Capítulo 12
Al terminar, dejó de prestar atención al desolado Daniel y corrió hacia el dormitorio para calmar al niño que se había despertado asustado.

Pero ni Irene ni yo esperábamos que Daniel entrara también. Observó al bebé en brazos de Irene y forzó una leve sonrisa.

—Es muy lindo, ¿ya le pusieron nombre?

—No hables tonterías. No te diré nada sobre Catalina.

Irene lo miró con desconfianza.

—¿No te da miedo que te odie por no haber ido a ver a Catalina en estos meses?

La voz de Daniel sonaba grave y cargada de una locura enfermiza. —Dime, ¿dónde has enterrado a Catalina?

Su aire normalmente aristocrático se tornó de repente en algo amenazante. El bebé en brazos de Irene pareció percibirlo y comenzó a llorar aún más fuerte. El llanto agudo y penetrante hizo que Daniel recuperara el sentido.

—Lo siento, no era mi intención. Solo quería ver a Catalina.

Intentó acercarse para abrazar al adorable bebé, pero Irene retrocedió instintivamente, su mirada llena de inquietud.

16.

Irene finalmente cedió.
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