“Tal vez fue una locura, y lo es, pero no podía permitir que mi mejor amiga se case con un tipo, por muy rico que sea, solo por obligación.
El amor no debía ser tasado por el dinero o por convencionalismos sociales de ningún tipo, solo se debía amar con el corazón y vivir intensamente.
Eso es lo que creía y lo que pregonaba, y cuando frené mi auto frente a la capilla lo supe, no había vuelta atrás”.
Se bajó del auto de inmediato, tenía pocos minutos para poder llegar y sus tacos resonaban en el frío asfalto. Corrió a toda velocidad subiendo las escaleras y gritando.
—¡Detengan todo! ¡Detengan todo!
Todos giraron para ver a la loca que entraba gritando y Agnes se giró, sus ojos estaban llenos de lágrimas y al verla se emocionó.
—¡Paren esta boda!
Todos la miraban, eso la sacó de onda y entonces hizo acopio de valor para llamar a su amiga.
—Agnes, vámonos de aquí.
Agnes se congeló por unos segundos y luego tomó una determinación y tiró el ramo y retrocedió.
—¡Agnes no te atrevas!
La voz de su padre siempre daba miedo, pero retrocedía y de repente corría de ellos, de todos. Ambas salieron como alma que llevaba el mismísimo diablo, y corrían riendo y gritando.
—¡Lo hice! ¡Lo dejé todo!
—Sube al auto.
Se ponía ante el volante y daba marcha al convertible.
—Nos vamos de aquí.
Agnes se quitó el velo y lo lanzó al aire mientras su amiga metía a fondo el acelerador.
—¿A dónde iremos?
—Al sol —gritó…
Iban raudos por la carretera sin rumbo fijo.
**
Playas de Balmoral.
—Se ve bien —decía sacando una pitillera y un cigarrillo—. Me gusta.
El otro le respondió de forma explicativa.
—Es lo mejor que hay en kilómetros, es lo que está de moda entre los pijos de la zona, un sitio relajado, sin complicaciones.
—Perfecto, debimos hacer esto hace mucho.
—¿Nos buscarán?
—Sí, pero hasta que nos encuentren me habré divertido mucho —se estiró caprichosamente.
Entonces notó algo a lo lejos y preguntó.
—¿Eso es una feria?
—Sí, es una gran feria unida al pueblo.
—De lujo.
Ellos asintieron con una sonrisa, pues era hora de divertirse.
**
Manejaron lo más lejos posible y solo se detuvieron para que Agnes pudiera cambiarse.
—¿Y ahora qué haremos?
—Vivir, buscaremos un sitio muy lejano y recomenzaremos nuestra vida.
Agnes se llenó de miedo y, entonces, angustiosa, comentó.
—Mi padre moverá el cielo y la tierra para encontrarme y me obligará a casarme y… —Se le hacía difícil respirar.
—Cálmate, veremos sobre la marcha.
Comenzó a tranquilizarse y fueron rumbo a no sabía dónde hasta que llegaron a un mirador y ambas se quedaron viendo hacia el frente. La paz que sentían en ese momento era enorme.
—Es hermoso.
—Es el mar, podemos buscar trabajo en un hotel.
—Suena bien.
Ambas sonrieron emocionadas. Eran dos chicas preciosas, la una con cabello castaño oscuro y ojos cafés y la otra con una sedosa cabellera negra y ojos negros.
Agnes señaló a lo lejos.
—Eso es una feria.
—Sí, dicen que es la feria de estos lares y según sé es muy interesante.
—Hace tiempo que no voy a una feria, vamos.
—Bien, podemos buscar algo en la feria, trabajo vendiendo palomitas de maíz.
—O como la mujer fuerte.
Manejaron rumbo a la feria. Era de tarde y las luces se encendían conforme los rayos del sol se iban extinguiendo.
Los autos se enfilaban y eran muchos, familias, jóvenes y niños. Los juegos se encendían de luces y la música dominaba el lugar, también el aroma a canguil y a algodón de azúcar.
Ellas iban mirando a todos los puestos y viendo los peluches gigantes que se sorteaban.
Entonces vieron una señalización que decía: Fuente de los deseos.
—¿Te animas?
—Yo, quiero comprar salchichas.
—Anda, yo iré a curiosear.
Fue caminando por un sendero solitario y se topó con una fuente muy linda donde fluía el agua en una cascada de tres pisos y en el fondo muchas monedas.
—Funciona —se dijo, pues nadie invertiría dinero por nada, hurgó en su bolsillo y sacó una moneda—. Veamos si puedes con todo.
Apretó la moneda y pensó un poco. Un deseo podía ser simple, alguna cosa de locos, pero también podía cambiar tu vida por completo.
—¡Ya sé!
No tenía que pensar mucho, si se cumplía su deseo, podía cambiar su vida y la de su amiga para siempre.
