonada y casi en ruinas. Salió del vehículo y se dirigió a la puerta trasera para abrirla. De uno a uno, los agentes fueron saliendo, uno de sujetando dos viciosos pastores alemanes en chalecos negros; al encontrarse todos afuera, se reunieron alrededor del líder.
- Bien, aquí debería encontrarse la sospechosa. La zona fue previamente despejada por policías, pero intentemos causar el menor alboroto posible. - Mientras daba instrucciones, los agentes se ajustaban sus chalecos, chequeaban sus municiones y el funcionamiento de sus comunicadores. - Ya lo saben, las órdenes de la Central fueron explícitas, solo debemos capturarla.
- Gilbert, el equipo 2 está en posición. – Advirtió uno de los agentes que había recibido esa información a través de su comunicador.
- Perfecto, comencemos. – Así todos supieron la cacería había dado inicio, ya no había cabida para chistes ni bromas.
Los cazadores armados trotaban por el asfalto encharcado, haciendo que el agua salpicara sus uniformes. Los canes se movían al mismo paso que su guardián, jadeando entusiasmados, estaban hechos para cazar. Gilbert logró posicionarse enfrente de todos para guiarlos en cuanto la Central diera más información sobre posible ubicación exacta de la fugitiva. Se adentraron a la oscura estación, por lo que fue necesario colocarse sus lentes de visión nocturna que reposaban en sus cascos, aunque Gilbert no necesitaba eso. Tan pronto terminaron de bajar las escaleras, él se detuvo y los demás hicieron lo mismo.
Al otro lado de la ciudad, en los cuarteles subterráneos de la mansión van Helsing, los agentes de vigilancia observaban los monitores que tenían en frente de ellos. Cada monitor representaba una cámara colocada en cada traje de los agentes en el terreno ese día, así podían monitorear sus movimientos. Arthur estaba en la silla con el tablero de control, viendo lo que las cámaras del lugar de la misión transmitían. Pronto, uno de los agentes vigilantes volteó hacia Arthur con un gesto de aprobación, confirmando que los equipos estaban en sus lugares.
Dentro de la oscuridad de la estación, un sonido en el comunicador de Gilbert le advirtió que información en forma de códigos; para que la policía u otro ente de seguridad pública no interfiriera, se transmitiría en breve por su auricular inalámbrico. Las instrucciones fueron dadas, las coordenadas fueron enviadas a su dispositivo GPS, daban a lo más profundo de la estación del metro.
- Tenemos al objetivo localizado. - Dijo a los demás. – Sigamos. – Ordenó al mismo tiempo en que corría hacia la dirección marcada. El resto del equipo 1 lo siguió, al igual que los canes, que solo podían guiarse por el olor del entorno debido a tanta penumbra.
Habiendo llegado cerca de la supuesta ubicación de la sospechosa vampiresa, se despojaron de sus gafas y encendieron sus linternas para guiar a los perros. Muchos se percataron de algo; un índice de que la estación no estaba tan abandonada era que la entrada no estaba obstruida del paso de los civiles totalmente. Si había tablas con pretensiones de interrumpir el acceso, pero solo estaban superpuestas en algunos sitios, así que fácilmente pudieron entrar.
Se adentraron mucho más por la estación en ruinas por el moho y el agua; el oscuro lugar estaba impregnado con olor a humedad. Aunque los demás no pudieron, Gilbert percibió la esencia de una mujer y el olor de la gasolina en la lejanía. Pareció que los canes también percibieron lo mismo, puesto que se descontrolaron sin advertirlo. Así que Gilbert y el resto de los cazadores saltaron hacia las vías del metro y continuaron su búsqueda por el túnel.
