Capítulo 8
—Me encanta atenderla, a diferencia de algunas personas que no pueden soltar el pasado —en ese momento, los ojos de Irene se llenaron de lágrimas, y su tono se volvió mucho más suave.

Daniel apretó los labios, su mirada se posó en los objetos que ella sostenía. Al ver la foto en la parte superior, se quedó paralizado.

—¿No había tirado Catalina esta foto hace tiempo?

—¿De qué estás hablando? ¡Me voy!

Irene no sabía que había tirado la foto frente a Daniel. Solo quería cumplir con cada una de las promesas que le había hecho. Daniel, rápido de reflejos, le quitó la foto de las manos.

—Ese objeto debería haberse tirado hace tiempo, ¿por qué te lo llevas?

—¡Tú! Eres completamente ingratitud, ¿sabes que esto es de Catalina...? —Irene se tragó las últimas palabras.

—¿De qué? —preguntó Daniel, persiguiéndola.

—¡Nada! Si te lo quieres llevar, tómalo. ¡A ella ya no le importarán estas cosas!

Irene ya no pudo mantener la calma y salió corriendo de la villa con lo que le quedaba. Daniel se quedó
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