En los escasos minutos en la ducha Ángel no imaginaba una manera de que las cosas acabaran bien entre él y Luna. Ella debía ya de saberlo todo, todo lo que Marina pudiera haberle contado, las verdades adornadas, las mentiras sutiles e incluso los pequeños detalles, que por mínimos que parezcan, pueden cambiar completamente la percepción sobre una historia. Cuando salió de la ducha a medio vestir todavía, Oscar le estaba esperando fuera, con un bolso en la mano.
-Pasé por el almacén donde teníamos todo, recogí tus cosas y las metí aquí, si tienes algo más que llevarte de esta casa, tómalo ahora y despídete de las paredes, estaré esperando en el auto, y por cierto, ponte un traje- le dijo antes de salir por la puerta rumbo al elevador.
Ángel quedó pensativo, miró a su alrededor y comenzó a recordar escenas en cada rincón de aquella casa. Era pequeña, de solo un dormitorio, demasiado costosa para lo que ofrecía, pero tenía una vista hermosa del centro de la ciudad y era el apartamento que habían elegido juntos él y Luna. Los recuerdos no dejaban de aparecer, y como en sus sueños de la noche anterior, ella estaba en cada uno de ellos, las noches cocinando juntos, cada película vista en el sofá, cada noche juntos en la cama, incluso las discusiones parecían algo lindo de recordar en el momento. Es cierto, no era nada especial, pero para él irse de allí era como dejar un palacio, porque a fin de cuentas lo que hace especiales a los lugares es lo vivido en ellos, y a su vez esos recuerdos no son especiales si no se comparten con las personas correctas, de esas que te sacan esa sonrisa, esa lágrima, ese “fue ahí donde...” al hablar del lugar.
Mientras se terminaba de poner él único traje que tenía a mano y de arreglarse, la idea de volver a ser alguien que se había esforzado por dejar atrás iba tomando fuerza y se hizo más que una idea una realidad cuando se miró en el espejo, ese saco negro a juego con el pantalón, la camisa blanca con puños dorados, el pelo arreglado a la perfección, ese no era él, sino el vestigio de lo que fue pero que ahora parecía regresar a volverse una realidad, como si la sombra quisiera renegar a su dueño y tomar control. Fue pasando sus manos por las paredes desde el cuarto hasta la salida, miró una foto que tenía junto a Luna en la sala, la besó, luego la puso boca abajo y cerró la puerta tras de sí para nunca más volver.
No hubo una sola palabra desde que llegó al auto donde esperaba Oscar hasta que llegaron al estudio, el silencio se estaba convirtiendo en compañero habitual. Al llegar Marina estaba fuera fumando un cigarro recostada a un auto aparcado en la entrada con matrícula de renta
-Tardaron demasiado- les dijo.
Ambos bajaron del auto tan serios como venían antes. Sin embargo la impresión de Marina era que estaban demasiado tranquilos para todo lo que estaba pasando.
-Te veo elegante, me trae recuerdos verte así- dijo ella dirigiéndose a Ángel.
-¿Ella está adentro?- preguntó Ángel.
-Si, la convencí de que te esperara, te espera una bonita charla.
-¿Por qué lo hiciste?, no termino de entenderlo, quitarme la oportunidad de contarle todo yo mismo, ¿Por qué?.
-La verdad no esperé que esto pasara, pensé que tu primer instinto iba a ser correr, y tenía que asegurarme te tuviera el suficiente asco como para que no quisiera irse contigo, y con ella aquí seguía teniendo algo contra ti para encontrarte, nada personal, solo negocios. A fin de cuentas este juego lo perdiste tú solo el día que accediste a esas fotos, te hice dudar y ahora te tengo a mis pies, sin rencores- dijo ella y soltó una bocanada de humo a la cara de Ángel.
-Está bien, solo negocio, lo mismo digo entonces- se giró hacia Oscar - Busca entre las cosas que trajiste del almacén el archivo de Giovanni.Oscar hizo caso sin objetar. Un segundo después le entregó a Ángel un folder con muchos documentos dentro y este se los dio a Marina, quien comenzó a leerlos y su rostro sereno que llevaba hasta ese momento se tornó nervioso.
-Yo no te seguí todos estos años- decía Ángel- porque con esto es más suficiente para que lo único que desfiles en tu vida sea el uniforme de una prisión italiana, no quería sacarlo a relucir por respeto, a ambos, pero si le pones tú o alguien que trabaje para ti un dedo encima a Luna, esto sale a la luz y cualquier trato que te hayan ofrecido en Palermo estoy seguro que se cancelaría, y una vez en prisión, comprar una herida fatal para ti no debería serme difícil, perdí la partida, no el juego.
