Marina volvía a casa con los pies descalzos destrozados por correr sin rumbo por la carretera en buscar del auto que se había llevado a su familia. La sangre corría en sus pies descalzos, tenía los labios rotos y el rostro golpeado, el vestido destrozado y solo podía vagar con una mano aguantando su abdomen adolorido y en la otra cargaba el arma que había usado para dispararle al último de los secuestradores. No es posible saber cómo seguía caminando entre todo ese dolor físico y el verdadero dolor que provenía con pensar que n fue capaz de proteger a la gente que quería. No podía ni pensar en todo lo que podían hacerles a ellos con tal de hacerla sufrir a ella.
Lloraba y parecía no tener para cuando parar, el frío de la noche mantenía la piel completamente erizada y acentuaba los golpes que se tornaron morados mucho más rápido de lo que esperaba. Vagaba de regreso a casa perdiendo la esperanza de encontrarlos otra vez. Entró en la sala destrozada dónde Luna ayudaba a
Todo podía sonar sencillo en principio, cambiar a Luna por Manuel y Mario. La vida de dos personas que solo habían quedado atrapadas en medio del fuego cruzado y que no tenían nada que ver con la locura que no había hecho más que comenzado a desatarse a cambio de una asesina. Sin embargo las cosas estaban lejos de ser así de simples. En el mismo instante que Ángel colgó el teléfonoentendióque las cosas se ibana salir de control una vez mássin importar lo que hiciera. ¿Cómo salir a decirle a una madre que la única manera de traer de regreso a su hijo iba en contra de todo lo que se supone que él debía hacer? No había manera sencilla de decir algo así pero realmente dejar que la mujer que ya había dirigido La Casa Nera una vez volviera a ellos, era como directamente entregarle un arma cargada a un asesino ansioso. Ángel no hacía más que mirar hacia el techo en su cama, recordando la sonrisa de Mario y lo feliz q
A medida que la llamada entre Ángel y Fernando avanzaba, el Capo no podía dejar de pensar en la semejante locura que estaba escuchando. Ángel había dejado de lado cualquier tipo de sensatez y con lo que había planeado era o todo o nada, todas las apuestas estaban en la única alternativa de que esa misma noche terminara a su conveniencia. Fernando tenía su propio punto de vista, por un lado, de salir mal, todo aquello lo perjudicaría a él también. Sin embargo no podía evitar que se le dibujara una sonrisa en su rostro de manera involuntaria al imaginar todo lo que el D'Ángelo le estaba contando. Se podía decir que las personas a las que les gusta causar revuelo terminan entendiéndose. Cuando Ángel por fin terminó, Fernando esperó un par de segundo en silencio reflexionando bien sobre que decir. -¿Sabes qué si el mínimo detalle falla, muestras cabezas van a rodar?- dijo finalmente Fernando. - Aún así no creo que seas capaz de decirme que no tienes curiosidad de ver cómo sale todo,
Las manos le temblaban a Ángel enfrente del espejo. Los nervios no le permitían ver claramente y no atinaba ni siquiera a abrochar bien su corbata. “Todo puesto en una última jugada”, era la única idea clara que tenía en su cabeza. De pronto sintió como a su espalda una mano escalaba hasta su hombro. Se dio la vuelta de manera brusca asustado y encontró a Luna riendo.-Estás tan nervioso que ni siquiera me escuchaste entrar- dijo su esposa.-Estoy bien- dijo él cortante.-Dile eso a alguien que no haya dormido contigo durante años, estás aterrorizado- dijo todavía en medo de una tenue sonrisa.Ángel no tuvo más remedio que suspirar de manera que le daba la razón.-Ven, déjame atar tu corbata- le dijo ella mientras se le acercaba.Él no parecía tener ánimo de decir nada pero ella estaba decidida a relajarlo.-Marina ya está estable en caso de que te lo preguntes, logré ponerla a dormir- seguía sin obtener respuesta alguna de Ángel y esto la impacientaba- Diana me dijo que la noche de h