En lo más profundo de la estación, junto a las vías del tren, había un espacio con una puerta que solía utilizarse para que los técnicos de reparación tuvieran acceso a esa zona en particular. En el espacio había sido improvisada una especie de cama, a un lado estaba un intento de mesa de noche hecho con tablas de maderas de distintos tamaños. Sobre dicha mesa estaba una pequeña torre de ropa de mujer, casi toda era negra a excepción de algunos blue jeans y camisetas. En las vías del tren en frente "habitación" se encontraba estacionada una motocicleta BMW negra con su casco sobre el asiento, acompañada de bidones que desprendían el olor de la gasolina.
Sobre la improvisada cama, reposaba una joven de piel blanca como la porcelana y largo cabello negro con un flequillo recto sobre la frente. Se encontraba viendo hacia arriba, con una mano sobre la frente, vestida con una camiseta y pantalones negros ajustados, sin quitarse los zapatos puesto que esperaba salir a conseguir alimento más adelante. Sin embargo, tenía miedo; había pasado un susto la noche anterior en la que esos hombres intentaron matarle. Ya se había enfrentado con cazadores de vampiros antes, pero jamás se había enfrentado a cazadores como esos, y ni la habían descubierto tan rápido como esta ocasión, apenas había llegado a Londres hace un mes.
La idea de ser perseguida de una forma inusual le produjo un temor tan grande que su raciocinio se nubló, y en medio de la conmoción arrolló a un inocente. Su conciencia la estaba atosigando, nunca había dañado a una persona sin sentido alguno, por lo menos que ella recordara, ni siquiera para comer. Cada vez que se alimentaba lo hacía de personas que estuvieran a punto de morir. Aunque en algunas ocasiones, humanos intentaron llegar a su escondite, no por curiosidad o porque estuvieran perdidos, los hubiese llevado a la superficie si hubiese sido así. En cambio, parecían haber llegado por su decisión y cuando la veían se le ofrecían como alimento.
Esas veces habrían sido cuando ella tenía días sin haber comido, así que no iba negarse a tan oportuna propuesta. Poco sabría ella que esos voluntarios eran criminales peligrosos, gente vil, y que iba a ser raro que alguien los extrañase. De pronto escuchó que alguien había traspasado la barrera y pensó que podría tratarse de uno de esos “humanos ofrenda”. Se levantó para esperar como acostumbraba hacer en momentos así y se percató del olor de la persona, pero de pronto había distintos aromas y escuchaba múltiples pisadas, el jadeo de los perros, el sonido del metal rebotando en tela y el distinguido pitido de frecuencias de radio.
Más personas habían entrado y eso nunca había pasado desde que se instaló en ese lugar. Incluso la noche que fue perseguida, la encontraron fuera de allí y se aseguró que no la siguieran hasta su residencia. Confundida y en pánico, se levantó de exabrupto de la cama, saltó hacia las vías del tren hasta su motocicleta que tenía la llave colocada en cerrojo. Se montó sobre ella, e intentó encenderla activando con fuerza el acelerador, pero corrió con la mala suerte que el vehículo no encendió en ninguno de sus múltiples intentos.
Cercanos a los aposentos de la muchacha, para Gilbert se hacía más intenso su aroma y el olor a gasolina, dándole como señal que se estaba acercando a su objetivo. Pero de repente escuchó el repetitivo ronroneo de un motor de forma clara mientras que los demás solo lo escucharon a la lejanía. Él supo lo que significaba eso. Su objetivo sabía que la estaban buscando y no de una forma amable.
- ¡Está tratando de escapar! ¡Rápido! – Exclamó a sus subordinados al mismo tiempo en que comenzaba a trotar. Los demás desconcertados lo seguían por la oscura cueva que alguna vez fue un túnel del metro, mientras que los perros se alebrestaron y comenzaron a gruñir.