Marina quedó paralizada sin saber que decir, Oscar soltó una pequeña sonrisa al ver que su compañero estaba volviendo a ser la mejor versión de si mismo, esa daba un poco de miedo, pero era mejor que verlo llorar por amenazas.
- Antes de ir a tener esa hermosa charla- dijo acercándose al oído de Marina- recuerda, la vita è bella(1) y solo porque hayas cambiado tú físico no quiere decir que tu vida anterior desapareciera- tomó el cigarro que ella tenía en los labios, lo puso en los suyos, le dio una calada y tras echarle el humo en la cara, lo tiró al suelo y lo aplastó.
Ángel entró al estudio y en el mismo sofá donde noches atrás Oscar lo encontró borracho y tuvo que hacer de psicólogo. Ella lo sintió y al momento se dio vuelta. Sus ojos café claros que siempre daban esa mirada cálida tranquilizadora sin importar que tan malo el momento estaban apagados, opacados por un rojo provocado al llorar, aunque ahora no exhibía una sola lágrima. Parecía totalmente rota, aunque se esforzaba por demostrar lo contrario, los deseos d seguir llorando eran evidentes, pero ella era de las mujeres que que se volvían duras en los momentos más difíciles.
-Luces como alguien a quien le servirían un par de horas de sueño- dijo Ángel caminando hacia ella.
-Así que el perro fue a buscarte, siempre fiel.
-No hables así de Oscar por favor, es mi familia.
-No sé quien es él, de la misma manera que no se quien eres tú.
-No digas eso , tú me conoces mejor que nadie- hizo el amago de sentarse junto a ella pero ella lo detuvo negando con la cabeza.
-Normalmente quien te conoce mejor que nadie sabe tu nombre, sabe de dónde vienes, y todo lo que haz hecho en tu vida, yo?, yo solo sé lo que tú quieres que sepa, eso no es conocerte, eso es haber sido tu juguete por cuatro años.
Ángel quedó en silencio, ningún chiste o comentario inteligente lo sacaría de esta, y hasta cierto punto ella tenía razón. Tuvo que recuperarse de ese golpe de palabras antes de volver a hablar y solo atinó a hacer una pregunta.
-¿Qué te ha contado ella?
-Supongo que hablas de esa modelo, la que me dijiste que nunca conociste, esa que tuve que ver esperándome en el hospital tras salir yo de una cirugía de seis horas, que si no fue lo suficientemente estresante por si sola, ella la complementó tras decirme que llevo años durmiendo con un hombre del que no conozco en lo absoluto y que cada detalle de su pasado que me ha contado no es más que un cuento barato, ni siquiera de hadas.
-Estoy seguro de que te mintió, las cosas no son como Giovanni te las puso, de eso estoy seguro. Por favor déjame aclararte.
-Ella, o él, como prefieras, pudo haberme mentido, pero me contó más de lo que nunca hiciste tú, y no tuvo que decir una sola palabra, me mostró documentos, declaraciones, fotografías, todo lo que necesito para creer- todo está allí- señaló un grupo de papeles desordenados que estaban encima de la mesa junto al sofá- en cambio tú me diste falsas promesas, al menos esa que dices que miente me dio la elección de saber, mucho más de lo que hiciste tú, ¿o no Alessandro?
-Dejé ese nombre atrás hace mucho tiempo- dijo bajando la cabeza -nunca pensé que lo escucharía de nuevo, mucho menos de tu boca.
-Ni siquiera sabía que fueses Italiano, Alessandro D´Angelo, hermoso nombre, lástima que nunca lo supe, me habría enamorado más rápido probablemente.
-¿Qué quieres saber?No me queda más que responder tus preguntas ahora mismo.-Sí, tengo mil preguntas, pero ni siquiera una que quiera que respondas, si eres capaz de mentirme a la cara todo este tiempo no me imagino porqué ahora sería diferente.
-¿Qué sabes?
