- No lo puedo creer. – Dijo Gilbert aún atónito e indignado de la escena que acababa de presenciar en la cacería. No podía creer que Virginia había irrumpido en su misión cuando él la creía controlada.
Él y Virginia se encontraban sentados en el pequeño recibo bajo las escaleras de la mansión, esperando por la respuesta y órdenes de Arthur. Ambos se habían cambiado a su ropa de civiles, al menos él, ella tenía su atuendo de entrenamiento. Luego de su llegada y de haber entregado a la chica, habían sido notificados por su padre que esperaran allí.
- Ya supéralo, es costumbre enviar un señuelo y luego ejecutar el verdadero ataque. – Señaló ella con indiferencia y sin poder comprender el enojo de su hermano.
- No entiendes, Arthur me dio órdenes específicas de traerla sin un rasguño. – Colocó su cabeza entre sus manos y los codos apoyados en sus piernas en señal de frustración. – Estaba tan cerca.
- ¿Tan cerca de qué? – Dijo en forma burlona. – Te advirtieron que era peligrosa y aún así te encontré intentando hablar con ella.
- Si es tan peligrosa ¿Por qué Arthur está hablando solo con ella? – Señaló exaltado.
- Él sabe lo que está haciendo. – Pausó por un momento para pensar. – Eso espero.
Mientras tanto, en la oficina de Arthur, él le hizo una seña con la mano a Charlotte para acompañarla a la salida. Al principio dudó al pensar que podría encontrarse con cazadores detrás de la puerta, pero prefirió confiar en su palabra. Se levantó de la silla y fue escoltada por Arthur hasta la salida, aunque todavía tenía algunas preguntas en mente.
- ¿Exactamente qué tengo que hacer? – Cuestionó al mismo tiempo en que Arthur abría la puerta y la guiaba hacia el exterior de la habitación.
- Bueno, tengo que mantenerte vigilada, eso incluye que definitivamente no puedes volver a la estación. – Explicaba mientras caminaban por el pasillo hasta las escalera. – Demoraré un tiempo en tener todo preparado para los experimentos, así que mientras eso no suceda, puedes vivir aquí y hacer lo que quieras. También se te provisionará sangre de nuestro banco para que no te veas en la necesidad de causar problemas. – Hizo una pausa en sus palabras y caminar cuando descendían, Charlotte hizo lo mismo. – Te recomendaré algo, únete a la cacerías, tus habilidades de vampiro superior nos serían útil, buscaré alguien que te entrene.
No pudo tomarse muy en serio esa recomendación, era extraño que le pidiesen que cazara a su propia especie. Además, llevaba un buen tiempo intentando mantener su fuerza a raya y no llamar mucho la atención para sobrevivir.
- No creo que yo podría… - Respondió con timidez.
- Todo es porque no creo que mi hija soporte vivir bajo el mismo techo que tú, les tiene cierto desdén a los de tu clase. Si aceptas el entrenamiento, ella no tendría que verte tan a menudo en la mansión, aunque tal vez en las salas de entrenamiento.
Tenía algo de sentido, después de todo, consideró extraño para una familia que alguien como ella estuviese viviendo entre ellos. Una vez más, no tenía más opción que aceptar todas esas condiciones, no estaba en condición de negociar.
- Está bien, señor.
- Por favor, llámame Arthur. Acompáñame.
Continuaron bajando las escaleras; Charlotte estaba distraída con las pinturas que adornaban las paredes. Antes de llegar a la planta baja, su atención fue llamada por Arthur, quien se detuvo una vez más para dirigirle la palabra.
- Una pregunta rápida, Charlotte. ¿Por qué atropellaste a mi hijo?
Esa pregunta realmente la tomó por sorpresa, jamás se le hubiese cruzado por la mente que aquel chico al cual se cruzó por accidente estaría relacionado con estos cazadores. Su reacción de sorpresa fue imposible de evitar y difícil de no ver.
- Yo no… - Las palabras no salían de su boca, intentaba negar el hecho, pero sabía que eso no funcionaría. Así que, con la voz temblorosa, hizo lo mejor que pudo en excusarse. – Lo siento tanto… N-no sabía qué hacer, me estaban persiguiendo y… - Ella misma se recordó el nivel de accidente que causó, no fue un simple golpe, fue una colisión que hubiese sido mortal para cualquiera. Entonces, pensó lo peor y con un sonido entrecortado proviniendo de sus labios, preguntó con temor. - ¿Él murió?
Para su sorpresa, la reacción que había manifestado en ese momento solo causó gracia en Arthur. No sabía si sentir alivio o confusión ante su respuesta.
- No, para nada. – La invitó a seguir caminando. - Él está bien. – Otra vez, no había razón para no creer en su palabra cuando lo afirmaba de esa forma. Pero aún le era bastante extraño que un ser humano sobreviviese a tal impacto, o que al menos estuviese “bien”.
Abajo, Virginia advirtió la voz de su padre proviniendo de las escaleras, así que se levantó y se dirigió a su encuentro con él. No le sorprendió que le acompañase la vampiresa a la cual le había disparado hace un par de horas.