Paralelamente, la joven seguía sin poder encender su motocicleta y le preocupaba que tanto ruido diera una pista de su ubicación a los intrusos. Sus miedos tuvieron más sentido cuando escucho la voz de un hombre señalar que alguien estaba tratando de escapar y, posterior a eso, fuertes sonidos de pisadas rápidas y el rugir de canes que parecían aproximarse por el túnel. Así que, con los nervios de punta, saltó del vehículo y se echó a correr por el túnel, pero ya era muy tarde; luces de linternas comenzaban a ser visibles y rápidamente se hacían más intensas cuando ella volteó al momento de estar corriendo.
Entonces los cazadores se toparon con ella y quedó petrificada ante las 7 personas vestidas de uniformes policiacos negros, con pesados chalecos anti balas, municiones y armas por cada bolsillo que poseían, cascos militares y sin poder ver sus rostros, acompañadas por dos perros que mostraban los dientes, listos para atacar.
- ¡Esta aquí! – Exclamó uno de los subordinados del equipo 2, quienes se habían aproximado al objetivo desde el lado contrario de la estación para lograr acorralar a la sospechosa. - ¡Suelten a los perros!
El agente que sostenía las correas las dejó caer, y esto dio luz verde a los canes para atacar a su presa. Esto produjo mayor temor a la muchacha, quien se encontraba en medio de ambos grupos sin posibilidades aparentes de escapar.
- ¡No intenten nada! – Se impuso Gilbert en frente de su equipo, notando el nerviosismo de la chica.
Pero antes que pudiera hacer algo más, una fuerte onda expansiva lo llevó por los aires en conjunto con su equipo y los canes. Ella aprovechó que todos estaban en el suelo para escapar.
- ¡Mierda! – Exclamó por el golpe causado al impactar contra el suelo. Levantó el torso del suelo y vio como su objetivo se escapaba, a lo que rápidamente respondió levantándose y corriendo hacia su dirección - ¡Vamos, se está escapando! – Ordenó a los equipos, aunque muchos de ellos estaban todavía en el suelo.
- ¡Hombres heridos! – Intentaba advertir otro de los agentes al mismo tiempo que intentaba correr al compás de Gilbert, aparentemente los del equipo 2 sufrieron mayores daños por estar más cerca del objetivo.
- ¿Cuantos? – Preguntó mientras otros se incorporaban a la persecución.
- ¡No lo sé! – Exclamaba el agente, con el corazón en la garganta - ¡Debemos solicitar refuerzos de la Central!
- ¡Negativo! ¡Sigan, no podemos perderla!
Su carrera la había llevado hasta otra salida de la estación, ascendió rápidamente por las escaleras y se encontró con calles totalmente vacías. Supo que sería difícil entremezclarse sin gente alrededor, así que siguió corriendo hasta encontrar un escondite. Pero una repentina falta de sentido de ubicación solo ocasionó que se encontrase en un callejón sin salida. Antes que pudiera retornar de donde provino, se encontró con una de las personas uniformadas
- ¡Espera! – Dijo Gilbert exhausto por correr con tanto peso encima, había dejado a su equipo atrás.
- ¡Por favor, no me dispares! – Exclamó la chica, colocando las manos adelante, en posición defensiva. Tenía una expresión de pavor y confusión, pero además, de su nariz comenzó a brotar sangre, había abusado de su poder hace unos momentos. Gilbert se dio cuenta de todo aquello.
- ¡No lo haré! – Procedió a poner el arma en el suelo, se quitó el casco y el pasamontañas permitiéndole ver su rostro, le sonrió en un intento por ganarse su confianza. – No te haré daño.
Ante ese acto, la chica vampiro abandonó su expresión de miedo, y la intercambió por una de sorpresa por lo que estaba pasando. Bajo las manos y su respirar fue más lento.
- Sólo quiero... – Gilbert quería pedirle que lo acompañase, pero antes de terminar la frase fue interrumpido por un grito lejano
- ¡Cuidado! – Provino de uno de los agentes de su equipo. Apenas Gilbert tuvo la oportunidad de voltear, por su rostro cruzó una bala certera, justo a la frente de la chica. Ella no tuvo tiempo de responder, fue impactada; con ello cayó al suelo de rodillas y luego hacia uno de sus costados sin respuesta alguna. Él se dio la vuelta una vez más y quedó atónito con tal escena, pero pronto recibió una transmisión por su comunicador.
