Gilbert se había quedado dormido mientras esperaba junto a Virginia las instrucciones de su padre. Poco sabía que ella se había marchado hace unos minutos sin intenciones de despertarlo. Eran aproximadamente las 5 AM, ya hacía bastante tiempo que la cacería había concluido; los cazadores de turno ya debían tener un rato dormidos, mientras que los demás equipos se levantaban para su entrenamiento diario. A él le correspondía presentar el informe de lo acontecido, pero había recibido la orden de permanecer allí hasta que Arthur dijese lo contrario. De no ser así, ya se encontraría en su cama con un par de horas de sueño.
Arthur se aproximó hacia el sillón del recibo, se inclinó a un lado de su hijo y colocó gentilmente la mano que no estaba apoyada en el bastón en su hombro. Esto hizo que Gilbert abriera los ojos con molestia ante la luz ar
Habiendo ascendido por las escaleras, hacia mano derecha se encontraba la habitación de Gilbert. Este abrió una puerta de madera, no tan grande como la que se anteponía a la oficina de su padre, y se dejó ver una amplia recamara, tan amplia como un apartamento tipo estudio por si sola. Lo primero a notar era una pequeña sala de estar, con un sofá que daba a una televisión plana colgada en la pared. Hacia el lado contrario había un pequeño estudio y biblioteca llena de libros, algunos mal guardados, y en frente un escritorio con un computador.En el centro de todo y bajo los ventanales cubiertos con cortinas oscuras se encontraba una cama matrimonial, en medio de una mesa de noche y una nevera de tamaño ejecutivo. La decoración de la habitación desentonaba con el resto de la mansión; mientras que esta última tenía un aspecto a palacio, la recamara del muchacho tenía
En la noche de ese día, Gilbert llevó a su nueva compañera hacia el ala oeste de la mansión. Atravesaron la puerta de hierro y descendieron por las escaleras para encontrarse con los cuarteles de concreto. Llegaron a un amplio lugar en específico, encerrado por paredes macizas, con excepción a una de un enorme ventanal de grueso vidrio que dejaba ver a espectadores lo que ocurría adentro. Se trataba de una especie de gimnasio, con una pequeña arena de combate y equipamiento pesado. En el interior de la arena, se encontraba Virginia en plena pelea en contra de uno de sus subordinados. Ambos estaban descalzos, ella usaba un pantalón deportivo y un top, los dos de color gris; dichas prendas dejaban ver su figura tonificada. Nadie pensaría que ese rostro tan femenino ocultaba tanta musculatura. Por su parte, los demás cazadores, incluyendo el que peleaba contra ella, tanto hombres y mujeres vestían prendas holgadas de un unicolor gris. Algunos estaban sentados, en cuclilla
Virginia y unos 15 cadetes más se encontraban en la sala de reuniones subterránea, estos últimos esperando por instrucciones. Ella sostenía una tablet en sus manos, leyendo la información que había recibido anteriormente. En el medio de la habitación se había colocado una mesa con un proyector digital que transmitía su imagen hacia una pared vacía a los costados de la estancia; la tablet de Virginia se conectaba directamente a este para ilustrar a los demás agentes. Se colocó al lado de la proyección y procedió con su charla.- Señores, hemos recibido una notificación de las autoridades sobre una aparente infestación de vampiros. Desde hace dos meses han estado investigando una serie de asesinatos en Bibury. Un total de 24 víctimas de las que se tienen conocimiento, sin contar a los 18 desaparecidos que podrían ser posibles víctimas. &nda