- Virginia, ella es Charlotte. – Presentó amablemente. Charlotte tomó eso como una señal para extender su mano para estrecharla con la mujer rubia a la cual estaba siendo presentada. Pero Virginia no se inmutó en corresponder el saludo, en vez de eso, le dedicó una mirada de desaire y se volvió a su padre.
- No veo la gracia en ser presentada a la criatura a la cual le disparé. – Señaló de forma fría Virginia. Para Charlotte era otra sorpresa que se sumaba a la lista de ese día; encontrarse de forma tan directa con quien le había puesto una bala en la cabeza. Inmediatamente bajó su mano, intimidada por la presencia y mirada de la rubia.
- Virginia, sabes que ella pasará un tiempo dentro de la mansión antes de la investigación, y demostró su interés en nuestro entrenamiento. Pensaba que podrías introducirla a los demás cazadores.
- Eso suena tentador, papá, pero no estoy de acuerdo con tu decisión de unirla a los equipos de cacería. Pero supongo que no puedo hacer nada para cambiar tu opinión. – Dijo para luego mirar de reojo a Charlotte. – Además, recuerda que su estadía aquí implica que también yo debo comenzar mi trabajo.
- Tienes razón. – Reflexionó Arthur acariciando su barba. – Yo también estaré ocupado ¿Quién más podría estar dispuesto?
- Todo mi equipo tampoco estará disponible. – Aseguró – Propongo que Gilbert lo sea, ya que se demostró indulgente con ella hace unos momentos. – Señaló al mismo tiempo que volteaba a ver a Gilbert, quien seguía sentado en el recibo, luchando contra el sueño.
Charlotte pudo echarle un vistazo y lo reconoció de inmediato. Era el chico que había intentado hablar con ella durante su persecución. Le reconfortaba que al menos alguien así pudiese despejar sus dudas de todo lo que estaba pasando. Además, desde esa distancia, ella también se dio cuenta que él era diferente a Virginia y Arthur.
- Es verdad, tienes razón. – Caviló Arthur, mirando también a donde se encontraba su hijo.
- Lo sé, papá. – Dijo Virginia con prepotencia. – Si no me necesitas, me iré a los cuarteles. Vampiro, nos veremos más seguido. – Expresó directamente a Charlotte con lo que ella percibió como un tono de amenaza.
No había comprendido la razón de ese último comentario, si tenía tanto desdén hacia los vampiros, tanto que su padre estaba intentando alejarla de ella ¿Por qué habría de advertir que se verían más seguido? Mientras tenía eso en mente, Virginia se alejaba por el pasillo del ala oeste.
- Espera aquí. – Señaló Arthur, mientras caminaba hacia el recibo en donde se encontraba el chico sentado y adormitado, sosteniendo su barbilla para no caerse.
Charlotte permaneció en el inicio de las escaleras, observando las esculturas que tenía cerca, esperando por más respuestas a las preguntas que tenía en su mente.
Gilbert se había quedado dormido mientras esperaba junto a Virginia las instrucciones de su padre. Poco sabía que ella se había marchado hace unos minutos sin intenciones de despertarlo. Eran aproximadamente las 5 AM, ya hacía bastante tiempo que la cacería había concluido; los cazadores de turno ya debían tener un rato dormidos, mientras que los demás equipos se levantaban para su entrenamiento diario. A él le correspondía presentar el informe de lo acontecido, pero había recibido la orden de permanecer allí hasta que Arthur dijese lo contrario. De no ser así, ya se encontraría en su cama con un par de horas de sueño.Arthur se aproximó hacia el sillón del recibo, se inclinó a un lado de su hijo y colocó gentilmente la mano que no estaba apoyada en el bastón en su hombro. Esto hizo que Gilbert abriera los ojos con molestia ante la luz ar
Habiendo ascendido por las escaleras, hacia mano derecha se encontraba la habitación de Gilbert. Este abrió una puerta de madera, no tan grande como la que se anteponía a la oficina de su padre, y se dejó ver una amplia recamara, tan amplia como un apartamento tipo estudio por si sola. Lo primero a notar era una pequeña sala de estar, con un sofá que daba a una televisión plana colgada en la pared. Hacia el lado contrario había un pequeño estudio y biblioteca llena de libros, algunos mal guardados, y en frente un escritorio con un computador.En el centro de todo y bajo los ventanales cubiertos con cortinas oscuras se encontraba una cama matrimonial, en medio de una mesa de noche y una nevera de tamaño ejecutivo. La decoración de la habitación desentonaba con el resto de la mansión; mientras que esta última tenía un aspecto a palacio, la recamara del muchacho tenía
