(...) de sueños vivimos, en pesadillas morimos(...)
Seguían sentados en la misma mesa de aquel café en el centro de Madrid, inmóviles con sus
mentes corriendo a doscientos kilómetros por hora en busca de una solución. Oscar fue el primero de los dos en levantarse, y sin articular una sola palabra, tocó a Ángel por el hombro y le hizo saber con solo mirarlo que era hora de irse, arrojó un billete de veinte euros a la mesa donde las dos tazas de café sin tocar todavía humeaban.Fueron a dar un a un bar, a pesar de lo temprano que era. El silencio se mantuvo en todo el camino hasta llegar allí, e incluso una vez sentados en la barra con un vaso de Whisky a la roca delante de cada uno, ninguno sabía que decir.
-Hay que largarnos de aquí- dijo Oscar -han sido buenos años pero hay que salir ya de este lugar, con un par de llamadas puedo hacer que estemos en el próximo barco a Sudamérica.
-¿Seguir corriendo? Creo que ya fue suficiente de eso, y además no puedo dejar a Luna, nos vamos a Italia, no la voy a poner en riesgo, fin del debate- le dio un trago profundo a su Whisky.
-¡Mírame!-dijo Oscar agarrando a su amigo y poniendo su cara enfrene de la suya-si volvemos no hay salida, y yo sé que quieres a Luna, pero con una bonita brasileña en un par de meses se te habrá olvidado.
-Tú le llamas querer a lo que deberías decirle amar- respondió Ángel.
-Y tú le llamas amar a lo que cualquier persona sana llamaría obsesión con algo tan simple como un nombre, pero no me hagas ser descortés que ya tenemos bastante.
-¡ Vas a empezar tú también!-gritó Ángel atrayendo miradas de todos por un segundo.
-Baja la voz, yo no soy Marina y si me vuelves a gritar, te rompo la mandíbula aunque te tenga que llevar luego al hospital yo mismo.
-Lo siento- se disculpó Ángel -esto ya es demasiado.
-Lo sé, ninguno de los dos esperaba volver a escuchar esa frase otra vez, sinceramente esperaba que Giovanni estuviera muerto o algo así, no que se hubiera puesto tetas.
-Tú fuiste quien dijo que ahora es una mujer en toda regla, así que llámala por su nombre
-Al menos no te acostaste con él o ella, como sea es una lástima, hubiera sido el chiste de mi vida.
Ambos rieron por unos momentos y durante el instante que duró esa risa, se olvidaron de todo lo que se les venía por delante.
-Está bien, si quieres que regresemos a Italia, pues te apoyo- seguía diciendo Oscar.
-No tienes que venir conmigo, tú estás fuera de esto, seguro alguna cubana estaría encantada de darte asilo en La Habana, llevas años sin ir, creo que ya es hora.
-Puede ser que sea hora, pero cuando se jura no se hace en vano, “Dove cade mio fratello, io cado, dove muore mio fratello, io muoio”, ¿recuerdas?
-”Donde mi hermano cae, caigo, donde mi hermano muera, muero”, siempre me pareció un juramento estúpido, además, nunca se te dio bien el italiano y sin embargo te esfuerzas para hablarlo.
-Nunca se te dieron bien las mujeres y aun así insistes en estar con ellas, cada uno con sus caprichos.
Ambos brindaron alejando por un momento la mente de lo que estaba pasando.
-Ahora tienes que decirle a Luna todo esto, o al menos un par de verdades escogidas, no puedes tampoco desaparecer de un día a otro, no se merece eso- dijo Oscar.
-Es cierto, esta noche tiene que estar en el hospital así que tengo tiempo para pensar bien lo que le voy a decir y lo que me tengo que seguir guardando.
La hora de verse solo en casa llegó, pensar la mejor manera de decirle a la única persona inocente en toda su vida, que todo lo que él le había contado y dibujado a lo largo de los años, no era más que una cortina de humo,una fantasía de lo que realmente le hubiese gustado vivir.