Al día siguiente, faltaban un par de horas antes del amanecer. Los 15 cazadores y Gilbert se encontraban uniformados como de costumbre; aún no se colocaban sus mascaras y cascos, ni portaban sus armas todavía. Charlotte compartía atuendo con ellos, exceptuando el equipo blindado, mientras que Virginia llevaba el pantalón holgado del uniforme que usaban los demás, pero con una camiseta de color azul marino que dejaba ver sus brazos y clavícula.Siete cazadores ingresaron a la parte trasera de una de las camionetas blindadas de color negro, otro se dispuso a servir de conductor del vehículo y otro de copiloto del mismo. En la otra camioneta, siete cazadores más, incluyendo a Gilbert y a Charlotte, se adentraban igualmente en la parte trasera del mismo, estos últimos cuidando sus rostros del sol. Adentro, el espacio estaba distribuido en una serie de asientos a los laterales del automóvil, de manera que
- Sería más fácil volar este lugar. – Sugirió Gilbert de manera satírica ante la situación.- Apuesto que los de arriba están pensando eso mismo. – Respondió la cazadora que tenía a un lado.- Jamás había visto una infestación tan grande. – Añadió otro cazador, intentando mantener la calma. – Son suficiente para acabar con todo el pueblo.Lo que quedaba del equipo delta se encontraba rodeado por las criaturas rugientes, las cuales estaban todavía inertes, esperando por algún movimiento, sonido u olor amenazante para responder violentamente. Los cazadores formaban un círculo en el medio de la habitación, uno al lado del otro, dando la espalda al centro. Algunos sudaban de la impresión, intentando mantenerse serenos; Charlotte intentaba controlar su respiración.Al otro lado de la calle, en la vi
Charlotte seguía imparable ante los vampiros, golpeándolos con la fuerza de un camión, impactando sus cabezas al suelo. De repente, una de las criaturas tomó a Archer, una de las cazadoras femeninas, que estaba en el equipo delta. La tenía casi inmóvil, con excepción de una mano que apenas alcanzaba uno de sus bolsillos. La criatura abrió su hocico, desprendiendo un olor a muerte de su interior, y preparándose para devorar a la chica. Pero, a pesar del miedo, ella tenía algo en mente, con su mano libre estaba intentando tomar un objeto cilíndrico de unos 10 centímetros que estaba en su bolsillo.- ¡Archer! – Exclamó otro de sus compañeros al verla en aprietos.Esto hizo que Gilbert volteara y se diera cuenta de la situación, pero no pudo hacer nada para evitar lo que iba a acontecer. Archer logró tomar la bomba y quitó el seguro; del objeto
Charlotte se encontraba inmóvil en el frío suelo, una de sus mejillas podía sentir la tierra húmeda y el pasto burdamente cortado por la fricción de pisadas. Todo su cuerpo se encontraba rígido, no tenía control sobre sí misma; además, sentía un dolor agudo provenía de su pierna izquierda, y percibía como bajo de ella se formaba un charco espeso y rojizo. Observaba con los ojos entrecerrados como personas iban de aquí a allá en ataques violentos, en medio de un campo de batalla desconocido.Pronto, un hombre con un uniforme antiguo y oscuro se arrastró hacia a ella; de él sólo pudo ver su cabello ondulado, tan negro como el de ella. Su rostro permaneció como una incógnita durante toda la visión. - Llora por mí en tus sueños. – Susurró el hombre junto a ella mientras luchaba por arrastrarse, t
Charlotte tenía más de 60 años viviendo en la sombras del mundo, justo como todas las demás criaturas de la noche que se atreven a convivir en el territorio de los humanos. No compartía lugar con ellos a menos que fuera necesario, y este hábito se volvió mucho más normal para ella desde que se dio cuenta de la existencia de los cazadores que amenazaban a su especie. Por eso, siempre vivió en los límites de la sociedad con miedo y extrema precaución, incluso aislándose de sus propios congéneres; siempre sin un rumbo fijo, esperando porque el camino se estableciera solo. En esos años, nunca pasó por su mente que estaría a punto de compartir la mesa con seres humanos, y mucho menos que estos también serían cazadores. Pero, ahora, ella simplemente estaba allí, con ellos y junto a un vampiro mitad humano, cosa que también ignoraba hasta esos días. Gracias a eso, se había dado cuenta de las cosas que se había perdido y que también se le hacían familiares. Personas hablando entre s