Difícil Regresar al Pasado
Difícil Regresar al Pasado
Por: Elsa
Capítulo 1
1.

Tras seis años de romper con mi novio, Daniel Vargas, y de habernos convertido en familia, me enteré de que me quedaba poco tiempo.

Desesperada, corrí a casa, encaminándome directamente hacia su oficina, y le pregunté si realmente iba a casarse con la hija de la familia González. Él se rio con frialdad y me respondió que estaba soñando despierta, si pensaba que podía reconciliarme con él, acusándome de envidiarlo por haber encontrado a alguien más.

Al escuchar esto, me quedé paralizada, incapaz de articular ni una sola palabra en mi defensa, y, cuando lo miré a los ojos, fríos como el hielo, me di cuenta de que Daniel, en realidad, siempre me había odiado.

—Pero la hija de la familia González no es una buena persona —repuse, forzando una sonrisa.

Tenía sentimientos por él, pero sabía que entre nosotros nunca habría un buen final. Su futura esposa no debería ser una mujer de tan mala reputación.

—¿Y tú? ¿Una hija ilegítima? ¿Acaso eso te convierte en una buena persona? —preguntó, mirándome de reojo con desdén, como si pudiera leer mi pensamiento.

A continuación, Daniel se puso de pie. La luz iluminaba su figura, pero su rostro medio en sombras, y el cabello desordenado que caía sobre su frente, me impidieron ver su expresión.

—Catalina, no te concierne nada de lo que involucre a la familia Vargas.

—Pero yo nunca...

Quise explicarle que no me interesaba la fortuna de la familia Vargas, pero él se dio la vuelta y salió, ignorando por completo mis palabras.

—Hermano...

Él se volvió bruscamente, mirándome con la ferocidad de un lobo acechando a su presa.

—¿Cómo acabas de llamarme?

Cuando vi a Daniel en casa del nuevo esposo de mi madre, supe la razón de nuestra ruptura.

Había pensado en que podríamos llevarnos bien, pero nunca imaginé que él siempre me había odiado. Había permitido que en la escuela me acosaran y había presenciado con indiferencia cómo me difamaban. Sin embargo, me había negado a aceptar que él era mi hermano. Era como si, al reconocer que éramos familia, realmente no tuviéramos ningún futuro juntos.

—Hermano, no sigamos discutiendo, ¿sí? —le supliqué, sintiendo un dolor insoportable en mi corazón.

—¡No me llames hermano, Catalina! ¿No te da asco?

Al escuchar sus palabras llenas de desprecio, comencé a marearme, e inevitablemente caí al suelo.

—Catalina, ¿qué truco estás intentando jugar? Si vas a morir, ¡aléjate!

Sin prestarme más atención y salió de la oficina sin mirar atrás.

Me incorporé con dificultad, me toqué la nariz y mi mirada se oscureció, al ver la sangre en mi mano.

«Pero, Daniel, estoy enferma. Estoy a punto de morir. ¿No puedes sentir compasión por mí? ¿Ni siquiera puedes darme un abrazo?»

2.

Me encontraba de rodillas en el suelo, tratando de limpiar las manchas de sangre. Sin embargo, no alcanzaba a limpiarlo del todo cuando una nueva mancha caía de nuevo. Era como ciclo sin fin, como si nunca pudiera limpiarlo.

Dándome por vencida, me encogí en el suelo, abrazándome las rodillas, y lloré en silencio.

No entendía por qué el destino tenía que torturarme de esa manera. Cuando había creído haber encontrado el amor verdadero, descubrí que, quien ahora era mi exnovio, en realidad, sería mi futuro hermanastro. Pero lo peor fue cuando, a punto de rendirme y dejar de amarlo, me dieron la triste noticia de que tenía cáncer de hígado en etapa terminal.

Mi mente confundida me llevó hacia la puerta, solo para encontrar a mi madre, que me esperaba, preocupada.
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