No hay manera fácil de decirle a alguien que quieres de verdad, “te he estado mintiendo”. No hay un final feliz luego de algo así, cuando alguien tiene que enterarse que su confianza fue traicionada desde la primera mirada. Eso no pasaba con mujeres como Luna, de esas que les cuesta abrirse a alguien, pero que cuando lo logran toman las manos de la persona que quieren y sin pensarlo más dicen:
“Aquí tienes mi corazón, confío en que sabrás qué hacer con él”
Horas enteras mirando al techo, caminando por su apartamento en círculos. Esperaba que la puerta se abriera, imaginando todos los escenarios posibles, todas y cada una de las reacciones que ella podría tener cuando supiera todo, todo lo que él estaba dispuesto a contarle. Incluso consideró huir, Oscar podía tener razón y podría ser lo mejor, pero si le iba a romper el corazón de cualquier manera, al menos sería lo bastante hombre como para hacerlo de frente y no yéndose sin más.
Esa noche quedó dormido en él sofá, pensando en ella al punto de que no soñó con otra cosa. Su subconsciente decidió proyectarle esa noche una película de mil recuerdos difusos. La vio durante todos y cada uno de sus sueños, su rostro, en especial sus labios, esos que había besado y mordido infinidad de veces durante estos años de felicidad que parecían llegar a un final no muy agradable. Vio mil sonrisas , incluso la vio mordiéndose el labio inferior como tenía por costumbre cuando se ponía nerviosa, la escuchó decir varias frases que tenía por habituales con él, “TE AMO”, “ERES EL MEJOR”, “TÚ ERES UN VERDADERO Ángel, EL MÍO”.El escenario iba cambiando pero ella seguía ahí, siendo la mejor, siendo Luna. Por momentos también su mente se puso traviesa con sueños donde más que risas de su boca salían gemidos, y las frases que decía tenían un tono completamente diferente.
De pronto, en uno de sus sueños se vio en el parque de “El Retiro”, lugar emblemático de Madrid, él iba vestido de traje y corbata, completamente de negro. En el lugar no había la muchedumbre habitual, estaba completamente solo, hasta que la vio a ella. Luna caminaba lentamente por el lugar. Ángel comenzó a correr tras ella pero parecía no alcanzarla nunca, intentaba gritarle pero su voz no salía.
Cuando finalmente la alcanzó pudo ver que ella vestía su traje de bodas, tenía un ramo de rosas blancas en la mano y el velo del vestido ceñido sobre el rostro. La volteó hacia él poniéndole la mano en el rostro, levantó el velo como hizo aquel día de su boda hacía 4 años, se sorprendió al ver su cara, retrocedió incluso. De los ojos de Luna corrían lágrimas que se tornaban negras al fundirse con el maquillaje y hacían dos ríos oscuros al descender por sus mejillas, los labios con el color totalmente deshecho comenzaron a moverse, pero esta vez no para sonreír, morderse o gemir, sino para empezar a decir cosas que comenzaron a tornar el sueño en pesadilla. “Quién eres?”, preguntaba ella.”Qué le hiciste al hombre que amo?””Por qué alguien como yo se casó con alguien como tú””No soy tu Luna, no soy ella”. Todo eso dijo ella mientras él no podía hablar, estaba inmóvil y solo le quedaba ver como a medida que seguía hablando se iba alejando , le miró a las manos y el ramo de rosas se iba pintando de rojo mientras por debajo de los pétalos iba cayendo lo que parecía sangre mientras ella apretaba sus manos contra las espinas de las flores, ella misma volvió a bajarse el velo y se le perdió en la distancia.
Ángel volvió a correr detrás de ella desesperado por encontrarla, esta vez se le hizo menos complicado. Cuando la alcanzó, volvió a ponerla de frente a él, volvió a levantar el velo y esta vez había otra sorpresa, el rostro era el de Marina, perfectamente bien maquillada y arreglada, sonrió tiernamente, ladeó la cabeza lentamente mientras su sonrisa se hacía más oscura a cada momento. ¿Recuerdas tu nombre?,luego se le acercó, lo besó en los labios y le dijo al oído, “conmigo vas a estar mejor”.
En ese momento Ángel se levantó sudando, temblando, y en un instante, sin darse cuenta, estaba llorando en el suelo con la cabeza entre sus piernas como un niño, sin saber porqué, sin saber por quién.
Lo que quedaba de noche se le hizo eterna, las botellas de vino que habían en la casa insuficientes, y lo único de lo que tenía mucho más de lo que quería era confusión.
El sol salió y lo sorprendió tomando directo de una botella que ya no tenía nada más que ofrecer. La puerta sonó, se volteó y sintió como su corazón comenzó a acelerarse. Cuando volteó a ver no tenía ni idea de qué iba a decirle o como iba a comenzar aquella conversación.