—Deseo casarme con un millonario.
Apretó la moneda y la lanzó a la fuente y se escuchó el splash y…
—¿Es en serio?
Saltó en su puesto cuando escuchó que no estaba sola.
—¿Deseas eso?
¿Quién m****a se creía ese tipo? Lo vio acercarse a la fuente y mirar la cantidad de monedas.
—Tanta plata en pendejadas.
Era tan bruto e insensible, que lo vio agacharse y tomar un puñado de monedas.
—Espera ahí, ese dinero no es tuyo.
—Ahora lo es —lo escurría.
—Ese dinero es de la gente que cree que sus sueños se hacen realidad.
—Bien, yo voy a hacer mis sueños realidad —se metía el puñado de monedas en su bolsillo—. Y este dinero me ayudará.
Se agachaba a tomar más monedas.
—Escucha, allí está mi moneda.
El sujeto tomó otro poco de monedas y las sacudió.
—Me alquilaré unas putas y me embriagaré con esto.
¡Qué! No podía permitirlo.
—¿Quieres ese dinero para eso?
—Ese es mi deseo.
Volvía a meter su sucia mano ladrona y tomar otras monedas.
—La gente puede ser tan estúpida al creer que puede conseguir cosas solo deseándolas.
—Claro que se puede, el universo conspira para ello.
Él miró al cielo estrellado y en voz alta le dijo.
—Ok, Saturno, concédeme mi deseo, envíame a las putas más sexis del mundo y mucho alcohol.
Era lo más sucio que había escuchado y continuó sacando monedas.
—Te acusaré.
—¡Qué miedo!
—Te pueden meter preso por hacer eso.
—¿Crees que conseguirás un millonario solo con desearlo?
—Claro, la fortuna me lo dará.
—No creas en esas pendejadas, los millonarios no crecen en los árboles.
—Como si conocieras muchos —se cruzó de brazos.
—Claro que conozco, trabajo para uno.
Eso le interesó en ese momento.
—¿Trabajas para un millonario?
—Sí, y no es nada glamuroso.
Ella lo miró detenidamente, era delgado, pero fornido, tenía buena presencia y le preguntó.
—¿Y qué haces para él?
—Soy su cachifo, hago lo que quiere, compro, barro, ordeno, le consigo putas para su diversión y me gozo en el camino.
—¿Es mayor?
—Claro que no, es… un pillo, joven como solo él puede ser, odioso como todo chico mimado.
Hablaba con verdadero fastidio y entonces ella le comentó.
—Pareces harto de él.
—Odio ser el niñero de un tipo rico, pero paga bien, tanto que te puedo invitar a comer unas buenas pastas.
Ja, lo que le faltaba un chofer invitándola a comer.
—Me llevarías a una fonda barata y con dinero robado, ¡qué lujo!
—Brillante, ¿no crees?
—Claro que no, apuesto a que te gastas el sueldo con cuanta loca encuentras.
Él se alzó de hombros y le respondió.
—Es lo que hay, nena.
—Ninguna nena, tengo planes y no es comer con un venido más que roba los sueños de otros.
—¡Qué delicada!
Ella se fue dejándolo tomando varias monedas y cuando vio a su amiga comiendo una gran salchicha.
—Agnes, ¿cómo va todo?
—La salchicha aquí es de lujo.
—Bueno, tenemos que buscar trabajo.
Caminaban por los alrededores y ella le señaló el sitio de los espejos raros.
—Entremos.
Lo hicieron y sus figuras perfectas ser distorsionaban groseramente.
—Te ves como una vieja podonga.
Valery reía viéndose con la quijada como de dos metros.
—Se me cae el alma al piso.
Salieron riendo a pierna suelta y se toparon con un muchacho de cabello negro que al verlas comentó.
—Vaya, pero miren nada más que bellezas.
Otro fresco, sin duda. Agnes sonrió emocionada, pues era divino.
—Gracias.
—¿Gustan tomar algo?
Ellas se miraron y Valery le preguntó.
—¿Eres millonario?
—No —respondió él y se hurgó en los bolsillos—. Es todo lo que tengo.
Un puñado de billetes y Valery le indicó.
—No es suficiente.
Ambas se tomaron de la mano y siguieron su camino.
—Pues estas.
Se estiró, no tuvo éxito ese día, pero no perdía la esperanza de que todo cambiase.
**
La familia Lugo vivía un terrible momento cuando el anciano y patriarca de la familia enfermó y la única exigencia que hacía era volver a ver a su nieto más querido, el cual, para variar, había desaparecido del mapa. Riana murmuró.
—Cuando lo encuentre lo mataré.
—Entonces el abuelo te matará a ti.
Todos estaban en jaque por el caprichoso muchacho que no servía más que para dar coraje.
