ANELYS
Las caricias de alguien sobre mi cabeza, enredando sus dedos entre las hebras de mi cabello, me provocan um escalofrío que va de mi espina dorsal a la punta de mis pies, me remuevo inquieta.
-Tienes que despertar Anelys -me dice una dulce voz.
Poco a poco voy recobrando la conciencia, así como lo sucedido, recuerdo que una vez que aquella mujer que se dice mi madre, me contó su historia, me inyectó algo que me hizo perder el equilibrio encerrandome en un ciclo de oscuridad. Hasta ahora tuve que fingir el que el Boss me hiciera pensar que Lenin estaba follando a una de sus sumisas.
No soy idiota, vi cómo estaba ido por más esfuerzos de la tipa por hacerlo parecer sexo de
LENINEl aire huele a muerte, el sudor cae por mi frente y mis puños están bañados de la sangre del Boss. Cuando estábamos a punto de salir de la fortaleza, Isac recibió una llamada de Dalila, diciendo lo que habían averiguado sobre Steel, y a los cinco minutos comenzó el ataque, los rusos se fueron contra los hombres de Enoc y yo me dediqué a buscar a Anelys.Encontré a mis hombres, los cuales me informaron que se la había llevado Carmine Blavatsky, su madre. Y ahora estaba casi matando a golpes al Boss de la mafia rusa.—Muy hombre, muy líder y no eres más que un maniquí —espeto viendo como escupe sangre.—Es
ANELYSMe remuevo incómoda, abro los ojos lentamente y una brisa gélida se cuela por mi cuerpo causándome un escalofrío que va de mi espina dorsal. Mi cerebro me lanza alertas y detallo el sitio en donde me encuentro, es una habitación extraña, con cortinas negras, todo rodeado de enormes candelabros con velas encendidas que solo hace más tétrico el sitio.Intento incorporarme y cuando lo hago me veo sobre una mesa cuadrada de piedra negra, uno de mis brazos está esposado a un grillete con una gruesa cadena. Pero eso no es lo que en verdad me altera, sino, el hecho de traer puesto un vestido con corte de princesa color negro, estoy descalza y mi cabello oscuro suelto. Muevo mi mano haciendo un estridente ruido pero no logro nada, parece ser una habitaci&oacu
ANELYS—Te amo, tienes que despertar.Escucho el suave susurro de una voz varonil, pero no puedo abrir los ojos, me siento demasiado cómoda donde estoy, quiero dejarme ir, estoy agotada, hastiada, dolida, solo quiero estar en paz, tranquila. Por ratos creo que despierto, luego me aseguro de estar en pesado sueño.—Despierta —insiste aquella voz—. No puedo vivir sin ti.Mi pecho colapsa con aquellas palabras, como si fueran importantes para mi, respiro hondo, mi mente hasta el momento es como una enorme hoja en blanco, quiero que así siga.—Anelys, te amo, tienes que volver conmigo.Esa voz… tenso el cuerpo, los recuerdos me avasallan, todo me golpea haciendo de mi vida una maldita película, y abro los ojos de golpe cuando todo toma forma, cuando mi mente me recuerda el acantilado, el miedo y…—Lenin —susurro
LENINMiro la fotografía de mi padre y siento que lo he hecho demasiado tiempo en estos últimos días, las decisiones que he tomado no le hubiesen gustado y si viviera se muere de nuevo, Isac ahora es el nuevo capo de la mafia italiana, al principio la orden no quería aceptarlo como tal, no porque no estuviera preparado, sino, porque suele ser más letal y cruel de lo que soy yo. Isac heredó el carácter de mi padre, puede que con Anelys sea una persona aparentemente con temple, pero la realidad es que es un hijo de puta sádico.No tiene piedad, infunde respeto y hace lo que quiere, al final no tuvieron opción y aceptarlo los ha sentenciado. En cuanto a mí, he regresado a ser presidente de los Estados Unidos, la gente me ha recibido bien, Barragan y Eithan volvieron a formar parte de mi equipo de seguridad, en cuanto a los rumores y al revuelo que se armó con el tí
—Deja de mirarme así, estoy bien —le digo a Lenin, quien no deja de mirarme como si fuera la cosa más rara del mundo. —¿Y cómo se supone que te mire? Te estás… Blanqueo los ojos. —Idiota, se me ha roto la fuente —resoplo. Lenin sigue mirándome mientras las chicas que contrató para que me acompañaran, una cosa así como damas de compañía, hacen lo debido, me llevan a la bañera y hago todo por asearme, las contracciones no me han llegado y debo aprovechar, esperábamos al bebé para dentro de unas semanas más, pero al parecer es impaciente y decidió que ya era el momento. —¿En serio hay tiempo para eso? —inquiere Lenin en la puerta. —Cállate y lárgat
—Hablo en serio, creo que ya ha llegado el momento de hacerlo —Jonathan se apresura a decir, pero es incapaz de ocultar la sonrisa que atraviesa sus labios con picardía.—No estoy diciendo que no quiero que suceda contigo —me levanté con pereza del sofá cama que estaba colocado en medio de su muy desordenado departamento, y en el que siempre intentaba convencerme de entregarme a él—. Es solo que no logro entender cómo te preocupa más ese tema, que nuestra situación económica, ¡mírate! Ni siquiera tienes algo comestible dentro de la nevera, únicamente son dos miserables cervezas las que adornan el interior de tu muy sucio refrigerador.Jonathan frunció el ceño e hizo una mueca, demostrándome su claro desconcierto
Cierro los ojos e intento pensar con la cabeza fría, bajo la mirada y anclo fría y calculadoramente mis ojos azules sobre mi atuendo, me doy una regañina mental por no vestir adecuadamente, y es que... unos shorts cortos, una blusa blanca de manga larga, con un escote que aunque decente no le quitaba el mérito de ser algo provocador, acompañada de mis zapatillas converse negras, y el cabello suelto, rebelde y con un toque fresco y revuelto, no era precisamente la imagen que una chica decente le daría al presidente de nuestro país.Vamos, que el tipo era un hombre de treinta años, hasta donde yo sabía, pero antes de subir y ganar la presidencia, se hablaba mucho de él, y no precisamente por ser un ejemplo a seguir, sino por sus escándalos, en mi opinión era como presenciar la versión masculina de la
El presidente resulta ser más alto que yo, más de lo que llegué a imaginar, sus ojos avellana son verdaderamente hipnotizantes, tanto, que mis piernas sufren una parálisis momentánea. ¿Por qué demonios tenía que ser tan directa? A veces quería cortarme la lengua para evitar que un nuevo vómito verbal invadiera mi sistema y tuviera la imperiosa necesidad de lanzarlo fuera de mi cuerpo. Sus ojos me recorren de la misma manera en la que lo hicieron la chica rubia y el hombre de negro.—¿Le comieron la lengua los ratones, señorita Sotonell? —me pregunta con voz ronca, ¿desde cuándo se había convertido en un hombre sexy?Abro la boca para decir algo, pero al parecer mis malditas cuerdas vocales han desaparecido, su magnetismo