Si les gustó el escape dejen su comentario.
Valery trabajó hasta la noche y al salir del trabajo se topó con el apuesto caballero que había comprado mucho en la tienda.—Vaya, es mi día de suerte —dijo admirado—. Una linda chica en mi camino.—Hola.—¿Terminaste tu turno?—Sí, era mi primer día de trabajo, así que me fue bien.—Me gustó mucho tu sugerencia, es bueno ser orientado por una bella chica, ¿deseas tomar algo?—Sí.Fueron a uno de los restaurantes de la zona y ella más relajada se presentó.—Valery Peterson.—Orly Canon.—Orly, es un nombre poco común.—Sí, ya sabes que uno no puede elegir el nombre, solo llevarlo.Les sirvieron unas bebidas y ella comentó.—¿Vienes siempre?—Tengo que, soy dueño de varias tiendas deportivas en la zona.Un hombre con dinero, no estaba mal.—¿En serio?—Sí, todo lo que es línea de surfista.—¿Surfeas?—Obvio, me encanta.—Yo lo intenté, pero no me salió bien.—Es cuestión de práctica y de amar las olas.—Suena fabuloso.—Es como el rodeo, montas un potro salvaje, así es la ola, salvaje,
La joven miraba a su hermano con atención y él dijo con educación.—Buenas tardes, Eduarda.—Ahora responde, ¿qué haces con esta vendedora?—Almuerzo.—Restaurante con vista al mar, ¿quieres impresionarla?—¿Deseas algo?—Me dije que deseaba comer en nuestro restaurante favorito y me topo con esta sorpresa.—Por cierto, te presento a Valery.Ella en tono petulante le respondió.—Querido, preséntame siempre a personas con dinero, no me interesa la fuerza laboral.Esa mujer la estaba humillando y Valery le respondió.—Es de gente educada el saludar y el presentarse.—Pues no soy educada.El mal clima imperaba en todos en la mesa.**Cuando el yate llegó y recibieron su pago, Brandon contó los billetes.—Unos buenos palos, ahora a almorzar como reyes.Miró a todos lados y vio el hermoso restaurante con vista al mar.—El Merlusa, dicen que hacen unas langostas al ajillo que son de rechupete.—¿Vas a gastar todo tu dinero en un almuerzo?—No —lo dividí en dos—, esto es para el almuerzo y es
Valery lo miró con atención y comentó.—Así que no crees nada, ¿verdad?—No, ni en el amor.—¿Te traicionaron?Brandon le confesó entonces.—Más bien traicioné.Valery lo miró sorprendida y él le respondió.—¿Te sorprende que lo diga?—Bueno… Un poco.—Son esas cosas inevitables de la vida.—¿La amabas?—Eso ya no importa, se fue y yo seguí.Algo que le preocupaba en esos momentos y le preguntó.—¿Piensas continuar así en la vida?—¿Así cómo?—De manejador de yates y robando fuentes de los deseos.—Tal vez, se me da bien esas cosas —dio una sonrisa radiante.Ella negó con la cabeza, al menos si tuviera aspiraciones de poder llegar a algo mejor pudiera pensar en él como un posible candidato.Cuando llegaron, ella le dijo a Brandon.—Deberías de tener aspiraciones, buscar ser líder en vez de seguidor.—Lo tendré en cuenta.La vio irse y silbó y se fue caminando cuando notó a un tipo raro que veía sospechoso el sitio y anotaba la dirección. Se acercó por detrás y lo agarró.—Hola, amigo.
