-No puedes irte rumbo a Italia con nosotros- dijo Ángel.
-Creo que estás malinterpretando la situación Ángel, no te estaba pidiendo permiso, lo voy a hacer porque es lo que siento correcto, y en este momento lo que digas me va a dar tan igual como la opinión de un desconocido, así que ahórrate las palabras.
-Yo no soy cualquier desconocido, y no creo que eso haya cambiado en un par de horas, como mismo no cambia en un par de horas quien eres tú para mí.-Tienes razón, lo que siento por ti no va a cambiar en un par de horas, eres el hombre del que me enamoré y con el que me casé. Pero lo que tiene amar a una persona con intensidad es que cuando el amor se rompe, los sentimientos que toman su lugar se manifiestan con la misma intensidad que se amaba. Ahora mismo para mi te quiero y te encuentro repulsivo al mismo nivel
-Por favor- dijo tomándola del brazo -no hagas esto, no sabes donde te metes.
-Suéltame y deja el melodrama que no se te da, ahora mismo él único lugar donde te conozco es la cama y porque no creo que te hayas tenido que inventar una vida mientras teníamos sexo- se liberó del agarre y se dirigió a la salida.
-¡Eso está completamente fuera de lugar Luna!- dijo Ángel deteniéndola antes que saliera del lugar -No le veo sentido a decir algo así en este momento.
-Yo no le veo sentido a que me mintieras y mírame aquí pagando el precio, ahora mismo quiero gritar, tal vez llorar, o incluso golpearte en la cara, seguramente lo haga, pero ahora tenemos un vuelo que tomar, puedes correr a lo cobarde, o ser un poco hombre y afrontar lo que dejaste atrás, al menos yo tengo claro lo que voy hacer.
Ángel quedó con la mente en blanco, de pie en el medio del estudio, sin saber como procesar lo que había acabado de pasar. Tratando de entender como se pierde una vida entera en una conversación. Tardó un par de minutos en salir, Oscar lo esperaba fuera del lugar, ya Marina y Luna se habían ido en el otro auto.-Por tu cara las cosas no parece que fueran muy bien que digamos.
Sin siquiera responder a Oscar, Ángel se subió en el asiento de pasajero del auto y esperó a que Oscar arrancara. Pasó una buena parte del camino hacia el aeródromo antes de que Oscar le hablara porque el silencio era insoportable.
-No te voy a pedir que me cuentes lo que pasó allí dentro, es tu matrimonio y tú sabrás cómo arreglarlo, pero tienes que decirme lo que vamos a hacer ahora porque cuando tomemos ese avión la cosa va a empezar a complicarse mucho y muy rápido.
-Si supiera ya te lo habría dicho, pero la verdad no tengo la más mínima idea, estamos dejando la única parte buena de nuestras vidas en el retrovisor y sin saber lo que va a pasar cuando lleguemos a Italia.
-Estos nombres, esta vida, todo esto es solo fantasía- Decía Oscar - estas vidas es lo que pudo haber sido si fuésemos personas normales, pero para bien o para mal, no es así.
-Al menos yo tengo planes de conservar el nombre.
-Te lo vas a quedar porque por mucho que te digas a ti mismo que la superaste hace años, ella sigue metida en tu cabeza, y ahora estás viendo como la historia se repite con una mujer que de verdad te quiere, pero al menos en esta versión no hay ningún muerto, al menos no de momento.
-Di lo que quieras, yo prefiero ser Ángel que Alessandro.
-Lo que prefieras importa bastante poco ahora mismo. Dices que no sabes lo que nos espera al aterrizar, por las dudas hay un par de pistolas nueve milímetros en la maleta.
-¿Empacaste las cámaras?
-Si, junto con los discos duros y todo lo importante que dejamos en el estudio. Pero ahora mismo creo que deberías no pensar en la cámaras y empezar a recordar la forma de recargar un arma que es la que nos puede sacar de un aprieto.
-Es cierto, pero si me das a elegir siempre preferiré la fotografía a la bala- dijo Ángel sonriendo
-Bueno, señor pacifista, tenemos un buen camino por delante, así que dime eso a qué se debe. Yo sinceramente prefería el arma en caso de que mi vida dependa de ello.
