80.

Kate se sentía agotada tras aguantar el interrogatorio de Michael. Necesitaba un respiro, por lo que se dirigió a la cocina a beber un vaso de agua. Para su frustración, Michael la siguió sin despegarse de ella. Aprovechó que estaban a solas para reanudar sus preguntas.

— ¿Vas a decirme ya donde estuviste? — insistió, apoyándose en el marco de la puerta. — No me fío de dejarte salir sola.

Kate respiró hondo, intentando mantener la calma. Pero sus palabras empezaban a crisparle los nervios.

— Ya te lo he dicho, solo fui a dar un paseo — replicó, dándole un trago al vaso. — Necesitaba pensar.

— ¿Durante tanto tiempo? — continuó él, sin dar su brazo a torcer — ¿Acaso piensas que no me doy cuenta de lo que pasa?

— No pasa nada, en serio — insistió Kate, aunque empezaba a perder la paciencia.

Michael chasqueó la lengua, incrédulo. Caminó hacia ella con una expresión que la inquietó.

— No querrás que también te pase a ti lo mismo que a tu hija, ¿verdad? — soltó de pronto.

Esa fue la gota qu
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