6.

— E-espera, era solo una broma, ya deja de llorar. — Suplicó Harvey ante el fuerte sollozo de Hari que empezaba a retumbar en sus oídos, echó la mirada a sus escoltas, ellos tampoco tenían idea de cómo lidiar con niños. — ¿Qué hacen ahí parados? ¡Averigüen rápido!

Antes de morir a manos de un furioso y desesperado Harvey ellos se dispersaron en cuestión de segundos y regresaron con propuestas al poco tiempo.

— ¿Qué tienes ahí? — Preguntó al primero, tenía las manos tras la espalda. Él mostró lo que había en ellas; un reluciente juego de cuchillos. — ¿Qué diablos es eso, Colton?

— Considero que es bueno que lo niños aprendan a defenderse solos desde jóvenes, es completamente seguro y muy divertido. — Respondió con total firmeza y seguridad. — Adelante niña, pruébalo.

— Quita esa m****a de su vista antes de que te arranque los ojos con ese mismo cuchillo. — Harvey mantuvo cubiertos los ojos de Hari, para que no lo viera. — ¿Quién tiene otra idea?

— Yo traje una pistola de jug-

— Rechazado. — Contestó Harvey.

— ¿Qué tal el dedo de-?

— ¿Por qué tienen que ser tan sanguinarios todo el tiempo? — Cuestionó Harvey, luego miró a Hari, seguía soltando el llanto. — ¿Quién tiene otra idea?

James fue el siguiente en levantar la mano.

— Yo traje un collar, señor.

Harvey puso una mueca de desagrado. — Es una collar para mascotas.

James afirmó con la cabeza.

— Si grabamos su nombre en el collar junto al de su madre y la atamos a un poste de luz podremos dejarla aquí y la encontrarán más rápido.

— No es un perro, James, cierra la puta boca. — James se frotó las sienes con los dedos. — ¿De verdad ninguno es lo suficientemente inteligente como para tener una buena idea?

— Con el debido respeto, no entiendo por qué tenemos que tomar tanta molestia por una niña, señor. — Dice Logan, probablemente el miembro de sus escoltas más racional e inteligente que siempre sabe cómo persuadir a Harvey. — Si no le molesta, a mí se me ocurre una idea para que la niña deje de llorar.

Harvey lo miró de regreso, recordando que, a pesar de que Logan tenía tanto el físico como la inteligencia, había un detalle de él que lo echaba todo abajo:

— ¿Por qué no solo nos deshacemos de ella?

Era un jodido lunático.

— Atrévete a repetir eso. — Harvey presionó el cuello de Logan con una sola mano. — ¿Ahora vamos por ahí matando niñas como unos desgraciados?

— Todo lo que hacemos es deshacernos de otros por usted, no puede culparnos porque nuestras ideas solo estén ligadas a aquello que acostumbramos hacer. — Alcanzó a decir con la voz ahogada. — ¿De verdad va a matar a su subordinado más leal por culpa de una niña de origen desconocido?

Esas fueron las malditas palabras que hicieron que Harvey lo soltara.

— Que no vuelva a ocurrir. — Le advirtió, Logan había caído al piso mientras tosía y recuperaba el oxígeno.

— No pasará otra vez, señor.

Aclarado el asunto regresó con Hari, ella miró a Harvey y lloró aún más fuerte, siempre repitiendo las mismas palabras, siempre llamando por su madre.

— ¿No puedes llorar otra cosa? Maldición ya sabemos que quieres a tu mamá de regreso. — Su intento por calmarla terminaría fallando y eso solo lo desesperaría más. — Niña ya deja de llorar ¿Sí? Me estás aturdiendo y tengo que irme, así que hagamos un trato como personas civilizadas ¿De acuerdo? — Se sacó la chequera del bolsillo dentro de su saco, también un bolígrafo. — ¿Qué es lo que pides para dejar de llorar? Te daré lo que quieras.

— Quiero ir al carrusel. — Contestó rápidamente. — ¿Me llevarás?

— ¿Qué? Tú... — Se acercó a mirar la cara de la niña, sus mejillas y ojos estaban completamente secos. — ¿No estabas llorando hace cinco segundos?

Hari evadió su pregunta.

— ¿Vas a llevarme al carrusel?

— por supuesto que no, solo lo dije para que dejaras de llor- — El llantén que armó la niña a mitad de su oración hizo que, por primera vez en su vida, tuviera que tragarse sus palabras. — Bien, te llevaré al carrusel.

— ¡Bien! — Exclama con felicidad.

Harvey apretó las manos en puños, fulminando a sus escoltas con solo mirarlos al darse cuenta de que ellos también se percataron que por primera vez en su vida fue engañado por alguien, y ese alguien era nada más ni nada menos que una niña de no más de cinco años.

***

Pero había un problema con la petición de la pequeña Hari.

