—Deja de mirarme así, estoy bien —le digo a Lenin, quien no deja de mirarme como si fuera la cosa más rara del mundo.
—¿Y cómo se supone que te mire? Te estás…
Blanqueo los ojos.
—Idiota, se me ha roto la fuente —resoplo.
Lenin sigue mirándome mientras las chicas que contrató para que me acompañaran, una cosa así como damas de compañía, hacen lo debido, me llevan a la bañera y hago todo por asearme, las contracciones no me han llegado y debo aprovechar, esperábamos al bebé para dentro de unas semanas más, pero al parecer es impaciente y decidió que ya era el momento.
—¿En serio hay tiempo para eso? —inquiere Lenin en la puerta.
—Cállate y lárgat
—Hablo en serio, creo que ya ha llegado el momento de hacerlo —Jonathan se apresura a decir, pero es incapaz de ocultar la sonrisa que atraviesa sus labios con picardía.—No estoy diciendo que no quiero que suceda contigo —me levanté con pereza del sofá cama que estaba colocado en medio de su muy desordenado departamento, y en el que siempre intentaba convencerme de entregarme a él—. Es solo que no logro entender cómo te preocupa más ese tema, que nuestra situación económica, ¡mírate! Ni siquiera tienes algo comestible dentro de la nevera, únicamente son dos miserables cervezas las que adornan el interior de tu muy sucio refrigerador.Jonathan frunció el ceño e hizo una mueca, demostrándome su claro desconcierto
Cierro los ojos e intento pensar con la cabeza fría, bajo la mirada y anclo fría y calculadoramente mis ojos azules sobre mi atuendo, me doy una regañina mental por no vestir adecuadamente, y es que... unos shorts cortos, una blusa blanca de manga larga, con un escote que aunque decente no le quitaba el mérito de ser algo provocador, acompañada de mis zapatillas converse negras, y el cabello suelto, rebelde y con un toque fresco y revuelto, no era precisamente la imagen que una chica decente le daría al presidente de nuestro país.Vamos, que el tipo era un hombre de treinta años, hasta donde yo sabía, pero antes de subir y ganar la presidencia, se hablaba mucho de él, y no precisamente por ser un ejemplo a seguir, sino por sus escándalos, en mi opinión era como presenciar la versión masculina de la
El presidente resulta ser más alto que yo, más de lo que llegué a imaginar, sus ojos avellana son verdaderamente hipnotizantes, tanto, que mis piernas sufren una parálisis momentánea. ¿Por qué demonios tenía que ser tan directa? A veces quería cortarme la lengua para evitar que un nuevo vómito verbal invadiera mi sistema y tuviera la imperiosa necesidad de lanzarlo fuera de mi cuerpo. Sus ojos me recorren de la misma manera en la que lo hicieron la chica rubia y el hombre de negro.—¿Le comieron la lengua los ratones, señorita Sotonell? —me pregunta con voz ronca, ¿desde cuándo se había convertido en un hombre sexy?Abro la boca para decir algo, pero al parecer mis malditas cuerdas vocales han desaparecido, su magnetismo
Caí en la realidad, al escuchar todo lo que me decía, como se comportaba, y ser la espectadora principal de tan inesperado y desesperado espectáculo acosador, supe que estaba en lo correcto, nuestro presidente no era más que un idiota, mujeriego y petulante, él sabía que con palabras dulzonas, miradas que derrochaban deseo, y con tan solo chasquear los dedos, tenía a sus pies a cualquier mujer, pero no a mí, tenía a Jonathan, y eso me bastaba.—Escuche, no sé a qué está jugando, pero yo no soy como todas las mujeres que caen rendidas a sus pies —teniendo suficiente con los sucesos del día de hoy, me atrevo a poner una mano en su pecho y lo alejo de mí, con delicadeza, algo que le sorprendió—. No me gusta, no me atraen sus insinuaciones, y por supuesto que no estoy in
—¿No es nada grave? —pregunta una voz muy masculina que me cuesta trabajo identificar.—No señor, pero necesita hacerse unos estudios generales si piensa trabajar aquí, el desmayo probablemente se deba a una ligera anemia, necesita alimentarse bien y tomar mucho líquido, le he dejado unas vitaminas para que...Me dolía la cabeza, ¿anemia? ¿Yo? Imposible. La segunda voz se perdió entre mis divagaciones mentales.—Yo me encargaré de darle aviso a su tío, muchas gracias doctor... —la primera voz es tan varonil que logro sentirme dentro de algún drama de Hollywood—. Y la fiebre...Comienzo a abrir los ojos poco a poco cuando es
Si de situaciones extrañas se hablaba, la que se presentaba frente a mi, se llevaba todos los galardonados, mi padre estaba aún dormido y agradecía el hecho de que tuviera el sueño pesado, igual que yo, o de lo contrario los echaría de nuestro departamento con una escopeta apuntando a sus traseros, y por supuesto sin importarle que se tratara del presidente.Mi mente no dejaba de divagar sobre los posibles escenarios y sobre el posible tema de conversación que tendría mi novio con él. Estaba fuera de mi departamento cruzada de brazos, recargando mi espalda sobre la pared, y acompañada de los guaruras disfrazados del presidente. Movía los dedos de mis manos con impaciencia, ¿por qué querían tanta privacidad? Al final Jonathan me contaría todo… ¿cierto? ¿Por qué hab
—¡No hablarás en serio!Fruncí el ceño.—No grites, no estoy sorda y me encuentro a unos pasos de ti —espeté con irritación—. Necesitamos el empleo.—Buscaremos otro, pero no con ese tío que te quiere follar —me señaló con el dedo—. Tu eres mía, mi propiedad, nadie te toca, ni te mira sin mi permiso.Odiaba cuando se ponía en plan obsesivo macho alfa. Tampoco me agradaba la idea de trabajar para él, pero… las deudas nos ahogaban, yo tenía que pagar la enorme cantidad que pedí prestada al hospital cuando mi padre estuvo internado, los medicamentos, la recuperación, cosas de la casa, pr
Lenin había terminado de firmar los documentos que tenía pendientes sobre el desarrollo de las nuevas viviendas que se les entregaría a los ciudadanos de bajos recursos, cuando alzó la vista y la ancló sobre el reloj de madera barnizada finamente colocado sobre una de las paredes en la parte superior cercana a la puerta, de su oficina, eran las 7:30 pm, por lo que no tardaría en llegar Anelys.Sonrió al recordar que lo llamó hijo de puta, y era cierto, lo era, de eso ni él tenía la menor duda, haría todo lo posible porque ella trabaje para él, su novio era un bonus extra, le mostraría la verdadera cara de la moneda y terminaría con ese gilipollas, esa era una apuesta que ganaría.—Vas a ser mía, quieras o no —susur