-Solamente lo que leí. Alessandro D´Angelo y Adriano del Castillo, Oscar- dijo tomando los papeles que descansaban sobre la mesa y continuó leyendo de su contenido- los dos jóvenes de la familia D´Angelo que escaparon de casa con veinte años, junto con ellos salió del país Giovanni Calabrese, ahora conocido como Marina Leone. Se que por alguna razón las familias no los buscaron, no hubo denuncias. Ambas familias radican en Palermo, Sicilia y ahora, diez años después, han movido cielo y tierra para encontrarlos. Los tres jóvenes fueron dados por muertos en el naufragio de un yate en alta mar dos semanas luego de huir, pero varios pensaron que era solo una tapadera, luego de ese día nacieron Ángel y Oscar en España, dos fotógrafos de los que nadie sabía nada pero que empezaron a sorprender al mundo de la moda y con la particular costumbre de no aparecer nunca en fotos públicas. Eso es todo lo que se, no quise leer más allá.
-Sabes demasiado, pero no dejan de ser verdades a medias.
-Por eso necesito saber la realidad de todo este asunto, y para eso hay una sola forma.
-¿Cómo piensas hacerlo?
-Me voy con ustedes a Italia y con suerte ver todo con mis propios ojos, si son verdades a medias, quiero la parte que las complete, y quítate el anillo de matrimonio, todo esto es solo un chiste- tomó el de ella y lo arrojó al suelo.
(1)traducción del italiano: La vida es bella
(...)Las mentiras se hace duro decirlas, consuelan mientras duran y duelen cuando se descubren(...)Incluso cuando perder no es una opción, sino un hecho. Cuando no existe un buen resultado a una situación, siguen habiendo opciones, mejores y peores maneras de que las cosas salgan mal. Pero a fin de cuentas es perder, y q tan malo sea se mide en la cantidad de dolor que nos causa, a nosotros y a las demás personas involucradas.-No puedes irte rumbo a Italia con nosotros- dijo Ángel.-Creo que estás malinterpretando la situación Ángel, no te estaba pidiendo permiso, lo voy a hacer porque es lo que siento correcto, y en este momento lo que digas me va a dar tan igual como la opinión de un desconocido, así que ahórrate las palabras.-Yo no soy cualquier desconocido, y no creo que eso haya cambiado en un par de horas, como mismo no cambia en un par de horas quien eres tú para mí.-Tienes razón, lo que siento por ti no
(...)los astros se alinean, los encuentros se dan y las deudas se pagan(...)Dos horas y media de vuelo de Madrid a la capital de Sicilia, Palermo. La vista aérea de la ciudad era impresionante para Luna que por primera vez viajaba a Italia, y sabía que estaba ante una de las ciudades más hermosas y con más historia del país. Testigo de grandes imperios, el Griego, el Romano. Poseída por Árabes que la hicieron emirato, franceses, españoles, e incluso por los nazis. Vivió grandes guerras, desde la napoleónica hasta las Guerras Mundiales, casa de nazis y de otros proclamados conquistadores,pero sobre sobre todo, se comenzó a conocer a nivel mundial como la cuna de la mafia italiana, de ese submundo que todos decían conocer pero del que nadie sabía nada más allá de los que nos enseñó el Padrino Corleone . Para Luna ver todo lo que había leído sobre la ciudad desde el aire, era cuando menos fascinante.Al aterrizar en un aeródromo priva
El dolor de cabeza le dio la bienvenida a Ángel al despertar. Cuando logró abrir sus ojos y situarse, se notó la cabeza vendada, y al mirar hacia su torso desnudo vio que también estaba vendado alrededor de todas sus heridas. Miró a su alrededor desorientado, aunque el lugar le resultaba conocido, no era capaz de saber donde estaba. A sus pies sentada en una silla y apoyando la cabeza sobre sus muslos, dormía Luna. Trató de no despertarla pero al primer intento por acomodarse ya había fallado.-No deberías moverte mucho- dijo ella con voz soñolienta.Él no le respondió, se dedicó a mirarla y por un momento logró fantasear con que todo lo que había pasado los último días no eras más que un mal sueño, las punzadas que recibía de la herida en su cabeza decían lo contrario, lo hicieron retorcerse levemente de dolor por un momento, lo que hizo que dolieran también los golpes en el abdomen.-Te lo advertí- dijo ella con una p