— ¿Realmente tiene que ser... Ahí? — Intentó oponerse tanto como pudo, pero la niña empezó a tirar de él con toda sus fuerzas, ¿Qué tal en la montaña rusa?

— ¡El tío Harvey prometió hacer cualquier cosa! ¡Es un mentiroso! — Gritó Hari, furiosa. — ¡Quiero ir al carrusel con el tío Harvey!

Al escucharla tragó en seco.

— ¿Tío? — Repitió, como si no hubiera escuchado bien. — Está bien que quieras ir, puedes hacerlo ¡¿Pero por qué tengo que subir yo contigo?! ¡Eres una niña grande, ve tú sola!

Se aferró al poste de luz.

— ¡Mamá siempre sube conmigo porque le da miedo que me caiga! ¡El tío Harvey también tiene que subir! — No planeaba darse por vencida por más resistencia que pusiera. — ¡No quiero subir sola!

La escena de una niña tirando de un adulto sujeto a un poste no pasaba desapercibida para los transeuntes, pero Harvey estaba consciente de que su dignidad se iría en picada hacia abajo si permitía que lo vieran en una atracción para niños, y eso era más importante.

— ¡No pienso subirme contigo! Y ya suéltame, pequeña mocosa.

Al momento en que soltó a la niña la vio perder el equilibrio y, como consecuencia, caer.

Se sintió culpable cuando notó que había empezado a llorar por el golpe brusco que le produjo la caída. — Oye, niña... Lo siento, no fue mi intención.

En su vida jamás se había disculpado, no podía creer que fuera tan difícil de decir.

— ¿Niña...? — Llena del polvo del suelo, Hari se cubría el rostro con ambas manos. — ¿Estás bien?

— ¡Atrapé al tío Harvey! — Gritó en cuanto se acercó, ella lo tenía tomado por el cuello de la camisa con sus pequeñas manos que parecían pinzas. — ¡Ahora tendrá que llevarme al carrusel!

— ¡¿Pero qué?! ¡¿No estabas llorando?!

Otra vez cayó en su trampa.

— Si se siguen riendo les arrancaré las cuerdas vocales. — Advirtió a sus escoltas, quienes dejaron de reír y se enderezaron rápidamente. — Y tú, niña. Quiero que sepas que no pienso subirme a un cochino carrusel así que llora todo lo que quieras, pero yo soy el adulto aquí.

Pero en lugar de llorar, ella lo retó con la mirada.

Y luego le hizo rentar el carrusel solo para ella y dar vueltas en el infierno durante dos horas completas.

Harvey bajó pálido, mareado y cansado, se sentía peor que estar borracho, no sentía el cuerpo y parecía que hubiera un peso terrible sobre sus hombros, pero, a diferencia de él, Hari bajó completamente feliz y dando saltitos de satisfacción, por supuesto, había logrado su objetivo.

— ¡Fue muy divertido! Hay que subir otra vez.

— ¡No! — Se apresuró a interrumpirla Harvey.

Hari lo miró mal.

Una mirada que, por un momento, probablemente debido a su propio mareo y a que acababa de vomitar en un traste de basura, se le hizo similar a las que solía recibir en el pasado. Podía jurar que vio a Violette en la niña, pero luego de parpadear un par de veces dejó de hacerlo, como si solo hubieran sido ideas suyas por haberla estado buscando tanto tiempo que ahora la reflejaba en cualquiera.

« Violette no tenía tantas agallas. » Meditó.

— Los caballos del carrusel son muy bonitos ¿Verdad tío Harvey? — Preguntó Hari, tomando su mano de repente.

Harvey sintió extraño tomar una mano tan pequeña y frágil por primera vez, sin saber qué hacer trató de soltarla, pero Hari se aferraba a su mano grande, rasposa y llena de cortes, como si no le importara que esa misma mano había incluso derramado sangre incontables veces.

Solo por esa vez creyó que no sería una carga permanecer junto a alguien indefenso.

— ¿Te gustan los caballos?  — Hari asintió con entusiasmo a su pregunta. — A mí también me gustan.

Ella le sonrió feliz.

« Que tonta, a quién cree que le sonríe de esa manera. » Piensa Harvey, pretendiendo no haberse complacido.

— ¡Entonces hay que subirnos otra vez!

La simple idea hizo que Harvey corriera a vomitar de nuevo.

— ¿El tío Harvey va a estar bien? — Pregunta Hari, al cuidado de Colton, el escolta que le ofreció cuchillos como obsequio horas atrás.

Él miró el camino por el que Harvey había salido corriendo a vomitar.

— Estará bien, nuestro jefe es realmente fuerte y muy genial pero se marea rápido. — Despeinó el cabello de la pequeña. — Una vez en un barco, a pesar de su fuerte mareo acabó él solito con tres tipos muy rudos que querían matarlo para robar su cargamento de drogas, ¡Es muy fuerte!

Hari se quedó observándolo.

— ¿Qué son drogas?

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