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Detrás de la Lente
Detrás de la Lente
Por: C.A.I.S
CAP 1: A prima vista

(...)La decisión más sencilla puede marcar un antes y un después(...)

                                     

El silencio invita a pensar. Si hay alcohol de por medio y un hombre dudando de sí mismo, despierta ese filósofo que todos tenemos dentro, él no tenía papel y lápiz para dejar claro lo que sentía, solo un vaso de Whisky que necesitaba ser rellenado y un techo que a cada segundo parecía darle más vueltas. En ese estado llegó a una sencilla conclusión, si pasaste una vida entera mintiendo, pierdes el poder de quejarte cuando alguien más te hace lo mismo, a fin de cuentas las mentiras no son más que un consuelo a una vida de verdades que el mentiroso no es capaz de aceptar, o un escape a lo que le impusieron vivir. Solo eso tuvo tiempo de pensar antes que las luces de la habitación se encendieran. 

-Me haces venir al estudio a las dos de la mañana, dejo a una mujer desnuda en mi cama que ni siquiera estoy seguro del idioma que habla, más te vale que tengas algo bueno que decir y que no me hayas hecho venir para verte soñar despierto- dijo Oscar mientras encendía el resto de luces del lugar. 

-Siempre has sabido como hacer que una mujer se quede dormida, no me eches la culpa por eso, trata al menos de que yo me mantenga despierto- respondió Ángel levantándose del sillón, dejó caer el vaso en su mano que se hizo añicos al tocar el suelo con un ruido estridente que resonó en su mente embriagada como un martillo neumático. 

-Deja los chistes y recoge ese desastre mientras piensas bien lo que me vas a contar, yo voy a ir a servirme un Whisky que me viene de maravilla para lidiar contigo, tú ya has tenido suficiente de eso por esta noche al parecer .

Oscar regresó casi al instante, Ángel aún estaba en el suelo mientras trataba de coordinarse para recoger los restos de vidrio roto. Para Oscar era inevitable mirar al hombre que tenía delante e imaginar que algo realmente malo tenía que haber pasado. Lucía apagado, con ojeras y la misma ropa que llevaba cuando lo vio por última vez  un par días atrás, la chaqueta de cuero le apestaba a alcohol barato y solo el hecho de estar borracho, siendo alguien que nunca tomaba alcohol si no era un trago de bar, preocupaba. Errático al moverse, nervioso, todo lo contrario a como era normalmente, alguien extremadamente sereno y que mantenía el hábito de cuidar su aspecto hasta el más mínimo detalle, contagiado por los modelos con los que trabajaba, para quienes el aspecto es lo primero y su fotógrafo tenía que estar a la altura . Ese panorama rozaba el punto de una preocupación seria, era como ver a otra persona.

-Ahora cuéntame que pasó, esto no es propio de ti- dijo Oscar rompiendo el silencio ya que Ángel evidentemente no estaba en su momento más comunicativo.  

-No pasó nada hombre, siento haber interrumpido tu noche con Natasha, no pensé que siguiera en la ciudad- dijo mientras se dirigía a echar a la basura el vaso roto, y echarse un poco de agua al rostro para espabilarse. 

-Primero, no me llamaste para que te hiciera compañía- le dijo Oscar cuando Ángel regresó- eso es evidente, algo  gordo tiene que haberte pasado, y otro pequeño detalle ¿Cómo diablos es que tú sabes el nombre de la mujer con la que me estoy acostando y yo difícilmente puedo recordar su cara?

 

Por primera vez en la noche Oscar vio a su amigo sonreír, un ligero alivio al asunto

-Hey- continuó diciendo Oscar -somos lo más cercano a un hermano que tiene el otro, si mataste a alguien dímelo y busco la pala, si te dejó tu mujer no me meto, esa doctora me da miedo- trataba por todos los medios de sacarle otra sonrisa para que se relajara. 

-¿Alguna vez has dejado de sentirte hombre?-dijo Ángel de repente. 

La pregunta sorprendió a Oscar por un instante, pero se la tomó con humor como la mayoría de las conversaciones que tenía con Ángel.

-Bueno amigo, si armaste toda esta escena para decirme que eres Gay, podrías habértelo ahorrado y este moreno seguiría con su rusa en la cama- dijo Oscar riendo. 

-No, no es eso, estoy hablando en serio- la cara de Ángel cara no tenía la más mínima señal de que estuviera bromeando esta vez.

-Pues si estás hablando en serio- dijo Oscar desdibujando la sonrisa de su cara- deja de hacerlo con pensamientos profundos que nunca ha sido lo tuyo y ve al grano, que siendo sincero me estás asustando. 

Para alguien que viese a Oscar por primera vez, podría incluso dar miedo, más de metro noventa, con un portento físico enorme que decía a gritos “si me molestas puedes terminar con un puñetazo en la cara” y su rostro era de pocos amigos. Esa era la superficie, pero debajo se escondía alguien que aunque desconfiado siempre y preparado para lo peor, hacía de los problemas de sus amigos los suyos propios y no paraba hasta que estuvieran resueltos. Había salvado el pellejo de Ángel más veces de las contables y aunque Ángel no se lo dijera jamás, incluso para sentarse a conversar de lo que fuese, no había nadie mejor que Oscar. 