-Tienes razón hasta cierto punto, cualquiera podría querer un arma en caso de que su vida dependa de ello, después de todo, una cámara fotográfica es todo lo opuesto. Tomando una foto es posible capturar un momento de la vida, disparando una bala lo posible es acabar con la vida en un momento. Uno es un instrumento para perpetuar y hacer algo eterno, el otro para destruir en un instante. Si se trata de hacer daño , la mayoría elegiría el arma, sin pensarlo mucho, y está bien si el daño que queremos causar es temporal. Sin embargo la bala puede no ser letal, o incluso si lo es, la muerte suele ser menos castigo del que merecen algunos, pero una foto, tomada en el momento indicado, puede condenar personas, tenerlas a tus pies por el resto de su vida, destruir uniones y formarlas, lograr que si se quiere hacer daño con ella, este sea permanente y sin tener que ponerle un dedo encima nadie, y en el momento que la foto correcta sea expuesta, más de uno recurriría por si mismo a una bala para terminar el sufrimiento.
-Bonita manera de pensar, me recordó a tu padre- dijo Oscar.
-Creo que de las pocas cosas útiles que me enseñó fue a manejar ambas cosas, el arma y la cámara, ahora concéntrate en manejar que lo último que faltaría a esta semana es un accidente de tránsito.
El trayecto de ambos continuó sin problema. La charla había hecho que Ángel se relajara un poco y dejara de pensar en Luna para hacerlo en su familia y en que nunca se iba a acostumbrar a llamar Adriano a Oscar otra vez.
Mientras tanto en el otro auto, donde iban Marina y Luna también se daba una conversación interesante.
-¿No te parece que quizás fuiste muy dura con él?- preguntó Marina que iba al volante.
-Para nada, se lo merecía, no sé como creías que iba a reaccionar después de que me enseñaras toda su historia.
-Te digo lo mismo que a él, no esperé que se quedara a ver lo que pasaba, siempre se le dio mejor huir que afrontar los problemas, ha cambiado, quiero pensar que por ti.
-Cambiemos de tema. ¿Para qué tengo que estar preparada cuando aterricemos en Italia?
-¿No leíste el archivo sobre su familia?
-No me pareció que mi cerebro pudiera soportar más de lo que ya había leído.
-Esto va a ser entretenido-dijo riendo Marina.
-¿Entonces me vas a contar o no?- dijo Luna un tanto confundida.
-Te voy a contar, pero tampoco quiero echarte a perder la sorpresa. La familia de Alessandro y Adriano tiene poder en Sicilia, es de las familias que lleva siglos en el lugar. Son dueños de varias empresas en todo el país y como principal tienen una casa de moda en Milán para la que voy a empezar a trabajar. Mucho dinero, muchos lujos pero aún así todos los quieren y dan empleo a gran parte de la clase baja de la isla, eso hace que tengan como escudo a la gran mayoría de las personas del lugar, así se garantizan estar en buenas con todos y una lealtad inquebrantable. Pero como ya te habrás dado cuenta, siempre hay otro lado de la moneda y algo escondido tras las cortinas.
-¿Y qué es lo que esconden?- preguntó Luna intrigada.
-Supongo que eso te toca descubrirlo a ti, por mi parte, he dicho más que suficiente el día de hoy. Por ahora concéntrate en averiguar como decirle que él único con secretos en vuestra relación no era él. ¿Hasta cuándo con este teatro?
-Aun no es el momento- contestó Luna -por ahora es mejor que las cosas se mantengan por el rumbo que van.
-Solo empieza a parecer que este pequeño juego cada vez se tuerce un poco más. Cuando se sepa la primera traición todos querrán proteger lo suyo, porque todos tenemos algo que perder y alguien que puede quitárnoslo en un segundo, él te va a proteger a ti sin saber que de ti recibió la primera herida, pobre iluso, solo espero que Italia sea un bonito lugar para que todo termine.
-¡Puedes callarte ya!- gritó Luna.
-Sin problema Luna, solo digo lo evidente- volvió a decir riendo Marina y luego se hizo silencio en el auto.
Ambos autos llegaron al aeródromo privado con unos diez minutos de diferencia. Marina tenía listo un jet privado y la tripulación lista para partir. Apenas si hubo palabras durante el vuelo. La tensión era palpable sin mucho esfuerzo, ninguno tenía algo que decir que pudiera mejorar la situación, todo lo contrario, un intento fallido de llenar el vacío del silencio con palabras sin sentido de seguro hubiera empeorado las cosas.