Se dio vuelta esperando que una sonrisa de ella le quitara las preocupaciones, y al estar de frente a la puerta, era Oscar quien la había abierto. Vestido de traje y con una cara peor de lo habitual.
-¿¡Se puede saber qué diablos haces aquí!?
-Quita la cara de imbécil, aunque siempre la llevas puesta ahora que lo pienso, tienes otro lugar donde estar, date una ducha y nos vamos.
-Tengo que esperar por Luna, tengo mucho que contarle tú mismo lo dijiste
-Ese es el tema, nuestra querida nueva amiga Marina se te adelantó, cuando llegué al estudio esta mañana Luna y ella me estaban esperando, y digamos que tu esposa sabe una o dos cosas más que la última vez que la viste, así que a no ser que quieras que crea todo lo que le puede haber dicho Marina, te aconsejo que te apresures, las cosas se adelantaron, salimos de la ciudad dentro de tres horas en un avión privado a Italia.
(...)los labios correctos te besan, los ojos correctos te miran, y la mentira más evidente se convierte en algo agradable de escuchar(...) En los escasos minutos en la ducha Ángel no imaginaba una manera de que las cosas acabaran bien entre él y Luna. Ella debía ya de saberlo todo, todo lo que Marina pudiera haberle contado, las verdades adornadas, las mentiras sutiles e incluso los pequeños detalles, que por mínimos que parezcan, pueden cambiar completamente la percepción sobre una historia. Cuando salió de la ducha a medio vestir todavía, Oscar le estaba esperando fuera, con un bolso en la mano. -Pasé por el almacén donde teníamos todo, recogí tus cosas y las metí aquí, si tienes algo más que llevarte de esta casa, tómalo ahora y despídete de las paredes, estaré esperando en el auto, y por cierto, ponte un traje- le dijo antes de salir por la puerta rumbo al elevador. Ángel quedó pensativo, miró a su alrededor y comenzó a
(...)Las mentiras se hace duro decirlas, consuelan mientras duran y duelen cuando se descubren(...)Incluso cuando perder no es una opción, sino un hecho. Cuando no existe un buen resultado a una situación, siguen habiendo opciones, mejores y peores maneras de que las cosas salgan mal. Pero a fin de cuentas es perder, y q tan malo sea se mide en la cantidad de dolor que nos causa, a nosotros y a las demás personas involucradas.-No puedes irte rumbo a Italia con nosotros- dijo Ángel.-Creo que estás malinterpretando la situación Ángel, no te estaba pidiendo permiso, lo voy a hacer porque es lo que siento correcto, y en este momento lo que digas me va a dar tan igual como la opinión de un desconocido, así que ahórrate las palabras.-Yo no soy cualquier desconocido, y no creo que eso haya cambiado en un par de horas, como mismo no cambia en un par de horas quien eres tú para mí.-Tienes razón, lo que siento por ti no
(...)los astros se alinean, los encuentros se dan y las deudas se pagan(...)Dos horas y media de vuelo de Madrid a la capital de Sicilia, Palermo. La vista aérea de la ciudad era impresionante para Luna que por primera vez viajaba a Italia, y sabía que estaba ante una de las ciudades más hermosas y con más historia del país. Testigo de grandes imperios, el Griego, el Romano. Poseída por Árabes que la hicieron emirato, franceses, españoles, e incluso por los nazis. Vivió grandes guerras, desde la napoleónica hasta las Guerras Mundiales, casa de nazis y de otros proclamados conquistadores,pero sobre sobre todo, se comenzó a conocer a nivel mundial como la cuna de la mafia italiana, de ese submundo que todos decían conocer pero del que nadie sabía nada más allá de los que nos enseñó el Padrino Corleone . Para Luna ver todo lo que había leído sobre la ciudad desde el aire, era cuando menos fascinante.Al aterrizar en un aeródromo priva
El dolor de cabeza le dio la bienvenida a Ángel al despertar. Cuando logró abrir sus ojos y situarse, se notó la cabeza vendada, y al mirar hacia su torso desnudo vio que también estaba vendado alrededor de todas sus heridas. Miró a su alrededor desorientado, aunque el lugar le resultaba conocido, no era capaz de saber donde estaba. A sus pies sentada en una silla y apoyando la cabeza sobre sus muslos, dormía Luna. Trató de no despertarla pero al primer intento por acomodarse ya había fallado.-No deberías moverte mucho- dijo ella con voz soñolienta.Él no le respondió, se dedicó a mirarla y por un momento logró fantasear con que todo lo que había pasado los último días no eras más que un mal sueño, las punzadas que recibía de la herida en su cabeza decían lo contrario, lo hicieron retorcerse levemente de dolor por un momento, lo que hizo que dolieran también los golpes en el abdomen.-Te lo advertí- dijo ella con una p