 

Se hizo otro silencio breve que pareció eterno antes de que Ángel volviera a hablar. 

-Está bien- comenzó a sonar en su voz un tono más calmado -supongo que tengo que hablar con alguien, y mejor tú que un psicólogo. ¿Te suena el nombre de Marina Leone?  

-Sí, obvio, la nueva modelo europea que todas las casas de moda quieren, hizo un desfile para Victoria´s Secret y ahora está en boca de todo el mundo de la moda, según tu agenda tenías una sesión de fotos con ella aquí en el estudio hace dos días- cuando la idea de lo evidente cruzó su cabeza, Oscar hizo una pausa y su rostro cambió a severo- por favor dime que no te acostaste con ella.

-Déjame contarte y luego me reclamas cuanto quieras. ¿Vale?

A regañadientes y callando todo lo que tenía por dentro, Oscar se sentó a escuchar las historia que Ángel empezaba a contarle.

 

       .  .  .

Marina llegó al estudio cerca de las ocho de la mañana, incluso antes de que estuviera abierto. No te le voy a negar ni por un momento, me quedé hipnotizado al verla entrar, era demasiado buena para ser verdad, el pelo rizado rojizo que le caía por los hombros, los ojos azules, los labios tan gruesos y rojos que casi de fantasía y el cuerpo, no sé qué decir, digno de una modelo. 

Debía medir alrededor de metro setenta y cinco, con la cintura esculpida a mano que se dejaba ver con la ropa que tenía puesta, ropa que por cierto no ayudaba para nada en hacerla menos llamativa. Un top negro que solo cubría hasta la parte superior de su abdomen, dejándolo al descubierto por completo y sus pantalones para quien la mirara de espaldas, le dejaba muy poco a la imaginación. Todo esto encima de una piel extremadamente blanca que la hacía resaltar todavía más, en definitiva, fue un auténtico milagro que no dejara caer la cámara que tenía en la mano cuando la vi, y esa fue solo la primera impresión.  

-Buenos días- me dijo ella extendiéndome la mano- mi nombre es Marina, disculpa la ropa es que vine directo del gimnasio hacia aquí. 

-Soy Ángel, mucho gusto. 

-El gusto es mío, la reputación precede al mejor fotógrafo de Madrid. 

-Pues gracias, y no te preocupes por la ropa, puedes si quieres tomar una ducha aquí antes de empezar, no estoy listo todavía, así que en cuanto te traigan la ropa que quieres usar en la sesión empezamos. 

¿Ropa?¿De que estás hablando?- me preguntó. 

-Buenos supuse que una modelo profesional traería las combinaciones de ropa que quisiera usar. 

Ella se sorprendió y se mostró un tanto apenada por un momento. 

-Esto es embarazoso porque se supone que mi agente debió decírtelo. 

-¿Decirme qué?- le pregunté confundido. 

-Yo reservé esta sesión para hacer desnudos, pensé que a estas alturas lo sabrías.

Te juro Oscar que por un momento no supe como reaccionar, y no era capaz de imaginarme que eso era solamente la punta del iceberg, te veo en el rostro que tienes mucho que decirme, pero por favor déjame terminar. 

 

-No estaba preparado para esto pero está bien, hay un sitio allí adelante donde puedes cambiarte, y un albornoz para que te pongas- respondí a su proposición. 

-Es que hay otro pequeño problema- dijo Marina. 

-Tú eres la modelo, fuera de cámaras mandas tú, ¿qué problema hay?

-No tenía pensado hacer esta sesión sola, un amigo modelo me iba a acompañar. 

-¿Acompañarte, en una sesión de desnudos?- dije riendo. 

-Digamos que somos muy buenos amigos- me dijo ella - pero el caso es que me falló. 

-¿Entonces que vas a hacer?¿ Reprogramamos o la vas hacer sola? 

Ella quedó pensativa por un momento, y luego llegó su brillante idea, o quizás lo tenía planeado desde el primer momento. 

-Necesito algo agresivo, atrevido, algo que realmente impacte. 

-Como consejo profesional- le dije-ninguna revista o agencia te aceptará fotos que pasen cierto punto de desnudo, así que ten claro el límite.  

-Gracias por el consejo, pero nunca dije que esto fuera para una revista o algo parecido, esto es personal. Veo que tienes un bonito anillo de casado-dijo tomando mi mano-ella es afortunada, estoy segura que no quieres poner en riesgo eso pero te propongo algo, es difícil lograr las fotos que quiero si solo aparezco yo, así que si haces la sesión conmigo te pago el doble de lo acordado, y como dije son personales, así que no tienes que ser un profesional, aunque por físico, digamos que darías buen modelo. Así que dime, ¿aceptas o no?. Aunque pensándolo bien, debería dejarte algo claro antes de que decidas que responder, no soy alguien que respete los límites, eso me cuesta. 

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