No había sentido tanta rabia en su vida como ahora. No puede tener calma ni un sólo segundo y ahora esté hombre aparece aquí, como si nada, como si no hubiese sido cómplice de todas las aberraciones que vivió en la cárcel. Se acerca para empujarlo pero Simone se interpone, aunque no utiliza la fuerza. Elena se detiene pero no deja de ver a Di Luca. —¡¿Qué haces aquí?! ¿Qué hace aquí, Simone? ¿De qué se trata todo esto? —Elena habla rápido. No ve otra cosa sino la rabia y más cuando Di Luca no deja de sonreír a la distancia. —El señor Di Luca ha propuesto algo, Elena. Cálmate. Tiene una propuesta para ti —Simone parece preocupada al verla tan enojada. Sus manos toman las suyas—, y menos mal que has llegado porque debemos hablar de tu nuevo horario y de tu agenda. Todavía con el ceño fruncido Elena se gira de bruces hacia ella sin entender.—¿Agenda? —Siempre supe de tu potencial, Elena. Con ese hermoso rostro debes estar en las mejores revistas del país y con tu encanto, tienes to
—¿Así que ella salió de la cárcel? —pregunta una señora, sentada tras su escritorio.—No pudimos retenerla más tiempo, señora Bertolini. El nuevo juez dictaminó que la dejasen en libertad —quien responde es otra mujer, con la cabeza agachada y sumisa a la mirada que le envía la señora—, y salió. Hace una semana.—Vi sus fotos y esa mujer está ilesa —responde la señora. Es una mujer muy bella, de cabello rubio perfectamente peinado en un moño elegante. Usa aretes, collar, pulseras y anillos de oro y su vestimenta es tan elegante cómo lo que destila. Pero sus ojos están tan lejos de aparentar algo qué no es. Menos con la mujer que tiene delante de ella—, no parece tener ningún rasguño.—Hicimos todo lo que nos pidió y las reclusas hacían todo lo que yo les ordenaba. Se lo aseguro, estuvo irreconocible por varios días, pero la muerta de hambre siempre se recupera y como tengo al propio gobernador en la mira, no puedo permitir tantas peleas o sino podrán destituirme, señora Bertolini —res
—Mañana te mudarás a mi casa. —¿Cuál casa? ¿Dónde estaba esa mujer? —No —dice Gianluca, y luego se coloca el cinturón de seguridad. Elena alza una ceja, incrédula—, compré una nueva casa. Supuse que te molestó lo de anoche así que tienes una nueva casa. —¿Tengo? —Elena se cruza de brazos, inclinando el rostro.El carro empieza a moverse hacia la autopista abierta. Billy, Tito y Gaby no vienen con ellos. Sólo Billy y Tito vienen en otra camioneta. La noche acaba de comenzar porque ya cayó en Florida. No cree que sea fan ya de las noches, y no cuando las comparte con el continúo extraño que se ha vuelto un dolor de cabeza. Esta falsa relación será algo con lo que tendrá que vivir por unos meses.Gianluca abre la guantera frente a ella, y saca una carpeta. Se lo deja en las piernas. Elena no tarda mucho en darse cuenta que se lo está entregando, y sus manos tampoco se demoran en abrirla.“Elena Russo dueña de la mansión ubicada en Biscayne Point Miami Beach, FL, por un monto
—¿Qué se hizo tu hermosa esposa?Valentino es el único que puede molestarlo, y aun así no decirle nada. Acostumbrado está a sus comentarios, pero cuando decide que quiere molestarlo con Elena, envía una mirada ceñuda que Valentino nota a los segundos.—¿Me vas a pedir que crea algo que no es como lo qué has hecho con esa mujer, Gianluca? —Valentino tiene una mano oculta en su bolsillo y con la otra sostiene su copa—, primo, te has casado con una extraña. Y eso a mí no me lo vas a ocultar.—No estoy interesado en algo más salvo mi reputación —Gianluca no deja de ver el pasillo que Elena eligió para marcharse. Aun así, mientras contempla, también expresa—, hace un año las acusaciones de Enrico mancharon mi credibilidad aquí en Florida. No existe nada más importante en ésta vida que el poderío y lo que sucedió con Bertolini es lo mismo que sucederá con ésta mujer —sorbe un poco de su bebida—, nada ha cambiado.—Así que la estás utilizando, al igual que lo hiciste con Renata —Valentino so