"All'uomo che ha cambiato il mondo e che sta per cambiare il cielo"(1). Así decía la inscripción de la tumba de Don Bruno D'Angelo. Delante de ella su hijo parado en absoluto silencio era invadido por las memorias de los escasos momentos buenos que vivieron juntos, pero que a pesar de ser pocos, eran los que valía la pena recordar en el momento.- Hace más de una hora terminó la reunión, pensé que tendrías mucho que decirle- dijo Bianca a su espalda.Ángel suspiró y se dejó caer sentado al pasto que rodeaba la tumba, cerró los ojos y sonrió mientras el olor del campo que se mezclaba con el de la costa cercana invadía su nariz. Luego los abrió y miró de frente a su madre.- No me salen las palabras, es como cuando lo tenía delante en persona, tengo tantas cosas atoradas en la garganta peleando por salir que ni siquiera sé por donde empezar, entonces pareciera que no tengo nada que decir.- Entre los dos quedó todo dicho, aunque estoy segu
(...)Voglio che tu resti e non ho modo di pagarti, ¿il mio cuore è abbastanza?(1)(...)Cuando no se quiere dejar salir a alguien realmente importante de tu vida, se buscan razones, se dan motivos y se cambian vidas enteras por quien, al entender personal, vale todo eso y mucho más. Sin embargo conformarse con el "si la quieres déjala ir y espera a que vuelva" no es más que la cobardía del conformista.El paseo con Bianca había hecho a Ángel replantearse mucho, volver a pensar en cuanto dejó ir y cuan diferente pudiesen haber salido las cosas si se hubiera quedado en Italia, para bien y para mal. Se encerró en su cuarto y aunque el dolor debajo de la camisa seguía presente, había quedado completamente por detrás de la culpa, ese "y si..." que rebotaba intranquilo entre sus ideas. Pero ante la culpa como con otras situaciones en la vida se diferencian dos tipos de personas, los que deciden seguir viviendo en el pasado y los que piensan en que hacer al respecto.
-Pregunté que estaba pasando- dijo Ángel al ver que ninguna de las dos parecía querer responder.-No sucede nada, solo pasaba y al ver a Luna llorando quise ver qué tenía, supongo que está estresada y por eso me gritó, ¿no es así Luna?- dijo Marina.-Sí- asintió Luna mientras secaba sus lágrimas.-¿Estás segura que todo está bien?- dijo Ángel agachándose al suelo para ponerse junto a ella.-Sí, es mejor que me vaya a mi cuarto- dijo Luna y salió de allí lo más rápido que pudo.-Parece que la asustaste- dijo Marina a Ángel una vez estuvieron solos.Ángel cerró la puerta del cuarto en su cara y la dejó riendo sola en el pasillo.Luna entró a su cuarto, la prisión de oro donde había pasado la mayoría del tiempo que llevaba en aquella casa. La habitación era incluso más grande que el apartamento de Madrid donde vivía con Ángel. Tras cerrar la puerta de un tirón, comenzó a dar vueltas sin rum
Luna salió de la biblioteca y fue directo al cuarto de Ángel y tocó a su puerta.-Creo que deberíamos hablar- dijo Luna.-Claro, pasa- respondió Ángel.Luna entró en el cuarto y se sentó en la cama, Ángel tomó una silla de la mesa donde habían cenado la noche anterior y la puso junto a la cama.-Esa pistola, supongo que regalo de mi madre, no pierde sus costumbres- dijo Ángel señalando al arma que Luna tenía a su lado-Pues dime de qué quieres hablar.-Vengo de hablar con tu madre, me hizo bien y aunque esa mujer realmente da miedo hizo que viera las cosas de una manera diferente.-Entonces supongo que tomaste una decisión sobre si quedarte o irte- dijo Ángel con una sonrisa a labios cerrados.-Sí, pero antes creo que hay mucho más que hablar y ante todo te debo una disculpa.-¿Disculpa?, no te estoy entendiendo, no tienes nada por lo que disculpart...-Conocí a tu padre Ángel- Dijo Luna de repente -c
Se hizo otro silencio eterno luego de la última frase de Luna. Ángel sencillamente se detuvo a mirarla sin hacer el más mínimo gesto expresivo. Fueron interrumpidos por toques en la puerta de la habitación, un guardia entró con la noticia de que Oscar había despertado y de inmediato ambos fueron hacia su habitación. No se miraron o dijeron una palabra al caminar por los pasillos de la casa. Era de aquellas situaciones donde el intento de rellenar el espacio que le corresponde a un silencio necesario solo puede terminar peor, afortunadamente ambos se dieron cuenta e hicieron de cuenta que el otro ni siquiera estaba allí. Al llegar a la habitación de Óscar él ya reía y coqueteaba con una enfermera que trataba de tomarla la temperatura mientras estaba sonrojada por el trato de su paciente. Lucía terrible, el rostro era completamente morado y uno de sus ojos ni siquiera podía abrirse correctamente aún. Al ver a Ángel y Luna entrar al cuarto Ósca