"All'uomo che ha cambiato il mondo e che sta per cambiare il cielo"(1). Así decía la inscripción de la tumba de Don Bruno D'Angelo. Delante de ella su hijo parado en absoluto silencio era invadido por las memorias de los escasos momentos buenos que vivieron juntos, pero que a pesar de ser pocos, eran los que valía la pena recordar en el momento.- Hace más de una hora terminó la reunión, pensé que tendrías mucho que decirle- dijo Bianca a su espalda.Ángel suspiró y se dejó caer sentado al pasto que rodeaba la tumba, cerró los ojos y sonrió mientras el olor del campo que se mezclaba con el de la costa cercana invadía su nariz. Luego los abrió y miró de frente a su madre.- No me salen las palabras, es como cuando lo tenía delante en persona, tengo tantas cosas atoradas en la garganta peleando por salir que ni siquiera sé por donde empezar, entonces pareciera que no tengo nada que decir.- Entre los dos quedó todo dicho, aunque estoy segu
(...)Voglio che tu resti e non ho modo di pagarti, ¿il mio cuore è abbastanza?(1)(...)Cuando no se quiere dejar salir a alguien realmente importante de tu vida, se buscan razones, se dan motivos y se cambian vidas enteras por quien, al entender personal, vale todo eso y mucho más. Sin embargo conformarse con el "si la quieres déjala ir y espera a que vuelva" no es más que la cobardía del conformista.El paseo con Bianca había hecho a Ángel replantearse mucho, volver a pensar en cuanto dejó ir y cuan diferente pudiesen haber salido las cosas si se hubiera quedado en Italia, para bien y para mal. Se encerró en su cuarto y aunque el dolor debajo de la camisa seguía presente, había quedado completamente por detrás de la culpa, ese "y si..." que rebotaba intranquilo entre sus ideas. Pero ante la culpa como con otras situaciones en la vida se diferencian dos tipos de personas, los que deciden seguir viviendo en el pasado y los que piensan en que hacer al respecto.
-Pregunté que estaba pasando- dijo Ángel al ver que ninguna de las dos parecía querer responder.-No sucede nada, solo pasaba y al ver a Luna llorando quise ver qué tenía, supongo que está estresada y por eso me gritó, ¿no es así Luna?- dijo Marina.-Sí- asintió Luna mientras secaba sus lágrimas.-¿Estás segura que todo está bien?- dijo Ángel agachándose al suelo para ponerse junto a ella.-Sí, es mejor que me vaya a mi cuarto- dijo Luna y salió de allí lo más rápido que pudo.-Parece que la asustaste- dijo Marina a Ángel una vez estuvieron solos.Ángel cerró la puerta del cuarto en su cara y la dejó riendo sola en el pasillo.Luna entró a su cuarto, la prisión de oro donde había pasado la mayoría del tiempo que llevaba en aquella casa. La habitación era incluso más grande que el apartamento de Madrid donde vivía con Ángel. Tras cerrar la puerta de un tirón, comenzó a dar vueltas sin rum
Luna salió de la biblioteca y fue directo al cuarto de Ángel y tocó a su puerta.-Creo que deberíamos hablar- dijo Luna.-Claro, pasa- respondió Ángel.Luna entró en el cuarto y se sentó en la cama, Ángel tomó una silla de la mesa donde habían cenado la noche anterior y la puso junto a la cama.-Esa pistola, supongo que regalo de mi madre, no pierde sus costumbres- dijo Ángel señalando al arma que Luna tenía a su lado-Pues dime de qué quieres hablar.-Vengo de hablar con tu madre, me hizo bien y aunque esa mujer realmente da miedo hizo que viera las cosas de una manera diferente.-Entonces supongo que tomaste una decisión sobre si quedarte o irte- dijo Ángel con una sonrisa a labios cerrados.-Sí, pero antes creo que hay mucho más que hablar y ante todo te debo una disculpa.-¿Disculpa?, no te estoy entendiendo, no tienes nada por lo que disculpart...-Conocí a tu padre Ángel- Dijo Luna de repente -c