—Mi hermano abusa de su suerte, el ser el más querido del abuelo, no le da derecho a abusar de todos.
—Me preocupa lo que puede estar haciendo, lo dejó todo, teléfono, tarjetas, todo.
—Sí, todo hasta el auto de paquete que se había comprado, no hay como localizarlo —estaba cruzada de brazos—. A este paso tendré que contratar a un investigador privado para localizarlo.
No pensó nunca que su hermano menor fuera tan problemático, pero es que lo era y ese era el principio de muchos problemas.
Agnes revisaba el corcho del hotel, tenían que conseguir trabajo lo más antes posible para poder subsistir.Valery había salido a buscar trabajo y volvió con buen ánimo.—Conseguí trabajo de mesera.—Genial, eso nos da algo de dinero.—Lo suficiente para poder rentar un cuarto para las dos y cuando consigas trabajo podremos estar más cómoda.—Me parece genial.Fueron al restaurante y vieron que el ambiente era relajado.—Se ve tranquilo.Tenía que usar un uniforme de short y una blusa ligera, sus piernas se veían apetecibles. Le dieron una gorra y una libreta, tenía que aprenderse el menú que era ligero de mariscos y jugos.Al principio todo fue bien, a esa hora bajaban pocos turistas, pero conforme avanzaba la tarde llegaban de los yates muchas personas con deseos de pasarla bien y comenzó a odiar la palabra mesera.—¡Mesera!Ella iba presta y eran unos chicos bastante apuestos.—Tráenos cerveza.—Y bocaditos picantes.Ella fue por el pedido y vio que el sitio se llenaba y ella inten
Agnes limpiaba la cubierta de un gran yate, lo preparaban para una fiesta de cumpleaños y tenía que estar brillando.Valery limpiaba los camarotes y era todo tan divino, las camas, la elegancia y perfección.—Simplemente divino, me encantaría dormir una noche aquí o dar un paseo por la costa en esta belleza.Se soñaba tomando el sol echado en una poltrona y sintiendo la brisa del mar, darle en la cara y una botella de champaña cerca.—Algún día, chica.Salió con los aparatos y se topó con su amiga que le dijo emocionada.—Acaban de traer la comida y se ve tan deliciosa.Cuando salió el servicio de banquete acomodaba los diferentes platos.—Todo se ve divino y perfecto.—Es lo que merecen.Ellas habían terminado y cuando bajaron se sintieron vueltas a una realidad.—Quisiera ver cómo será la fiesta.—Sí, yo igual.Entonces los vieron arrimados a un pilar, los dos vagos del momento.—Hola, chicos.—¿Qué tal su día, nenas?—Limpiamos dos yates mega grandes y en uno se celebrará una fiest
Se agachó e iba por entre los autos evitando que la vean y cuando pudo echó a correr. Corría tanto que sin mirar atrás que cuando chocó contra alguien cayó al suelo.—¿Agnes te encuentras bien?Era Lex y ella lloró con amargura y fue ayudada a levantarse y dijo desesperada.—Vienen por mí.Cuando Lex vio a los hombres, jaló a la joven y la llevó a un lado.—Tenemos que irnos.La llevó lo más lejos posible y le dijo que esperase y cuando se cercioró de que los sujetos no estaban, volvió a ella.—Ya se fueron.Ella respiró hondo y le dijo llorosa.—Tenía tanto miedo.—Calma, ve con Valery, voy a sondear la zona para ver si vuelven.Ella asintió y se fue, entonces corrió a buscar a su amigo que estaba recostado en un yate con una caña de pescar, esperando una presa.Saltó al yate y lo despertó.—Brandon, nos están buscando.Él se alarmó y entonces se escondió con su amigo en el camarote.—¿Cómo lo sabes?—Era gente de Riana, los conozco bien y andan por la zona.—Mierda.—Sí, tenemos que
Valery se movió aturdida y sintió un dolor en su frente, sollozó y con costes se levantó aferrándose del pilar y mareada por el golpe.—¿Agnes?Estaba mareada y dolorida, no se ubicaba y con costes caminó dando tumbos y gritando el nombre de su amiga.—¡Agnes!Tropezó y cayó al suelo, estaba aturdida.**Brandon y Lex empacaban sus pertenencias, les dolía dejar lo que tanta paz les había dado, era molesto y más dejar de lado a las dos chicas con las que habían compartido un buen tiempo.—Bien, lo tengo todo —dijo Brandon molesto.—Bien, a echar camino.Salieron de la pensión y caminaron con ese mal sabor de boca y vieron a Valery en el suelo intentando levantarse, Brandon corrió a ella.—¡Valery!—Se la llevaron, se la llevaron.Estaba herida y entonces la llevaron a curarla y ella les contó todo.—Salieron de la nada y nos atacaron.—¿Quiénes son ellos?—Los Cosvo, una familia muy… cruel.Ellos se miraron y Brandon preguntó.—¿Por qué harían eso?—Querían casar a Agnes con un sujeto q
