Cuando me di cuenta de esto, comprendí al fin. La que realmente odiaba no era a Catalina, ni a su madre, sino a mi padre, que había cambiado. Pero bajo la presión constante, nunca me atreví a decir que todo era culpa de ese padre voluble. Quería redimirme. Sin embargo, al ver esos ojos tristes y vacíos, no sabía qué decir.Comencé a estudiar con ahínco la gestión del negocio familiar, deseando tomar el control del grupo de mi padre. Pero él decía que primero debía casarme para heredar el negocio. Afortunadamente, encontré a la persona adecuada: una joven adinerada que ya tenía a alguien que le gustaba y quería un matrimonio de conveniencia para hacer frente a la presión familiar.Sin embargo, en mi boda, no vi a Catalina. Irene me dijo que había muerto, y solo sentí que era absurdo. ¿Cómo podría Catalina estar muerta?Pasó un mes, dos meses... medio año. El hijo de Irene ya había nacido, y Catalina aún no regresaba.Me sentía cada vez más inquieto y quería saber de Catalina. Pero mi pa
1.Tras seis años de romper con mi novio, Daniel Vargas, y de habernos convertido en familia, me enteré de que me quedaba poco tiempo. Desesperada, corrí a casa, encaminándome directamente hacia su oficina, y le pregunté si realmente iba a casarse con la hija de la familia González. Él se rio con frialdad y me respondió que estaba soñando despierta, si pensaba que podía reconciliarme con él, acusándome de envidiarlo por haber encontrado a alguien más.Al escuchar esto, me quedé paralizada, incapaz de articular ni una sola palabra en mi defensa, y, cuando lo miré a los ojos, fríos como el hielo, me di cuenta de que Daniel, en realidad, siempre me había odiado. —Pero la hija de la familia González no es una buena persona —repuse, forzando una sonrisa.Tenía sentimientos por él, pero sabía que entre nosotros nunca habría un buen final. Su futura esposa no debería ser una mujer de tan mala reputación.—¿Y tú? ¿Una hija ilegítima? ¿Acaso eso te convierte en una buena persona? —preguntó, m
No me preguntó si había discutido con Daniel, sino que se limitó a mirarme con tristeza y me preguntó de dónde venía la sangre. En sus ojos vi el miedo, que me era tan familiar, el mismo que había visto antes, tras las huellas del abuso que había sufrido por parte de mi padre biológico, ante de que se casara de nuevo.No quería que se preocupase, así que sonreí y, quitándole importancia, le dije que no era nada. Mi madre respiró aliviada y me instó a que fuera a descansar. A pesar del dolor, regresé a mi habitación y me tumbé en la cama, con el sudor frío chorreando por mi frente. Luego de tomarme algunos analgésicos, cerré los ojos, intentando dormir, pensando en que, si lo hacía, dejaría de sentir el dolor. En mis sueños no había un Daniel feroz, ni una madre siempre llorosa, y parecía que regresaba a los momentos más dulces con Daniel. En aquel entonces, aún vivía en un barrio marginal al sur de la ciudad, disfrutando de un amor puro. Caminábamos de la mano, vagando sin rumbo por l
—¿A quién le importa si haces dieta o no? ¡Desearía que te murieras de hambre! —Daniel soltó un ligero resoplido, sirviéndome un vaso de agua que dejó sobre la mesa—. Verte aquí es un verdadero fastidio, ¡si hubiera sabido, no habría vuelto!Parecía que detestaba estar en la misma habitación que yo, por lo que ni siquiera bebió un sorbo del agua antes de marcharse. Lo observé mientras se ponía la chaqueta y salía apresuradamente de la mansión, dedicándome una última mirada de desprecio, como si fuera su enemigo. Así había pasado seis años de mi vida. ¿Qué me había mantenido en pie todo este tiempo?Mirando el vaso, no pude resistirme y bebí un pequeño sorbo. En ese momento, mi visión se nubló. No podía distinguir si mi constante búsqueda de Daniel después de la ruptura era por qué era una mano amiga en medio del fango, o un confidente en tiempos difíciles...Daniel me había dado un año de dulzura, que me había ayudado a soportar aquellos seis años de sufrimiento. Incluso había llegado
