Capítulo 41

—Necesito escucharlo —musita y esta vez su voz no esconde la urgencia que siente.

—No —gimo cuando sus labios se posan en mi pecho y muerde con voracidad por encima de la blusa.

—Deberías Anelys, no soy el presidente que todos creen, he hecho cosas que si te las contara, saldrías corriendo —sus dedos se deslizan sobre mi short de lana y lo desliza.

Recurro a levantar las caderas para que le sea fácil, y los baja con todo y pantaletas, la voz de la razón me grita que esto es un error, tarde o temprano iba a suceder, pero no tan de prisa, no de este modo cuando él está ebrio y yo indefensa, pero mi cuerpo una vez más me demuestra que es traicionero a mi mente cuando estoy con Lenin, debería temerl

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