Brandon se vio atrapado y ella se acercó seductora.—Tienes algo que me inquieta, chico guapo.—Señorita, ¿quiere que mueva su yate?—Puede ser —lo acariciaba—. Dime, ¿tienes dinero?Él se buscó en los bolsillos y le mostró un billete.—Es todo lo que tengo.—Tontito, me refiero a cantidades más grandes.—Tengo recursos —pensó en la fuente de los deseos—. Algunos recursos, pero no a niveles.Eduarda entonces explayó sus especulaciones.—Sabes que tengo olfato para reconocer a los hombres ricos.—Bueno, creo que tengo buen sabor.—Millonarios, con recursos. Es algo que lo aprendí desde niña, podía detectar a un millonario, como si tuviera un radar en mis instintos.—¡El hombre araña tenía un instinto para los malos!—Yo lo tengo para los ricos —dijo ella coqueta.Esa tipa estaba loca y solo deseaba quitársela de encima.—Y lo tuve cuando te vi, mis instintos se dispararon como locos —entonces dijo con certeza—. Tienes dinero, lo sé.Entonces le confesó a la dama.—Señorita, tuve dinero
Ese asunto se les estaba saliendo de las manos. Cuando llegó al yate con la cartera de Valery vio la mirada de Agnes que era de terror.—¿Él la tiene?—Así parece.—No la dejará si no me entrego.—Calma, ya veremos cuando Brandon llegue qué podemos hacer.Lloraba angustiada y le dijo a su amigo.—No lo entiendes, Heriom es peligroso y puede que la lastime.—Lo siento.Acarició su rostro y ella le dijo lo que haría.—Hablaré con él, le diré que me quiero entregar y que no le haga daño a mi amiga.—Calma.—Es la única forma de que esto pare.—No dejaré que nada les suceda, debes calmarte.La abrazó con fuerza y la joven le dijo entonces.—Gracias, pero no quiero que te pase nada por mi culpa.Lex sonrió y le dijo a la joven.—Me sé cuidar y muy bien.Ella sonrió con tristeza en su mirada.—Han sido como ángeles para mí.El joven la llevó a uno de los muebles y le comentó.—Debió ser el destino, no esperamos encontrarlas en nuestro camino.Ella tomó su mano y le preguntó.—¿Siempre han an
—¿Qué pasa aquí? —preguntaba Riana.—Pasa que tu hermano me pidió un favor y yo lo ayudé.—¿Por qué?Reinaldo le explicó a su impetuosa hija.—Por años tu hermano se ha alejado de lo tradicional de la familia, tuvimos muchas diferencias, pero es mi hijo y ahora…—¿Ahora?—Está sentando cabeza.El viejo Lugo entonces habló para decirle a su nieta.—Parece que piensa en alguien más que en el mismo y eso me complace.—Abuelo, ese chico es un rebelde y tú deseas que se haga cargo de todo.—Él ama los barcos, el mar, lo que hice —señaló Hugh Lugo—. En cambio, tú amas la parte administrativa.Ella amaba el dinero y no entendía a dónde querían llegar esos dos con todo esto.**El yate atracó en un embarcadero privado y Lex aseguró el yate y le dijo a su amigo.—Hay que despertarlas.Brandon saltó del bote y con un llavín abrió las rejas que daban acceso y volvió para ayudar a su amigo.—Chicas, llegamos.Agnes se despertó con costes y entonces miró a Valery profundamente dormida.—¿Qué sucede
No era lo que esperaba, bailar bolero con un sujeto que olía a vino y con modos toscos, cuando terminó su “cita”, salió muy fastidiada.—¿Qué tal el tipo?—¿Estás seguro de que tiene dinero?—Claro, trabajo para él.—Es que no es lo que espero…—Creías que sería un tipo cachondo, bien entrado en porte y caballeroso, ¿verdad?—Obvio,—Bien, este no es así, apenas si dice algo coherente y cuando pone esa música se pone la piel de gallina.Ella entonces se detuvo cuando vio a Orly bajando de su yate con unos amigos.—Es Orly.Brandon miró al sujeto que cuando la vio se contentó y se acercó a ellos.—Valery, es bueno verte.—Orly, ¡qué sorpresa!No se esperó eso y Brandon frunció el ceño, no le gustó ese sujeto.—Es bueno verte, casualmente iba con unos amigos al club, ¿quieres venir?—Sí.—No —dijo Brandon.Ellos lo miraron como a un bicho.—Es que tenemos que irnos.—Vete tú, Orly me va a dejar a casa, ¿verdad?—Claro.—Adiós.Ella se unió al grupo contenta y Brandon se cruzó de brazos,
Orly le preguntó a Brandon.—Hola, Brandon, ¿tienes algún problema?Él se hizo el desentendido y le respondió.—No, claro que no.Uno de la banda de Orly preguntó interesado en lo que hacía el tipo.—¿Lo conoces, Orly?—Trabaja manejando los yates.—Vaya, con este, se estaba robando las monedas.Brandon les respondió.—Le pedí a la fuente que me diera dinero y me lo estaba cumpliendo.Valery intentó palear el asunto y les dijo a todos.—Tengo sed, vamos a tomar algo.Todos convinieron en la idea y salieron tras ella riendo y charlando sobre lo divertido que les resultó la feria.Brandon sentía que le ardía la cara de la vergüenza, salió bufando y maldiciendo a todos.—Me las pagas, Valery.Cuando llegó, encontró a Lex y a Agnes sentados en el muelle charlando.—Hola, ¡qué tal tu vuelta!—De la m****a.Saltó del yate y les dijo a los dos.—Valery está en mi libro rojo de la venganza.Agnes no entendió y miró a Lex y preguntó.—¿Libro rojo de la venganza?Lex se alzó de hombros y le expl