En la noche de ese día, Gilbert llevó a su nueva compañera hacia el ala oeste de la mansión. Atravesaron la puerta de hierro y descendieron por las escaleras para encontrarse con los cuarteles de concreto. Llegaron a un amplio lugar en específico, encerrado por paredes macizas, con excepción a una de un enorme ventanal de grueso vidrio que dejaba ver a espectadores lo que ocurría adentro. Se trataba de una especie de gimnasio, con una pequeña arena de combate y equipamiento pesado. En el interior de la arena, se encontraba Virginia en plena pelea en contra de uno de sus subordinados. Ambos estaban descalzos, ella usaba un pantalón deportivo y un top, los dos de color gris; dichas prendas dejaban ver su figura tonificada. Nadie pensaría que ese rostro tan femenino ocultaba tanta musculatura. Por su parte, los demás cazadores, incluyendo el que peleaba contra ella, tanto hombres y mujeres vestían prendas holgadas de un unicolor gris. Algunos estaban sentados, en cuclilla
Virginia y unos 15 cadetes más se encontraban en la sala de reuniones subterránea, estos últimos esperando por instrucciones. Ella sostenía una tablet en sus manos, leyendo la información que había recibido anteriormente. En el medio de la habitación se había colocado una mesa con un proyector digital que transmitía su imagen hacia una pared vacía a los costados de la estancia; la tablet de Virginia se conectaba directamente a este para ilustrar a los demás agentes. Se colocó al lado de la proyección y procedió con su charla.- Señores, hemos recibido una notificación de las autoridades sobre una aparente infestación de vampiros. Desde hace dos meses han estado investigando una serie de asesinatos en Bibury. Un total de 24 víctimas de las que se tienen conocimiento, sin contar a los 18 desaparecidos que podrían ser posibles víctimas. &nda
Al día siguiente, faltaban un par de horas antes del amanecer. Los 15 cazadores y Gilbert se encontraban uniformados como de costumbre; aún no se colocaban sus mascaras y cascos, ni portaban sus armas todavía. Charlotte compartía atuendo con ellos, exceptuando el equipo blindado, mientras que Virginia llevaba el pantalón holgado del uniforme que usaban los demás, pero con una camiseta de color azul marino que dejaba ver sus brazos y clavícula.Siete cazadores ingresaron a la parte trasera de una de las camionetas blindadas de color negro, otro se dispuso a servir de conductor del vehículo y otro de copiloto del mismo. En la otra camioneta, siete cazadores más, incluyendo a Gilbert y a Charlotte, se adentraban igualmente en la parte trasera del mismo, estos últimos cuidando sus rostros del sol. Adentro, el espacio estaba distribuido en una serie de asientos a los laterales del automóvil, de manera que
- Sería más fácil volar este lugar. – Sugirió Gilbert de manera satírica ante la situación.- Apuesto que los de arriba están pensando eso mismo. – Respondió la cazadora que tenía a un lado.- Jamás había visto una infestación tan grande. – Añadió otro cazador, intentando mantener la calma. – Son suficiente para acabar con todo el pueblo.Lo que quedaba del equipo delta se encontraba rodeado por las criaturas rugientes, las cuales estaban todavía inertes, esperando por algún movimiento, sonido u olor amenazante para responder violentamente. Los cazadores formaban un círculo en el medio de la habitación, uno al lado del otro, dando la espalda al centro. Algunos sudaban de la impresión, intentando mantenerse serenos; Charlotte intentaba controlar su respiración.Al otro lado de la calle, en la vi
Charlotte seguía imparable ante los vampiros, golpeándolos con la fuerza de un camión, impactando sus cabezas al suelo. De repente, una de las criaturas tomó a Archer, una de las cazadoras femeninas, que estaba en el equipo delta. La tenía casi inmóvil, con excepción de una mano que apenas alcanzaba uno de sus bolsillos. La criatura abrió su hocico, desprendiendo un olor a muerte de su interior, y preparándose para devorar a la chica. Pero, a pesar del miedo, ella tenía algo en mente, con su mano libre estaba intentando tomar un objeto cilíndrico de unos 10 centímetros que estaba en su bolsillo.- ¡Archer! – Exclamó otro de sus compañeros al verla en aprietos.Esto hizo que Gilbert volteara y se diera cuenta de la situación, pero no pudo hacer nada para evitar lo que iba a acontecer. Archer logró tomar la bomba y quitó el seguro; del objeto
Charlotte se encontraba inmóvil en el frío suelo, una de sus mejillas podía sentir la tierra húmeda y el pasto burdamente cortado por la fricción de pisadas. Todo su cuerpo se encontraba rígido, no tenía control sobre sí misma; además, sentía un dolor agudo provenía de su pierna izquierda, y percibía como bajo de ella se formaba un charco espeso y rojizo. Observaba con los ojos entrecerrados como personas iban de aquí a allá en ataques violentos, en medio de un campo de batalla desconocido.Pronto, un hombre con un uniforme antiguo y oscuro se arrastró hacia a ella; de él sólo pudo ver su cabello ondulado, tan negro como el de ella. Su rostro permaneció como una incógnita durante toda la visión. - Llora por mí en tus sueños. – Susurró el hombre junto a ella mientras luchaba por arrastrarse, t