SOMETIENDOLA

*EMILY*

Qué noche me tocó pasar por ese idiota a quien no conozco, me toco ponerle un mueble pesado a la puerta por si esa bestia de hombre se le ocurría volver.  Intente llamar a la señora Vilma, varias veces lo intente, pero está sin servicio el celular, será que fui estafada, ¡¡Ni Dios quiera, que mi papá se entere!! Tengo que meditar que voy a hacer, no puedo volver derrotada a la casa, me imaginó a mi madre decirme «Te lo dije, hija» tengo que ver la manera de seguir con mis planes, estoy recién llegada a la ciudad, sin conocer a nadie, más esa bestia que está obsesionada conmigo. 

Soy fuerte y muy inteligente, tengo que salir adelante sola, ser independiente ha sido mi sueño, ahora soy libre, nadie me manda ni controlan mis salidas, solo tengo que sobrellevar todo lo que se me presenta, hoy es domingo, día de compras, ojalá me salga un buen trabajo pronto, así seré completamente feliz.

Me bañé, me puse unos jeans, una blusa de tirantes con mi chamarra negra, hace frío afuera, revise la cocina a ver con que contaba para cocinar, tiene de todo, menos alimentos, le preguntaré al portero de la residencial, por donde queda un supermercado cerca. Quito el mueble de la puerta, en cuanto tenga dinero extra le cambiaré a un nuevo cerrojo. Así ese tipo no entrará sin mi permiso. Salgo con cuidado, vaya la desgracia y el idiota se haya quedado durmiendo afuera, soy paranoica. Cuando salgo de la casa miró al portero desayunando en su cubículo de vigilancia.

—Buenos días, señor.

—Buenos días, señorita.  —me dice el buen hombre, limpiando su boca.

—Me podría indicar dónde hay un supermercado aquí cerca de aquí.

—Claro que sí, —sale conmigo a la calle y me señala— Mira a aquel rótulo verde, dobla a la izquierda, ahí verá el supermercado. 

—Muchas gracias…

—Soy Rómulo, para servirle.

—Gracias, Rómulo.

Me dirijo a la dirección que me ha indicado el señor Rómulo, no sé, pero siento como si alguien me estuviera siguiendo, miro hacia todos lados, pero las calles están desiertas, por lo general los domingos no hay mucho movimiento en todos lados, es imaginación mía, gracias a ese hombre que me ha dejado hecha un manojo de nervios.

Por fin ahí está el supermercado, es grande, tomó una carretilla, comienzo a buscar lo necesario, llevo arroz, embutidos, carnes, salsas, leche, y sus derivados. No tengo mucho presupuesto para los alimentos, al final llevo muchas cosas, ojalá me ajuste, sin embargo, si no me ajusta dejo algunas cosas en la caja de pago. Por fin llegó hasta la cajera, colocó mis cosas para que las cobre.

— Señorita ¡¡Felicidades!! Usted es la clienta número diez, ganó un sorteo instantáneo, ahora sus compras son gratis. —¿Qué enunció?

—¡¡En serio!! No lo puedo creer, mi suerte está mejorando, de haber sabido hubiera llenado mi carretilla.  —llevaba varias bolsas en ambas manos, la bolsa donde van las carnes son las más pesadas. Daba tres pasos y descansaba, la falta de costumbre de jalar cosas pesadas.

— ¡Disculpe! Le puedo ayudar, señorita.

 —¿Qué? —volteo a ver, un señor de unos treinta años me ha ofrecido su ayuda— No es necesario vivo cerca.

— No se preocupe, se ve que eso pesa. —sin más tomo todas mis bolsas y empezó a caminar, como si conociera, en donde vivo. 

Me adelanté para que me siguiera, ese día estaba todo extraño, obtuve alimentos gratis y hasta alguien se me ofreció para ayudarme. Ojalá no se eche a correr y robe mis compras, porque con mi mala suerte que es imposible que cambie de la noche a la mañana. Al llegar la entrada de la residencial, el portero corrió agarra las bolsas, el señor que me ayudó se despidió de mí muy amablemente, el portero llevo mis bolsas hasta la puerta de la casa. Me despedí dándole las gracias.

Acomode todo en su lugar, era una cocina de sueño, tenía un refrigerador, un microondas, una estufa con horno y ocho quemadores, había un oasis, era perfecta. No me gusta cocinar, pero aquí hasta eso me está naciendo hacer. Me serví cereal con leche para desayunar, encendí el televisor, es un plasma Smart TV. Revisé a ver si la casa tiene wifi, para mi sorpresa hasta ese servicio tiene. Mire algunos dramas, mientras desayunaba, sinceramente me faltaba explorarla para ver qué más hay dentro de la casa.

Tiene un cuarto de lavado, con una lavadora y secadora. Como voy a renunciar a todo esto solo por miedo a esa bestia, que se joda él, si cree que me va a atemorizar para sacarme de aquí.  Saque mi ropa sucia, cambie cameras, mientras arreglaba el dormitorio, cantaba una hermosa canción de Chayanne. La cual canto a mi manera.

“Larga distancia

Solo quiero oír tu voz

Al otro lado del océano mi amor

Hay medio mundo de distancia entre los dos

Por qué te has escapado dímelo

Por qué tomaste una mañana aquel adiós

Por qué te fuiste a otro país.

Contéstame larga distancia corazón a corazón

No puedo renunciar a ti

Haz lo que quieras, pero vuelve, mi vida vuelve”.

En eso oigo que el celular suena, miro el registro de llamadas, es mi padre. Me siento en el sofá para atender de lo más calmada la llamada, lo último que quiero es que mi padre se preocupe, tengo que parecer estar contenta aquí. Suspiro varias veces me centro en mi mente que es lo que voy a hablar, tengo que hacerle creer que estoy muy bien aquí.

—¡Halo!

— Hola, hija, ¿cómo has estado? ¿Ya te acostumbraste a tu nuevo hogar?

— Si papi, estoy muy bien, mañana visitaré algunas empresas para dejar mi hoja de vida. Estoy muy contenta aquí.

— Hija, cuando lo desees puedes regresar a casa, aquí está su dormitorio sin tocar, si se siente sola, mejor regrese con nosotros, aquí lo tiene todo.

— No se preocupen, estoy muy bien, apenas tengo dos días fuera de casa. Además, ya estoy por tener algunas entrevistas.

— Para tu madre y para mí dos días, es una eternidad, si necesitas algo, llámame no importa la hora, me preocupa que una joven esté sola en una ciudad tan grande, más que no conoces a nadie.

— Estoy bien papi, ya hice algunas amigas, así que no estoy tan sola.  Mentí, quiero que ellos dejen de preocuparse por mí.

— Eso me alegra hija, la estaré llamando dos veces a la semana, si es que no son más, cuídese mi amor. Su madre le manda muchos besos.

— Gracias, papi, yo igual les mando muchos besos y abrazos.

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