Virginia y unos 15 cadetes más se encontraban en la sala de reuniones subterránea, estos últimos esperando por instrucciones. Ella sostenía una tablet en sus manos, leyendo la información que había recibido anteriormente. En el medio de la habitación se había colocado una mesa con un proyector digital que transmitía su imagen hacia una pared vacía a los costados de la estancia; la tablet de Virginia se conectaba directamente a este para ilustrar a los demás agentes. Se colocó al lado de la proyección y procedió con su charla.
- Señores, hemos recibido una notificación de las autoridades sobre una aparente infestación de vampiros. Desde hace dos meses han estado investigando una serie de asesinatos en Bibury. Un total de 24 víctimas de las que se tienen conocimiento, sin contar a los 18 desaparecidos que podrían ser posibles víctimas. &nda
Al día siguiente, faltaban un par de horas antes del amanecer. Los 15 cazadores y Gilbert se encontraban uniformados como de costumbre; aún no se colocaban sus mascaras y cascos, ni portaban sus armas todavía. Charlotte compartía atuendo con ellos, exceptuando el equipo blindado, mientras que Virginia llevaba el pantalón holgado del uniforme que usaban los demás, pero con una camiseta de color azul marino que dejaba ver sus brazos y clavícula.Siete cazadores ingresaron a la parte trasera de una de las camionetas blindadas de color negro, otro se dispuso a servir de conductor del vehículo y otro de copiloto del mismo. En la otra camioneta, siete cazadores más, incluyendo a Gilbert y a Charlotte, se adentraban igualmente en la parte trasera del mismo, estos últimos cuidando sus rostros del sol. Adentro, el espacio estaba distribuido en una serie de asientos a los laterales del automóvil, de manera que
- Sería más fácil volar este lugar. – Sugirió Gilbert de manera satírica ante la situación.- Apuesto que los de arriba están pensando eso mismo. – Respondió la cazadora que tenía a un lado.- Jamás había visto una infestación tan grande. – Añadió otro cazador, intentando mantener la calma. – Son suficiente para acabar con todo el pueblo.Lo que quedaba del equipo delta se encontraba rodeado por las criaturas rugientes, las cuales estaban todavía inertes, esperando por algún movimiento, sonido u olor amenazante para responder violentamente. Los cazadores formaban un círculo en el medio de la habitación, uno al lado del otro, dando la espalda al centro. Algunos sudaban de la impresión, intentando mantenerse serenos; Charlotte intentaba controlar su respiración.Al otro lado de la calle, en la vi
Charlotte seguía imparable ante los vampiros, golpeándolos con la fuerza de un camión, impactando sus cabezas al suelo. De repente, una de las criaturas tomó a Archer, una de las cazadoras femeninas, que estaba en el equipo delta. La tenía casi inmóvil, con excepción de una mano que apenas alcanzaba uno de sus bolsillos. La criatura abrió su hocico, desprendiendo un olor a muerte de su interior, y preparándose para devorar a la chica. Pero, a pesar del miedo, ella tenía algo en mente, con su mano libre estaba intentando tomar un objeto cilíndrico de unos 10 centímetros que estaba en su bolsillo.- ¡Archer! – Exclamó otro de sus compañeros al verla en aprietos.Esto hizo que Gilbert volteara y se diera cuenta de la situación, pero no pudo hacer nada para evitar lo que iba a acontecer. Archer logró tomar la bomba y quitó el seguro; del objeto
Charlotte se encontraba inmóvil en el frío suelo, una de sus mejillas podía sentir la tierra húmeda y el pasto burdamente cortado por la fricción de pisadas. Todo su cuerpo se encontraba rígido, no tenía control sobre sí misma; además, sentía un dolor agudo provenía de su pierna izquierda, y percibía como bajo de ella se formaba un charco espeso y rojizo. Observaba con los ojos entrecerrados como personas iban de aquí a allá en ataques violentos, en medio de un campo de batalla desconocido.Pronto, un hombre con un uniforme antiguo y oscuro se arrastró hacia a ella; de él sólo pudo ver su cabello ondulado, tan negro como el de ella. Su rostro permaneció como una incógnita durante toda la visión. - Llora por mí en tus sueños. – Susurró el hombre junto a ella mientras luchaba por arrastrarse, t