Marina parecía la única medianamente cómoda. Bebiendo champagne y dedicándose a mirar a los demás con una sonrisa ocasional. La risa de quien sabe todo, o casi todo sobre los que estaban allí, y que imaginaba que en el momento que las verdades comenzaran a salir a la luz, sería con certeza casi absoluta imposible que se volviera a dar una escena así de tranquila con los mismo participantes. Ella disfrutaba ver el mundo arder y ellos parecían ser la Pompella perfecta.
(...)los astros se alinean, los encuentros se dan y las deudas se pagan(...)Dos horas y media de vuelo de Madrid a la capital de Sicilia, Palermo. La vista aérea de la ciudad era impresionante para Luna que por primera vez viajaba a Italia, y sabía que estaba ante una de las ciudades más hermosas y con más historia del país. Testigo de grandes imperios, el Griego, el Romano. Poseída por Árabes que la hicieron emirato, franceses, españoles, e incluso por los nazis. Vivió grandes guerras, desde la napoleónica hasta las Guerras Mundiales, casa de nazis y de otros proclamados conquistadores,pero sobre sobre todo, se comenzó a conocer a nivel mundial como la cuna de la mafia italiana, de ese submundo que todos decían conocer pero del que nadie sabía nada más allá de los que nos enseñó el Padrino Corleone . Para Luna ver todo lo que había leído sobre la ciudad desde el aire, era cuando menos fascinante.Al aterrizar en un aeródromo priva
El dolor de cabeza le dio la bienvenida a Ángel al despertar. Cuando logró abrir sus ojos y situarse, se notó la cabeza vendada, y al mirar hacia su torso desnudo vio que también estaba vendado alrededor de todas sus heridas. Miró a su alrededor desorientado, aunque el lugar le resultaba conocido, no era capaz de saber donde estaba. A sus pies sentada en una silla y apoyando la cabeza sobre sus muslos, dormía Luna. Trató de no despertarla pero al primer intento por acomodarse ya había fallado.-No deberías moverte mucho- dijo ella con voz soñolienta.Él no le respondió, se dedicó a mirarla y por un momento logró fantasear con que todo lo que había pasado los último días no eras más que un mal sueño, las punzadas que recibía de la herida en su cabeza decían lo contrario, lo hicieron retorcerse levemente de dolor por un momento, lo que hizo que dolieran también los golpes en el abdomen.-Te lo advertí- dijo ella con una p
"All'uomo che ha cambiato il mondo e che sta per cambiare il cielo"(1). Así decía la inscripción de la tumba de Don Bruno D'Angelo. Delante de ella su hijo parado en absoluto silencio era invadido por las memorias de los escasos momentos buenos que vivieron juntos, pero que a pesar de ser pocos, eran los que valía la pena recordar en el momento.- Hace más de una hora terminó la reunión, pensé que tendrías mucho que decirle- dijo Bianca a su espalda.Ángel suspiró y se dejó caer sentado al pasto que rodeaba la tumba, cerró los ojos y sonrió mientras el olor del campo que se mezclaba con el de la costa cercana invadía su nariz. Luego los abrió y miró de frente a su madre.- No me salen las palabras, es como cuando lo tenía delante en persona, tengo tantas cosas atoradas en la garganta peleando por salir que ni siquiera sé por donde empezar, entonces pareciera que no tengo nada que decir.- Entre los dos quedó todo dicho, aunque estoy segu
(...)Voglio che tu resti e non ho modo di pagarti, ¿il mio cuore è abbastanza?(1)(...)Cuando no se quiere dejar salir a alguien realmente importante de tu vida, se buscan razones, se dan motivos y se cambian vidas enteras por quien, al entender personal, vale todo eso y mucho más. Sin embargo conformarse con el "si la quieres déjala ir y espera a que vuelva" no es más que la cobardía del conformista.El paseo con Bianca había hecho a Ángel replantearse mucho, volver a pensar en cuanto dejó ir y cuan diferente pudiesen haber salido las cosas si se hubiera quedado en Italia, para bien y para mal. Se encerró en su cuarto y aunque el dolor debajo de la camisa seguía presente, había quedado completamente por detrás de la culpa, ese "y si..." que rebotaba intranquilo entre sus ideas. Pero ante la culpa como con otras situaciones en la vida se diferencian dos tipos de personas, los que deciden seguir viviendo en el pasado y los que piensan en que hacer al respecto.