Valery estaba tensa, veía a Brandon acomodarse el traje y mirarse la pinta en el espejo.—Me veo bien.No sabía nada de ese sujeto, solo que era un mayordomo de millonario y preguntó con temor.—Entonces… ¿Por qué nos ayudas?—Porque es lo justo.—¿Y tu jefe?—A… ese, está con una rica, creo que se la está devorando.—¿Devorando?—Le encanta calentarles los oídos a las chicas de sociedad y luego dejarlas alborotadas. Me dio unos días libres, pues anda en las suyas.—Lex hace lo mismo que tú.—Lex es distinto, creo que por sus orígenes, es más portado.—Deberías de aprender algo de él.—Ja.Entonces miró su reloj y anunció.—Es hora.Ella tomó las llaves y salió junto a él y le dijo.—Espero que todo salga como planeamos.—Ten tu auto listo en el punto y luego cuando nos reunamos con ellos tendremos que irnos de la zona, por suerte mi jefe dejó su yate.—Escaparemos en yate —sonrió—. El sueño de toda chica.Ella sonrió emocionada por la ayuda que tenía.**Agnes se veía en el espejo y s
Valery trabajó hasta la noche y al salir del trabajo se topó con el apuesto caballero que había comprado mucho en la tienda.—Vaya, es mi día de suerte —dijo admirado—. Una linda chica en mi camino.—Hola.—¿Terminaste tu turno?—Sí, era mi primer día de trabajo, así que me fue bien.—Me gustó mucho tu sugerencia, es bueno ser orientado por una bella chica, ¿deseas tomar algo?—Sí.Fueron a uno de los restaurantes de la zona y ella más relajada se presentó.—Valery Peterson.—Orly Canon.—Orly, es un nombre poco común.—Sí, ya sabes que uno no puede elegir el nombre, solo llevarlo.Les sirvieron unas bebidas y ella comentó.—¿Vienes siempre?—Tengo que, soy dueño de varias tiendas deportivas en la zona.Un hombre con dinero, no estaba mal.—¿En serio?—Sí, todo lo que es línea de surfista.—¿Surfeas?—Obvio, me encanta.—Yo lo intenté, pero no me salió bien.—Es cuestión de práctica y de amar las olas.—Suena fabuloso.—Es como el rodeo, montas un potro salvaje, así es la ola, salvaje,
La joven miraba a su hermano con atención y él dijo con educación.—Buenas tardes, Eduarda.—Ahora responde, ¿qué haces con esta vendedora?—Almuerzo.—Restaurante con vista al mar, ¿quieres impresionarla?—¿Deseas algo?—Me dije que deseaba comer en nuestro restaurante favorito y me topo con esta sorpresa.—Por cierto, te presento a Valery.Ella en tono petulante le respondió.—Querido, preséntame siempre a personas con dinero, no me interesa la fuerza laboral.Esa mujer la estaba humillando y Valery le respondió.—Es de gente educada el saludar y el presentarse.—Pues no soy educada.El mal clima imperaba en todos en la mesa.**Cuando el yate llegó y recibieron su pago, Brandon contó los billetes.—Unos buenos palos, ahora a almorzar como reyes.Miró a todos lados y vio el hermoso restaurante con vista al mar.—El Merlusa, dicen que hacen unas langostas al ajillo que son de rechupete.—¿Vas a gastar todo tu dinero en un almuerzo?—No —lo dividí en dos—, esto es para el almuerzo y es
Valery lo miró con atención y comentó.—Así que no crees nada, ¿verdad?—No, ni en el amor.—¿Te traicionaron?Brandon le confesó entonces.—Más bien traicioné.Valery lo miró sorprendida y él le respondió.—¿Te sorprende que lo diga?—Bueno… Un poco.—Son esas cosas inevitables de la vida.—¿La amabas?—Eso ya no importa, se fue y yo seguí.Algo que le preocupaba en esos momentos y le preguntó.—¿Piensas continuar así en la vida?—¿Así cómo?—De manejador de yates y robando fuentes de los deseos.—Tal vez, se me da bien esas cosas —dio una sonrisa radiante.Ella negó con la cabeza, al menos si tuviera aspiraciones de poder llegar a algo mejor pudiera pensar en él como un posible candidato.Cuando llegaron, ella le dijo a Brandon.—Deberías de tener aspiraciones, buscar ser líder en vez de seguidor.—Lo tendré en cuenta.La vio irse y silbó y se fue caminando cuando notó a un tipo raro que veía sospechoso el sitio y anotaba la dirección. Se acercó por detrás y lo agarró.—Hola, amigo.