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UN ENCUENTRO TURBULENTO

*EMILY*

Después de una larga batalla de persuasión, finalmente logré convencer a mi padre. Embarcándome en un viaje de autodescubrimiento, tomé un autobús hacia el vibrante corazón de la ciudad. Al llegar a la terminal, donde el bullicio del autobús se desvanecía, un taxi me esperaba para llevarme a mi nuevo hogar.

Ahora, estoy parada en el umbral de mi nueva vida, en una residencia que puedo llamar mía. Un lugar donde mi voz es la que resuena, donde mis opiniones son las que importan, y donde tengo la libertad de hacer lo que desee. La emoción me embarga mientras comienzo a acomodar mis pertenencias. Mi ropa y zapatos encuentran su lugar en este espacioso apartamento, tan grande que dudo que pueda llenarlo.

Giro sobre mí misma, tomando en cada detalle de mi nuevo hogar. Es más que perfecto, es un sueño hecho realidad. El baño es una obra de arte en sí mismo, un monumento a la elegancia y la comodidad. Me despojo de mi ropa y me sumerjo en la tina de baño, una joya de color rosa rodeada de esencias aromáticas que invaden mis sentidos.

Me siento como si estuviera viviendo la vida de una chica rica, disfrutando de cada momento de lujo y libertad. Este es el comienzo de mi nueva vida, y no podría estar más emocionada.

Salgo de la bañera, me miro al espejo, tomo el cepillo fingiendo que es un micrófono, y empiezo a darme un show personal, cantando a todo pulmón. Mirándome en el espejo, Salí del baño moviendo mis caderas, cubriendo mi cuerpo solo con una toalla. Me recosté en el umbral de la puerta, puse mis manos arriba de mi cabeza fingiendo el final de la canción. Estoy tan sumergida en mi mundo de felicidad de que por fin vivo sola. Cuando una voz masculina me pega el susto de mi vida.

— Cantas horrible. —hay un hombre en mi casa, eso me pone nerviosa.

¡Dios mío! Mis ojos se disparan en todas direcciones, buscando la fuente de esa voz masculina. De repente, veo a un hombre sentado con una elegancia despreocupado, sentado en el sofá de mi habitación. Sus piernas están cruzadas con una gracia casual y su mano sostiene su mentón en una pose pensativa. Parece sacado de una película de Hollywood, su presencia es tan imponente como la de un actor de cine.

Un escalofrío de miedo recorre mi espina dorsal al verlo tan cómodo en mi espacio. Un intruso ha invadido mi santuario, mi dormitorio. El pánico se apodera de mí, temiendo lo peor. ¿Podría ser este el final? Pero no, no dejaré que el miedo me domine. Este es mi hogar, y lucharé por él.

—¡¡Qué!! ¿Quién diablos eres? ¿Cómo entraste aquí? No tengo dinero ni nada de valor.   —Mientras le hablaba, buscaba algún objeto con que defenderme, miré mi plancha de pelo en la cama, cautelosamente me acerqué a la cama.

—¡Quédate quieta, mujer, las preguntas las hago yo! —Me dice reclinándose hacia enfrente, colocando los codos, en sus rodillas.

Mientras decía eso me tiré a la cama para coger la plancha, pero él también se me tiró encima, le pegué con la plancha en la espalda, el sujeto mis manos, arriba de mi cabeza me quito mi arma mortal, me sostenía con una mano, él tiene gran fuerza. Me remuevo queriendo soltarme, pero el tipo es fuerte.

—¡¡Cálmate mujer!! Solo quiero saber qué haces aquí, ¿dónde diablos está Penélope?

—¡¡Quítate animal, no conozco a ninguna Penélope!!

—¿Cómo entraste a la casa?, ¡Tienes que tener las llaves!

—Ahora esta es mi casa, la compré ayer, no tengo dinero aquí, me endeudé para obtenerla, no tengo un trabajo fijo, ¡¡Por favor!! No me robe nada, no me hagas daño. —Use mi inteligencia, quise causarle lástima para que no me robara nada, tal vez el malnacido tiene corazón.

 —¿Lo compraste? ¿Eres idiota o te haces? ¡¡Como compraste algo sin documentos, esta casa me pertenece!!

—La señora Vilma me dijo que el abogado está trabajando en eso, tengo una carta poder de ella. Los documentos me los entregarán en unos días.

—Carta, poder, muy astuta la zorra de Penélope. Y tú de qué mundo vienes mujer, todo lo que hay aquí es mío y de lo que veo ahora tú también me perteneces. —dice con una sonrisa que asusta.

—¿Cómo qué te pertenezco?, suéltame idiota, yo no le pertenezco a nadie. —me sujetó de mi quijada besándome, luché hasta que logré soltar una de mis manos y lo primero que hice fue arañarle el cuello, sentí su piel en mis uñas.

—Aush. ¡¡Maldición!!, me arañaste.

—¡Me has besado sin mi consentimiento, a mí nadie me toca! ¡¡Idiota!!

El muy idiota me besó introduciéndome su lengua dentro de mi boca, pero lo dejé sangrando de su cuello. Se tocó con la mano y cuando se miró la sangre, mire que sus ojos se oscurecieron, me levanto de un tirón. Me coloca boca abajo en sus piernas, sometiéndome por completo, su codo me inmoviliza la cabeza a modo que no puedo moverla para ningún lado, dejándome ver solo al suelo. Subió un poco mi toalla dejando mi trasero desnudo al aire, luché con mis manos para bajarla, sin embargo, me apretó más fuerte. Acariciaba con su mano fría, mi trasero.

—Estate quieta, esta será tu primera lección, nunca debes arañar a tu amo.

—¿Mi amo? ¡Estás loco, yo no le pertenezco a nadie, soy una mujer libre!

—Desde hoy eres mía, por tu mal comportamiento recibirás un castigo.         —¡¡Qué demonios!! Salí del control de mis padres, ahora este idiota me quiere controlar, sobre mi cadáver que me someteré a él.

Me dijo que este era mi primera disciplina, el imbécil me pegó con la mano abierta, en la primera palmada sentía ardor y picazón, de ahí me vino la segunda palmada, no grite, no le daré ese gusto, solo gemía del dolor. La tercera fue más fuerte, sentí que mi trasero vibra del dolor, luego la cuarta con esta no iba a poder sentarme por lo menos unos tres días. Después él me puso de pie mirándolo de frente y me dijo que este era un castigo por haber arañado su cuello, la próxima vez sería peor si me portaba mal. Me hizo sentir una niña siendo regañada.

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