Sin poderlo evitar saco, mi arma y le apunto al tiempo que todos sus hombres sacan sus respectivas armas y me apuntan, me superan en número, obviamente, pero no iba a permitir que la tocaran.
—Debes ser o muy idiota o muy bueno para atreverte a hacer eso sabiendo que somos más, solo hace falta un chasquido de mi parte y estás muerto.
—¿De verdad confías tanto en tu palabra? —enarco una ceja con incredulidad.
—¿Me estás retando? —ríe y le da un beso en la frente a Anelys.
Se dirige hacia una de las sillas que están al fondo de la estancia, saca un puro y lo enciende con pasmosidad, me lanza una mirada llena de rencor, sigue molesto por lo que o
Presente.—¿Qué sucede? ¿Acaso ya recordaste lo que hiciste?Las palabras de Yoshiro de sacan de mi ensimismamiento y bajo el arma, no había escapatoria, me quería a mí, así que me ofrezco y lazo el arma en su dirección, él parece asentir afirmando con una sonrisa que es la mejor noticia que pude haber tomado por el momento.Chasquea nuevamente los dedos y dejo que dos de sus hombres me tomen por ambos brazos, si luchaba y me los quitaba de encima, solo lograría que lastimaran a Anelys, a más de que estaría avivando la llama de la venganza. Por lo que solo por esta vez le dejo creer que ha ganado, como si tuviera una especie de poder sobre, mí, el problema es que l
Siento que todo el cuerpo se me estremece al recordar la locura de la noche de ayer, son las diez de la mañana y nadie me ha ido a buscar, a veces me gustaría contar con una mano amiga para desahogar mis penas, alguien a quien contarle todo, un hombro en el que llorar, pero no, la única persona en el mundo que de verdad me quería, era mi padre y ahora no está, lo que es el equivalente a estar sola.Dejo el agua correr por todo mi cuerpo empapando mi rostro para que borre los surcos que dejaron sobre mis mejillas, todas las lágrimas que derramé por una persona que está claro que solo me ve como un coño, no me arrepiento de haber perdido mi virginidad con él, ya que en el momento me hizo sentir importante, como una mujer completa y hermosa, pero era claro que esa absurda idea solo rondaba mi mente, ya que nadie pensaba l
Colgamos y comienzo a buscar nuevas opciones, llamo y en todas me dicen lo mismo, pasan los minutos cuando veo la hora, solo me quedan cinco minutos y no iba a dejar que Lenin me ganara la batalla, por lo que salgo disparada en dirección a la habitación de la única persona que me puede ayudar en estos momentos, y que está a su nivel.Llego y toco la puerta como desesperada, pero nadie abre la puerta, sigo y sigo hasta que un par de ojos verdes me disparan una mortífera mirada, Isac, el hermano menor de Lenin solo tiene puestos unos bóxer, el cabello despeinado y alborotado y una cara que me hace bajar la mirada.—¿Qué mierda quieres? —Me pregunta asomándose al pasillo—. No veo a mi hermano atrás de ti.
No puedo dejar de ver como Isac se mantiene tan relajado cuando de lejos puedo sentir la mirada penetrante y asesina de Lenin, luego del estúpido beso que minutos más tarde me confirmó que era solo para cabrear a los presentes, me arrastró prácticamente hacia una de las mesas en las que sin duda alguna, quedaba a la vista de su hermano.Ni siquiera me pidió ordenar por mi cuenta, él lo ha pedido todo, me remuevo inquieta por lo que puede pasar, sé que Lenin no hará un escándalo, ya que quedaría mal como presidente que es, afuera hay periodistas e incluso puede que se las arreglen para tomar fotografías sin que nos demos cuenta, y por último pero no menos importante, que la única razón fuerte por la que puede estar cabreado es porque su hermano menor le ha quitado el juguete.
Llego a mi habitación y me tomó un minuto para asimilar todo el revuelo que había pasado en tan solo un par de horas, sin entender el por qué de la reacción de Lenin, es decir, él ya me dejó claro que solo soy un coño, y yo tenía que sacarlo de mi sistema antes de siquiera dejar que se metiera en mi sistema un poco más. Pasan las horas y tras una siesta, cuando abro los ojos me doy cuenta que son las nueve de la noche, una ráfaga de viento choca contra mi espalda helando mi piel y erizándome, giro y noto desde la oscuridad, que la ventana está abierta, hago memoria intentando recordar si se debe a un descuido mío, me pongo se pie, me asomo viendo la enorme ciudad y cierro, enciendo solo las dos lámparas y comienzo a quitarme la ropa para darme una ducha, no reviso mi móvil, necesitaba un momento para respirar lejos de los proble
Para cuando llegamos, uno de los tipos con pasamontañas, me lanza a una especie de cuarto oscuro en el que solo se filtra la luz de la luna por una de las ventanas de arriba, cierran las rejas con llave y creo que me voy a desangrar, la pierna me duele y el torniquete que me hicieron no ayuda mucho, nunca había tenido una herida de este tipo, pero sí sabía que si no me llevaban al hospital o por lo menos me trataban la herida, se podía infectar y eso no me tiene tirando confeti por todos lados.Los tipos que irrumpieron en mi habitación nos llevaron a rastras hacia una camioneta negra blindada, en la que por la ventanilla pude observar como Isac quiso correr en nuestra dirección pero uno de los hombres saco una granada, provocando un enorme estallido que le obligó a detener el paso. Sabían el nombre de Lenin, y por el tono en
—Por cierto, mi verdadero nombre es Arturo —estira la mano en mi dirección.La tomo por educación y le regalo una sutil sonrisa.—Soy Anelys…Mi voz se ve amortiguada con el ruido de los pasos que se acercan de nuevo a nosotros. Un tipo enorme y calvo, lleno de tatuajes y con un arma en mano, le apunta a Arturo y este no palidece como yo.—Tú, te solicitan, deja de jugar al doctor bueno, que sabemos que eres el hermano menor de los Yakuza —dice abriendo las rejas.Giro con sorpresa.—¿Eres mafioso?—Algo a
LENINIntento mantener la cabeza fría mientras mi hermano me asesina con la mirada, y esta vez temo que tiene razón en estar enfadado, hice lo que nunca, bajé mi guardia, me confíe y no estuve al tanto de mis obligaciones, dejé de lado la puta presidencia por estar al pendiente de Anelys, derrumbé todas las barreras que nos separaban solo por mi estúpido deseo por follarla, me dejé cegar por su fiereza y fui débil, merecía esto y más.No solo la presidencia se estaba escurriendo de mis manos, sino, uno de los planes de mi familia, de mi padre, les había fallado y eso era lo que me tenía en este estado, ya tenía mis sospechas, y era obvio que detrás de todo esto estaba Luis, hace mucho tiempo que sus acciones me dejar