(...)La decisión más sencilla puede marcar un antes y un después(...) El silencio invita a pensar. Si hay alcohol de por medio y un hombre dudando de sí mismo, despierta ese filósofo que todos tenemos dentro, él no tenía papel y lápiz para dejar claro lo que sentía, solo un vaso de Whisky que necesitaba ser rellenado y un techo que a cada segundo parecía darle más vueltas. En ese estado llegó a una sencilla conclusión, si pasaste una vida entera mintiendo, pierdes el poder de quejarte cuando alguien más te hace lo mismo, a fin de cuentas las mentiras no son más que un consuelo a una vida de verdades que el mentiroso no es capaz de aceptar, o un escape a lo que le impusieron vivir. Solo eso tuvo tiempo de pensar antes que las luces de la habitación se encendieran. -Me haces venir al estudio a las dos de la mañana,
(...)Prohibido sabe mejor, pero tiene consecuencias(...) -¡Ángel!- interrumpió Oscar la historia de su amigo por primera vez- eso es una locura desde el ángulo que lo mires, si Luna se entera, adiós a tu matrimonio. En primer lugar sabes que dejaste de hacer sesiones de desnudos porque ambos sabemos en lo que suelen terminar, de esas me encargo yo y por una razón clara. Además, trabajar con modelos desnudas es difícil, ¡¿Pero desnudarte con ellas y hacer de modelo?!, no sé en qué estabas pensando la verdad, y quiero creer que la rechazaste, pero eso sería hablar como alguien que te conoce y no tengo ese privilegio. Ángel no tenía de otra que ponerle a su amigo cara de arrepentido y dejar en entredicho que había aceptado. En la mente de Oscar no dejaba de circular la idea de irse y dejar a aquel trozo de persona con sus problemas, pero luego de quince años ya sabía que de Ángel tenía que esperar lo que fuese y estar ahí para limpiar los desastres. So
(...) Y tenemos que vivir con un pasado que tiene la mala costumbre de venir a cobrar deudas cuando el futuro parece seguro y estamos en un presente feliz(...) Si antes Oscar apenas sabía como procesar lo que estaba escuchando, ahora había quedado completamente atónito. -Creo que me estoy mareando- dijo y calló desplomado en la silla. Se llevó las manos a la cabeza y luego comenzó a reír a carcajadas. -¿De verdad, te cuento esto y te ríes?, vaya amigo para ser idiota tengo- dijo Ángel y lanzó uno de los cojines del sofá a su Oscar. -No me malinterpretes- dijo Oscar secando sus lágrimas de risa- es serio, solo me parece hilarante que te pasen cosas así, siempre has tenido un don para que tu vida sea un auténtico drama, pero esto, esto es otro nivel-Volvió a estallar en risas. -Pero dime, ¿qué hago?, no pego ojo, no me concentro, no logro enfocarme con solo pensar en lo pudo haber pasado en ese tiempo en el h
(...) de sueños vivimos, en pesadillas morimos(...) Seguían sentados en la misma mesa de aquel café en el centro de Madrid, inmóviles con susmentes corriendo a doscientos kilómetros por hora en busca de una solución. Oscar fue el primero de los dos en levantarse, y sin articular una sola palabra, tocó a Ángel por el hombro y le hizo saber con solo mirarlo que era hora de irse, arrojó un billete de veinte euros a la mesa donde las dos tazas de café sin tocar todavía humeaban. Fueron a dar un a un bar, a pesar de lo temprano que era. El silencio se mantuvo en todo el camino hasta llegar allí, e incluso una vez sentados en la barra con un vaso de Whisky a la roca delante de cada uno, ninguno sabía que decir. -Hay que largarnos de aquí- dijo Oscar -han sido buenos años pero hay que salir ya de este lugar, con un par de llamadas puedo hac
(...)los labios correctos te besan, los ojos correctos te miran, y la mentira más evidente se convierte en algo agradable de escuchar(...) En los escasos minutos en la ducha Ángel no imaginaba una manera de que las cosas acabaran bien entre él y Luna. Ella debía ya de saberlo todo, todo lo que Marina pudiera haberle contado, las verdades adornadas, las mentiras sutiles e incluso los pequeños detalles, que por mínimos que parezcan, pueden cambiar completamente la percepción sobre una historia. Cuando salió de la ducha a medio vestir todavía, Oscar le estaba esperando fuera, con un bolso en la mano. -Pasé por el almacén donde teníamos todo, recogí tus cosas y las metí aquí, si tienes algo más que llevarte de esta casa, tómalo ahora y despídete de las paredes, estaré esperando en el auto, y por cierto, ponte un traje- le dijo antes de salir por la puerta rumbo al elevador. Ángel quedó pensativo, miró a su alrededor y comenzó a