—Necesito escucharlo —musita y esta vez su voz no esconde la urgencia que siente.
—No —gimo cuando sus labios se posan en mi pecho y muerde con voracidad por encima de la blusa.
—Deberías Anelys, no soy el presidente que todos creen, he hecho cosas que si te las contara, saldrías corriendo —sus dedos se deslizan sobre mi short de lana y lo desliza.
Recurro a levantar las caderas para que le sea fácil, y los baja con todo y pantaletas, la voz de la razón me grita que esto es un error, tarde o temprano iba a suceder, pero no tan de prisa, no de este modo cuando él está ebrio y yo indefensa, pero mi cuerpo una vez más me demuestra que es traicionero a mi mente cuando estoy con Lenin, debería temerl
Intento no mirar en dirección a Lenin mientras desayunamos en la terraza de uno de los edificios con las mejores vistas en Italia, el ardor y dolor entre mis piernas me resulta un poco incómodo luego de estar más de cuatro horas sentada, rodeada de personas que no me interesaban, personas poderosas en el mundo de la política, mientras mi mente no deja de memorizar y de repetir la noche que pasé con él y su confesión por la mañana.Estaba en una mesa en donde Isac estaba a mi lado aparentando estar entretenido con una historia absurda que contaba el senador, al tiempo que su esposa no dejaba de limpiarse los restos del postre que le quedaron en las comisuras de sus arrugados labios rojo carmín. Lenin permanecía con su fingida actitud fresca, respondiendo alegre a cada pregunta que le hacían, como que luego le sal
Los presentes se echan a reír y lo tomo como un no, por lo que amablemente me pongo de pie, Roberto hace lo mismo y verlo a los ojos me recuerda las veces que me repetía que Jonathan no era una buena persona, nunca lo conoció lo suficiente como para saber todo lo que había de fondo, y eso estaba mejor, la zurra que me hubiera dado, y es que cuando comencé a salir con Jonathan, no le comentaba mucho a mi mejor amigo.—Me alegra verte —pone ambas manos en mi rostro, como siempre, y me da un beso en la coronilla—. Esta noche serás mía, ¿ok?Siempre decía lo mismo, recuerdo que la gente siempre lo malinterpreto, decían que entre él y yo hubo algo, pero eso nunca fue real.—Vale.
Termino de vestirme y de ponerme el labial, optando por unos jeans oscuros entallados que realzaban mi trasero, unos zapatos de tacón rojos, un top corto busier oscuro que realzaba mis pechos y dejé mi cabello suelto y agarre mi bolso, no tengo idea alguna de cómo es que Roberto consiguió mi número de teléfono, pero me mandó un mensaje luego de que recibiera el que pareció más una amenaza. No tardaría en pasar y solo esperaba no tener que encontrarme con Lenin, su hermano psicópata, o con la víbora venenosa de Karla Rosem.Me echo un vistazo rápido y enseguida tocan el timbre, necesitaba esta noche como nunca, mi primo ni Barragán estaban cerca, de hacerlo serían mi primera opción, pero solo quedaba Roberto y mejor él que un desconocido que intentara meterse en mis braga
Era un sitio diferente al que estaba acostumbrada, frente a mí se presentaba un enorme edificio elegante, una copia casi exacta del coliseo, grandes ventanas con luces de colores que se filtraban pro los vidrios, el ruido podía escucharse aun en las distancias largas, la seguridad estaba a tope y de pronto me sentí fuera de lugar.—Yo hice la misma cara cuando lo vi —ríe a mi lado Roberto.—Es enorme e intimidante —respondo sin poder apartar los ojos del lugar.—Lo sé, solo la crema y nata de la sociedad entra, o al menos los que puedan permitirse pagar los costos tan elevados de lo que se consume dentro, y la entrada —arguye dándome su brazo para que lo tome.
Si estuviera en otra situación, lo más seguro es que rechazaría su oferta, pero en mi vida últimamente estaban pasando un sinfín de cosas, que necesitaba esto, necesitaba sentirme libre aunque sea por breves instantes, ser otra persona, ser la chica que se divierte porque nunca pude tener la oportunidad de hacerlo, porque siempre tuve que estar al pendiente de mi familia, siempre siendo la niña responsable, la que todo el tiempo absorbía las deudas y los problemas de mi padre, porque no quería que sufriera más de lo que ya lo hacía, así que tomándome un chupito más, asiento.—¿Por qué no?Roberto tomo mi mano y nos dirigimos a la pista, las luces se tornan con destellos azules y verdes, mientras ponen una música lenta y
Estados Unidos... WashingtonLa oscuridad inundaba aquel sitio en el que él se encontraba, recordando viejas costumbres, viejos amigos y muy viejas promesas, habían pasado cerca de veinte años desde que todo ocurrió, y aún sentía fresca la sangre en sus manos, la sangre que dulcemente hizo derramar.La mujer a la que amaba no había muerto de una enfermedad, el veneno que corría por sus venas fue el que deterioro su estado de salud actual hasta llevarla a la tumba, nadie nunca supo nada, nadie investigó a fondo, porque cuando muere una persona que viene de las alcantarillas, es basura a comparación de ellos.—Y es que eras tan dulce —suelta una ligera carcajada.
LENINLa adrenalina corre por mis venas luego de finalizar la llamada, veo rojo y no escucho lo que me grita la puta con la que estaba a punto de follar con la única intención de sacarme a Anelys de la cabeza, y es que se había convertido en un virus que había entrado en mi sistema y temía que si la dejaba entrar, entonces no habría vuelta atrás, no habría escapatoria para ella.Anelys es ese dulce pecaminoso que todos los hombres nos morimos por probar una vez en la vida, es el pecado convertido en mujer, porque su inocencia destila de su cuerpo, su aroma es el veneno perfecto para caer en sus redes, no se da cuenta del poder que ejerce entre los hombres, si lo supiera, serpia su perdición.Es tan buena e
Sin poderlo evitar saco, mi arma y le apunto al tiempo que todos sus hombres sacan sus respectivas armas y me apuntan, me superan en número, obviamente, pero no iba a permitir que la tocaran.—Debes ser o muy idiota o muy bueno para atreverte a hacer eso sabiendo que somos más, solo hace falta un chasquido de mi parte y estás muerto.—¿De verdad confías tanto en tu palabra? —enarco una ceja con incredulidad.—¿Me estás retando? —ríe y le da un beso en la frente a Anelys.Se dirige hacia una de las sillas que están al fondo de la estancia, saca un puro y lo enciende con pasmosidad, me lanza una mirada llena de rencor, sigue molesto por lo que o