Charlotte se encontraba inmóvil en el frío suelo, una de sus mejillas podía sentir la tierra húmeda y el pasto burdamente cortado por la fricción de pisadas. Todo su cuerpo se encontraba rígido, no tenía control sobre sí misma; además, sentía un dolor agudo provenía de su pierna izquierda, y percibía como bajo de ella se formaba un charco espeso y rojizo. Observaba con los ojos entrecerrados como personas iban de aquí a allá en ataques violentos, en medio de un campo de batalla desconocido.
Pronto, un hombre con un uniforme antiguo y oscuro se arrastró hacia a ella; de él sólo pudo ver su cabello ondulado, tan negro como el de ella. Su rostro permaneció como una incógnita durante toda la visión.
- Llora por mí en tus sueños. – Susurró el hombre junto a ella mientras luchaba por arrastrarse, t
Charlotte tenía más de 60 años viviendo en la sombras del mundo, justo como todas las demás criaturas de la noche que se atreven a convivir en el territorio de los humanos. No compartía lugar con ellos a menos que fuera necesario, y este hábito se volvió mucho más normal para ella desde que se dio cuenta de la existencia de los cazadores que amenazaban a su especie. Por eso, siempre vivió en los límites de la sociedad con miedo y extrema precaución, incluso aislándose de sus propios congéneres; siempre sin un rumbo fijo, esperando porque el camino se estableciera solo. En esos años, nunca pasó por su mente que estaría a punto de compartir la mesa con seres humanos, y mucho menos que estos también serían cazadores. Pero, ahora, ella simplemente estaba allí, con ellos y junto a un vampiro mitad humano, cosa que también ignoraba hasta esos días. Gracias a eso, se había dado cuenta de las cosas que se había perdido y que también se le hacían familiares. Personas hablando entre s
Esa noche, Charlotte y Gilbert no tenían que hacer mucho; todavía tenían permitido descansar desde la operación Bibury, debido a que ella apenas había despertado de su comatoso sueño. Los otros del escuadrón habían ido a sus dormitorios, y los dos compañeros habían vuelto a la habitación de él. Charlie estaba dominando a usar el televisor colgado en la pared, presionando los botones sin un canal específico en mente, mientras estaba sentada sujetando sus rodillas en el sillón. Gilbert se encontraba en el baño, cambiándose el atuendo de entrenamiento por su ropa usual. Estaba frente al espejo al momento en que se quitó la camiseta, y no pudo evitar fijarse en algo. Todas las cicatrices y golpes que alguna vez había sufrido ya habían desaparecido; por mas profunda que fuera la herida, esta no dejaba huella por mas de unas semanas, incluso las del accidente con Charlotte. No tenía el poder de curación que tenía ella, quien aparentemente salía intacta después de unas horas; pero
Una mañana, dentro de los pasillos del primer piso de la mansión van Helsing, Arthur caminaba en dirección a la habitación principal, aquella que solía compartir con su mujer apenas unas noches antes. Detrás de él se hacían más próximos unas leves pisadas infantiles, hasta que lo alcanzaron y unas pequeñas manos tomaron su saco por detrás. A lo que se giró para encontrarse con su hija vistiendo un uniforme de alguna escuela privilegiada.- Papá ¿En dónde está mamá? – Cuestionó inocente, sin dejar de tomar el saco de su padre.- Ya te lo dije, Ginny, ella está en su habitación. – Respondió condescendiente, agachándose a la altura de la pequeña. – Se siente muy mal.- Mamá sí que se ha sentido mal por mucho tiempo. – Agregó con altanería y suspicac
A pesar de su embarazo feroz, el crecimiento de Gilbert fue igual de pacífico como el de cualquier otro niño. Aprendió a caminar y a hablar a temprana edad, pero igual esperable para un ser humano. A los tres años tenía tanta energía que su cuidado necesitaba de cuatro institutrices, molestaba a su hermana y a su padre cuando podía. Pero siempre tuvo miedo de acercarse a una mujer que siempre se escondía en la habitación principal, y que solo salía en contadas ocasiones al resto de la mansión. Esa mujer de cabello rubio ondulado y una cicatriz en la mejilla, de la cual una vez escuchó decir a alguien que era su madre.Arthur tuvo cuidado en alejarlo de ella; desde el primer día que Viktoriya llegó a la mansión luego de salir de recuperación, le dedicó un profundo asco a su hijo. Así que la cabeza de los van Helsing no tuvo más que cumplir la pro