Irene sonrió a pesar de todo. —Sí, seguro.《Lo siento, te he mentido.》En lo profundo de mi ser, me arrepentí de mis palabras. Le mentí a la única persona que sabía que me quedaba poco tiempo. Me quedaba, como máximo, un mes.5.Cuando regresé a mi habitación, exhausta, me encontré con una persona que no debería estar allí. La habitación estaba impregnada de un olor a humo nauseabundo. Casi un día sin comer me había dejado con náuseas, y, de forma instintiva, corrí al baño y vomité hasta perder el sentido. Ni siquiera escuché los pasos de Daniel a tiempo. Arrodillada en el suelo, presioné el botón de la cisterna, pero de repente sentí un calor inesperado en mi abdomen.—¿Estás embarazada? ¿Cuándo saliste a divertirte a mis espaldas? ¿Piensas traer un hijo ilegítimo para pelear por la herencia? —dijo mientras me agarraba la mano y la presionaba contra la pared, inclinándose para mirarme, con los ojos inyectados de sangre observando mi abdomen—. Catalina, si quieres quedarte en la famili
Era la única que teníamos juntos. Quería llevarla conmigo cuando me enterraran. Después de todo, si algún día mi bebé en el cielo quisiera ver cómo era su papá, podría mostrarle la foto. Decirle que tenía unos padres que lo amaban muchísimo, y que creció rodeado de amor.6.Al volver a ver a Daniel, había recuperado su porte distinguido y cortés. Hablaba con los invitados con soltura, y de vez en cuando le ofrecía con atención algunos bocadillos a Estrella. Sin embargo, la mujer parecía disgustada con la escena, mostrando impaciencia en su rostro. Daniel se inclinó y le susurró algo al oído, y de inmediato la hermosa cara de la mujer se iluminó con una sonrisa.Pensé que Estrella regresaría a descansar, pero para mi sorpresa, se dirigió directamente hacia mí.—¿Eres Catalina? Daniel teme que me aburra, así que me envió a buscarte.Sonreía radiante, como una rosa en un invernadero, ajena a las preocupaciones. Sin embargo, mi mirada se desvió involuntariamente hacia su abdomen levemente
Al volver a ver a Daniel, había recuperado su porte distinguido y cortés. Hablaba con los invitados con soltura, y de vez en cuando le ofrecía con atención algunos bocadillos a Estrella. Sin embargo, la mujer parecía disgustada con la escena, mostrando impaciencia en su rostro. Daniel se inclinó y le susurró algo al oído, y de inmediato la hermosa cara de la mujer se iluminó con una sonrisa.Pensé que Estrella regresaría a descansar, pero para mi sorpresa, se dirigió directamente hacia mí.—¿Eres Catalina? Daniel teme que me aburra, así que me envió a buscarte.Sonreía radiante, como una rosa en un invernadero, ajena a las preocupaciones. Sin embargo, mi mirada se desvió involuntariamente hacia su abdomen levemente abultado.—Señorita Gonzáles, felicidades por tu matrimonio con mi hermano. Que pronto tengan un hijo.Creí que era un cumplido agradable, pero su expresión de alegría se desvaneció de inmediato.—¿Cómo sabes que estoy embarazada? ¿Te lo dijo Daniel? ¿Te contó también esto?—
Ella, con los ojos enrojecidos, escuchaba mis últimas palabras, las lágrimas brotando de sus ojos. Cuando hablaba, se veía especialmente furiosa, como una leona protegiendo a sus cachorros.—Todos piensan en ti, ¿y tú? ¿Has pensado en ti misma alguna vez?Lloraba desconsoladamente, sin rastro de la delicadeza y belleza de antes. Quería limpiar las lágrimas de sus mejillas y decirle que no llorara. Solo estaba cansada, solo iba a otro mundo.Pero ella seguía llorando, llorando por mí y compartiendo mi dolor. Sin embargo, no podía consolarla. Porque estaba cansada.9.Cerré los ojos. Pensé que al volver a abrirlos estaría en el cielo. Pero, tras mi muerte, continué vagando por este mundo en forma de espíritu. Observé a Irene, que se lanzaba sobre mi cuerpo, gritando desgarradoramente:—Catalina, ¡mujer sin corazón! ¡No puedes morir! ¡Mi bebé te está esperando para que lo abraces!Vi cómo el monitor cardíaco pasaba de sus ondas a una línea recta, y, a pesar de todo, sentí un alivio.El tr