- Eres demasiado lento. – Era Virginia a través del comunicador, quien se encontraba en la calle principal, a unos metros frente del callejón, sobre el techo de una de las camionetas de cacería, acostada y recargando el fusil de asalto que había usado para dispararle a la chica.
- Maldita sea ¡Virginia! – Se dio la vuelta para hacer contacto visual con ella y demostrarle su coraje - ¿Sólo querías lucirte?
-No seas ridículo y regresa al camión. Trae a la chica contigo. – Ordenó. Gilbert no tuvo opción que obedecer, levantó el cuerpo de la chica y lo llevó sobre sus hombros hasta el vehículo.
Una ráfaga de recuerdos borrosos circulaba en la mente de Charlotte, que había sido disparada y capturada horas antes. Las imágenes no eran claras; sonidos de casquillos de caballos circulando, gritos de hombres y mujeres, un niño llorando, y un hombre de traje blanco, tan resplandeciente que apenas podía ver su silueta. Luego los recuerdos se hicieron más familiares, su llegada a Londres, la persecución anterior que había sufrido, y ahora el impacto de la bala entrando por su frente y saliendo detrás de su cráneo.El recuerdo del sonido aturdidor hizo que se despertara de golpe. Su reacción primordial fue mover los brazos y piernas, pero era en vano, estaba atada con esposas de plata a los brazos y patas de una silla de hierro. Sabía que eran de plata pues sus muñecas y tobillos ardían en carne viva. En medio de todo, se dio cuenta que estaba en una oficina señorial, con
- No lo puedo creer. – Dijo Gilbert aún atónito e indignado de la escena que acababa de presenciar en la cacería. No podía creer que Virginia había irrumpido en su misión cuando él la creía controlada.Él y Virginia se encontraban sentados en el pequeño recibo bajo las escaleras de la mansión, esperando por la respuesta y órdenes de Arthur. Ambos se habían cambiado a su ropa de civiles, al menos él, ella tenía su atuendo de entrenamiento. Luego de su llegada y de haber entregado a la chica, habían sido notificados por su padre que esperaran allí.- Ya supéralo, es costumbre enviar un señuelo y luego ejecutar el verdadero ataque. – Señaló ella con indiferencia y sin poder comprender el enojo de su hermano.- No entiendes, Arthur me dio órdenes específicas de traerla sin un rasguño. &nda
Gilbert se había quedado dormido mientras esperaba junto a Virginia las instrucciones de su padre. Poco sabía que ella se había marchado hace unos minutos sin intenciones de despertarlo. Eran aproximadamente las 5 AM, ya hacía bastante tiempo que la cacería había concluido; los cazadores de turno ya debían tener un rato dormidos, mientras que los demás equipos se levantaban para su entrenamiento diario. A él le correspondía presentar el informe de lo acontecido, pero había recibido la orden de permanecer allí hasta que Arthur dijese lo contrario. De no ser así, ya se encontraría en su cama con un par de horas de sueño.Arthur se aproximó hacia el sillón del recibo, se inclinó a un lado de su hijo y colocó gentilmente la mano que no estaba apoyada en el bastón en su hombro. Esto hizo que Gilbert abriera los ojos con molestia ante la luz ar
Habiendo ascendido por las escaleras, hacia mano derecha se encontraba la habitación de Gilbert. Este abrió una puerta de madera, no tan grande como la que se anteponía a la oficina de su padre, y se dejó ver una amplia recamara, tan amplia como un apartamento tipo estudio por si sola. Lo primero a notar era una pequeña sala de estar, con un sofá que daba a una televisión plana colgada en la pared. Hacia el lado contrario había un pequeño estudio y biblioteca llena de libros, algunos mal guardados, y en frente un escritorio con un computador.En el centro de todo y bajo los ventanales cubiertos con cortinas oscuras se encontraba una cama matrimonial, en medio de una mesa de noche y una nevera de tamaño ejecutivo. La decoración de la habitación desentonaba con el resto de la mansión; mientras que esta última tenía un aspecto a palacio, la recamara del muchacho tenía