- ¿Has tenido algún progreso? – Cuestionó Virginia después de entrar a la oficina de su padre una noche, observándolo mientras él leía una pila de documentos en su escritorio. Él levanto la mirada sobre sus anteojos para ver a su hija y luego le dedicó un prolongado suspiro.- No es tan fácil, Ginny. – Expuso al verla parada detrás de la puerta recién cerrada. - Si estamos hablando de una intervención quirúrgica, tenemos que anestesiarla y no hay anestesia en el mundo que pueda ponerla a dormir mas de unos minutos. Ahora mi equipo esta desarrollando un compuesto que pueda doparla por completo.- ¿Por qué no simplemente descartas la anestesia? – Preguntó con ironía, cruzando los brazos.- No somos monstruos, Virginia. – Indicó con severidad y una mirada penetrante. - Bien, pero recuerda que hay
En la carretera, el camión asignado para la misión se desplazaba a una velocidad considerable. Adentro y detrás del volante estaba John, mientras que Gilbert lo apoyaba desde el asiento del copiloto. Una pantalla en el centro del tablero emitía una transmisión, en la cual se encontraba Virginia desde la Central. - Harán un viaje al Puerto de Southampton; como de costumbre, solicitamos la retirada de todos los civiles y todas las operaciones comerciales para actuar. – Señaló a través de la pantalla. – Hemos rastreado que Los hijos de Lilith planean zarpar a un destino desconocido, lo sabemos porque nos reportaron actividades no autorizadas en el puerto. Creemos que es así como trasladan a los vampiros como inmigrantes, incluyendo los de menor rango como protección. Si exterminan a los miembros que irán al muelle será un buen comienzo para desmantelar la organización. Si alguien escapa, síganlos, solo uno debe quedar vivo y ese será nuestro informante. - Entendido, Gin
Charlotte poco a poco recobraba la consciencia y el control de su cuerpo. Sentía un dolor punzante en su estómago y estaba aturdida por la explosión, pero logró abrir los ojos teniendo la cabeza viendo a su regazo. Había sido despojada de sus armas y de su cubrebocas. Pronto, se dio cuenta que estaba sentada, que el dolor era producto de una herida profunda, aun sangrante, en su estómago, y que sus manos estaban sujetas con esposas detrás del respaldar de la silla. Su primera reacción fue intentar liberarse, pero las esposas quemaron sus muñecas; eran de plata.- Salutări, Regina mea. – Una voz con acento mecánico se alzó en frente de ella, por lo que levantó la mirada.Era el vampiro que se supone debía capturar, y que ahora él la había capturado a ella. Era un hombre alto, de cabello rizado azabache, que alcanzaba su cuello, con un suéter de cuello de
Un par de días después, una mañana gris y nublada se llevaba a cabo un funeral en las afueras de Londres. Tres ataúdes en fila eran llorados por grandes grupos familiares, esperando por el descenso a los agujeros cavados en la tierra. Tras los ataúdes, decoraban tres grandes coronas de flores con los nombres de los difuntos, y en el medio, un religioso ofrecía palabras de aliento a los dolientes.Detrás de las familias, algunos compañeros de los fallecidos hacían acto de presencia de manera discreta; Gilbert bajo su paraguas para evitar la luz del sol, John con una muleta por su reciente herida, y Virginia con su apariencia imponente momentáneamente aplacada por la situación. A unos metros de la escena, bajo las sombras de un árbol voluptuoso, Charlotte observaba con pesar, llevando un vestido de mangas largas negro y sus usuales botas de combate.Ensimismada por el triste escenario, no