Tenía razón, Anelys me está costando mucho, no solo en esfuerzo sino ahora en dinero, pero me alegra esa pequeña chispa maliciosa que ilumina mi plan, ya que esto es lo que necesito para que me abra las piernas con más rapidez y facilidad, le había comentado que me la tiraría durante estos seis meses, pero solo lo hice para asustarla, ver el miedo latente en sus abismales pupilas me excitaba, la realidad es que solo requería de su coño una noche.
Incluso el contrato fue solo para reafirmar mi juego, pero poco me importaba si se enamoraba de alguien.
—Está todo listo, el dinero, solo hace falta una llamada para que sea transferido —me indica Ryan.
Las camionetas del estado mayor me siguen y doy la direcci&
Ella hace el intento por abrir la boca pero Jonathan le acerca a la cien la boquilla de su revólver y eso la paraliza. —¿Y eso a ti qué te importa? —replica él—. ¿Acaso te gusta como primera dama? Sería algo nefasto el hecho de que ella llegara a tu cama siendo una puta.Tiene el descaro de restregarle la verga en el trasero y eso me descoloca pero no lo demuestro, me mantengo firme, serio y en la misma postura de hijo de puta.—Te pregunté algo —refuto dirigiéndome a Anelys.Sus ojos redondos y rojos debido al llanto me suplican ayuda, y eso me prende, quiero ver esa misma carita llena de miedo cuando la esté follando.
La firma queda plasmada en cada una de las hojas que me han dado y siento que con cada una de ellas, le estoy vendiendo mi alma al diablo. Tras una larga y exhaustiva plática hemos llegado a una decisión final que nos favorecerá a ambas partes y que pese a que Lenin no parece estar de acuerdo con lo último que exigí, su abogado le aconsejó ceder para que ambas partes fueran igualatorias.Había pasado una semana en la que dejó de joderme solo porque tenía asuntos que atender, lo cierto es que aún no superaba la muerte de Jonathan, es decir, llevaba tantos años creyendo estar enamorada de él, y tenía tantos problemas con mi vida y la de mi padre en su momento, que nunca me percaté de que solo estábamos por estar, lo que teníamos era monótono.
—Lo siento —pido alzando la mirada.—Cuñada —arguye Isac entre dientes.No sé qué responder, en especial porque si Lenin me intimida en secreto cuando está en modo mafioso de mierda, este chico tiene un aura pesada que emana poder y lujuria, lo veo en si mirada, desde el primer momento que lo vi, supe que era de cuidado, cada poro de su piel grita peligro.—¿Acaso no hablas? —enarca una ceja con incredulidad.Me quedo muda un par de segundos más, sopesando su parentesco con su hermano.—Hola —musito en tono apenas audible.—Eso est&
Salimos de mi apartamento y la vergüenza me inunda, traía puestos unos sencillos shorts cortos como pijama color rosa pastel, una blusa blanca de tirantes sin sostén, y el cabello enmarañado, a más de que iba descalza.—¡Pero es que de qué hablas! —entro en pánico cuando veo que nos dirigimos al ascensor.—¿Acaso mi hermano no te lo dijo? Iremos a Italia, va a cerrar unos tratos importantes, el vicepresidente y la embajadora Karla Rosem ya están en el avión presidencial —me informa entrando al ascensor sin soltarme—. Ah, y aprovecharemos para que conozcas a nuestra familia.Terror, miedo, pánico multiplicado al mil, eso es lo que siento en esos momentos.
—¿Me estás escuchando?La voz atorada de Lenin me hace salir de mi ensimismamiento, salgo de mi ensueño y mis mejillas se encienden al darme cuenta que estaba fantaseando con un escenario demasiado pecaminoso.—¿Qué? —trago saliva agarrando las esquinas del lavabo con fuerza.—¿Qué estabas a punto de hacer con mi hermano? —pregunta levantando la barbilla.—Nada.—Eso no lo parecía, Anelys, en el contrato...—Lo sé, nada de sexo, no estábamos teniéndolo.Nos m
—Necesito escucharlo —musita y esta vez su voz no esconde la urgencia que siente.—No —gimo cuando sus labios se posan en mi pecho y muerde con voracidad por encima de la blusa.—Deberías Anelys, no soy el presidente que todos creen, he hecho cosas que si te las contara, saldrías corriendo —sus dedos se deslizan sobre mi short de lana y lo desliza.Recurro a levantar las caderas para que le sea fácil, y los baja con todo y pantaletas, la voz de la razón me grita que esto es un error, tarde o temprano iba a suceder, pero no tan de prisa, no de este modo cuando él está ebrio y yo indefensa, pero mi cuerpo una vez más me demuestra que es traicionero a mi mente cuando estoy con Lenin, debería temerl
Intento no mirar en dirección a Lenin mientras desayunamos en la terraza de uno de los edificios con las mejores vistas en Italia, el ardor y dolor entre mis piernas me resulta un poco incómodo luego de estar más de cuatro horas sentada, rodeada de personas que no me interesaban, personas poderosas en el mundo de la política, mientras mi mente no deja de memorizar y de repetir la noche que pasé con él y su confesión por la mañana.Estaba en una mesa en donde Isac estaba a mi lado aparentando estar entretenido con una historia absurda que contaba el senador, al tiempo que su esposa no dejaba de limpiarse los restos del postre que le quedaron en las comisuras de sus arrugados labios rojo carmín. Lenin permanecía con su fingida actitud fresca, respondiendo alegre a cada pregunta que le hacían, como que luego le sal
Los presentes se echan a reír y lo tomo como un no, por lo que amablemente me pongo de pie, Roberto hace lo mismo y verlo a los ojos me recuerda las veces que me repetía que Jonathan no era una buena persona, nunca lo conoció lo suficiente como para saber todo lo que había de fondo, y eso estaba mejor, la zurra que me hubiera dado, y es que cuando comencé a salir con Jonathan, no le comentaba mucho a mi mejor amigo.—Me alegra verte —pone ambas manos en mi rostro, como siempre, y me da un beso en la coronilla—. Esta noche serás mía, ¿ok?Siempre decía lo mismo, recuerdo que la gente siempre lo malinterpreto, decían que entre él y yo hubo algo, pero eso nunca fue real.—Vale.