-Pregunté que estaba pasando- dijo Ángel al ver que ninguna de las dos parecía querer responder.-No sucede nada, solo pasaba y al ver a Luna llorando quise ver qué tenía, supongo que está estresada y por eso me gritó, ¿no es así Luna?- dijo Marina.-Sí- asintió Luna mientras secaba sus lágrimas.-¿Estás segura que todo está bien?- dijo Ángel agachándose al suelo para ponerse junto a ella.-Sí, es mejor que me vaya a mi cuarto- dijo Luna y salió de allí lo más rápido que pudo.-Parece que la asustaste- dijo Marina a Ángel una vez estuvieron solos.Ángel cerró la puerta del cuarto en su cara y la dejó riendo sola en el pasillo.Luna entró a su cuarto, la prisión de oro donde había pasado la mayoría del tiempo que llevaba en aquella casa. La habitación era incluso más grande que el apartamento de Madrid donde vivía con Ángel. Tras cerrar la puerta de un tirón, comenzó a dar vueltas sin rum
Luna salió de la biblioteca y fue directo al cuarto de Ángel y tocó a su puerta.-Creo que deberíamos hablar- dijo Luna.-Claro, pasa- respondió Ángel.Luna entró en el cuarto y se sentó en la cama, Ángel tomó una silla de la mesa donde habían cenado la noche anterior y la puso junto a la cama.-Esa pistola, supongo que regalo de mi madre, no pierde sus costumbres- dijo Ángel señalando al arma que Luna tenía a su lado-Pues dime de qué quieres hablar.-Vengo de hablar con tu madre, me hizo bien y aunque esa mujer realmente da miedo hizo que viera las cosas de una manera diferente.-Entonces supongo que tomaste una decisión sobre si quedarte o irte- dijo Ángel con una sonrisa a labios cerrados.-Sí, pero antes creo que hay mucho más que hablar y ante todo te debo una disculpa.-¿Disculpa?, no te estoy entendiendo, no tienes nada por lo que disculpart...-Conocí a tu padre Ángel- Dijo Luna de repente -c
Se hizo otro silencio eterno luego de la última frase de Luna. Ángel sencillamente se detuvo a mirarla sin hacer el más mínimo gesto expresivo. Fueron interrumpidos por toques en la puerta de la habitación, un guardia entró con la noticia de que Oscar había despertado y de inmediato ambos fueron hacia su habitación. No se miraron o dijeron una palabra al caminar por los pasillos de la casa. Era de aquellas situaciones donde el intento de rellenar el espacio que le corresponde a un silencio necesario solo puede terminar peor, afortunadamente ambos se dieron cuenta e hicieron de cuenta que el otro ni siquiera estaba allí. Al llegar a la habitación de Óscar él ya reía y coqueteaba con una enfermera que trataba de tomarla la temperatura mientras estaba sonrojada por el trato de su paciente. Lucía terrible, el rostro era completamente morado y uno de sus ojos ni siquiera podía abrirse correctamente aún. Al ver a Ángel y Luna entrar al cuarto Ósca
-Espera, esto parece un mal chiste- dijo Ángel - ¿Ese sujeto cree ser yo? -Sí, por raro que parezca, alguien quiere ser tú, pobre alma en pena- respondió Enzo. Ángel se limitó a no responderle, hacer quedar en ridículo a Enzo se había vuelto aburrido con los años. -Madre tu eres la jefa- dijo dirigiéndose a Bianca -tu dirás qué hacemos. Bianca quedó pensando por un momento antes de responder. -Nada, si nos da tiempo quiero aprovecharlo, hay hombres de sobra para cazarlo sin tener que caer en su juego y antes que tenga la oportunidad de decirle a alguien que Alessandro está vivo. Tenemos que coordinar también el viajea Milán. - ¿Milán? - preguntó Ángel extrañado. -Sí, si tenemos que lidiar con un loco, prefiero hacerlo donde tengamos más respaldo del que tenemos aquí, Palermo es seguro, pero ya no es nuestro como hace años, para eso falta. Milán es otra historia, tenemos la Casa de Moda