“Me casaré contigo cuando seamos grandes, Fiorella.”Está en un sueño. Un sueño totalmente profundo. Está descalza, y camina por el jardín de flores qué varias veces ha visto en los mismos sueños. Ella está aquí, más pequeña, siendo una niña. Y esa voz siempre pertenece a un niño, es una voz muy lejana. Sin embargo, nunca lo consigue. Nunca puede ver a ese niño, solamente a sí misma corriendo por los jardines, riendo. Desde la distancia, puede verse. Pero su expresión es de desconcierto. ¿Dónde está aquel niño? ¿De dónde provienen esas palabras?El sueño cambia. Ya no está escuchando risas ni esas mismas palabras qué la han perseguido toda su vida porque ahora divisa con horror la sangre en sus manos, arrodillada en el suelo. Las luces azules y rojas de los carros policiales están difuminadas y nada en su alrededor tiene una forma. Sólo hay sangre, y ella llora desconsoladamente mirándose las manos, mirando hacia adelante, donde sólo hay oscuridad.Y otra vez vuelve a verse, siendo un
—Señor Gianluca, ¿Está seguro qué quieres hacer algo así? —Ahora mismo —y no espera un segundo más en firmar los papeles, robando la atención de todos los presentes, incluidos los integrantes de su familia. Le está respondiendo al gerente de producción—, los asesores lo aprueban, así que el voto es máximo. —Fattoria Verde es un conglomerado con diversas líneas de negocio, incluyendo tecnología, bienes de consumo, y servicios financieros. Entiendo qué quiera la dependencia de los mercados actuales —el asesor financiero de su padre, el único que ha estado todos estos años en Fattoria Verde opina, mirándolo como si lo entendiera—, la diversificación parece prometedora, pero también implica un riesgo financiero significativo. Necesitaríamos una inversión considerable en investigación y desarrollo. —Quiero asegurar el crecimiento sostenible a largo plazo, debemos considerar la expansión a nuevos mercados. Ya he dicho la estrategia que acabo de aprobar, no esperaremos más para expandirnos
—¡Tienen qué parar! ¡Ambos! —Ginette alza la voz, desesperada—, ¿¡Cómo se te ocurre venir a éste lugar, Enrico?! ¿Estás loco?—Hay algo qué éste caballero y yo debemos hablar y él lo sabe bastante bien —Enrico no parece esforzarse en quitar a Gianluca del medio. Su expresión está plena en la burla—, ¿No me das unos minutos?—Largo —Gianluca deja de agarrarlo, como si le causara repulsión—, sal de aquí antes de que no tenga más opción que sacaste a patadas. Largo.—Creo qué eso no se va a poder —Enrico se arregla su corbata. Su cabello negro, y los ojos azules característica de los De Santis son más escalofriantes, más oscuros—, preferiría que estuviésemos a solas. Lo qué te diré te va a importar, y mucho.—Si algo vas a hablar conmigo hazlo con mi abogado —Gianluca observa a su secretaría—, llama a seguridad. Y largo todo el mundo de mi oficina.—Como dice Gianluca, largo todos. Lo qué te diré será muy importante, al menos que lo qué quieras es desprestigiar más tu imagen de lo qué ya
—No diga eso, señora Mancini. De inmediato llamaré al señor Gianluca, esto tiene qué saberlo —Gaby interrumpe sus pensamientos al darse la vuelta, corriendo hacia el teléfono—, ¿Está segura qué está bien?—Mis mareos se me pasarán —Elena, todavía con la mano en la frente, siente todo el cuerpo entumecido. Y debido a lo qué ha dicho, está volviéndose loca al creer que alguien la está viendo desde lejos.—Señora, acaba de salir de un desmayo profundo. Estaba prendida en fiebre y esto —Gaby se acerca con el teléfono local en su mano, señalando los moretones en sus brazos—, señora, esto tiene qué ser pagado cómo sea.—Dios —Elena se observa los brazos, horrorizada.—El señor Gianluca ya ha puesto la denuncia, pero como ahora los secuestradores están muertos, la situación ha cambiado, señora. ¡Dios! —Gaby la mira cuando Elena cierra los ojos—, ¿Se siente bien? Señora, dígame algo.Elena se apoya con fuerza en la mano de Gaby. Traga saliva, respira y abre los ojos. La debilidad se está apod