Charlotte tenía más de 60 años viviendo en la sombras del mundo, justo como todas las demás criaturas de la noche que se atreven a convivir en el territorio de los humanos. No compartía lugar con ellos a menos que fuera necesario, y este hábito se volvió mucho más normal para ella desde que se dio cuenta de la existencia de los cazadores que amenazaban a su especie. Por eso, siempre vivió en los límites de la sociedad con miedo y extrema precaución, incluso aislándose de sus propios congéneres; siempre sin un rumbo fijo, esperando porque el camino se estableciera solo. En esos años, nunca pasó por su mente que estaría a punto de compartir la mesa con seres humanos, y mucho menos que estos también serían cazadores. Pero, ahora, ella simplemente estaba allí, con ellos y junto a un vampiro mitad humano, cosa que también ignoraba hasta esos días. Gracias a eso, se había dado cuenta de las cosas que se había perdido y que también se le hacían familiares. Personas hablando entre s
Esa noche, Charlotte y Gilbert no tenían que hacer mucho; todavía tenían permitido descansar desde la operación Bibury, debido a que ella apenas había despertado de su comatoso sueño. Los otros del escuadrón habían ido a sus dormitorios, y los dos compañeros habían vuelto a la habitación de él. Charlie estaba dominando a usar el televisor colgado en la pared, presionando los botones sin un canal específico en mente, mientras estaba sentada sujetando sus rodillas en el sillón. Gilbert se encontraba en el baño, cambiándose el atuendo de entrenamiento por su ropa usual. Estaba frente al espejo al momento en que se quitó la camiseta, y no pudo evitar fijarse en algo. Todas las cicatrices y golpes que alguna vez había sufrido ya habían desaparecido; por mas profunda que fuera la herida, esta no dejaba huella por mas de unas semanas, incluso las del accidente con Charlotte. No tenía el poder de curación que tenía ella, quien aparentemente salía intacta después de unas horas; pero
Una mañana, dentro de los pasillos del primer piso de la mansión van Helsing, Arthur caminaba en dirección a la habitación principal, aquella que solía compartir con su mujer apenas unas noches antes. Detrás de él se hacían más próximos unas leves pisadas infantiles, hasta que lo alcanzaron y unas pequeñas manos tomaron su saco por detrás. A lo que se giró para encontrarse con su hija vistiendo un uniforme de alguna escuela privilegiada.- Papá ¿En dónde está mamá? – Cuestionó inocente, sin dejar de tomar el saco de su padre.- Ya te lo dije, Ginny, ella está en su habitación. – Respondió condescendiente, agachándose a la altura de la pequeña. – Se siente muy mal.- Mamá sí que se ha sentido mal por mucho tiempo. – Agregó con altanería y suspicac
A pesar de su embarazo feroz, el crecimiento de Gilbert fue igual de pacífico como el de cualquier otro niño. Aprendió a caminar y a hablar a temprana edad, pero igual esperable para un ser humano. A los tres años tenía tanta energía que su cuidado necesitaba de cuatro institutrices, molestaba a su hermana y a su padre cuando podía. Pero siempre tuvo miedo de acercarse a una mujer que siempre se escondía en la habitación principal, y que solo salía en contadas ocasiones al resto de la mansión. Esa mujer de cabello rubio ondulado y una cicatriz en la mejilla, de la cual una vez escuchó decir a alguien que era su madre.Arthur tuvo cuidado en alejarlo de ella; desde el primer día que Viktoriya llegó a la mansión luego de salir de recuperación, le dedicó un profundo asco a su hijo. Así que la cabeza de los van Helsing no tuvo más que cumplir la pro