En la noche de ese día, Gilbert llevó a su nueva compañera hacia el ala oeste de la mansión. Atravesaron la puerta de hierro y descendieron por las escaleras para encontrarse con los cuarteles de concreto. Llegaron a un amplio lugar en específico, encerrado por paredes macizas, con excepción a una de un enorme ventanal de grueso vidrio que dejaba ver a espectadores lo que ocurría adentro. Se trataba de una especie de gimnasio, con una pequeña arena de combate y equipamiento pesado. En el interior de la arena, se encontraba Virginia en plena pelea en contra de uno de sus subordinados. Ambos estaban descalzos, ella usaba un pantalón deportivo y un top, los dos de color gris; dichas prendas dejaban ver su figura tonificada. Nadie pensaría que ese rostro tan femenino ocultaba tanta musculatura. Por su parte, los demás cazadores, incluyendo el que peleaba contra ella, tanto hombres y mujeres vestían prendas holgadas de un unicolor gris. Algunos estaban sentados, en cuclilla
Virginia y unos 15 cadetes más se encontraban en la sala de reuniones subterránea, estos últimos esperando por instrucciones. Ella sostenía una tablet en sus manos, leyendo la información que había recibido anteriormente. En el medio de la habitación se había colocado una mesa con un proyector digital que transmitía su imagen hacia una pared vacía a los costados de la estancia; la tablet de Virginia se conectaba directamente a este para ilustrar a los demás agentes. Se colocó al lado de la proyección y procedió con su charla.- Señores, hemos recibido una notificación de las autoridades sobre una aparente infestación de vampiros. Desde hace dos meses han estado investigando una serie de asesinatos en Bibury. Un total de 24 víctimas de las que se tienen conocimiento, sin contar a los 18 desaparecidos que podrían ser posibles víctimas. &nda
Al día siguiente, faltaban un par de horas antes del amanecer. Los 15 cazadores y Gilbert se encontraban uniformados como de costumbre; aún no se colocaban sus mascaras y cascos, ni portaban sus armas todavía. Charlotte compartía atuendo con ellos, exceptuando el equipo blindado, mientras que Virginia llevaba el pantalón holgado del uniforme que usaban los demás, pero con una camiseta de color azul marino que dejaba ver sus brazos y clavícula.Siete cazadores ingresaron a la parte trasera de una de las camionetas blindadas de color negro, otro se dispuso a servir de conductor del vehículo y otro de copiloto del mismo. En la otra camioneta, siete cazadores más, incluyendo a Gilbert y a Charlotte, se adentraban igualmente en la parte trasera del mismo, estos últimos cuidando sus rostros del sol. Adentro, el espacio estaba distribuido en una serie de asientos a los laterales del automóvil, de manera que
- Sería más fácil volar este lugar. – Sugirió Gilbert de manera satírica ante la situación.- Apuesto que los de arriba están pensando eso mismo. – Respondió la cazadora que tenía a un lado.- Jamás había visto una infestación tan grande. – Añadió otro cazador, intentando mantener la calma. – Son suficiente para acabar con todo el pueblo.Lo que quedaba del equipo delta se encontraba rodeado por las criaturas rugientes, las cuales estaban todavía inertes, esperando por algún movimiento, sonido u olor amenazante para responder violentamente. Los cazadores formaban un círculo en el medio de la habitación, uno al lado del otro, dando la espalda al centro. Algunos sudaban de la impresión, intentando mantenerse serenos; Charlotte intentaba controlar su respiración.Al otro lado de la calle, en la vi